Plantar una semilla

a plantar una semilla baja

Hoy llego el correo y me trajo una caja  con productos para el pelo y con una maceta personalizada que decía “Viajes”, y tierra para plantar semillas Alegría del hogar para tomar conciencia de la ecología y del medio ambiente.

Pero ni bien abrí el paquete y me encontré con el regalo, me acorde de una conversación que tuve con un amiga hace exactamente un año atrás.
Estaba ansiosa por una historia de amor, por un hombre que tenía que esperar y eso hacía que quisiera borrarlo una y otra vez, como si esa fuera la solución a lo que uno siente por temor a perder el tiempo. Mi amiga me dijo mientras hablábamos por teléfono “Tu ansiedad es el miedo al amor. Es tu manera de evitarlo y conservarlo en la mente. Porque uno puede enamorarse un montón de veces y es un sentimiento increíble, pero el verdadero amor solo se construye de a dos y con el tiempo. Aceptar los tiempos del otro es el gran aprendizaje en el amor. El amor fluye, la mente lo estanca. ¿Por qué no plantas una semilla y ves su proceso?”

Sin esperar me puse a hacer el ejercicio, fui a comprar los elementos, pinte la maceta, elegí las semillas y puse la tierra. Esto recién empezaba, tenía que cuidarla y ver que sucedía con ella. Pensar positivamente que daría sus frutos y hasta podía hablarle si quería para contarle cosas. Tenía que aprender a esperar y principalmente a confiar.

Plantar una semilla te hace tomar conciencia de la paciencia. Es un buen ejercicio para pensar en el amor como una semilla, que uno la planta y no le queda otra que esperar para que crezca la flor y para tener éxito hay que entender la suma de las partes. Es un viaje que nunca termina la vida.

Algunas cosas se demoran más que otras para ver los resultados, pero en el mientras tanto con el cuidado, la paciencia y la dedicación mi pelo está cada vez mejor. De la misma forma, como a las relaciones, al cabello o al medio ambiente, hay que dedicarle amor y tiempo para ver los cambios. Tomar conciencia de uno te hace tener conciencia de los otros.

Ahora tengo una nueva oportunidad para volver a plantar semillas y conectarme con mis deseos… manos a la obra.

“Lo que está destinado a suceder siempre encontrara una forma única mágica y maravillosa para manifestarse”.

Cuento Passio

10965481_10155260072735165_521409870_n

 Había una vez una princesa que se llamaba Passio, era tan dulce e inocente que la encerraron sus padres en un bello castillo de cristal en la cima de una colina para que pudiera jugar libremente y desarrollar su creatividad sin ser perturbada por el mundo exterior.

El castillo de paredes del fino material era bastante grande. La primera planta tenía una biblioteca llena de libros previamente seleccionados por sus padres con las novelas mas sublimes, las historias de aventuras más fantásticas, tratados de filosofía y enciclopedias variadas que describían y precisaban guerras, amores, leyendas, pactos, entre otras cosas.  Tenía un gran living en círculo con una amplia escalera de mármol que conducía al segundo piso donde se encontraban las habitaciones. Un jardín de invierno conteniendo flores exóticas de los cinco continentes, era el hábitat de caracoles y mariposas que revoloteaban por doquier. Una cocina con amplios ventanales  se encontraba en la planta baja.

La niña creció en compañía de los animalitos del bosque. Su fiel amigo era un conejo que se llamaba Pintitas dado que era blanco como un copo de nieve y con pintitas negras en su cuerpo que parecía que usaba un traje a lunares. Dos mariposas monarcas y un bambi eran sus compañeros de juegos. Una gata muy presumida negra llamada Sufita era la guardiana del castillo. Sus padres queriendo lo mejor para ella, se olvidaron de la princesa que se encontraba en la colina.

Los años pasaron y la niña se convirtió en doncella, y la compañía de sus amiguitos no le alcanzaba. Los susurros del viento, le habían contado que las bellas princesas se encontraban con príncipes que se juraban amor eterno, como las novelas que leía. La princesa empezó a soñar con ser rescatada del castillo que cada día lo veía como una cárcel por no poder ver la realidad.

Passio realmente se había quedado encerrada, no solo Sufita la vigilaba, un bosque lleno de abetos gigantes habían cerrado el paso hacia el castillo. La princesa empezó a creer  que nunca seria descubierta si seguía escondida dentro de su castillo de cristal. Descubrió que ningún caballero vendría a rescatarla y nunca podría disfrutar del goce del amor que tanto hablaban los libros que habían sido sus compañeros durante tantos años. Luego de mucho pensar decidió que tenía que hacer algo.

Así fue como una noche de luna llena en donde las estrellas brillaban sin cesar, convoco a los espíritus de la noche para que llamaran a la bruja Persuasión que tenia el poder de encantar a todos los hombres que se le acercaban.

“Buenas noches, princesa Passio. ¿Que es lo que te preocupa que requieres de mis servicios?- pregunta la bruja que se regodeaba con la idea de sacarle algo a cambio

“Buenas noches, bruja Persuasión, tu fama te precede y por eso te hice llamar. Se que seduces a cuanto hombre pasa cerca de tu perímetro y quisiera que me enseñes la lección de ser mujer fatal. Quiero conquistar al más bello caballero de estas tierras.

 

La bruja la contempla por unos momentos y le dice: Con tu belleza y tú gran corazón no me tendrías que preguntar mis armas de seducción.

La princesa la interrumpe y le dice: Mi belleza y mi alma no alcanzan para ser descubierta por un príncipe que me jure amor eterno. Necesito salir al mundo exterior, y solo tú podrás ayudarme para que pueda conquistar rápidamente a un hombre y volver a mi castillo para vivir felices eternamente.

 

La bruja no sabia que decirle a la princesa, movió su nariz y su libro de hechizos apareció en un patatín frente a sus ojos. Déjame ver si puedo ayudarte – dijo la bruja metiendo la cabeza dentro del gran libro.

Passio aferrada a su conejo pintitas espero que la bruja buscara entre sus conjuros una respuesta a sus pedidos.

La bruja la mira y le dijo: te daré una pócima para que te conviertas en una mujer sexy y apasionada para que ningún hombre se te resista. A cambio, tendrás que darme tu dulzura. Si el hombre que elijas se enamora de ti, te devolveré la dulzura e inocencia y podrás volver a tu castillo.

La princesa acepto el trato, creía que con el encantamiento que la bruja le proporcionaba encontraría a un hombre rápidamente y podría conquistarlo recobrando su dulzura que era su verdadero encanto. Lo que la princesa no sabia que justamente conquistar podría pero para que se enamorara de ella necesitaba de su alma que se la estaba olvidando.

 

La princesa sentía que no podía conquistar a un hombre siendo tan pura e inocente. Necesitaba ser fuerte para no sufrir. Así fue como perdió su femeneidad. Su ansia de conquista no termino, y a los hombres que conquistaba se terminaba aburriendo porque solo buscaban el placer que ella podía otorgarles pero no el amor que ella necesitaba para que le fuera devuelta su alma.

Tuvieron que pasar muchos años, muchos hombres para que Passio decidiera retornar a su castillo de cristal. Cruzo el bosque de abetos gigantes, se corto las manos, las rodillas le sangraron por treparse de las ramas de los árboles pero logro pasar a pesar de todo. Subió la colina y se encontró con su castillo sucio, rodeado de hiedras y malezas. No era el castillo de su recuerdo, su abandono se notaba en sus paredes. Ni bien llego la gata Sufita la recibió en la entrada. “Al fin has vuelto, hace años que te esperaba y sabia que volverías. Llamare al conejo y a las mariposas que ya se habían acostumbrada a tu falta”.

He vuelto sin príncipe, querida gata. A nadie he podido enamorar. A pesar de llevar a cabo todas las armas de seducción… He conquistado a mucho hombres pero ninguno se ha enamorado al punto de quedarse conmigo. Se sentían avasallados, los asustaba y los que se quedaban se aburrían porque mi alma nunca era contemplada. He deseado volver a mi castillo de cristal donde me sentía segura y no necesitaba más que soñar. Estas cuatro paredes me daban tanta felicidad, y ahora se encuentran sucias, manchadas, ni el sol puede reflejarse como antes. No te preocupes princesa que todo puede volver como antes, solo necesitas que el tiempo haga su trabajo- dijo la gata. Al regresar empezaste de nuevo a transitar tu verdadero camino, confía- agrego.

