Cuento en Varanasi, SPARKLINGS – Chispa

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Una historia de mi viaje a India que se convirtió en cuento y tiene dos partes, esta es la primera, para que la disfruten y aprendan de VARANASI o BENARES y tengan su propia perspectiva. En India entendí que no se puede generalizar, cada uno tiene su propia experiencia, aun haciendo lo mismo que otros. Esta semana pensé que podía escribir un libro “Manual sobre todo lo que no hay que hacer pero que hago y me funciona”, aceptarse y abrazarse es muy bueno. No hay una forma, ni una manera, disfruta de seguir tu corazón a donde te lleve….

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SPARKLINGS – Chispa
“No quiero ir sola a Varanasi, no quiero ir sola a India”, pero a veces eso que no queremos es exactamente lo que tiene que pasarnos para aprender y ver nuestra verdadera naturaleza. A veces a eso que nos resistimos, es lo que tenemos que experimentar para crecer. A veces las cosas no se dan como queremos, pero se dan de formas maravillosas.
Cada lugar tiene su propia experiencia. Al pensar en India antes de encontrarme en ella, me imaginaba el Ganges y la postal de Varanasi en mi imaginación, quería estar allí, contemplar un amanecer en las interminables escaleras para sentir la espiritualidad en potencia. Creía que era un lugar mágico, pero al empezar a informarme la cristalización de mi imaginario contrastaba con otra realidad, la ciudad de la vida y de la muerte, donde los hindúes elijen morir creen que aquellos que se bañan o rocían con agua del Ganges al momento de su muerte serán liberados del ciclo de reencarnación y muerte y vivirán en el paraíso por siempre. Desde que llegue a india todo el mundo me hablaba de Varanasi o Benarés, como un lugar de miedo, lleno de caca, mugre, caos, de gente con enfermedades, de lo fuerte que era y la verdad era el único lugar que esperaba no llegar sola; pero aconteció. Por más que conocía un montón de gente en el camino me era difícil coordinar agendas con otros para viajar juntos.

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En rishikesh conocí a una francesa llamada Tali que me había conectado con una americana que trabajaba en un hostel y que me esperaba para hospedarme allí, pero algo que no sabría como explicar me decía que no. Tenía el hotel que me habían recomendado unos españoles que había conocido, e igual trate de buscar en la pagina online alguno que me llamara la atención por alguna razón. Cuestión que llegue a Varanasi sin tomar ninguna decisión de donde me alojaría, esperaba que tal vez en el tren conociera alguien que me hiciera fluir en su camino como me había sucedido en Udaipur, pero nada de esto sucedió. Viaje sola con mi libro de Shantaram de compañero, recordando como termine nadando en el Ganges cuando ni quería tocar con mi pie el agua por sentir que estaba contaminada y termine de rafting en el río. En el momento que dijo el guía ¿quien salta al agua? Yo ni lo dude, me encontré allí flotando de felicidad entre los otros indios del bote sintiendo la bendición de estar en contacto con el agua sagrada. En este viaje aprendí a no pensar más en lo que creo que no voy a hacer nunca; porque termino haciéndolo. Vivo el hoy y me dejo llevar por lo que siento en el momento.

