Conspiraciones: el miedo y el dolor del Ebola

EBOLA-SANTI-CAMACHO-01

Es indiscutible que el Ebola ha tomado las primeras planas de los periódicos, canales de TV y portales de internet. Antes que transmitirse de persona a persona, el virus se ha multiplicado con la velocidad de la luz pero a través de los medios de propagación que le facilita nuestra sociedad hipercomunicada. Viéndolo desde este punto, es muy probable que estemos presenciando una pandemia comunicacional, antes que real. Y si es así cabe preguntarse ¿a quién le conviene?

Con esta pregunta en mente me acerqué a Santiago Camacho. El afamado periodista y escritor español lleva su trabajo de investigación con un ojo puesto en el mundo de las conspiraciones y, desde hace años, es portavoz de lo que la gente —más o menos— piensa que puede suceder tras bambalinas. Porque no nos engañemos, el descreimiento y la sospecha son moneda corriente a la hora de pensar en gobiernos, religiones y corporaciones.

“Pues desde luego, para la suspicacia hay motivos”, dice Santiago desde una Madrid revolucionada con el caso del primer contagio de Ebola en suelo español. “Piensa que, por ejemplo, mucho antes de que surgiese este brote había un campamento de los servicios médicos del ejército estadounidense que operaba en la zona de Sierra Leona desde 2009”. Esto no sería extraño e incluso se podría pensar en cierto tipo de ayuda humanitaria pero, una cosa no quita la otra y el dato que Santiago me lanza a continuación sirve para ponerse —si es posible— más a la defensiva: “En este campamento tenían una partida proveniente de los propios presupuestos oficiales americanos y que estaba dedicada al estudio del virus del Ebola en una zona donde no había ningún tipo de brote. Incluso el propio gobierno de Sierra Leona dio explicaciones acerca de lo que estaba sucediendo en ese campamento y nadie dijo nada hasta que, finalmente, fueron expulsados del país. Justo en esa zona es donde se produce este brote de Ebola Zaire que, según dice el propio descubridor del virus (Peter Piot, 1976, República Democrática del Congo), es la misma cepa pero con características genéticas que no se habían visto antes”. Continuar leyendo