Nos tendremos que poner a trabajar- grito una voz aguda. Era pintitas que habían llegado a los saltos abalanzándose a la princesa. Te extrañe- le dijo el conejo

La princesa ni bien sintió la suavidad de la piel del conejo, una lágrima broto del interior de su alma y un rayito de luz se dejo ver dentro de las paredes sucias de cristal. Así fue como la doncella empezó a limpiar su castillo, primero saco sus malezas, luego arreglo la entrada de su castillo. El mayor trabajo era recobrar la capacidad del material de cristal. La pureza de esas paredes que estaban cubiertas de moho y barro, limpio sin cesar y trabajo hasta agotarse. Dejando de lado la seducción como arma, dejando de lado su vanidad de las conquistas. Limpio sin cesar, los días pasaron, los meses y al cabo de un año, Passio se sentía de nuevo como la princesa de su niñez con su castillo de cristal y sus amigos y juegos que le daban felicidad.

Se había cansado de contarles a sus amiguitos las peripecias que había llevado a cabo para conquistar al hombre de sus sueños. Lo que Passio no había visto era que había recobrado su dulzura en las palabras, y la inocencia que había marcado su niñez.

La magia reinaba de nuevo en su castillo. Ni bien el castillo se limpio sus amiguitos que estaban viejos y cansados recobraron su juventud.

 

Hasta que un día, Passio se encontraba decorando el castillo con flores ya que había llegado la primavera y la bruja Persuasión apareció de repente. Le pidió que le devolviera la inocencia que había recobrado, le pertenecía. Passio, la miro fijamente a los ojos, esta vez sin temor, y le dijo que sus reglas de seducción solo le habían traído tristeza y soledad, no habían funcionado. Nada la satisfacía, solo se regodeaba de sus conquistas pero se quedaba siempre sin nada. Había entendido que no existen las pócimas mágicas para conquistar un hombre. Lo mas importante es quererse a uno mismo y aceptarse tal cual uno es, de esta forma el amor ya estaba dentro de ella. Si quería su inocencia tenia que ser ella para poder tenerla. Se había dado cuenta que creyó estar encantada cuando en realidad se había olvidado de ser ella misma queriendo ser como otra persona.

La bruja desapareció enojada con la princesa, que le había dicho una gran verdad, esa verdad rompía el conjuro de la seducción, y por más magia que usara, la princesa se había encontrado consigo misma, ya nada podía hacer.

 

Una gran tormenta se desato ese día y durante tres días llovió sin cesar. La ultima noche, alguien toco la puerta, Passio nunca había escuchado un toc toc a su puerta y tuvo miedo a que fuera la bruja que volviera. En eso la puerta se abre, la doncella se encontraba escondida detrás de un cortinado rojo carmín. Observa a un hombre hermoso, completamente mojado y cansado. Ni bien entra al castillo, se desploma en el piso. La gata se acerca y le avisa a Passio que el príncipe se encontraba profundamente dormido. La doncella lo lleva a uno de los cuartos con la ayuda del bambi. Lo cubre con una frazada y se retira a su cuarto. A la mañana siguiente el caballero se levanta con los rayos del sol sobre su rostro. El cristal reflejaba un arco iris por la ventana. Baja las escaleras de mármol, extrañado por encontrarse en un lugar tan hermoso y deshabitado. Se encuentra con un mesa larga servida que lo esperaba en el jardín con frutas frescas desparramadas sobre  un colchón de pétalos de rosas y jazmines, pan fresco recién horneado y una taza de leche. Al sentarse, mira por todos lados para encontrarse con los dueños de casa y agradecerle una recibida tan calida. Tomo el desayuno y salio a recorrer los perímetros del castillo. Vio al Bambi, las mariposas, la gata y el conejo pero ningún ser humano se mostraba. Los días pasaron y el caballero no dejaba de sorprenderse del lugar que había encontrado.

El caballero decidió hacer que se iba para descubrir a los vergonzosos dueños que no querían hacerse ver. El caballero quería agradecer tanta hospitalidad. Agarro sus cosas y salio caminando nuevamente por el sendero. Passio no podía creer que se fuera, pensó que nuevamente no había logrado que se enamoraran de ella, había perdido de nuevo. Ella se había acostumbrado a tener a alguien para cuidar y brindarle todos sus encantos. Sus verdaderos encantos sin haber visto su belleza ni tocado su cuerpo.

 

El caballero espero que se hiciera de noche y regreso al castillo. Encontró una ventana de cristal que se abría y entro. Empezó a recorrer cada uno de los cuartos hasta llegar al final del pasillo y encontrar una habitación que resplandecía, las estrellas a través del cristal se reflejaban en el piso y en las paredes. Al entrar vio una cama redonda que estaba en el medio de la habitación y en ella dormitaba la mujer más bella que había visto jamás. Al acercarse y verla, una fuerza proveniente de su interior hizo que la besara. Su beso despertó a Passio de su sueño en el que se encontraba, ya que había vuelto a buscarla. Al verlo se dio cuenta que ya no tenia que soñar porque el era real y así fue como vivieron juntos felices por siempre.

 

La princesa Passio aprendió la lección, sufría cuando dejaba de ser quien era porque su caparazón solo atraía a los hombres equivocados. Al volver a ser si misma y quererse como tal, atrajo al hombre que verdaderamente la iba a amar. No tenia que ser rescatada solamente tenía que aceptarse como era.

Color del día

10877821_10155109434685165_752877176_n

“Mujer sabia”

Yo aún muchas noches no puedo dormir pero desde que chiquita esta imposibilidad de dormir la use para crear. Crear cuentos que aún recuerdo adulta y aunque nunca los escribí los tengo como grabados en mi mente porque eran cuentos, sueños despiertos, tejía con los ojos cerrados sin luz regalitos a mis compañeras de colegio o me miraba al espejo tratando de encontrar un otro que me hablara porque no podía dormirme. Conseguí una linterna para poder leer todos los libros posibles y no paraba de hacerme preguntas. Ahora soy más viva cuando no puedo dormir, pinto, escribo u hasta medito, entiendo que tal vez mi corazón o mi cabeza tienen algo a lo cual quiere que le de nacimiento. Las preguntas se han disuelto por la vida misma. Todo va y viene. Lo único que tenemos es nuestro camino y nuestra propia verdad.

Mis noches en vela de niña eran mágicas, encontraba tesoros, viajaba a otras épocas en una máquina del tiempo de mi imaginación y las puertas eran portales a otra dimensión. Agradezco a esas noches en vela porque son mi fuente de mi creatividad aún hoy. De chica hasta podía continuar sueños cuando lograba soñar pensaba fuerte en continuarlos, en que me  había quedado ayer, y lo lograba muchas veces.

La creatividad y la imaginación es un divino tesoro y si tu hijo o hija a veces no puede dormir tal vez es porque tiene cosas que pensar que resolverá de grande…

Mi abuela Hilda era la única que se quedaba contándome historias toda la noche pensando que iba lograr dormirme y nunca lo lograba hasta que se cansaba y se iba a su cuarto, dejándome con historias que ella inventaba. Ella me hablaba de encontrar las llaves, siempre en sus cuentos había que encontrar alguna llave o recuperarla,  sin saber que yo sabía dónde estaban las puertas.  Si hoy vivieras abuela te diría; con el corazón no necesitas llaves sino se abre la puerta, se abre la ventana o te llevan a otro lado. El corazón es la única llave para abrir todos los tesoros en tu vida. Escúchalo… tomate unos minutos para sentirlo que te dice….

