Color del día

1907610_10154078894400165_8480227358844377239_n

“Ningún reencuentro es coincidencia”

Las pascuas nos plantean siempre renacimiento. Cosas nuevas que dan fruto o cosas nuevas que queremos poner en marcha. Los reencuentros con un otro son siempre nuevas oportunidades, y cuando suceden hay que dejar de lado el pasado y conectarse con el presente y con lo nuevo, porque por algo volvemos a juntarnos.

La vida es un laberinto lleno de vueltas y puertas, cada uno sabe porque elije abrir de nuevo una puerta o porque prefiere perderse en una vuelta.

Espero que estas pascuas sea un momento de conexión con su espíritu para poner orden a sus deseos y proyectos para este año que ahora si comenzó.

Dejarlo ir, es también una manera de amar y de amarse.

relato

 

Volver a verlo me implicaba tantas incertidumbres como preguntas. ¿Que sentiría? ¿Que me pasaría? ¿Como nos encontraríamos? Así que después de pensarlo decidí llamarlo, escuchaba de nuevo su voz y podía sentir su distancia pero me dijo de juntarnos a tomar un café en su lugar al otro día, lo cual me dio cierta paz. Necesitaba verlo tal vez para cerrar la historia finalmente o simplemente para ver que me pasaba. Así fue como al otro día me levante con un día gris, frío, que traducía mis sentimientos de incertidumbre hacia este encuentro. Me tome un bus de un número incierto con la suerte de encontrar a un conductor chileno que me indico como llegar a un lugar que en mi imaginación había recreado una y otra vez mientras duro el año que salimos. Un lugar que al llegar ya sentí lejano, ajeno. Camine varias cuadras hasta llegar a la playa donde se encontraba su café y pensaba en si se encontraría allí. ¿Que haría sino? ¿Estaría en el lugar correcto?. Ni bien llegue al café, lo vi a lo lejos. Ya no era la persona que conocía. Éramos dos extraños de nuevo. Me hizo un café mientras atendía a unos clientes. El café tenia un corazón difuso en él, casi como nuestros sentimientos. Lo tome mientras me desenroscaba de los nervios que tenia mi cuerpo de volver a estar frente a frente, hasta mi voz se encontraba encerrada sin poder salir, no sabia que decir. Me hizo pasar a la cocina para conversar mientras él hacia sus tareas. No paro un minuto mientras la charla de nuestras vidas en estos 3 años sucedía. No había mucho que contar. Nuestros caminos habían tomado otras direcciones ya no se encontraban. No tenían punto de intersección más que un baúl de recuerdos de momentos inolvidables pero tan lejanos como esta sensación de estar frente a frente y no encontrarnos. Me contó que iba a ser papa de nuevo. Un mes y su mujer daría de nuevo a luz. Se compro una casa y su vida se movía en pos de una familia que había elegido tener. Mi conversación se baso en mi pasión por mi profesión y mis viajes y de alguna forma sentía que seguía siendo la misma persona que había conocido, pero de él, no podía decir lo mismo. Aunque parecía como si nunca se hubiera ido de viaje por el mundo, como si realmente su vida hubiera continuado su camino tal cual como lo había conocido la primera vez. Empezaron a llegar clientes y sentí que era hora de partir. Me indico un camino para volver caminando y sin dudarlo preste atención, necesitaba aire. Había muchos silencios cargados en nuestra charla, silencios que no tenían sentido explorar. Después de conversar de nuestras familias y de nuestra vida, no había mucho que decir. Nos abrazamos, pero ya no había electricidad en nuestro cuerpo, ni memoria. Era casi el abrazo de conocidos y nos despedimos con un hasta pronto que sentí hasta siempre.

Me dispuse a caminar por un sendero entre rocas y casas desparramadas desigualmente y las lágrimas empezaron a correr por mis mejillas. Lágrimas que condensaban sentimientos de haberlo amado tanto de haber sentido tanto por él y no encontrar ya nada que nos conectara más que un cúmulo de recuerdos en desuso. Así fue como pare a llorar, llorar porque entendía que todo era perfecto tal cual era, que él no era el hombre para mi, que su historia y su vida habían seguido el camino que le correspondía y que necesitaba volver a verlo para poder entenderlo en mi cuerpo. Pude ver que su mirada me era ajena que no correspondía al hombre aventurero, deseoso de conocer, del cual me había enamorado y que ahora era un hombre responsable lleno de deberes al cual le gustaba tener. Entendí que nuestros caminos se cruzaron para vivir toda una vida en esos meses, que nunca iba a ser olvidada en mi corazón, pero que ahora no tenía presente ni sentido. La pasión que nos había unido ni bien nuestros ojos se cruzaron al conocernos se había disipado. Sentí paz y finalmente sonreí mirando un mar en el cual rompían las olas y un sol me brillaba ahora en mi cara dándome esperanza por un futuro incierto pero seguro de quien era y de lo que necesitaba. Sentí que era lo que tenia que ser y me sentí completa. Lo vi feliz en su mundo y ese mundo finalmente lo entendía, no me correspondía. A veces solo hay que encontrarse para poder verlo.