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Llegue a una estación llena de gente y movimiento, eran las cinco de la tarde, el tren tardó más de lo programado porque freno en el medio de la nada durante más de tres horas sin nunca saber cual fue la razón pero logre que un ingeniero indio que hablaba perfecto ingles con el que compartía el camarote de segunda clase con aire acondicionado me consiguiera un chai y una somosa recién echa. El pueblo mas cercano al ver que el tren había parado lo tomo como una oportunidad, y se habían acercado corriendo con ollas de chai y comida para vender. Después de dos meses en india ni me preocupe por su procedencia y tome el elixir y saboree la comida. ¿Qué paso? pregunte al indio, “es india, siempre sucede algo”. Era pintoresco ver como el infortunio de unos es la suerte de otros. Cuando divise que estaba por llegar a la ciudad, escribí los tres nombres de los hoteles con los que contaba y lo deje a la suerte, salió un tercero no recomendado por nadie pero que tenía buenas recomendaciones en la página de hoteles online y decidí seguir ese instinto. Cualquier cosa iría al hostel con la americana, pero no tenia ganas de compartir cuarto y principalmente quería estar cerca del Ganges, quería verlo desde mi ventana. El que elegí contaba con esa opción.
Salí de la estación esquivando los rickshaw (tuktuk) choferes que querían ofrecerme sus servicios, y me dirigí a la terminal de ellos, encontrándome con que salía 400 rupias ir a mi destino, primero dije si y después pensé no puede ser, así fue como seguí caminando y un tuktuk que dejaba un pasajero al mencionarle mi hotel me dice te llevo por 80 rupias, sin dudarlo me subí. Nos adentramos a Varanasi, caos de rickjacks y de personas, me dice que no todos los taxis pueden llegar a los ghats, que el hoy tenía permiso para ir. Así fue como entramos por unas callejuelas y para el vehículo. Tenemos que seguir a pie, con mi mochila a cuestas lo seguí, pequeñas callejuelas mugrientas con niños corriendo, mujeres tras velos y olores conocidos y no agradables te penetraban mientras el sol iba perdiendo su poder. Después de unas tres cuadras que me parecieron interminables, llegamos al hotel. Salió el conserje y me empezó a mostrar las habitaciones, eran horribles, con olor a humedad y no baratas por el precio de lo que te daban. Me llevan a su terraza como si fuera el must y mi cara decía todo, no siento este lugar para estar, me baja a la mitad el precio de la habitación si me quedaba tres días. Lo miro y le digo voy a pensarlo, claramente era un buen negocio, pero había algo del lugar que no me cerraba. No sentía buena energía del dueño.
Salgo y le digo al del tuktuk cambie de opinión cuanto me cobra por llevarme a este hostel (el de la americana) y me dice 150 pero antes de llevarte a ningún lado déjame que te muestre otro hotel a la vuelta de este. Perdido por perdido acepte, fuimos a otro pero que termino siendo de la misma familia del anterior, tenia el mismo nombre y al mostrarme las habitaciones sentía el encierro. La terraza era mucho mas linda y ni bien salí al exterior, el sol que atardecía se reflejo en mi rostro mostrándome la belleza de un Ganges al que quería llegar pero que todavía no podía disfrutar. Contemple unos minutos como el sol se acostaba y disfrute de la vista que contaba el hotel, era maravillosa y me imagine meditando allí. Al bajar el conserje del hotel me rebaja el precio de nuevo, pero había algo que no podía explicar que me decía “No”, le dije de nuevo que lo iba a pensar. Estaba cansada, pero había aprendido a seguir mi instinto y mi cuerpo me decía NO. No me gustaba donde se encontraba, cerca de un ghat pero lejos de la calle principal y sentía que a partir de las 6 de la tarde no iba a poder salir más de allí por una importante razón: miedo.
El taxista me empezó a mostrar otros hoteles que estaban en la redonda, quería que dejara mi mochila en uno para poder ver los otros y yo pensaba me quedo sin mochila y sin hotel si le hago caso. No puedo confiar aunque quisiera hacerlo. Aunque pese la llevo conmigo, me mostro tres hoteles más ninguno me agradaba. Uno directamente, desde la puerta, el indio que era gordo, cosa que no es tan habitual, ni se esforzó en mostrarme las habitaciones y de mal trato me dijo su precio que era alto y pensé necesito estar en algún lado donde las personas puedan ayudarme. Así fue como le dije al tuk tuk que no era lo que estaba buscando, que necesitaba otra cosa, que no nos estábamos entendiendo y que me llevara al hostel. Uno mas me decía, una nueva oportunidad me pedía. Para ese entonces yo ya sabia que los conserjes de los hoteles le daban comisión y claramente yo sabia que me iba a quedar cinco días en Varanasi lo cual era bueno para negociar. Cansada, ya de noche, entre las callejuelas, con el chofer caminando me llevo a la paralela de la calle principal, a una cuadra que estaba aunque sea iluminada y con negocios y me llevo a un hotel que no estaba en ninguna guía, pero que ya me gustaba un poco mas. Me mostraron mi cuarto, espacioso, con vista a la ciudad y con terraza, no era maravilloso pero de lo que había visto ampliamente lo mejoraba y sobretodo el dueño del hotel era muy simpático. En mi interior pensaba porque no fui directo al hostel o me organice con el hotel de antemano pero a veces el destino te depara mejores cosas que ni te imaginabas en ese primer momento. Ya sin dar muchas vueltas le pague dos días al conserje del hotel pudiendo extenderlo cosa que los otros hoteles me obligaban a pagar los cuatro días y no sabia si quería estar allí o no. El chofer del tuktuk se fue feliz con el doble pago y yo pensaba que ganas de negociar que tenia, que perdió dos horas dando vueltas conmigo por las calles de Varanasi cuando hubiera podido estar trabajando con el tuktuk, pero en algún punto allí se están jugando el orgullo de haber convencido a la turista a alojarse en otro lugar y tenía que darle sus créditos, lo había logrado.
Estaba muerta, se largó a llover y ya era de noche. Necesitaba comer y la terraza no tenía luz por un problema que no me podían explicar, lo cual significaba que me iban a cocinar con la luz de las velas, y prefería tomar un poco de aire. Cuando estoy saliendo a la calle, el dueño del hotel me dice que no era seguro que estuviera caminando sola de noche. Salí igual, a los pocos pasos me encuentro en la calle principal de noche rodeada de indios mirándome y sentí que tal vez tenia que escuchar al dueño del hotel. No era seguro. Retorne mis pasos y me encontré con un hotel cuatro estrellas que promocionaba su terraza y que no había visto unas horas antes. Sin dudarlo me merecía un buen banquete después de haber perdido mi primer día en Varanasi sin poder hacer nada. Al volver al hotel me ofrece el dueño que a las cinco y media de la mañana me podían pasar a buscar un barquero para ir a navegar el Ganges a la madrugada, sin dudarlo le dije que si. Medite en la calma de mi cuarto donde podía ver unas lagartijas blancas como mis acompañantes y me quede dormida.

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A las cinco de la mañana me desperté, la gente que trabaja en el hotel se encontraba dormida en la recepción, pedí que me abrieran la puerta dado que me pasarían a buscar para hacer la excursión del barco. Claramente se hicieron las cinco y media y nadie había llegado, los tiempos de los indios son flexibles, nunca hacen lo que dicen ni llegan cuando supones, se intercambian los clientes y terminas haciendo algo con otra compañía porque sí. Pero respire profundo a pesar de mi miedo a perderme el amanecer y cuando estaba por ir a preguntarle de nuevo al chico del hotel que había vuelto a dormirse, aparece un joven indio diciéndome que el me llevaría a tomar el barco y que donde estaba la otra chica ¿que otra chica? Yo estoy viajando sola. Cuando empezamos a caminar, el conserje del hotel sale corriendo, falta una chica, esperen un minuto. Mi cara de desconcierto era grande, teníamos que seguir esperando pero me sentía culpable de que le había asegurado al indio que solo yo estaba. De pronto una chica completamente dormida aparece corriendo, era irlandesa y estaba viajando con otra chica que no se había despertado, porque se sentía mal. Las dos nos internamos en las callejuelas de una ciudad dormida, llegamos al ghat y dos niños de unos seis y ocho años se nos acercaron con ofrendas, flores frutos y velas en una platito de metal. Todavía no había amanecido y estos niños ya se encontraban haciéndose el pan, sin dudarlo le dije que si, yo quiero mi ofrenda y la irlandesa se contagio con mi comentario de que estos niños tenían que estar durmiendo en vez de trabajando. Me mira, y me dice “no me lo había puesto a pensar, estoy cansada de que me acosen vendiéndome cosas y estas ofrendas claramente no valen las 20 rupias que están pidiendo”. La miro y le digo esta bueno desear, y en este caso estas ayudándolos, no es ni cincuenta centavos de dólar, es un gesto y seguramente le cambiaras algo de su día.