10888072_10155125510950165_672265509_n

 

“París, Mon amour”

Salir de las expectativas y disfrutar de lo que sucede

maria

“Yo desconfió de todo. Mi trabajo de policía me hizo ser así. No puedo confiar” me dice Abel en una verduleria tomando un jugo que controlaba la fruta que le ponía el chico antes de exprimirla. La olía, la miraba, era genial observarlo porque yo pensaba en cambio yo confió en todo y después si me traicionan es parte del otro, se que di lo mejor y que creí, es parte de vivir. Este momento que parece insignificante y que tal vez Abel ni lo percibiera me hizo pensar en el porque de los encuentros. Cuatro días viajando con Abel, lo conocí en la estación de tren de Varanasi en condiciones normales tal vez no le hubiera conversado, pensé que era alemán pero era español. Su mirada era dura, no invitaba a acercarte pero estar sola allí rodeada de indios era peor. Ni bien descubrimos que hablábamos el mismo idioma me empezó a contar su pesadilla en india, recién empezaba su viaje de 3 meses y a India no volvía mas en su vida, “llegue a Delhi y por dos dias no salí del hotel, me daba miedo, no podía ver tanta miseria. Cuando logre salir termine en una de estas agencias de viaje truchas que me organizaron las 2 semanas de viaje por india trenes y hoteles por 700euros. Me estafaron claramente, termine en hoteles de mierda y lejos de la ciudad. Todavía no lo entiendo. Fue una pesadilla, en Varanasi por 2dias no salí del hotel tampoco, lo que vi fue suficiente para toda mi vida.”. Mi situación por el contrario era buena, es fuerte india pero había navegado la ola y claramente había echo buenas decisiones, conocido linda gente y terminado en buenos hoteles elegidos al azar con papelitos con las opciones que tenia e iba donde salia. Increíble pero funciono perfecto mi método de papelitos. Y Varanasi fue un regalo del cielo, en la ciudad de la muerte yo encontré amor, así que me iba de india cansada pero sonriente. Pero lo entendía a Abel después de un mes y una semana en india había escuchado tantas historias. Lo único que no entendía es como no había leído lo de los timos de las agencias de viaje y que es fundamental ir a hoteles donde haya referencias de extranjeros, pero ni lonely planet tenia y fue a india sin leer nada y cuando supe su profesión menos lo entendía. Aprendizajes en india te encontras todo el tiempo, te enganchas, sufrís o resolves y seguís. La vida sigue eso te muestra india: el cambio permanente.

Nuestros pasajes eran iguales, primera clase así que iríamos en el mismo vagón, había echo bien en hablarle. La estación donde nos encontrábamos estaba atestada de gente y de cucarachas y ratas y ya olía que algo no estaba bien. Eramos los únicos dos extranjeros en el anden a las 12 de la noche y cuando llego fuimos testigos de la estampida de humanos para hacerse un lugar en el tren. Nunca en mi vida vi gente tan desesperada para entrar a un lugar. Por la ventana, se empujaban. La cara de Abel era aun peor que la mía. ¿Que haría? El pregunto a un guardia haciéndose lugar entre gente y nos dijo el guardia que nuestros vagones no existían porque dado que se cancelo un tren se unió la gente de ambos, que podíamos reclamar el dinero de vuelta o meternos en el tren donde quisiéramos. Al contarme la situación tuve que preguntarle ¿queres meterte ahí?. ¿era una prueba? ¿ Tenia que vivir ese hacinamiento humano como mi despedida de india? A las 23hs cierran los hoteles en varanasi, tenia que lograr despertar a alguno de los dos hoteles en los que había estado, pero pare de pensar y de adelantarme a los hechos. Para esto 3veces caminamos de arriba a abajo el tren, había gente hasta donde se ponen las mochilas. Era imposible. Abeleme mira y me dice que no, estas loca. Mi cara fue de alivio, de pensar que no quería vivir esa experiencia de titanic pero como era hombre tenia que preguntar. Solo pensaba en cuando apagaran la luz del tren me sentiría en una jaula de ratas y no quería eso en mi recuerdos, no era necesario. Ya viví varias aventuras algunas mejor pasar de ellas. Pense en varias opciones, volver al hotel, solucionarlo al otro día pero era perder otro día en varanasi y después pensé compartamos un taxi o vayamos de alguna forma allí. Tratamos de que nos devuelvan el ticket y fue imposible pero gracias a ello conocimos a Cesar el otro español que solo al mirarnos nos dijo “estoy en su bote. Cuenten conmigo”. Eramos tres y conseguimos el cuarto un coreano perdido para compartir el taxi a la frontera. Cesar era como yo, contaba las idas y venidas de india, cosas buenas y malas pero ya estaba agotado de india. Contó que había pagado la inscripción para meditar durante 11dias con un amigo pero ahora al pensar en las condiciones prefirió cambiar de plan y en esos 11dias conocer otras cosas de Nepal. Los dos seguían a Tailandia y bali así que les pase mi guía de que hacer, ambos agradecidos y hablamos todo el viaje de nuestras experiencias en india. Yo había salido bastante bien, solo 4dias de vomito pero después hasta mochila llena de dinero me habían devuelto sin problemas y encontré amigos y aventuras inolvidables, y sobretodo sabores. Seguimos juntos con los dos españoles hasta katmandu, compartimos taxi con unos indios a la noche para llegar a tamel, 5 en un taxi y allí nos separamos, cesar se fue con un amigo español que ya estaba ahí y Abel simplemente me siguió en mi plan. Era tarde, estaba cansada y tenia un hotel o un hostel que me habían recomendado y dado que quería encontrar viajeros para hacer el trekking eleji el hostal ademas para que Abel también conociera gente. Su plan era volar en el avión por el everest y estar una semana en Nepal. Mi plan era caminar algún trekking por unos días, pero todo cambio casi como si por ósmosis nos hubiéramos contagiado.

Pensé que cada uno haría su plan, ya que a la mañana dormí hasta las 11am pero Abel estaba en el bar esperándome y me dice” por primera vez desde que salí de España pude dormir bien. Gracias. Este lugar es increíble, se nota que tenes la data”. Mi secreto es hablar con los viajeros y anotar los lugares que mencionan, cuando 3personas me dicen fue genial tal lugar, voy ahí. Así es que estábamos ahí por otros viajeros y el lugar tenia toda la onda. Ya desayunando me converso un israelita (piensan que soy israelita, dentro de poco hablo en hebreo, me charlan todos) que hacia un mes que estaba en Nepal y me explico que hacer en la ciudad. Recibo mensaje de Cesar y arreglamos para encontrarnos en la plaza principal. Salimos a recorrer katmandu, en realidad nos íbamos a encontrar con cesar pero no sucedió, hubo desencuentro ya que la plaza era grande, había festival y no nos vimos. Así que terminamos con Abel resolviendo ir a patan en taxi. Cada uno estaba en su mundo pero compartíamos. No había atracción y la simpatía era mas dada por las circunstancias que por la naturalidad. Pero estar acompañado siempre es lindo, así que estaba feliz. Yo tardaba tiempo en fotos y el en elegir frutas para comer y en encontrar un colgante que le había visto al amigo de cesar la noche anterior. Claramente Nepal era distinta que india, tenia otra velocidad y se notaba. A la tarde Abel me contó de su vida, creo que nunca escucho de la mía porque no era importante; era un puente para el, así lo sentía. Tenia 35años y volvía a empezar a vivir desde hace 7 meses ya que se había separado de su mujer después de 8años de casados y 10juntos. Me mira y me dice “fue su sueño o yo. Ella quería irse a vivir a Nueva York y ciertamente la acompañe. Pero no es fácil ny, buscar trabajo, tuve que hacer trabajos que no me gustaron. La mire un día después de 6meses y le dije volvemos a España y ella me miro y me dijo “volves tu solo, mi sueño es vivir en Nueva York ahora y hay mas hombres”. Me mira y me dice “ciertamente tenia razón, hay mas hombres y creo que me habilito a empezar de nuevo”. Yo lo escuchaba y pensaba que duro, ¿el amor y los sueños tienen que ir de la mano o uno acompañar al otro?. Vuelve a tomar la conversación, me gusta mi trabajo, soy policía en la playa, disfruto de mi día, miro el sol y puedo pedir licencias y salir de viaje por 3meses como ahora. En España vivo bien, al lado del mar, es tranquilo. Se lo que tengo que hacer y lo hago. Yo lo escuchaba con atención, me contaba su historia sin dolor, ciertamente como si el aceptaba su destino. Llegamos al hostel y mientras comíamos yo me hice amiga de una italiana muy simpática que por cargar el celular empezamos a hablar y me explico como ir a los templos en buses y no pagar en algunos templos ya que hay otras entradas me decía. ¿tenes dinero o no tenes? Esa es la cuestión. Era su segunda vez en Nepal y me contaba lo comercial que ahora estaba y como había cambiado.” Abel ni se percibió de mi encuentro, estaba en su mundo pero yo tenia mi plan para el día siguiente. El converso con el israelí de la mañana. A la mañana siguiente Abel ya era parte de mi día, ni preguntaba adonde íbamos confiaba en mi plan
En el desayuno me dice”Estuve pensando que en vez de encerrarme 11dias en un lugar para meditar como hacen algunos, voy a estar 11dias caminando por la montaña. Necesito aire puro después de india. Necesito salir de la civilización. El israelita ayer me contó que es fácil. Voy a hacerlo, tengo que comprar equipo y extender mi visa”. Yo sonreí porque pensé si quiero hacer el trekking tengo compañero, que fácil se dio todo, y todo por la fatalidad de que el tren no saliera. Nuestro segundo día fue con templos y encuentros con otros viajeros e intercambiar información de la montaña y mas escuchaba y menos me daban ganas. Ir a la montaña no era algo improvisado como pensaba, necesitaba de todo y no había nada de mi mochila que me servia y ademas sacar permisos, extender mi visa y en 9dias tal vez ni llegaba a ningún lado. ¿ eso era lo que quería o necesitaba? Y lo que definió el todo fue subir a un templo en las montañas y meditar allí. Acompañada de los sonidos de las campanas sentí que mejor re calcular y cambiar de planes a tiempo. Me vi cansada protestando quien me había metido en esta travesía cuando estaba cansada y sabia que era yo misma y que podía salir de eso si quería. El vuelo costaba pero el chiste del trecking también. Así fue que a la noche Abel había decidido hacer el popular camino por 15dias y yo tenia un pasaje a goa. A la noche la italiana le dio consejos a Abel, una española que conocí por pedirle la computadora me dio bastones de regalo para Abel y mi botiquín con sales y medicina fue mi regalo a Abel. Al otro día salimos con Abel juntos, antes de entrar en el bus me encontré a una rusa que conocí en moscu desayunando y luego a Cesar de nuevo. Pokhara estaba llena, mas de 10 hoteles entramos y todos llenos. Muchos orientales. Temporada alta nos decían. Conseguimos un cuarto finalmente para los dos pero cada uno su camino. Abel estaba con su caminata, las compras, etc. Y yo me fui al lago. Me encontré con unos australianos que conocí en jodhpur y di vueltas por ahí recordando a un lago de Guatemala. Los recuerdos estaban frescos y pensaba que iba a hacer allí, ya que rafting y parapente ya había echo (por suerte en india era mas barato. En pokhara todo estaba en euros y ciertamente no era barato por ser muy turístico). Volví a la hora convenida pero Abel llego mas tarde preocupado con las cosas que le faltaban hacer. Le dije de ir a cenar y me dijo que prefería quedarse en el cuarto ordenando. Salí sola y a las tres cuadras me encontré a la rusa de casualidad con un amigo y me dicen de ir a tomar algo. Charlamos de todo un poco y ciertamente lo pase bomba con ellos hasta en moto volví al hotel para que no camine sola. Abel ya dormía.

