134. El otro como posesión

#AmoresTóxicos

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Muchas veces la posición subjetiva en la cual te ubicás frente al otro, define el tipo de vínculo que vas a tener. La dialéctica entre el ser y el tener está presente en todos los aspectos de la vida. Hay personas que se preocupan más por ser, para acceder al tener y otras que consideran que si no tienen, no son.

¿Es lo mismo “estar” en pareja que “tener” una pareja? En ambos casos se da una transitoriedad. Lo que tenés, podés dejar de tenerlo y lo que sos puede evaporarse por la ventana de tu baño justo después de una hermosa ducha calentita. (¿Existirán los amores que se terminan en el momento justo?). Ser alguien o tener algo. ¿Es lo mismo decir “tengo un hijo”, que decir “soy mamá de un varón”? Para cualquier interlocutor sí, pero al enunciante puede llegar a delatarlo.

El estar en pareja remite a un estado decorado por el vínculo. Estar bien, estar mal, estar más o menos. Estar con ganas de más, a punto de replantearse todo o al borde del impasse. Estar emocionado cuando el otro te acaricia, estar al pedo los días de humedad, estar en paz. Sartre dice que “la existencia precede a la esencia”, y da un ejemplo: si un artesano quiere realizar una obra, primero “la” piensa, la construye en su cabeza: esa prefiguración será la esencia de lo que se construirá, que luego tendrá existencia. Dice que nuestra esencia es lo que vamos a construir nosotros mismos mediante nuestros actos. El problema es que el inconsciente es un perro que te muerde los talones. Para Sartre el hombre no es otra cosa que lo que él se hace y considera a esto como el primer principio del existencialismo. Es decir que tu ser en pareja dependerá de tu propia esencia; de tu neurosis, diría el psicoanálisis.

esposasLa idea de tener remite a la posesión, es decir a la ilusión de que el otro me pertenece. Vos sos mío, soy tu esposa, mi pareja. La idea de lo “mío” se apropia de la idea de identidad. Aristóteles decía que la fiebre posee al hombre o que el tirano posee la ciudad. Pero también se refiere a que el otro acepta esta condición cuando dice que el bronce tiene la forma de una estatua o que el cuerpo posee la enfermedad. Tener y retener pareciera ser causa y consecuencia de un modo de vincularse. Nadie es de nadie, aunque debamos reconocer que muchos ofrecen sus muñecas liberadas en pos de evitarse un trabajo previo consigo mismos.

Si la tenencia está al servicio de una dinámica compensatoria será puro complemento, si la existencia está al servicio de una libertad compartida, se encontrarán cada tanto en una cornisa para comerse a besos. Ahora, cuando la posesión es la oportunidad del ejercicio del poder berreta; o la existencia un modo desesperado de existir gracias al otro, eso de vidrio que se presenta ante tus ojos, no es nada menos que la tapa del horno.