Yerba importada

#ADNGuevara

Llegué de Baires a Madrid, tomé mi Pegasus hacia el norte ibérico rugiente de frío, al día siguiente regresé a la capital española para tres días de convención y reuniones de trabajo, guerra de paint ball, apariciones de quejas, sugerencias, pequeñas heroicidades y notables traiciones.
Tres días hablando boludeces.
La vieja flema inglesa que leí en mi juventud habitando este latino espíritu apasionado. 
Reflexiones y nuevos acordes.
Las doscientas abdominales matutinas que adopté en mi adolescencia y pastillas de última generación bajando por mi garganta al saltar del catre.

Fuente de Neptuno, donde el Atlético de Madrid festeja sus éxitos deportivos

Una población disminuida de cabellos ralos pero persistentes habita ya la coronilla de mi cabeza.Y abajo, en la corteza cerebral, un baile de imágenes pasadas recientes y antiguas, junto a percepciones, augurios emergentes, figuras casi palpables provenientes de un futuro que ya está alrededor, que siempre estuvo rondando por aquí, esperando el momento preciso para descubrirse.
De Buenos Aires traje varios regalos para mi familia, para mi solo un práctico mate metálico, pequeño, sin glamour ni estilo, pensado para durar años y ahorrar esa yerba importada. Y junto a él traje el cariño de esa gente que quiero más allá de mi voluntad, personas que han sembrado algo en alguna parte de mi existencia, amigos de dentro y de fuera de la familia.

Divina Baires

Mientras que desde Madrid traje cestas de navidad de España y Francia para compartir, y clavado en el interior me traje por una vez, el respeto también a todos esos compañeros de trabajo, toda esa gente en la que no suelo reparar ni un instante, almas que al sentirlas tan ajenas, las dejo atrás tras un rodeo sin siquiera rozarlas, maniobra que hasta hoy me había impedido saber que de alguna forma estamos hermanados.

El entrañable Julio con mi nuevo mate de metal para yerba importada

Y con esas cosas intangibles vine para ofrecerme un abrigo en modo de abrazo a mi hijo y a mi mujer, para acurrucar mis mejillas en las suyas, atenuar el asma y permitir que la bestia tome un descanso de su vigilia, de sus bufidos. Para brindarnos un homenaje.

No sé por cuento tiempo, no me preocupa.
Están empezando a escucharse los acordes de unos nuevos y diferentes Blues.