beso

A la mañana siguiente desayunamos con Abel y lo acompañe a hacer los tramites del trekking mas por curiosidad y por sentir si había tomado la decisión correcta. Así llegamos a la oficina de permisos lleno de extranjeros futuros escaladores. Miraba llenar los formularios 20 días de caminata y así y converse con algunos, ya que Abel estaba en su mundo, compenetrado. Ciertamente sentía alivio con mi decision, hasta pensaba en yo tomarme el avioncito para ver el everest ahora. No tenia ganas de caminar, estaba claro. Salimos y nos sentamos en un bar, yo tenia que trabajar en cosas para argentina y el sacaba pasajes para ir a la full moon party después de mis recomendaciones. Me mira en un momento y me dice tengo que armar el bolso, eran las 14:30horas (para esto había entrado a mas de 20locales de bolsa de dormir teniendo una pero la que necesitaba era menos20 por el frio. En dos días se había convertido en escalador profesional y yo solo pensaba en lo improvisada que pensaba salir de caminata). Nos separamos, me fui a contemplar el lago tenia otras decisiones que tomar y no sabia que hacer. A veces cuesta elegir o saber que es mejor entre dos buenas opciones, pero hay que elegir una. El clima de pokhara era perfecto, las montañas nevadas enmarcaban el lago a la perfección, allí tendría que ir pero en otro momento, me vi con mi marido e hijos haciéndolo pero por mas buen compañera que fue para estos días Abel no sentía que lo fuera para estar 11dias caminando. Se hizo de noche y desde un bar le mande un mensaje a Abel para que se uniera a cenar, me dice que no, que comería frutas en la habitación. Estaba de concentración por la caminata, estudiando el camino. Yo solo pensaba que conociera a alguien y en lo personaje que era mi compañero. ¿como termine viajando con el? Me preguntaba. Cuando volvía al hotel, le compre una rica torta de manzana para que comenzara su caminata. Era un mimo y sabia que lo hacia mas por mi que por el, me gusta mimar, esta en mi naturaleza. En el camino me cruce a dos chicas agotadas volvían del trekking, su cara denotaba cansancio parecían el regreso del jedi, los pelos, la piel, les indique donde dormir ya que era de noche y pokhara estaba lleno. Y me aleje pensando en que yo hubiera terminado así y quería empezar mis 37 esplendida no sin poder caminar. Llegue a la habitación y no podía creer que le hubiera traído algo. Ni conversamos. El estudiaba su camino y yo chateaba con amigos en buenos aires pero entendía que era perfecto así. A las 6am fuimos a la terminal de bus juntos, mi bus a katmandu salia a las 7:30 pero mejor ya estar allí leyendo que quedarme dormida. Nos sentamos por un chai y me puse a conversar con unos ingleses del diadía anterior en la oficina de los permisos, se reían que me iba a la playa y me felicitaban por mi decision. Ellos solo habían venido por el trekking al Anapurna de vacaciones, era la segunda vez de los 2 chicos y la primera de las 3chicas. “Tenían guía”, los cargaba. Así fue como Abel termino por lo menos saliendo en grupo para las montañas. Yo feliz que así sucediera. Quería que su viaje cambiara de color. Suerte empece a decir porque su bus partía. Abel se saco la mochila y me dice un abrazo. Gracias pronuncio y se fue. No tenia facebook. No sabia nada de mi vida pero ciertamente supe que cambie la suya. A veces no sabemos porque nos encontramos con alguien pero la otra persona a veces simplemente lo necesita. Me puse a leer y termine escribiendo este relato de Abel tal vez porque en eso tan diferente uno se ve. En ese reflejo del otro tan distinto uno se entiende. Entiende que caminos tomo, las decisiones que hizo y como también podría estar en otro lado. Me fui en bus mirando la magnificencia de las montañas. Volveré anapurna a recorrerte pero esta vez fue suficiente así. En el encuentro con Abel no hubo atracción sino necesidad. El plan original de Nepal era acompañada por alguien especial, pero el universo no quiso. Desde que empezó este viaje nada de lo planeado sucede como si la vida realmente me probara a disfrutar de todas formas. Salir de las expectativas y disfrutar de lo que sucede. Estaba agradecida.

nepal

Mucha mujer

 

revista ohlala2baja

Yo creo que hay un crédito universal que se activa cuando vos actúas de corazón y llevas adelante buenas acciones. Ese “banco” registra todo y aunque nosotros no sepamos cuanto estamos cotizando en bolsa a su debido tiempo se paga con intereses.

983629_10154023478055165_6335272461253454431_n (2)

Hace una semanas me hizo una nota para la revista OhLala Soledad Simond, y la sensación fue de tomar el té en Alicia en el país de las maravillas, porque la nota se extendió como si fuera un juego y se convirtiera en parte de nuestras vidas, no hubo tiempo sino encuentro y de esta charla interminable nació esta linda nota que paso a compartir, tal vez para que me conozcan más, tal vez porque la periodista pudo ver entrelineas cosas que hago sin darme cuenta, tal vez porque así nos contagiamos y empezamos a creer que la magia la creamos nosotros viviendo y eligiendo que damos al mundo.

10258040_10154110342145165_7248369347734378848_n

Para que puedan disfrutarla:

revista ohlala

Escuchar mi voz

authentique

Si te preguntas como es el camino para vivir del arte escucha esta entrevista…

Encontrá tu pasión, identifica tu deseo, y se leal con ese deseo, para escribir tu propia historia. No es una cuestión de dinero vivir de los sueños, hay que aprender a confiar en el universo.

Vino Caroline Courel, una francesa que vive en Buenos Aires, a entrevistarme a casa, y decidió convertir la entrevista escrita en un audio de la entrevista, y me pareció maravilloso poder compartirles mi voz sobre un poco de mi vida, y consejos para ser artista.

Antes de pensar yo siento, fluyo, abrazo, mimo, y si hay algo que trato en cada cosa que hago es amar. Y veo las almas porque me permito exponer mi alma. Espero que disfruten del audio, es casi como un elije tu propia aventura de la entrevista, como rayuela , podes escuchar capítulos de la charla o todo junto. Entren al blog Authentique siguiendo este link:

http://b-authentique.com/post/82058042852/entrevista-maria-baylac-buenos-aires-2014

Cuento TERRENO NEUTRAL – I parte

“La vida humana acontece solo una vez y por eso nunca podremos averiguar cuales de nuestras decisiones fueron correctas y cuales fueron incorrectas. En la situación dada, solo hemos podido decidir una vez y no nos ha sido dada una segunda, una tercera, una cuarta vida para comparar las distintas decisiones”.