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Nos hicieron subir al barquito y nuevamente nos hicieron esperar por otras dos pasajeras que llegaron tarde, pero ya no me importo, estaba en el agua agradecida, me sentía bendecida, finalmente me encontraba allí, tanto había tenido que pasar para llegar a este lugar y tanto lo había esperado. El sol empezaba a asomarse y tintineaban sus destellos en el agua como si jugaran. Los pájaros volaban y la ciudad seguía durmiendo. La calma y el silencio llenaban el espacio. El joven barquero empezó a navegar y nosotras nos metimos cada una en su burbuja, no hablábamos éramos cuatro mujeres que viajábamos solas a india y cada una tenia su historia. El barco estaba lleno de ellas, historias de vida, y yo podía sentirlo. A medida que el barco se adentro al agua, empezamos a cruzarnos con otros barcos, algunos con motor llenos de japoneses que pasaban como bengalas mientras los barcos a remo iban a cámara lenta, disfrutando de acercarse y alejarse de las orillas de los ghats para ver los detalles. Nos cruzamos con barcos pescadores y barcos que vendían estatuillas y souveniers hindúes. Cruzamos el primer ghat para incinerar, el humo y los cadáveres posando sobre las piedras se observaban a lo lejos. Que espectáculo logrado alrededor a algo que duele pero que para ellos es parte de la vida, de sus rituales, de su despedida. La vida sigue en India y la muerte y el renacimiento son conceptos unidos, todo es uno y es continuado.

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Los Ghats de Varanasi son grandes pasarelas de piedra construidas en las orillas del rio sagrado de la India, el Ganges. Durante siglos, la gente ha venido aquí para orar, meditar, bañarse y, como es sabido, incinerar a sus muertos. Los ghats crematorios de Varanasi se derivan de la creencia hindú de que las personas cuyos restos sean sumergidos en el río sagrado Ganges después de la muerte se les garantiza una buena vida eterna. Mientras el barquito a remo encontraba su camino, veíamos a gente lavándose los dientes con el agua sagrada, tomando baños y hasta lavando sus ropas allí. De repente un muerto se nos cruza y tenemos que esquivarlo. Un cuerpo rodeado de telas naranjas y doradas navega tranquilo por el agua, seguramente es un brahmán y ellos no se incineran porque ya llegaron trascender al otro mundo. Los minutos pasaban y eran como horas, había tanto para ver, tantos detalles que no te alcanzaba la mirada. Estuvimos cuatro horas navegando y regresamos con la irlandesa charlando que era la segunda vez que estaba en Varanasi, porque un mes atrás no había podido acercarse a los ghats porque estaba todo inundado y había decidido regresar. El lugar lo ameritaba. Me dice de pasar a buscar a su amiga y compartir un tuktuk por el día que nos llevara a la universidad y a los distintos templos que había que visitar en la ciudad. Sin dudarlo estaba dentro del plan. Agradecía haber elegido ese hotel porque no solo me facilitaba las cosas sino que me daba dos nuevas compañeras de viaje. Su amiga australiana ya nos estaba esperando para la nueva aventura.

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Primero fuimos a la Universidad, donde dimos ofrendas en un templo grandísimo de Vishwanath (dios Shiva) y luego al templo de monos, dedicado a la diosa Durga, donde tuvimos que dejar nuestras pertenencias para poder entrar. Algunos templos son casi agresivos más que pacíficos, dado que hay ofrendas y olores fuertes que hacen que te sientas a la defensiva en vez de sentir la bienvenida. Tal vez por desconocimiento, tal vez por no compartir su religión pero muchas veces te sentís no parte. Mi deseo de conocer y absorber hace que este abierta a recibir lo que veo. Luego fuimos al Templo Bharat Mata, lo peculiar de este templo es que se albergan mapas de la India tallados en mármol, porque es el único templo de Varanasi dedicado a Bharat Mata, la personificación nacional de India como diosa madre que se representa como una mujer vestida con un sari, sosteniendo la bandera nacional. Luego seguimos en el tuktuk que nos esperó mientras un señor nos mostraba el mercado de las sedas, los tejidos y la producción de saris, así fue como entramos a distintos edificios donde nos enseñaron los secretos de los tejidos, mientras cabras y niños nos rodeaban. El pago de entrar a los distintos edificios fue comprar unos pañuelos de suvenires, pero valió la pena lo aprendido. Estábamos cansadas y agotadas del calor y de las vueltas por Varanasi y las cuatro horas del tour se habían terminado. Llegamos al hotel y decidí ir a la ceremonia del Ganges, las chicas ya habían estado y salían en un bus a Nepal dado que ese día no salía el tren. Me invitaron a irme con ellas pero quería disfrutar más días de la ciudad de la vida y la muerte, quedamos conectadas para encontrarnos en Nepal. Ya había pagado por mi pasaje en tren a Nepal y sentía que no tenía que correr.

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Salí nuevamente caminando por la ciudad hacía el Dasaswamedg ghat, cada día del año a las 19,00h, se transforma el ghat en una Ceremonia Ganga Aarti con puja (ofrenda), fuego y danza. Me gustaba la idea de caminar y mirar los distintos barrios que pasaba con sus peculiariedades, de musulmanes, de hindúes, mujeres tapadas completamente, hombres con distintos oficios se desplegaban por la calle. Todo iba pasando mientras caminaba a mi paso, necesitaba parar para tomar bebidas, el calor era intenso y claramente había sido un largo día. En el camino me encontré con cuadras con personas en el piso pidiendo con distintos motivos, como si fuera la meca de los “indios necesitados”. Llegue temprano y conseguí un buen lugar para mirar la ceremonia. Sin dudar agarre mi monedero para comprar una nueva ofrenda, esta tenía un fin, la salud de la mama de una amiga que me había pedido. Al mirar el interior de mi monedero me doy cuenta que me había quedado sin dinero, solo tenía los billetes para la ofrenda, que significaban el tuktuk de regreso al hotel al terminar la ceremonia. Sin dudarlo invertí en la ofrenda, para mí era importante cumplir con mi promesa y de alguna forma resolvería volver al hotel. Me había olvidado de cargar la billetera con dinero y desde la mañana que no había parado de dar y ofrecer. La ceremonia duro un largo rato, entre cantos, rezos, inciensos, velas, y bullicio. No necesitaba entender, solo sentir, había un idioma universal que nos unía en ese momento, el respeto por los otros, el compartir un ritual ancestral y el saber que por unos momentos nos encontrábamos todos unidos creyendo, sin diferencias. Yo me emocione en varios momentos, la piel de me erizaba y sentía paz y felicidad de haberlo logrado. Finalmente estaba en Varanasi, finalmente había llegado. Siempre había querido estar ahí.

