73. La crueldad en el amor

#AmoresTóxicos
“La crueldad en el amor se siente cuando
dejas de pensar en eso que te enamoró”.
Pablo Neruda
 

“Yo no me merecía esto. Puse lo mejor de mí para que funcionara y mirá como terminamos… entre silencios y reproches. Lo que más me duele es que te creí. Te creí cuando me hablabas del futuro, de que nos íbamos a ir de vacaciones a La Pedrera. Te creí cuando en Falabella me dijiste que te gustaban los muebles blancos. Confié en esa mirada cristalina que sostenía con firmeza todo lo que pensaba. ¿Será que las personas de ojos claros son peligrosas?

Cuando me decías que te sentías rara porque te estabas animando a sentir cosas diferentes yo me sentía una persona necesaria. ¡Que tonto! Como si sentirse necesario sea garantía de algo, con esto aprendí que sentirse necesario es ser un pelotudo. ¿Cómo puede ser que una persona cambie de opinión en dos semanas? ¿Cómo es posible que ante las evidencias te hayas empeñado en negar todo sistemáticamente? Cuando estás enamorado la autoestima disminuye un sesenta por ciento. Te hacías negar culpando a las antenas de la telefónica, inventaste salidas con amigas cuando en realidad te ibas a encontrar con otro tipo, fingías olvidos a la hora de dejarme plantado con un puto pollo en el horno. ¿Tan difícil era decirme de una que ya se había terminado todo? ¿No pensaste que enterarme de la forma que me enteré me iba a hacer mucho daño? ¿Por qué pensaste que la anestesia es la vía rápida para el olvido? Con la sangre frisada sos todavía más cruel.

Vos estabas enamorada de la forma en que yo estaba enamorado de vos, pero no estabas enamorada de mí. Y te pasó lo que le pasa a todas esas personas, yo era el culpable de tu aburrimiento, mis amigos eran unos básicos con los que no se podía hablar de nada y me gastabas cuando no sabía quién era ese puto francés que escribió lo del viaje al fin de la noche que tanto rompías las bolas. ¿Por qué no me fuiste de frente? ¿Qué te costaba? ¿No sabés que la verdad es el mejor cicatrizante?

Finalmente lo que uno hace para no herir al otro termina siendo el acto más cruel que una persona puede cometer con otra. ¿Por qué tanta crueldad? Me negaste en la cara que estabas saliendo con Gastón y cuando venías a casa te me quedabas dormida en la cara como un modo de provocarme. Claro, para vos era más fácil que yo me enoje y corra con la decisión de cortar el vínculo. Cuando uno no se siente deseado no tiene fuerzas para nada, solo puede aguantar masoquistamente que el otro maltrate hasta el aburrimiento. Y te digo algo, si me hubieses querido, no me hubieses mentido. Si de verdad sentías un poco de “afecto” por mí, hubieses sido clara y me hubieses mirado a los ojos y me hubieras dicho la verdad. Con esto aprendí que las personas como vos miran a los ojos sólo cuando mienten.

Me voy, nunca voy a olvidar lo cruel que fuiste conmigo; y ojalá el tiempo no permita que te entienda. Soy un caballero y me la voy a bancar, aunque esta ética berreta tarde mucho en sanar este dolor”.    

crueldad

El problema más angustiante de la crueldad es que se transita sin testigos o, mejor dicho, sin terceros que ayuden a pensar las mezquindades. La crueldad empuja a la ternura fuera del vínculo para gobernar los sentimientos más hostiles. Es el escudo más siniestro con el cual se defienden muchas personas que no saben cómo poner la verdad en palabras y las ponen en los actos más oscuros de la vida cotidiana. La crueldad es negación, silencio y sobre todo ausencia en la presencia. El muchacho encuentra en la escritura una oportunidad de darle forma al dolor. A él le sirve más su presencia en la ausencia, antes no podía ni hablar, ni escribir, ni nada. Tiene miedo de vivir sin ella, porque ella se llevó mucho de él, pero de a poco irá descubriendo que cuanto menos de ella quede, más de él va a recuperar.

Cuando Fernando Ulloa desarrolla el concepto de encerrona trágica para describir lo que pasa en el vínculo torturador – torturado lo describe como “una situación de dos lugares, sin tercero de apelación, sin ley, donde la víctima, para dejar de sufrir o no morir, depende de alguien a quien rechaza totalmente y por quien es totalmente rechazado”. Un vínculo amoroso que supone la pérdida del amor y a partir de esa suposición cae en una crisis, circula por la crueldad porque perdió la capacidad de relacionarse tiernamente. Si la crisis se agudiza, aparece la mentira como “fetiche recusador de la verdad”.

Lo cruel puede tornarse costumbre, es decir, que la relación toma esa forma áspera de comunicación dañina donde la intimidación permanece inadvertida. Acostumbrarse a la crueldad es un modo de maltratarse a uno mismo. Para Ulloa “lo cruel” hace cultura donde claudica la valentía, la inteligencia y el cuerpo se desadueña. No hay nada que angustie más cuando la entrega del cuerpo amoroso se transforma en cuerpo maltratado. El muchacho queda a merced de la muchacha y si bien los dos son conscientes de la situación ninguno de los dos puede hacer nada. Uno por la culpa y el otro por el miedo al abandono.

Las discusiones de pareja cuando uno de los dos ya no quiere al otro, son crueles, donde el futuro abandonado/a no encuentra una manera saludable de salir de esa encerrona. De la crueldad se sale mediante la empatía, eso de ponerse en lugar del otro garantiza anticipar el dolor al dolor.

Para Ulloa hay crueldad cuando no hay ternura y para él, la ternura, es sinónimo de buen trato; y el buen trato es gratificación. Por lo tanto todo se reduce a la verdad, la verdad es la llave que abre todos los corazones, es la que destraba las lenguas, la que añade un poco de luz a la oscuridad de una ruptura. Toda crueldad tiene su visibilidad en el destrato. Y lo que siempre decimos… siempre es mejor enamorarnos de buenas personas.

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