                                   Milan Kundera en “La insoportable levedad del ser”

Entre el cielo y la tierra

Había viajado a Montevideo por el fin de semana. El motivo era el casamiento de una amiga que había conocido por casualidad en un viaje años atrás.  El fin de semana paso entre lluvia intensa y charlas de mujeres. Acompañando los últimos suspiros de soltera hasta el final. El casamiento resulto grandioso. Bailamos, comimos y sobretodo compartimos este amor que existía entre estas dos personas que se unían para afianzar en papeles algo que ya lo estaba de hecho. Me puse a pensar que al final los seres humanos nunca dejamos de festejar, si no es un nacimiento, es un bautismo, luego llegan los quince años y de ahí al casamiento, las bodas de piedras preciosas continúan sin cesar.

 

Desde la mañana del domingo, la lluvia no había tenido descanso. Una cortina celeste y gris omnibulaba la visión al acercarte a la ventana. Día de tormenta, lluvia y viento provocaría que el barco que cruza cotidianamente el Río de la Plata no pudiera hacerlo. Así se paso el día, dentro de cuatro paredes, charlando entre amigos.

La noche nos sorprendió sin que la lluvia le diera su lugar. Al llamar por teléfono a la estación, me confirmaron que dada la tormenta el barco no saldría hasta el día siguiente a las 6 de la mañana. Así que me fui a dormir sin dar más vuelta al asunto, llegaría solo un poco  tarde a trabajar pero tenia una razón.

Me levante a las cinco de la mañana. Despedí a mi anfitriona, y siligiosamente saque los bolsos del departamento. Aún con lluvia, salí en un taxi con rumbo a la estación de Tres Cruces. Supuestamente, el autobús con rumbo a Colonia saldría a las 6 de la mañana, así que al llegar decido tomar el desayuno para luego hacer la cola que cada vez se extendía más. Comienzo a escuchar el bullicio de la gente que comentaba que seguía la tormenta, así que el barco de Colonia no saldría a la hora prefijada y que tendríamos que esperar hasta que prefectura diera la orden de salida. Al encontrarse los dos puertos cerrados desde el sábado, decidieron que aguardemos en Montevideo al no tener precisión porque puerto saldría el barco. La gente comenzó a conglomerarse en el mismo lugar, preguntando la misma pregunta sin respuesta: ¿A qué hora saldría?

 

Al ver el panorama decido buscar un asiento más alejado, en la estación,  pero del cual pudiera divisar cuando hubiera algún tipo de movimiento de embarque. Luego de dejar el bolso y encontrarme cómoda, a pesar de la dureza del asiento y del frío que hacía en la estación, me dispuse a esperar leyendo “La insoportable levedad del ser”. Maravillándome con las historias de Kundera, que hicieron que el paso del tiempo no se sintiera. De vez en cuando interrumpía mi lectura para ver el reloj que colgaba de la pared justamente enfrente de mí y a observar el ambiente que me rodeaba.

Los uruguayos poseen ese aire de provincia, esa tranquilidad innata que los hace diferentes a los argentinos, de apariencia similar pero internamente más puros. Disfrutaba observar a la gente tomando el mate, tienen una especie de romance apasionado que no pueden soltarlo. Caminan, conversan, corren, actúan con el mate bajo el brazo, convirtiéndose en parte de su cuerpo, en una extensión de su brazo.

Las horas fueron pasando y ni noticias de cuando embarcaríamos. A las 8:30 hs, el libro ya no lograba atraer mi atención. No llegaría al trabajo. El frío y la espera no me hacían ya gracia. Comencé a levantarme varias veces para ir a preguntar a la recepción de la empresa, pero antes de que lograra llegar me enteraba que todavía no había noticias. Este ida y venida de varias de las personas que nos encontrábamos esperando, derivo en un dialogo entre los que nos encontrábamos sentados. A la derecha una pareja de personas mayores se comunicaban con miradas cómplices sin emitir sonido, pero demostrándome que compartían el sentimiento de sosiego, de incertidumbre sin resolver. Al frente mío se encontraba un hombre con su señora y un chico que debía ser su hijo por lo que se deducía en el trato. Al lado mío un hombre de unos treinta años, con mirada ausente y con aspecto de cansancio. Alrededor había personas por doquier, a pesar de que el día era gris, la rutina de un lunes a la mañana ya se sentía por el movimiento desde temprano.

 

En un momento, al ver el reloj sentí que tenía que llamar por teléfono a mi oficina para avisar que no podría llegar a trabajar en el día de hoy. Estaba parada en la estación sin saber cuando podría cruzar el “charco”, expresión que se utiliza para denominar al Río de la Plata. No había forma de hacerlo, los autobuses tardaban más de ocho horas y ya llegarían tarde además de no devolverte el dinero para comprar el nuevo pasaje. Hasta el aeropuerto estaba cerrado por el mal tiempo que aquejaba.

Luego de un rápido llamado volví a sentarme en el mismo lugar. La verdad ya no tenía interés en el libro. Así que luego de algunos minutos de observar el reloj, sin saber realmente como,  me encontré conversando con la señora, su marido y su hijo y el otro hombre de mirada cansada. La espera al ser compartida pasaba más relajada, compartiendo un poco las historias personales de estos uruguayos.

El hombre cansado estaba desde la noche anterior sin dormir, esperando que saliera el barco que lo cruzaría a destino. Había llegado a la estación y le notificaron que el barco no saldría así que luego de ir a jugar al casino por unas horas volvió a esperar en los sillones de la estación a que se hiciera la hora de partir. Estaba fatigado y se notaba, no había dormido en toda la noche, y había previsto que lo haría dentro del barco.

En el caso de la familia, el hijo volvía a Buenos Aires donde estaba viviendo con la novia hacia ya dos años, pero dado que no tenía los documentos en orden tenía que volver cada dos meses para regularizar su situación. Su padre luego de esperar un rato se retiro a trabajar. Su madre lo acompañaba con entretenida charla, comento que podía hacerlo porque estaba de receso desde hacia unas semanas, ya que el banco en el que trabajaba había quedado en bancarrota y la habían dejado cesante. El efecto corralito argentino había contagiado a la otra orilla del Río de la Plata, provocando varios cierres de bancos uruguayos debido a la corrida de capitales. Todavía cuesta pensar que en el siglo XXI suceda algo sin igual, no hay parámetros para comparar lo que ha sucedido en estos dos países que se insertaron, a pesar de la resistencia durante años, en la coyuntura latinoamericana.

Reducidamente comente el propósito de mi viaje, y de lo bien que lo había pasado a pesar de la lluvia que ya era una constante en mis viajes a Montevideo. En las varias oportunidades precedentes en las que había ido de visita a está capital de melancolías encontradas, la lluvia siempre estuvo presente intensificando este sentimiento arraigado en mi ser. Asimismo, si no fuera que mis amigas trabajaban y hasta las 18:00 horas no salían de su trabajo no me molestaría no poder embarcar. Pero el hecho de estar esperando sin hacer nada, sabiendo que estoy perdiendo un día del trabajo, no me resultaba de lo mas encantador.

 

Seguimos esperando, los minutos pasaban mientras seguíamos conversando de la crítica situación que estaban atravesando estos dos países en los que habitábamos. Es el tema de la actualidad que no se puede obviar en ninguna charla. Ha perforado las entrañas de todos sin poder todavía superar la instancia que todavía nos falta luchar. Sobretodo, la desocupación y la incertidumbre que predomina en el ambiente de Argentina y Uruguay es una realidad que se hace difícil de aceptar. Pensar en que tan solo unos meses atrás, las monedas tenía un peso que nos hacían vivir en una ilusión si la sabíamos aprovechar. El encantamiento del dólar había nublado la esperanza a estos países vecinos que sufrían de los mismos problemas y que no sabían como superarlos. Mientras los uruguayos creían que los argentinos superaríamos la crisis antes, por la pedantería criolla; yo creía que la reestructuración que se necesita en Argentina, duraría años. Se necesita volver a educar a un país, que valore lo que es trabajar, y que busque la superioridad a través del esfuerzo y no que dependa de la amistad del que se siente a gobernar.