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Lance la ofrenda al Ganges con el nombre de la persona en cuestión y pedí por su bienestar. Mire como la ofrenda se confundía con otras en el río que se movía sin cesar, entre barcos con gente que sacaba fotos y niños que ofrecían suvenires y ofrendas. Me puse a charlar con una pareja de franceses al final del ritual, a ver si compartían mi misma dirección pero iban para otro lado. Decidí esperar a que algún grupo de extranjeros saliera en mi misma dirección para no sentirme sola. Tenía un poco de miedo, miedo a lo desconocido, y miedo a que había mucho descontrol, mucha gente que te pedía y te seguía. Pero confié y a los pocos minutos vi a una madre y a un hijo que hablaban en español y les pedí si podía caminar con ellos. Me contaron que estaban en un tour con 30 españoles y cada día tenían que sortear con un imprevisto, alguno se enfermaba, alguno se perdía, algún contratiempo sucedía. Nada es seguro en India. Me miraban sorprendidos que estuviera sola viajando. Ya me había acostumbrado, contestaba sonriendo, siempre había alguien dispuesto a ayudarme y acompañarme como ellos. Caminamos varias cuadras juntos, entre el bullicio de un mercado en ebullición y gente que no paraba de surgir como si fuera un manantial. Gente sin piernas y brazos que pedían, entre carretillas ofreciendo frutas secas y vestidos.
Llegamos a la calle principal y a ellos los estaba esperando un bus en algún lugar cercano, yo decidí volver caminando entre la multitud de gente que había ido a ver la ceremonia me sentía protegida y por suerte lo había hecho de día al camino y mi memoria visual no fallaba. Eran como 30 cuadras pero me sentía más segura que subirme a algún rickshaw que con la cantidad de gente que había no avanzaba. Me tape la cara con mi pañuelo como si fuera uno de ellos, con mi pollera larga y mi vestimenta podían confundirme. Camine sin parar, y con una seguridad de que estaba protegida y de que había estado orando durante horas. Seguía bañándome todos los días con agua fría para que mi aura brillara y meditaba para que mi radiancia atrajera lo que me correspondía. Esos eran mis rituales para sentirme segura. Llegue casi corriendo al hotel y agradecí que estuviera casi en la calle principal porque siempre había movimiento. A las nueve de la noche mi día había sido completo. Me fui a dormir en plenitud de mi ser, finalmente había vivido lo que tanto tiempo había soñado. Por años cada vez que veía una postal, documental o película del Ganges en Varanasi me largaba a llorar, había algo de este lugar que me sensibilizaba y me hacía sentir que tenía que venir, pero por más que quisiera a veces no se puede apurar al destino. Todo tiene un porque y claramente antes no se si hubiera estado preparada para vivir India de la forma que lo estaba haciendo.

varanasi aCONTINUARA

Mientras leen la historia pueden escuchar esta música de Snatam Kaur, para el corazón: https://www.youtube.com/watch?v=ibNKIh75Nx0

Lo que me dejo Katmandu

Nepal viaje

“Creo que te estaba esperando. Recién ahora siento que tengo que mover de Katmandú, iré a india”, me dice determinante. Lo miro y le digo te das cuenta todo lo que pensé e hice para ver si te acercabas y vos simplemente no hiciste nada porque sabias que sucedería, en esto se resume los hombres y las mujeres. “No hubo duda. Te vi y sabía que me gustabas y que íbamos a terminar juntos y sucedió. Ayer no te vi sino te hubiera hablado pero soy tímido por eso no me acerque y pensaba que tal vez no te gustaba, cada uno lidia con su mundo en su cabeza” me dice, y nos reímos de que finalmente nos habíamos encontrado.

