La bicicleta quedó apoyada contra el placard

La bicicleta quedó apoyada contra el placard

en el cuarto que rotulamos de escritorio.

No le pusimos un cartel,

las cosas de adentro lo muestran.

 

Mi escritorio: dos caballetes que sostiene una tabla

una computadora, apuntes apilados, montañas

colores fucsia sobre negro sobre blanco.

 

Tu escritorio: una sola pieza, una pantalla grande,

un teclado, muñequitos de plástico, marihuana

verde sobre rojo.

 

Sobre el placard la bicicleta,

abajo de la ventana una cajonera,

un pendiente de origami cuelga.

Las maderitas del colchón viejo

quedaron apiladas y

esperan.

Pasear en bicicleta

 

La última vez que viaje en bici, era cuando lo hacía regularmente desde mi casa al trabajo. Un recorrido desde Caballito a Palermo, ida y vuelta, de lunes a viernes.

Ahora vivo en Lomas de Zamora, desde donde hasta Capital no se puede ir en bici, y pedalear por los alrededores no es tan cómodo, la mayoría de las calles son empedradas, y el tráfico es tan ligero que termino agarrando el auto, o también voy mucho caminando.
La bici la elegía por ser el transporte más práctico: rapidez, salud física y mental, era lo que me daba y yo necesitaba. Pero ahora y acá, las cosas cambiaron.
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