La corrupción ha afectado a  todas las capas de la sociedad imposibilitando el crecimiento interno y la esperanza de que con esfuerzo todo se puede cambiar. Se ha herido a una sociedad que vivía en una burbuja de cristal, recién ahora logra ver lo que hace tiempo mostraba la realidad: la injusticia y la desigualdad. La emigración en busca de una mejor realidad es otro de los problemas que afectan a nuestras sociedades y de la cual los jóvenes se ven más afectados. Es así como estos dos uruguayos se habían ido a Buenos Aires en busca de una oportunidad. Mientras los argentinos ven en España la tierra prometida que años atrás expulso a sus abuelos por la misma razón que ahora atrae a sus nietos. El ciclo de la vida de esta forma parece que es circular.  Una paradoja más de la globalidad.

En un momento, la fila que todavía permanecía inmutable esperando embarcar comienza a aplaudir y a gritar en forma de repudio de la situación. Demostrando de esta forma la falta de paciencia que existe en la actualidad. La gente ya no tiene capacidad de aguantar más nada, la situación que se ha vivido a lo largo de este año (2002), ha marcado a las personas de tal forma que no existe más la tolerancia. Cualquier situación de injusticia se convierte en una razón para protestar.

Recién a las diez de la mañana avisaron que cabria la posibilidad de que saliera un barco a las 14:00 hs, pero no se podía confirmar de antemano, por lo tanto había que dejar un teléfono y la empresa se hacia responsable de avisar a cada uno de los pasajeros. Lo que no contaba es que no solamente uruguayos había entre los pasajeros, sino también argentinos que habían ido con el dinero justo para el fin de semana, y que esta situación totalmente de improviso se convertía en un contrariedad dado que ya no tenían más plata y de que el cambio ahora no beneficiaba. Por lo tanto esto derivo en una protesta generalizada, escuchando de las más variadas historias para que la empresa se hiciera responsable de los viáticos. Desde que perdían el día del trabajo, a un curso que habían pagado, a la recibida de unos de sus sobrinos, o a la oportunidad de un negocio que se esfumaba, si no se presentaban. Variadas razones por las cuales debían estar en Buenos Aires se escuchaban sin cesar, y la empresa no daba solución, ni tampoco explicación.

Luego de haber avisado al trabajo decidí no darle más importancia al asunto, y disponerme a esperar. De esta forma agarre nuevamente los bolsos y me quede mirando a la muchedumbre de gente que venía hacia la oficina de la empresa para informarse. No sabía que hacer. En una milésima de segundos un montón de posibilidades aparecieron por mi mente, cuando se me acerca la señora que se encontraba sentada al frente mío hacia unos segundos atrás. Su hijo se encontraba a la distancia observando la situación. La madre me invitaba a que me fuera a la casa de ellos, ya que estaba cerca, y así podría tomar unos mates, y estar en un lugar caliente. Dude unos segundos, dado que esta opción no la había tenido en cuenta. Pensé en quedarme leyendo sola tranquila en la estación y así terminar el libro, cuando me pareció que no podía rechazar la invitación. Algo en mi interior me decía que tenía que aceptar. Así fue, como sin pensar demasiado, me encontré en un taxi rumbo a la casa de unos desconocidos que conocí segundos atrás en la estación. La situación resultaba muy graciosa. Comencé de esta forma a pensar que era parte de mi destino que me quedara ese día en Uruguay

 

El taxi solo hizo unas cuantas cuadras, pero el frío y el viento imposibilitaban la posibilidad de ir caminando. Llegamos a un edificio. La madre no dejaba de disculparse por el desorden que había en la casa dado que todo el fin de semana no habían estado en la ciudad. Interiormente tenia dudas de que hubiera hecho lo correcto, pero la verdad me sorprendió su actitud tan hospitalaria.  Llegamos al departamento, que estaba en el último piso. Dejamos los bolsos. El calor de la casa me hizo bien para darme seguridad de mi presencia allí.

Era un departamento de cuatro ambientes. El living estaba atestado de adornos, cuadros, tapices, fotos, cacharros colgados. No había paleta de color definida, ni tampoco estilo claro. Lo que podía asegurar era que cada objeto tenía su significancía e historia y constituía algo difícil de olvidar. A su vez había variedad y cantidad de muebles, desde repisas atestadas de objetos, a banquitos con girasoles en vivos colores a mitad de pintar. Fotos por doquier completaban el lugar.

La madre se puso a preparar el mate y los biscochos, mientras yo me sentaba en un sillón a conversar con el hijo, que se llamaba Sebastián. Tenía 24 años recién cumplidos. Su aspecto era atractivo, masculino, morocho, de tez morena, con candado prolijamente cortado que intensificaba sus rasgos. Era alto, fornido. De repente llega el padre con el mate en brazos. Venía solo por unos minutos, le resulto extraño llamar a la casa y que no le contestara nadie, así que decidió ir a la estación y al encontrarse con que el barco no había salido creyó conveniente ir a ver que pasaba en su casa. La madre hizo mención de mi presencia, de la invitada que habían traído a su casa. El padre nos hizo prender la televisión, de esta forma descubrimos el inconveniente que la empresa no había mencionado.

En el informativo de Buenos Aires mostraban que el viento se había llevado el agua. Se planteaba que la bajante del domingo del Río de la Plata fue la más importante de los últimos 18 años y que había provocado una serie de inconvenientes. El bajo nivel del río, combinado con los fuertes vientos, hizo que muy pocos buques pudiesen ingresar al puerto de Buenos Aires. El informativo lo relataba de esta forma: “los fuertes vientos del noroeste empezaron en los primeros minutos del domingo. Y de a poco fueron haciendo que el agua del río avanzase cada vez más hacia el Atlántico. La costa porteña, entonces, se empezó a secar: bajo el muelle del Club de Pescadores, por ejemplo, sólo quedaron charquitos de agua. Tanto los fuertes vientos como la importante bajante del río impidieron la circulación normal de los barcos. Los que llegaron, arribaron con dificultad, mientras que los pasajeros debieron descender por la rampa de autos. En tanto, en Montevideo y en Colonia, Uruguay, los puertos están cerrados”.

Desde 1984 que no sucedía algo igual, los barcos no podían llegar a orilla porque no había agua, por lo tanto no solo era debido a la tormenta que no salían los barcos. Era realmente de no creer, algo impensado que sucediera. Las imágenes de la televisión eran realmente sorprendentes, se podía observar la orilla ya que no había agua en el puerto de Buenos Aires. Asimismo, noticias de un tornado en los Estados unidos que había dejado saldo de decenas de muertos y destrozos de importancia, se combinaban con incendios forestales, y volcanes que se detonaban. Mientras tanto por la ventana, se podía ver como los cables de las antenas volaban, se habían soltado dada la gran velocidad del viento que se intensificaba.

 

La casa tenia un desorden que denotaba calidez, esa calidez que se siente al solo pasar la puerta. A lo lejos se veía una mesa llena de cosas, y al costado unos cuantos cuadros sin terminar lo que derivaron a que preguntara quien pintaba. La madre pintaba de forma decorativa, y el padre de vez en cuando pintaba paisajes; ambos de estilo realista. Con orgullo, me mostró los trabajos del padre, un paisaje del Faro de Cabo Polonio, y una pintura de la entrada de una casa colonial de Colonia. El joven cooperaba en las manualidades familiares haciendo los marcos. También se dedicaba a la talla en madera, denotando habilidad con sus manos. Me desplegó un banco que había hecho con una sola pieza de roble. Yo solo observaba todo. Se notaba que era una familia humilde, que se daba ciertos lujos. Lo que resaltaba era el gran corazón de los integrantes de esta. La familia estaba constituida por cuatro persona, a las que había conocido, se sumaba una hermana mayor que no se encontraba.

El padre volvió a irse y yo me quede conversando en el living con Sebastián mientras la madre se encontraba en la cocina ordenando. Le pregunte que hacia exactamente en Buenos Aires, ya que había obviado la respuesta en la estación. Me dice “hago de todo, y me muestra con orgullo la cocina de la casa que la había hecho él, hasta pintar paredes, arreglar cosas. En realidad lo que salga. Desde que me fui a vivir a Buenos Aires no he conseguido un trabajo fijo, pero tampoco he parado un minuto. No solo a mi falta de documentos se debe, sino a que no he terminado el secundario y eso me imposibilita conseguir algo mejor, progresar”. Lo dijo con una angustia que se notaba con solo escucharlo.

Pude dilucidar que ello constituía su gran preocupación,  porque le fijaba un destino con el cual no se contentaba y se resistía en aceptarlo. Hasta el momento no me había puesto a pensar que cabría la posibilidad de no terminar la escuela secundaria. En mi caso no hubo discusión al respecto, era una obligación que no se contradecía. Un deber de hija que no se ponía en discusión, como tampoco se cuestionaba que tenía que estudiar en la Universidad. Pero cabría pensar que no era la regla de la mayoría.

