120. Volver a estar solo

Más de una vez, estando en pareja, te imaginas viviendo “para siempre” con esa persona que tenés al lado. Te cierra, porque podés hacer más o menos todo lo que te imaginabas: cine, cena, pochoclo, caminatas, algún que otro viajecito, visitar amigos, dormir cucharita y todas esas cosas que lees en Facebook que hacen tus amigos que tienen incontinencia de exposición y no discriminan la diferencia entre lo íntimo y lo personal. Esas personas que trasladan el minuto a minuto de sus vidas a una red social, justamente lo que les falla es la red individual y subjetiva. El miedo a ser olvidado impulsa la privación de la dulce sensación de ser extrañado. Continuar leyendo

45. Estar solos

“Lo que sea que elija cuesta lo mismo”
The Cure, Killing an arab.
A propósito de El extranjero de Albert Camus. 
 

1) Estar en el espacio

En la soledad los espacios se reducen. Todo parece más chico: los pensamientos apuntan a las ganas inverosímiles de que algo diferente ocurra. Estás solo y estás con una parte tuya que no te gusta, una parte que te recuerda lo mucho que duelen las ausencias, un lugar de tus rincones emocionales que miran desde un ángulo penumbroso cómo las faltas te llenan la soledad de vacío. Cuando estás solo late un monólogo como marcapasos, querés callarlo pero él te lleva a la orilla de esa ausencia. Una energía se libera y convierte en seda lo que vos creías un dique. Te reprochás no haber frenado el dulce pulso de la incertidumbre, un latido que cerraba las compuertas de las cosas más simples. Continuar leyendo