68. Madrazas, las que atraviesan el Complejo de Wendy

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1. Casting

Lo digo de entrada: en una pareja, uno es lo que el otro le permite. Quiero decir, que en la mayoría de los casos, cada elección de pareja es un síntoma. Y los síntomas, a veces nos delatan y otras nos protegen de un mal mayor. Mas vale histérica que deprimida u obsesivo que paranoico. La libido es una cazadora de neurosis que tiene sus propias pautas etológicas y una puntería excelente. Tenés una tendencia que el otro pesca y en esa vincularidad se abre el grifo de los malos entendientes.

2. Mamacita

Ricky ¿llamaste a tu primo? Ricky mirá que se te están acabando las pastillas de la presión. Ricky hoy cumple años la prima de tu cuñado. ¿No me decís nada? Ricky te saqué turno con el cardiólogo, ¿cuánto hace que no vas al cardiólogo? No salgas así que anunciaron lluvia. Ricky llama a tu viejo que ya te llamó tres veces. ¿Podés cortarla dos minutos con la tele y escucharme lo que te estoy diciendo? Ricky ¿no me notás algo diferente? Acordate de llevar la patente del auto encima. ¿Qué te parece si el sábado lavamos el auto? ¿Te hago un tecito? Ricky ¿Por qué estás tan callado? ¿Te peleaste con tu jefa? Ricky ¿Qué te parece este lugar para ir de vacaciones? Ricky.

3. El complejo de Wendy

Hola chicas, ¿cómo andan? Por si nunca oyeron hablar de esto, les cuento: Las muchachas que sufren el Complejo de Wendy son las vulgarmente llamadas faliconas que hacen un buen complemento sintomático con los peterpanes.

Wendy Darling es la famosa niña de 12 años que acompaña a Peter Pan al país del Nunca Jamás porque le gusta la idea de ser madre lo más pronto posible. Actúa el estereotipo diciendo cada tanto frases ocurrentes calcadas de su propia madre. El capitán Garfio le tira un baldazo de culpa diciéndole que ella es una decepción para sus padres, aunque tanto el manco como Peter la quieren como madre por su talento para contar cuentos y su gran sensibilidad.

Las muchachas atravesadas por el Complejo de Wendy manifiestan una preocupación excesiva por el bienestar del otro, ocultando un gran sentimiento de temor al rechazo e inseguridad continua. Les cuesta mucho ponerse en el lugar de mujer, lugar entendido como aquella persona no sólo, dispuesta a dar, sino también a recibir. Un hombre de verdad aparece luego de aprender a ocupar ese lugar de mujer, al igual que una mujer con todas las letras sólo aparece cuando el hombre se respondió satisfactoriamente la pregunta de cómo se es un hombre. La persona fijada en un rol estereotipado siempre va a encontrar su complemento: las ubicadas en el lugar de madrazas encontrarán siempre su partenaire en un hombre displicente con las acciones de un caballero.

WENDY

Dan lo que no tienen por sentirse imprescindibles e intentan casi, violentamente, hacer feliz a la pareja de manera persistente. Si consideran que el café va con dos de azúcar, será así por el resto de tus días. Su verdadero combustible es sentir que tienen el control, detestan no ser necesarias. No aceptan que no las aceptes y nunca van a reconocer que son invasoras de tus tiempos y carceleras de tus espacios.

Las mujeres que manifiestan este complejo buscan ser aceptadas por los demás, suelen ser súper agradables y encajan perfectamente en todo evento social. Son dadivosas solo para poder controlarte. ¿Y qué controlan? No ser rechazadas ni abandonadas.

4. Enlaces

Sin embargo, como está planteado, parecería ser un pecado insalvable, pero hay reconocer que muchas parejas funcionan bajo este formato. Él es el distraído, el que nunca puede y al que todo le sale mal. El egoísta que cuelga con cualquier cosa y el que se sirve la birra primero. Y ella es la que empuja optimistamente, la que marca el rumbo y evita que le corten el cable por falta de pago. Sin embargo para afuera suelen invertirse los roles, él pareciera ser el que empuja y ella, como buena estratega, se presenta como sumisa y apocopada justificando cualquier exabrupto que el muchacho pueda tener motivo de su incontinencia. Esto es curioso, lo mismo pasa con las parejas donde él toma el rol de padre protector y ella de niña desvalida; para afuera, él disimula su soberanía y la deja a ella desplegar las plumas, cuando en la intimidad de la alcoba, funciona de manera invertida. Parece ser que algunas parejas tienen muy marcadas dos formas de funcionar en lo social y en lo íntimo y que esas formas son inversamente proporcional en ambos escenarios.

No hay manuales para la mejor convivencia, cada pareja está determinada por su propia neurosis y debe encontrar el complemento ideal que los ayude a simular una correcta felicidad.

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