Después de una odisea de no poder tomar el tren de Varanasi que me llevaría a Nepal, y un sinfín de taxis, buses y combis que me llevaron a destino, llegue a Katmandú de noche y con dos compañeros de viaje y dos indios que se nos pusieron a charlar en la combi y que terminaron definiendo que compartiéramos el taxi para llegar a la zona de viajeros de la capital nepalí. Por lo tanto mi hotel boutique recomendado por una australiana que había conocido en mi hotel de New Delhi iba a quedar relegado por el famoso Hostel en thamel que había escuchado hablar desde que mencionaba que iba a ir a la capital nepalí, siempre opciones había y claramente nada había sucedido como lo había imaginado. Después de dar varias vueltas en el taxi, la sensación defensiva de mis compañeros por llegar de india fue completamente calmada por la buena onda nepalí, acá pueden confiar nos repetía el chofer. A los pocos minutos nos bajamos del taxi, los dos indios desaparecieron en la noche y el otro español nos abrazó y conto que buscaría a su amigo en el hotel que lo estaba esperando a pocas cuadras y volvería a compartir unas cervezas en el bar del hostel. ¡Que aventura inolvidable vivimos desde que nos encontramos! Grito el español. Yo solo pensaba, Al fin en destino.
Por suerte sin reservación previa teníamos ambos lugar. Luego de una ducha y de acomodar las cosas, me encontré con mi compañero y los otros españoles en la planta baja. El hostel eran como dos torres unidas, con bar, terraza, biblioteca, y un sinfín de lugares de esparcimiento pintados y con extranjeros relajados por doquier. Entre al bar y un par de ojos almendras llamaron completamente mi atención y esos mismos ojos me miraban. El dueño de estos ojos estaba rodeado de un grupo de gente, era el “chico popular” y claramente más chico que yo. Estaba cansada y simplemente me senté a cenar y mientras los españoles tomaban el control de la charla yo miraba a mí alrededor. Decisión acertada, tenía toda la onda el lugar, velas, gente que tocaba la guitarra, mesas con almohadones en el piso, amplios ventanales vidriados donde podías ver las estrellas y realmente había encuentro en el lugar. Una chica apareció con palos de escalar y nos lo regalo, me estoy yendo mañana y ya no los necesito.
A la mañana siguiente salimos con mi compañero Abel a recorrer la capital, nos íbamos a encontrar con los españoles en la plaza principal, pero sin wifi abierto fue imposible el encuentro ya que el lugar era enorme y atestado de locales y turistas sumándoles que era un día de celebración para ellos y todos los templos estaban atestados de locales orando con sahumerios prendidos y flores por doquier, era imposible trata de encontrar a alguien. Lo mire a Abel y le dije sigamos con el plan, tomamos un taxi que nos llevó a la plaza Durbar, un sinfín de templos y edificios decorados con muchísimos detalles que eran un deleite para los ojos. Con Abel estábamos contentos de estar allí, era un buen comienzo de lo que Nepal te ofrecía. Había que pagar por entrar a una plaza que era abierta solo por ser extranjeros, pero con Abel decidimos entrar por otro lado y no nos cobraron nada. No tenía problema en pagar los templos y lugares turísticos, pero me parecía ridículo tener que pagar por caminar por un lugar abierto, una plaza atestada de locales. Dimos vueltas por la plaza y nos sentamos un rato a ver el movimiento de ella y luego Abel se quedó mirando unas artesanías mientras yo me encontré con una ceremonia de ofrenda antigua dentro de un edificio de la plaza. Estaban carneando a un jabalí, y la sangre corría por el piso mientras los locales gritaban y celebraban al dios en cuestión. Me resulto un poco fuerte ver al animal agonizando, los gritos y las máscaras que pululaban por doquier. Salí del lugar en busca de Abel que prefirió ni ver lo que sucedía en ese otro espacio. Así que decidimos salir de la plaza y empezar a caminar, una calma inundaban las cuadras alrededor del bullicio de la plaza. Buscamos un lugar para comer, pero como había festival los negocios cerraban antes así que decidimos tomar un taxi y volver al hostel.
Llego la noche y volvieron a aparecer los ojos, desde la distancia me saludo y me puse nerviosa. ¿Me estaría saludando a mí si no habíamos compartido ni una palabra? Todo indicaba que sí. Su cuerpo y actitud, denotaba que era australiano, tengo un olfato para reconocer aussies a la distancia, aunque cabía la posibilidad que me equivocara. Abel se fue a dormir temprano y yo me quede escribiendo emails esperando que se me acercara, pero nada sucedió. El seguía rodeado de amigos conversando del otro lado del bar y había una fuerza fuera de mí que me retenía a acercarme, si le gusto hará algo. A mis veinte años era una conquistadora profesional, en el afán de vivir y de saber que la vida se esfuma y que el tiempo es importante cuando sentía la atracción no dudaba en acercarme, en su mayoría con acierto y claramente mis viajes estaban llenos de aventuras e historias de amor. Pero cuando uno crece va cambiando el interés o el motor y ya desde hace unos años mi femenino tímido le ha ganado a mi masculino conquistador y este viaje ha tenido mucho aprendizaje en ese sentido. Cuando un hombre quiere hace todo para conquistarte y si no lo hace hay razones, no puede, o simplemente no quiere. Así que sin inmutarme me fui a dormir. Pero cabía la posibilidad de que pensara que estaba acompañada ya que Abel me seguía a todos lados.
El último día en Katmandú antes de ir a Pokhara nuevamente quede sola esperando que mi príncipe de ojos almendrados se acercara. Me miraba y me sonreía pero no se acercaba y lo que en otro momento me hubiera resultado sencillo no podía hacerlo esta vez. No quería yo accionar. El hostel era una fiesta cada noche y nadie se iba a dormir hasta muy tarde, a las 12 decidí irme a dormir. Llegue al cuarto me puse el camisón pero por más que intentaba dormir algo familiar en la mirada de este hombre me hacía no dejar de pensar en él. Me sentía una adolescente, pero decidí volver a darle una oportunidad y me cambie y volví al bar, pase buscando la complicidad en su mirada y nada. Volví a la cama pensando que no tenía que ser y que no lo volvería a ver, tenía que despertarme temprano, de echo me quede dormida y Abel vino a despertarme al cuarto porque perdíamos el bus. Pasaron los tres días en pokhara y volví a Katmandú sola, sin haber escalado la montaña y cambiando el plan por cansancio para terminar mi viaje en una playa en Goa. Por primera vez, imaginaba dos burbujas una en la que me iba de travesía en la montaña por 10 días al menos caminando, tenía compañero y claramente podía hacerlo y la otra burbuja era yo en las playas de goa nadando, descansando y andando en motocicleta entre palmeras y verde vegetación relajada para llegar a cumplir mis 37 años en París como una reina. Sin dudarlo, decidí invertir en un pasaje que me llevara al placer y descanso, muchos meses habían pasado desde que salí de casa y en mi valija no contaba con ningún elemento que me sirviera para escalar por lo tanto podría volver otra vez con ese fin. Abel que solo pasaría unos días mirando templos en Nepal termino tomando mi plan original, escalar el Annapurna, se contagió de mi idea. Me parecía gracioso como algunos encuentros hacen que cambiemos nuestro destino.
Así fue que nuevamente deje el confort de un hotel por la aventura de compartir con otros viajeros en el mismo hostel y no tarde ni unos minutos en llegar al bar que se me pusieron a charlar un español y un chileno y a contarme sus historias. El chileno tenía 40 años y volvía después de 7años a Nepal a cerrar un capítulo de su vida. En su primer viaje a Nepal con su mejor amigo fueron a hacer un trekking al Everest y los agarro una avalancha y literalmente a su amigo lo trago la nieve. Me mira y me dice “nunca me sentí culpable ya que estaba tan feliz de llegar al Everest pero claramente fue algo que me marco y no podía regresar”. La muerte como el amor es una lotería, cuando es el momento te toca; le digo. Causo gracia mi comparación pero el solo imaginar estar subiendo acompañado y que se lo trague la nieve es fuerte. Volvía a hacer el mismo trekking y a llevarle un regalo, una cadenita de su hija. Me quede pensando en la historia del chileno y esos segundos o decisiones que te cambian la vida para siempre. “Estábamos solo a pocos metros de distancia y no pude hacer nada, simplemente sucedió así”, agrega. El chileno salía a las 4am a escalar y el español también se fue a dormir. Vi un grupo de gente reunida al que me podía unir porque conocía a algunos pero estaba en otra sintonía. Cuando me estoy yendo a dormir lo veo, nuevamente con sus pelos locos y sus ojos almendras, seguía allí, tomando cerveza, fumando y charlando con amigos. Me quede media hora más a cierta distancia para que me viera pero no lo hizo estaba compenetrado con su charla. Me fui a dormir pensando que por más que no había hablado una palabra me gustaba, algo de él me atraía, comprobando la teoría de que no hay razones o entendimiento cuando te gusta alguien.
A la mañana siguiente me tocaba cambiar de cuarto, internamente protestaba con el cambio, y cuando abro la puerta de mi cuarto, a quien me encuentro, al mismo hombre que desde llegue a Nepal me atrajo, durmiendo. No podía créelo. El destino y sus misterios. Hice un poco de ruido para ver si se despertaba y me miraba pero nada. Me sentí adolescente y hasta me ruborizaba el poder verlo durmiendo sola en el cuarto. Salí riéndome y me encontré con una inglesa que habíamos quedado para ir juntas al pueblo, nos habíamos encontrado porque estábamos leyendo el mismo libro Shantaram. Le tuve que contar cuasi adolescente que me tocaba en el cuarto el que me gustaba a ver si había hablado, ya que no sabía nada de el pero me encantaba. Pensaba tanto mientras esperaba anoche y cuando lo solté, me lo puso el destino en mi cuarto. Volvimos al hostel a la tarde y nuevamente ojos almendras estaba sentado enfrentado mío del otro lado del bar donde tenía su base permanente y aunque trataba de acercarme siempre me encontraba alguien que me llamaba para unirme del otro lado. Nuevamente me saludo, esta vez sí me vio y claramente era a mí a quien saludaba, pensaba en cuando me viera en su cuarto y me reía sola, ya había esperado tanto que no iba a cambiar mi actitud. Seguí jugando a las cartas con un grupo y contando anécdotas del viaje y me fui a buscar el pasaje para goa en la calle principal de thamel. Tenía que cerrar si volaba en avioncito por el Everest; por un lado quería porque era misión cumplida, chequeo del Everest pero por otro lado me parecía que a una montaña hay que escalarla para decir que la viste y a la vez me tenía que levantar a las 5am y ya quedarme en el aeropuerto. Después de dudarlo decidí no hacerlo. Prefería fluir al otro día, tal vez a la noche finalmente me encontraba con este hombre en el cuarto o tal vez nada que ver. Aposte y agradezco haberlo hecho porque llegue al Everest sin tener que volar sobre él.
Volví a meditar al cuarto y luego al bar, miro a donde se sentaba y no estaba. Lo perdí de nuevo pensé. Me doy vuelta y ahí estaba con una cerveza en la mano. “Hola, me dice, cómo te llamas?, hace días que quiero hablarte. Te unís conmigo y mis amigos”. Sin hacer nada estaba al lado de él, escuchando su caminata al Everest y sus cinco meses de viaje solo por asia (y yo que pensaba que estaba con un grupo de amigos). Había acertado que era australiano y él daba por sentado que nos gustamos. En un momento me mira y me dice “no me animaba a ir a hablarte. Hace dos días hasta pensé seguirte a tu habitación a la noche, pero estaba seguro que tarde o temprano íbamos a encontrarnos. Me gustaste desde que te vi, tenes luz”. Sus palabras hicieron que mi corazón se abriera y le contara que estábamos en el mismo cuarto y que también estaba esperando que hiciera algo. Se ríe, “finalmente lo hice”, me dice, se acerca y me besa, no pudimos dejar de mimarnos. Era natural como si nos conociéramos de toda la vida.
“Yo sabía que esto iba a pasar desde que te vi” me dice. Te podrías haber apurado, me voy mañana. “Tenemos una eternidad todavía, despreocúpate”. Voy a tener que exprimirte, cuando podríamos estar hace más de una semana. “No pienses en lo que no paso sino en lo que está pasando”. No pudimos separarnos más, hacia varios días que estaba en Katmandú y conocía todos los lugares así que me llevo a recorrerla a la noche abrazados. Locales y extranjeros los saludaban, mientras me corroboraba que se sentía en casa. Comimos rico y volvimos a nuestro cuarto. En el camino me mira y me dice “nunca estoy tan cerca de alguien tan rápido. Tenes una forma de abrirte que hace que sea fácil”. Por primera vez sentí que todo era perfecto, no dejaba de responderme y de acercarse. Dormimos toda la noche abrazados como si nuestros cuerpos fueran uno en la pequeña cama. Cada vez que me desperté me estaba abrazando y si se despertaba me besaba. Esa intimidad que se logra luego de varios meses nosotros la teníamos incorporada.
A la mañana nuevamente hicimos el amor y nos fuimos a “su lugar” en Katmandú donde me invito a desayunar. Hablamos de los viajes y de la vida y de construir lo que deseamos. “Nos vamos a volver a ver, te quiero volver a ver, nunca conocí a alguien tan feliz” me dice. Por primera vez en este viaje no soy yo la que dice esa frase, ya no espero nada, entiendo que todo es perfecto y que cuando te tenes que volver a encontrar con otro sucede, no importa de dónde eres o donde estás el universo te lleva a los brazos de nuevo de otro. Llegaron unos amigos de él y se sumaron a nuestra mesa y al rato me mira y me dice tenemos que irnos. Al salir me dice, “con ellos puedo estar cuando quiero, con vos solo nos quedan unas horas”. Volvimos caminando abrazados enamorados que nos olvidamos de ver a ambos lados de la calle y nos chocó una moto, por suerte sin consecuencia. Nos reíamos porque estábamos en las nubes y podríamos haber terminado en el hospital si el hombre no disminuía la velocidad, solo unos moretones violetas aparecieron. Volvimos al hostel y nos encontramos a mi amiga inglesa del libro shantaram y me dice “lo lograste. Gracias por la lección. Lo que es para vos, viene a vos”. Yo estaba feliz y no podía ocultarlo. El taxi que me llevaría al aeropuerto se atraso media hora dándonos mas tiempo para conversar y abrazarnos. En un momento pensaba que podía no tomar el avión, o que si me hubiera hablado los primeros días nunca me hubiera ido de Nepal y me hubiera quedado con él; pero la vida es simplemente como es y un avión a nuevo destino me estaba esperando. Por alguna razón sentía que tenía que ir a Goa. Viajando te das cuenta que vivís tomando decisiones, pero en lo cotidiano no te das cuenta. Esta vez no hice tics pero elegí con el corazón, vi algo mejor que el Everest y sobretodo disfrute del momento. Así que volveré, era solo un hasta pronto, sentía mientras veía como me alejaba de compañero de alma.

