Ser paciente o tener paciencia?

#AbracadabraPalabra

El servicio de atención al cliente te tiene 40’ en el teléfono, tu pareja nunca está lista y te tiene esperando desde hace rato, tu hijo que camina muy despacio, tu amiga siempre llega tarde, la cola del cajero en el supermercado es eterna…

Cuál es el orígen de la palabra paciencia? De dónde viene, qué significa y cómo se usa?

La palabra “paciente” proviene del latín “patiens” que significa sufriente, sufrido. “Patiens” es a su vez un participio de “pati, patior”, que significa sufrir.

La palabra paciencia puede ser usada como adjetivo calificativo, describiendo la capacidad que posee un sujeto para tolerar, atravesar o soportar una determinada situación sin experimentar nerviosismo ni perder la calma. Es decir, que una persona paciente sería aquella que no se altera, que espera lo que haga falta para conseguir aquello que busca o desea. Ser paciente es lo contrario de ser ansioso o nervioso.

Son sinónimos de la palabra paciente: enfermo, doliente, resignado, conformado, tolerante

Al mismo tiempo, se utiliza para designar a aquellas personas que deben ser atendidas por un médico o un profesional de la medicina a causa de algún tipo de dolencia o malestar. Sin embargo, la idea de paciente como individuo que debe ser atendido por un profesional médico proviene del griego, de la palabra pathos, que significa “sufrimiento” o “dolor”. Así, el paciente es quien está pasando por una situación dolorosa a nivel físico y espera pacientemente que el médico le diagnostique su situación.

En cualquiera de los dos casos la paciencia es la capacidad para tolerar la espera, la demora o la frustración, logrando controlar las emociones y soportando el proceso.

La paciencia es definitivamente un rasgo de carácter valioso para desarrollar, especialmente en estos tiempos donde las “recompensas” y “satisfacciones” se consiguen (no se logran) con rapidez, los procesos tienen que ser cortos (no hay tiempo) y las cosas no tienen permanencia (no hay patrones).

Son dichos populares: “la paciencia tiene un límite” o “acabó con mi paciencia”, cuando queremos dar a entender que estamos hartos y ya no soportamos más esa realidad.

Un cuento sufí: EL BAMBU JAPONÉS

No hay que ser agricultor para saber que una buena cosecha requiere de buena semilla, buen abono y riego.También es obvio que quien cultiva la tierra no se detiene impaciente frente a la semilla sembrada, y grita con todas sus fuerzas: ¡Crece, maldita sea!Hay algo muy curioso que sucede con el bambú y que lo transforma en no apto para impacientes:
Siembras la semilla, la abonas, y te ocupas de regarla constantemente.

Durante los primeros meses no sucede nada apreciable. En realidad no pasa nada con la semilla durante los primeros siete años, a tal punto que un cultivador inexperto estaría convencido de haber comprado semillas infértiles.

Sin embargo, durante el séptimo año, en un período de sólo seis semanas la planta de bambú crece
¡más de 30metros!

¿Tardó sólo seis semanas crecer?

No, la verdad es que se tomó siete años y seis semanas en desarrollarse.

Durante los primeros siete años de aparente inactividad, este bambú estaba generando un complejo sistema de raíces que le permitirían sostener el crecimiento que iba a tener después de siete años.

Sin embargo, en la vida cotidiana, muchas personas tratan de encontrar soluciones rápidas, triunfos apresurados, sin entender que el éxito es simplemente resultado del crecimiento interno y que éste requiere tiempo.

De igual manera es necesario entender que en muchas ocasiones estaremos frente a situaciones en las que creemos que nada está sucediendo, y esto puede ser extremadamente frustrante.

En esos momentos (que todos tenemos), recordar el ciclo de maduración del bambú japonés, y aceptar que en tanto no bajemos los brazos -,si está sucediendo algo dentro nuestro: estamos creciendo, madurando.

El triunfo no es más que un proceso que lleva tiempo y dedicación.
Un proceso que exige aprender nuevos hábitos y nos obliga a descartar otros.
Un proceso que exige cambios, acción y formidables dotes de paciencia.

Tiempo… Cómo nos cuestan las esperas, qué poco ejercitamos la paciencia en este mundo agitado en el que vivimos…

Sólo con una ardiente paciencia conquistaremos la espléndida ciudad que dará luz, justicia y dignidad a todos los hombres. Así la poesía no habrá cantado en vano. Pablo Neruda.

Fuentes:

Cuentos para el alma de Isabel Quiroz

Cuentos sufíes: Islam y Al-Andalus. Publicaciones
de la Yama’a Islámica de Al-Andalus. Liga Morisca.

Aprende a ser paciente. Enfemenino.com