Sus ojos denotaban una sinceridad y una simpleza que me atraían. Ya en la estación nos observábamos con distancia, pero el hecho de que tuviera novia y que estuviera siempre presente hacia que lo distanciara de mi lente, de mi percepción.

Así que entre mate con biscochos, entramos en confianza. Así surgió mi pregunta que no dejaba de vagar en mi interior: ¿cual había sido la razón para que dejara sus estudios?. Me mira y me contesta“me surgió una oportunidad de trabajo en la Aduana de Montevideo y no quise dejarla pasar; suponiendo que luego retomar el secundario no me resultaría complejo. Pero uno entra en un ritmo de vida en el cual ya no ve el estudio como prioridad. Horarios, presiones, responsabilidades lo dejan sin tiempo, con poca vida privada que no quiere desperdiciar estudiando sino disfrutando. Así, cada vez se le hace a uno más difícil acercar a su realidad el estudio. Decisión tomada por ambición que termina siendo luego una preocupación dado que determina las limitaciones de tu futuro. ¿Me entendes?”.

Su respuesta fue tan sincera y denoto su gran inteligencia que no está determinada por institutos de enseñanzas. La calle a veces te enseña, se convierte en maestra de vidas que han tenido otras oportunidades o dificultades.  ¿O será que la inteligencia es innata? Su madre interrumpió la conversación, asomándose por la puerta de la cocina, comentando que “si hubiera sabido que no terminaría el secundario nunca le hubiera permitido aceptar ese trabajo”. “Nos falto ponerle límites, ser rígidos. Siempre hizo lo que quiso sin pensar que en un futuro se vería afectado”- repetía en voz alta. A lo que agrego mientras Sebastián se fue al baño, “Es un muy buen chico, ya que siempre nos ha ayudado; y en realidad ahora el título no te determina que consigas trabajo. ¿Cuantos profesionales terminan manejando un taxi?”.

Está situación me dejó reflexionando en las distintas realidades que coexisten y como uno no se da cuenta de tantas cosas, solo ve sus preocupaciones diarias. Considera que puede comprender a los que se encuentran en otras realidades sociales cuando realmente no sabe lo que significan sus limitaciones reales. Solo nos preocupamos de nuestro futuro a largo plazo sin darnos cuenta que el presente desaparece, huye sin aprovecharlo.

Esta familia me abría las puertas de su casa, dándome de su pan con una bondad difícil de comparar. Sentía que muchas de sus carencias yo nunca las había sufrido y que muchas personas que me rodeaban con abundancia de materia no me habían dado tanto como estos desconocidos me proporcionaban. No solo materia, sino otra realidad que me enriquecía por ser diferente a la que estaba acostumbrada. Sebastián no dejaba de hablar. Me contaba, sin darse cuenta, su simpleza al vivir la vida, de cómo sus mimos u alegrías pasaban por comer una ensalada de fruta con helado o un asado en la vereda, con sus amigos de Buenos Aires. Solo bastaba poner una parilla portátil en la acera los domingos y preparar así, en la calle, el asadito. Tomar una botella de vino los domingos era otros de sus placeres de la vida. Me confeso que años atrás había tenido problemas con la bebida pero que por suerte ahora ya lo había superado. El amor lo había logrado, superando las barreras que lo hacían débil ante las eventualidades cotidianas.

El amor lo había llevado a vivir a Buenos Aires. Compartía una habitación con su mujer en una pensión. Con el paso del tiempo habían logrado comprar ciertas comodidades que lo hacían pleno, orgulloso de lo que poseía; una heladera, un televisor entre otras cosas. Ella mantenía los gastos fijos dado que trabajaba en una casa cuidando los chicos y ayudando a limpiar la casa en una familia de judíos que lamentablemente a fin de mes regresaban a Israel. Esto le causaba gran preocupación ya que tenía que buscar un nuevo empleo, por eso quería volver a hacerle compañía, a apoyarla. Me contaba como extrañaba a su familia cuando se encontraba a la distancia. Las reuniones familiares de los domingos era lo que más añoraba en Buenos Aires, por eso no podía pasar más de dos meses sin regresar a sus tierras para juntarse con su familia y amigos que eran lo que lo completaban. Su vida me la fue contando en pocas palabras. No tenía grandes pretensiones y todo resultaba fácil, a pesar de las carencias materiales. Su simpleza solo me hacia pensar en como a veces me complicaba la vida con pavadas.

Luego de esta larga conversación, entraba mi vida en acción. ¿Qué podía contar? ¿Como mencionar todo lo vivido materialmente cuando al mirarlos sentía que tenían una felicidad envidiable? ¿No se podía comparar?, no entraba en discusión que nuestras realidades eran diferentes, pero como alegar que una es mejor que la otra. ¿Con que ojos se miran las realidades? ¿Cómo justificarlas?

El hecho de mencionar que ya me había recibido de algo que en realidad no me gustaba, me hacia sentir desdichada en comparación de la vida de esta persona que resultaba agradecida por lo que la vida le daba a cada instante. Me limite a comentar solo algunas situaciones de mi vida cotidiana, porque no sentía que venia al caso extenderme con detalles; cuando yo crecía al escuchar sus historias de vida, su visión me resultaba preciada. No quería dejar pasar nada. Me hacían ver la realidad con un lente de otro color, de una forma diferente que me incrementaba mis puntos de vista, mis enfoques se reestructuraban de cierta forma.

Entre conversaciones, Sebastián tarareaba alguna estrofa de una canción, o sus manos empezaban a emitir ruidos por el tacto constante sobre la mesa ratona que se encontraba separándonos. Así mi pregunta de ¿Qué buena entonación tenes?, me condujo a su cuarto. Quería mostrarme su más preciada riqueza: la música. Su cuarto era como un mar, reflejando de esta forma sus otros dos hobbies, hacer windsurf y canoa. Todas las paredes se encontraban con recortes de pedazos de revistas de distintos mares. Mares de color azul intenso, celestes profundos y verdes esperanza que se combinaban, llevándote hacia otro lugar, a un paraíso marino de grandes olas con tablas. Una lámpara, hecha con una gran botella de damajuana gigante de vidrio color verde, llena de flores secas, era el elemento que se destacaba de la habitación, al lado de la cama. Compartiendo preponderancia en el centro del cuarto, se encontraban los preciados instrumentos que él tocaba. Los tambores eran de vivos colores, uno era de gran tamaño y al lado había otros dos más pequeños.

¿Conoces el “Candombe”? – me pregunta. Yo le digo que si, pero realmente no podía diferenciarlo. Me mira e instantáneamente comienza a contarme que la cosa que más extraña de Uruguay son los tambores, porque con ellos viaja a otro mundo, pierde la medición del tiempo, todo se vuelve difuso a su alrededor. Me cuenta que todos los domingos a lo largo de varios años y ahora en cada oportunidad que se le presenta, sale a tocar los tambores en comparsas que se organizan por las calles de Montevideo. Me dice el sonido de los tambores es lo que caracteriza a Montevideo, esta mezcla de sonidos disímiles logran la combinación perfecta al oído, que hace bailar hasta las paredes.

Me deje llevar con su relato a las calles de Malvin, donde el adoquín todavía existe y donde casas coloridas se desparraman por doquier. Allí se reúnen los domingos la gente sin invitación, solo con ganas de cantar y bailar. El candombe surge de la unión de un pueblo que se olvida de las preocupaciones a través de los sonidos intensos de los tambores y de las palmas que acompañan el paso de esta multitud que se encuentra por las calles de Montevideo. Comparo el sentimiento que a él le producía los tambores al de los pinceles en acción, esa sensibilidad que se despierta y que te lleva a olvidarte del mundo concreto, a convertirte en instrumento para llevar a cabo la obra. Así la música y la pintura se fusionan en una, lo importante es comunicar, es evadir de alguna forma esa realidad que tortura en otra galaxia, en un tiempo paralelo que se forma. Me detalló las partes del tambor, como los tornillos afinaban el sonido, lo hacia mas grave cuanta más presión uno hacia. Descubría algo nuevo y me encantaba.

Mientras hablaba empezó tímidamente a tocar con sus manos gruesas de trabajos pesados, el tambor. Mientras tocaba podía observar como su cuerpo y su mente se transportaban hacía ese otro lugar del que estábamos hablando. Entusiasmado, dado la atención que le daba a lo que decía, comenzó a poner compacts de Candombe, para que conociera de lo que estaba hablando. Así al compás de la música comenzó a tocar y a cantar. Tenía un ritmo que afloraba de su interior produciendo una armonía de sonidos y movimientos que me magnetizaban. Así fue como empezó mi interés hacia él. Empecé a observarlo, su fuerza interior me atraía, su inteligencia natural me encantaba. De esta forma no solo me alojaban como si fuera una refugiada en otra tierra dada las condiciones climáticas,  sino que hasta me regalaban un concierto de candombe en vivo. La decisión de haber aceptado la invitación cada vez se convertía en mas acertada.