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Llegue a Nepal con plan abierto, pero desde que pisas estas tierras hay un solo tema de conversación en el aire: que trekking vas a hacer. Está lleno de extranjeros, muchos más que en india y de lo único que se habla, es del camino, del agua, los papeles, la nieve o la lluvia en la cima. El primer día pensé en quedarme, hasta compañero tenia para hacerlo. Pero a medida que las horas transcurrían mi cuerpo me hablaba, ¿queres pasar mínimo 11dias caminando? No tenes equipo y sobretodo estas cansada, la voluntad de estar aquí te llevara a la montaña. Sentí a mi corazón y me decía que quería tener una semana chillout y no agotada. Mucho tiempo en la carretera y aunque Abel dice: que se notan los kilómetros andados en mi cuerpo, dado que resuelvo las cosas en 5segundos. Mi cuerpo también reclama. Así que a pesar de estar en Nepal y poder quedarme 15dias en la montaña- que amo-, decidí tomarme un vuelo a Goa para terminar en la playa. Todo hubiera indicado que haría lo contrario pero a veces hay que tomar la brújula y recalcular en lo que necesito. No hay decisiones equivocadas solo caminos a experimentar. Y ayer me daba cuenta que viajar te presiona a tomar decisiones todo el tiempo, te entrena para la vida. No sé si es lo correcto pero es lo que siento. Me veía en la montaña y al mismo tiempo en la playa como dos burbujas en el aire y veía mi cara en una y otra y hasta paisajes y situaciones, ya que Nepal es un paraíso de tranquilidad, todo más fácil que volver a sacar las garras para la caótica india, pero esa semana puede contener un todo y prefiero a apostarle a la sensación que dejarlo a la próxima vez que venga a india. Muchas veces postergamos para cuando las condiciones perfectas estén dadas, pero la vida se hace camino al andar y claramente las condiciones son incontrolables. Llegue a las montañas para darme cuenta que necesitaba de la playa y eso que llegar al Everest siempre fue un sueño a cumplir. Pero este viaje no es llegar a metas sino vivenciar el mientras tanto y para eso se necesita flexibilidad. Ser sensible para recalcular y cambiar de rumbo de ser necesario.

