131. La esperanza como obstáculo

#AmoresTóxicos

Las personas que transitan un amor no correspondido, además de bancarse esa no correspondencia, cargan con la contundente frase mal planteada de “la esperanza es lo último que se pierde”. Perdiste las ilusiones, se te derritieron las expectativas, chocaron contra un paredón las fantasías de a dos, pero… quédate tranca que la esperanza es lo último que quedará en tus bolsillos vacíos de amor.

Pensemos dos tipos de esperanzas: a) la posibilitadora y b) la obstaculizadora. La primera es la de la buena prensa, esa que está en boca de todos para llenar los baches cuando no hay nada por decir. Una forma de esperar con felicidad y expectativa algo lindo que depare el porvenir. Por ejemplo, la esperanza de crecer personalmente o en pareja, de tener un hijo, mudarse o comprarse un rottweiler. Una cosa es tener la esperanza cuando la cosa fluye y otra es que la esperanza te tenga a vos como quien tira un pez en un balde.

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La esperanza obstaculizadora es un mecanismo de negación. Vos crees que va a llegar algo que ya partió para otro lado. Frases como “ya se va a dar cuenta lo que pierde”, “ya va a cambiar” o “en el fondo yo sé que me quiere” contribuyen a formar las lagañas negadoras del amor. Sostener la esperanza de un amor no correspondido es caer en la ingenuidad del merecimiento. Yo merezco que el otro me quiera es un derrape narcisista, porque en verdad, no hay mucho que pueda hacerse para que el otro te ame. No pasa por la bondad, por la belleza o por la buena onda, el otro se enamora de un  instante cualquiera que se mete en su corazón mientras vos estabas distraído en otra cosa. No hay estrategia (y mucho menos esperanza) que logre que el otro te elija. Así como viene se va.

Delegar en la esperanza el triste alivio de la espera es, como dice Barthes, un delirio. La espera es un perro que ladra. El amor no te enseña que, se espera lo posible y se duela lo que ya nunca va a llegar.

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