 

Al rato la madre nos llama a almorzar. Había preparado milanesas con puré y ensalada. Nos sentamos en la mesa de la cocina los tres. Continuamos charlando de la crisis, de las injusticias, de la realidad que nos afecta como ciudadanos de estos países vecinos que de alguna forma son como hermanos. Almorcé en la casa de estos desconocidos que resultaron encantadores. Yo me encontraba con una mezcla de vergüenza y de felicidad, porque me resultaba una locura lo que estaba aconteciendo. A las 13:30 hs. nos llaman de Buque bus para confirmar que saldría el autobús que nos llevaría a Colonia para tomar el barco dentro de media hora.

Así que terminamos de almorzar y nuevamente los tres nos encontramos en la acera, en un día frío gris, que parecía de invierno, para tomar un taxi. La tormenta y el viento continuaban como si ahora nos echara hacia otro destino. Llegamos a la estación y ya había una cola de personas para tomar el autobús. Así luego de despedirnos de la madre, nos subimos al colectivo con rumbo a Colonia.

CONTINUA

QUERER SER FELIZ

awaiting

LA HISTORIA DE MI VIDA: QUERER SER FELIZ

¿QUIEN SOY?
Al quinto mes de gestación mi papá le regalo a mi mamá el libro de “Juan Salvador Gaviota” de Richard Bach, con la siguiente frase: “Así como Juan Sebastián Gaviota quiero que salga nuestro niño/a”. Sin ni siquiera haber nacido, tenía una misión en esta vida: aprender a volar. Nacía para volar. Tenia que descubrir mi propia manera de vivir para poder compartídsela a otros. De esta forma, la historia de mi vida, es parte de mi búsqueda por ser y espero que les sirva.

NIÑEZ

Cuando era chica no diferenciaba lo que soñaba de lo que pensaba, creía que era todo lo mismo. De hecho muchas veces recuerdo cosas que no logro resolver si fueron partes de mi fantasía o de mi realidad. Vivía imaginando mundos perfectos, creaba lo que faltaba y me imaginaba como seria un mundo donde todos fueran felices. No sabía en ese entonces que existía una palabra para definir lo que creía: vivía pensando en UTOPIAS que creía que podrían llevarse a la práctica. Sin saber en realidad nada de la vida ya podía vislumbrar que había personas que sufrían y que no lograban lo que querían. Tal vez por eso no podía parar de leer libros, historias de personas que relataban sus vidas, lo que pensaban, lo que querían y como lo llevaban a cabo. Todo era posible en esas lecturas y hasta lo que parecía imposible al final de una larga travesía lograba el resultado esperado.

Desde chica quería ser aventurera, viajar por el mundo, vivir varias vidas, saber lo que se sentiría siendo millonaria como campesina. Quería ver mucho más de lo que se me mostraba. Me imaginaba que en la luna habría árboles donde se podía conseguir todo lo que se deseaba y cada uno podía tomarlo libremente, sin pedirle permiso a nadie. Árboles llenos de confites y helados, arbustos de frutillas todo el año, donde nadie tendría hambre y así podrían vivir felices. ¿Que bueno seria conquistar el espacio para que nunca faltaran alimentos en el mundo? Me preocupaba en las casas abandonadas de mi ciudad y pensaba en lo lindo que seria poder pintarlas de vivos colores para que las personas fueran felices al verlas. Pensaba que al ver cosas lindas la gente se alegraba, porque eso era justamente lo que pasaba conmigo.

Hacia siempre lo que sentía, me dejaba fluir antes mis deseos y mis necesidades. Comía muchas tortas y chocolates, bailaba sin cesar en cualquier lugar, momento y espacio. Andaba en bicicleta para que el viento me acariciara los cachetes. Plantaba semillas para verlas crecer y transformarse en plantas. Desbordaba en curiosidad ante todo lo que existía. Disfrutaba mucho de jugar sola, de mi propio mundo interior. Mis muñecos tenían vida propia y eran mis grandes confidentes. Los trataba como si fueran mis hijos y los cuidaba del frío como si fueran reales, dejándome más de una vez en el piso por ser igualitaria. También inventaba historias en las que hacia participar a mis amigas, les ponía papeles principales o secundarios y les contaba la historia de la cual ya eran parte. No había nadie que podía resistirse a mi convencimiento de que un árbol era una gran casa, o que debajo de la mesa nos encontrábamos en una cueva en otra galaxia. Creía que podía viajar en el tiempo y espacio recreando lugares imaginados de los libros que leía que ni sabía si existían. Siempre había una puerta, una llave, una varita mágica que era el instrumento para poder entrar a otra realidad.

Mis abuelas fueron muy importantes en esa etapa de mi vida. Me enseñaron las técnicas para ser la mujercita deseada para el príncipe que me eligiera. Aprendí a cocer, bordar y tejer, a cocinar galletas y tortas, a trasgredir algún que otro limite impuesto y por supuesto a guardar secretos. Pero lo que mas les agradezco, es que me contaban historias. Algunas reales como de viajes realizados, parientes no conocidos, de cosas que no hicieron y se arrepentían, y otras inventadas de niñas buenas que recibían recompensas, de princesas que vivían en castillos. Siempre había cajones de objetos llenos de recuerdos que me revelaban. Un guante, una postal, un libro, un dedal, encerraba tanta vida, tantos relatos que a esa corta edad ni podía imaginar, pero que definitivamente llenaban mas espacios en mi desarrollada imaginación.

Esta nena fue creciendo y sintiéndose incomprendida. ¿Cómo hay que comportarse para ser aceptada? ¿Qué decir para ser parte de un grupo? ¿Cómo seguir siendo espontánea sin sentirse expuesta ante las miradas de todo el mundo? ¿Cómo mantener mis sueños ante una realidad que parece tan pragmática? Imposible y difícil empecé a escuchar cada vez que me manifestaba. “Despertate, la vida no es de color de rosa, es otra cosa muy distinta” – me repetían continuamente. No se puede vivir de los sueños, era el mensaje que escuchaba una y otra vez. A veces con cierta melancolía, otras con desparpajo, otras veces con enojo y agresión, pero no importaba el como me lo hacían llegar.

Esta época estuvo llena de amores platónicos, los definiría como los que te hacen soñar, los que nunca poseerás, lo que no te dejan dormitar pero en la realidad se desvanecen sin ser, y en verdad no quieres encontrar porque te harán develar que solo es tu imaginación la creadora de ese ser del cual tomaste su exterior y le creaste su interior. En realidad son amores imaginarios, infantiles, en donde no ves realmente a la persona sino lo que vos queres que sea. Me sentía tímida, y no sabia expresarme con los chicos, toda mi procesión era interna. Me acuerdo que mi imaginación viajaba haciendo cosas que en la realidad no podía.

La escuela me mostraba injusticias, desigualdades que no podía comprender a esa corta edad. Había favoritos y definitivamente “hazte la fama y échate a dormir”. Nunca voy a olvidar una situación que sucedió con la profesora de música. A mi realmente no me gustaba cantar porque no tenia buena voz, me encantaba actuar. Desde el jardín de infantes actuaba en cada obra del colegio, a veces ganaba el papel y otras trabajaba intensamente en un plan para ser la elegida. Me apasionaba poder ser otra persona por algunas horas, imaginarme la vida de esa persona, y actuar diferente a lo que haría por las circunstancias dadas. La adrenalina de salir en escena me encantaba. A la profesora de música le tenía agrado, dado que mi gran memoria hacia que podía recitar de memoria sin equivocación las largas obras que elegía para desarrollar en los actos del colegio. Era su favorita, no cabía duda. Hasta que un día, me llamo cuando termino la clase y me invito a ser parte del coro que ella dirigía. Yo tuve que ser sincera y decirle la verdad; porque la estimaba. “No me gusta cantar”, confesé. A partir de ese día su trato hacia mi fue hostil, empezó a llamarme la atención por todo, a ponerme notas menores a las que merecía y estaba acostumbrada a tener. Su indiferencia fue notoria de un día para el otro, cuando siempre había destacado mis cualidades. Ese día aprendí una gran lección, no todo el mundo quiere escuchar la verdad.