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Llegue a Nepal con plan abierto, pero desde que pisas estas tierras hay un solo tema de conversación el el aire: que trekking vas a hacer. Esta lleno de extranjeros, muchos mas que en India y de lo único que se habla, es del camino, del agua, los papeles, la nieve o la lluvia en la cima. El primer día pensé en quedarme, hasta compañero tenia para hacerlo. Pero a medida que las horas transcurrían mi cuerpo me hablaba, ¿queres pasar mínimo 11dias caminando? No tenes equipo y sobretodo estas cansada, la voluntad de estar aquí te llevara a la montaña. Sentí a mi corazón y me decía que quería tener una semana tranquila y no agotada. Mucho tiempo en la carretera y aunque Abel, mi compañero de viaje dice: que se notan los kilómetros andados en mi cuerpo, dado que resuelvo las cosas en 5segundos. Mi cuerpo también reclama. Así que a pesar de estar en Nepal y poder quedarme 15dias en la montaña- que amo-, decidí tomarme un vuelo a Goa para terminar en la playa. Todo hubiera indicado de que haría lo contrario pero a veces hay que tomar la brújula y recalcular en lo que necesito.

No hay decisiones equivocadas solo caminos a experimentar. Y ayer me daba cuenta que viajar te presiona a tomar decisiones todo el tiempo, te entrena para la vida. No se si es lo correcto pero es lo que siento. Me veía en la montaña y al mismo tiempo en la playa como dos burbujas en el aire y veía mi cara en una y otra y hasta paisajes y situaciones, ya que Nepal es un paraíso de tranquilidad, todo mas fácil que volver a sacar las garras para la caótica india, pero esa semana puede contener un todo y prefiero a apostarle a la sensación que dejarlo a la próxima vez que venga a india. Muchas veces postergamos para cuando las condiciones perfectas estén dadas, pero la vida se hace camino al andar y claramente las condiciones son incontrolables. Llegue a las montañas para darme cuenta que necesitaba de la playa y eso que llegar al everest siempre fue un sueño a cumplir. Pero este viaje no es llegar a metas sino vivenciar el mientras tanto y para eso se necesita flexibilidad. Ser sensible para recalcular y cambiar de rumbo de ser necesario.

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Luna llena en el desierto de Jaisalmer

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“What you seek is seeking you” – “Lo que buscas, te esta buscando” Rumi

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Me levanto a desayunar y hay fiesta de cumpleaños de una familia india y me invitan a festejar con ellos. Primero la madre lo bendice al hijo con unas hierbas y le da de comer arroz con especies. Luego apagaron las velitas y pidieron deseos de la manera occidental. Cada día algo nuevo para compartir en india. Ayer me regalaron ir al desierto por la luna llena, y lo increíble fue que termine solo con indios cantando mantras sufi por mas de cuatro horas en el medio del desierto bajo la luna llena. En un momento apareció el te chai para compartir y sentir el silencio. Volvieron los mantras y las dunas plateadas parecían bajo el manto de la luna, los sonidos sagrados de instrumentos desconocidos para mi y compartir la existencia con desconocidos pero que me hicieron sentir familia, parte sin entender su idioma compartía la emoción de lo que no tiene nombre, lo místico, lo mágico, lo sagrado y profundo del ser fuera del tiempo. Voy a relatar y contarme como sucedió….

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Llegamos en el tren Analia, la argentina que me encontre en el camino, el ingles y yo, y nos estaba esperando un cartelito con mi nombre y “Mystic” el nombre del hotel. El ingles se unió a mi taxi y analia la estaban esperando en otro hotel. Esta vez sentí que tenia que buscar mi camino y ahí estaba. Llegue al hotel y un fuerte dorado me miraba y yo a el. Simplemente hermoso. El aire era calido y la sensación de paz y silencio. Me puse a hablar con un chico argentino compartiendo historias. El plan era que iba a dormir al desierto con analia y sus amigos pero a las 9am me di cuenta que necesitaba descansar por la excitación de conocer no había parado de vivir y necesitaba un poco de calma así que suspendí a analia y agradezco haberlo echo. Escuchar al corazón, seguir la intuición siempre es maravilloso; te trae regalos inesperados. Entonces mientras charlaba con agustin apareció un turbantado que era un músico sufí y el dueño del hotel me dice que me invitaba a pasar la luna llena con ellos, que habían llegado unos amigos de delhi y que la novia era artista plástica y también daba cursos con meditación y que seria un placer que me uniera para esto casi ni había mencionado lo que hacia, solo comentado que pintaba ya que me ofrecí a pintar un loto en algún lugar del hotel era divino para que mis colores estarán. Así fue como despues de dos horas de no hacer nada me dicen de salir en auto. Un chofer, la pareja, el dueño del hotel y yo, no voy a negar que en un momento pensé, esto es una locura, pero mi intuición me decía que estaba todo bien. Empezó a manejar durante un buen rato y el paisaje iba cambiando hasta encontrarnos en el desierto. El hombre de la pareja venia a hacer negocios y nos llevaron a un campamento five stars para verlo donde se podría meditar, etc. Para esto hablaban en indio y me pedían disculpas pero yo decía” todo es perfecto. Cada uno con lo suyo. Yo estoy disfrutando de estar acá. No tenia planes de hacer nada, así que esto es regalo”. Nos trajeron chai y seguí con la lectura de mi libro shantara. Luego subimos al auto y fuimos literalmente al desierto donde nos encontramos con los músicos y nos adentramos en las dunas.

