87. El amante y el amado

#AmoresTóxicos
“La prefiero compartida
antes que vaciar mi vida”.
“El breve espacio en que no estás”, Pablo Milanés.
 

Querida Stella:

                       No se cómo poner en palabras todo lo que siento por vos. No dejo de pensarte un minuto y, cuando estoy en el trabajo, me distraigo mal mirando el segundero. Verte me hace feliz. No puedo imaginarme la vida sin tu presencia. Sos una persona independiente y eso te hace muy atractiva. Me gusta que tomes decisiones por vos misma sin depender de nadie. Nunca me pasó nada igual, sentirme tan pleno con alguien. Me gusta quedarme callado y mirarte, a veces me emociono de solo acariciarte ese pelo azabache y disfrutando de esa indiferente forma de desearme.

Pero claro, pasa lo que pasa… cada vez me cuesta más tolerar la situación, se me quiebra el pecho de sólo pensar que las noches no son mías, que alguien duerme junto a vos y me roba el reflejo de la luna en tu ventana; y que encima decís que no lo querés y que no te pasa nada con él. Que estás harta de su ninguneo y su maltrato. Vos me pedís tiempo y yo te pido espacios. Mi amigo me dijo que cuando dos personas se piden cosas diferentes, tienen fecha de vencimiento y, que como todo lo que vence, hay que consumirlo antes de que venza, porque sino se pudre, te cae mal al estómago, te hace vomitar.

¿Vos creés que en algún momento lo vas a dejar? No es que quiera meterte presión, pero no es tan fácil dejar a alguien con quien venís conviviendo desde hace mucho. ¿Es por seguridad? ¿Por miedo? O simplemente yo no te lleno lo suficiente? Ya se que te enoja que te pregunte y que siempre me pedís que no me enganche, que esto es lo que es y nada más; pero a mí me pasan cosas, no puedo dejar de pensarte y me pregunto todo el tiempo ¿por qué? Vos decís que así está bien que no toquemos nada, que hacer un cambio, por pequeño que sea, va a empeorar la cosa. Pero yo no sé que hacer con mis amigos y mi familia, ellos preguntan porque me quieren y a mi me da mucha vergüenza decirles la verdad, me siento mal conmigo mismo.

Se que te enoja que te presione y que cada vez que eso sucede, querés tomar distancia, pero a veces (no siempre) siento que yo no te importo, que lo único que querés es pasar un momento sexual conmigo y nada más. Mi amigo me dice que no entiende como yo, pudiendo tener las chicas que quiero, me quedo encapsulado a tu corazón gélido y distante. Yo tampoco lo se, pero me siento maniatado, lo cierto es que tengo que tomar una decisión y no puedo. No imagino no verte nunca más, me duele el corazón de sólo pensarlo.

Bueno, no quiero joderte más, sólo quiero que sepas que yo estoy. Que me gustaría pasar más tiempo con vos y que podamos disfrutar de un fin de semana en algún lado, se que es difícil pero es cuestión de ponernos de acuerdo.

Te mando un beso, te ama

Rodo

mujer independiente

Bien, esta parte podríamos llamarla “Rodo al horno con papas bravas”. Primero ¿qué es lo que hace que una persona pierda el sentido de la dignidad? Por un lado podemos pensar que su autopercepción está en decadencia y no se cree capaz de tener un vínculo más sano o por lo menos simétrico; pero por otro, podríamos estar ante una personalidad altamente narcisista que acepta el desafío inconmensurable de obtener la figurita difícil. En ambos casos, queda pagando. Enamorarse de otro que tiene a un otro, no es ninguna rareza. Mucha parejas, para disolverse, necesitan de un tercero y buscan el final feliz a través de ese medio. Pero ¿qué pasa cuando el deseo amoroso pone su acento en un triángulo escaleno donde ninguno de los ángulos son iguales? Rodo solamente está destinado a esperar, el amor genera paciencia y la paciencia es el acolchado del tiempo. El amor de Rodo es la muñeca del reloj de Stella. Es más fácil que se aburra ella a que se desenamore él.

Stella busca en Rodo espacios acotados de placer. Tiene un marido que no le trae demasiados problemas pero que no la llena lo suficiente, por eso busca en Rodo equilibrar esa balanza entre lo real y lo ideal. Para ella no es tan complicado, puede llamarse Rodo, Claudio o Andrés. Ella tiene un casillero disponible que cada tanto llena con un acto que no le genera ninguna culpa.

Los vínculos amorosos tienen estas cosas, malentendidos afortunados que duran menos de lo esperable, promesas de alcoba que se escapan por la ventana y muchas cutículas mordidas. Tal vez se trate de aprender a amarse a sí mismo, para luego tener la dulce osadía de amar a otra persona.

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