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Empezaron a tocar los mantras y por un buen rato fui raptada a otra dimensión. Plenitud, felicidad, abundancia son palabras que no pueden definir la perfección del momento. Amo el sufismo desde niña por unos libritos pequeños de primavera verano otoño invierno de poemas sufí que había en el living de casa. Al ser curiosa los leí y me enamore se su prosa. Fui creciendo y el sufismo siempre me ha encontrado. Esto era un regalo del universo. Luna llena en piscis, lentamente fue mostrando su esplendor en las dunas de un desierto, fuera del mundo que conocemos. En ese punto donde todo y nada existen pero uno sabe que esta ahí. En ese aquí y ahora difícil de percibir muchas veces. Entonces ahí, sintiéndome agradecida y bendecida pensé: donde estas amor de mi vida que ya quiero encontrarte? Quiero compartir estos regalos contigo. Quiero celebrar la vida a tu lado. Tanto amor siento y agradecimiento por lo que veo que completa me siento y desde esta satisfacción personal te estoy esperando. Ya no te busco mas. Deje hacerlo hace varios años, despues de haber salido de cruzadas por el mundo buscandote. Sabe dios lo que he echo por amor y se yo misma que no me arrepiento de mi entrega porque gracias a todos esoshombres, esos fragmentos mios en ellos me abrace y me acepte. Me elijo y elijo la felicidad como opción y elijo abrazar mis errores y entender s tiempos del universo por eso ya no te busco. Se que nos encontraremos en el momento justo y donde tenga que ser. Mientras tanto vivo, saboreo, disfruto y siento el elixir de la vida en cada instante. Los sonidos de los mantras y del silencio se mezclaban y mi cuerpo empezó a bailar como si fuera una mujer del desierto, una india que había regresado despues de una eternidad a su casa. Me deje llevar y llegue a la cima de las dunas y mire a la luna y le hable con el corazón en ese silencio infinito que solo las almas conocen. Llego la hora de la cena, bandejas fueron servidas y sentados en contra del viento sobre las dunas comimos para que nuestro alimento no se llenara de arena. Sabores exquisitos.

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Volvió la música y mas gente se nos unió para bailar. Era un baile desde siempre, de los seres humanos dejándose llevar por el movimiento de la luna. Mientras mis ojos se cerraban casi en trance mi cuerpo se movía.Luego pasada la medianoche se termino y agradecí a la vida y al indio que me invito. “Sos linda”me dijo, como si eso hubiera sido mi pasaporte para esa velada de ensueño. Yo senti mi alma es linda y para que lo entienda es un regalo del universo, porque todo lo que uno da vuelve, no importa donde estes. Los corazones tienen vibraciones y las almas tienen memoria y se reconocen, se ven. Lo que das vuelve, lo que sos se refleja, se nota, se siente. Ayer no entendía porque corría para llegar al desierto cuando el plan era una noche en jodhpur y con el festival había quedado cansada. Pero desconocía que la luna llena me estaba esperando y un regalo me tenia preparado A veces no se entienden las cosas, pero hay que confiar en que todo tiene una razón natural de ser y que hay hilos invisibles que nos unen con el todo. Así me sentí en desierto, duna, granito de arena, sonido, luna, ser. Indescriptible sensación de pertenecer….

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Sufi mantras, cantos, cerrar los ojos y sentir. ” if you are in this life, talk with love, act with love – Si estas en esta vida, habla con amor, actua con amor”: http://www.youtube.com/watch?v=AyMx0HjpZ4w&feature=youtu.be

Informacion de Mystic Jaisalmer: http://www.mysticjaisalmer.com/

Mensaje:Ya no busco, me encuentra

Viajando a Agra

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“Si cierras la puerta a todos los errores, dejarás afuera a la verdad”. Rabindranath Tagore

Llegar a Agra claramente no es lo que uno espera, pero los cinco días en nueva delhi me prepararon para ver. Primer tren sola a tomar, pensé que a algún extranjero iba a encontrar pero nuevamente yo con los indios. Por suerte me toco una pareja divina hindú con los que charle. Mi turbante en la cabeza los intriga y yo me siento protegida, mimetizada entre ellos.

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Tres horas mas tarde llegue a una horrible estación de tren. Gente en el piso y sin partes de su cuerpo. Gente que se te abalanza a ofrecerte cosas y vacas, muchas de sus benditas vacas completan la imagen. Veo una pareja de extranjeros de punta en blanco, y los sigo, pero salieron por la puerta errónea volvimos los tres la sensación es nosotros y ellos pero al comentarme que esperaban un chofer me fui. Logre esquivar a todos los que me ofrecían sus servicios y salí de la terminal y encontré un tuktuk que confié en la mirada y me dijo el precio que me habían dicho en el hotel 100 y subí.

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Vacas, ciervos en la calle y hasta un burro, caminos de tierra, basura, gente con sus trajes típicos y yo mirando la escena contando la historia de que mi novio viene en una semana porque esta trabajando y que mis amigas en el hotel llegaron antes porque la verdad de que estoy viajando sola en india no la pueden creer y unas mentiras piadosas me dan protección. Por suerte entre muchas opciones elegí de nuevo un hotel limpio, lindo y con vista al tajmahal que me dejo con el wow en la boca. Ese monumento al amor que por mas que foto que hayas visto te deslumbra ni bien tus ojos se posan.

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Y el universo realmente me protege. Salí caminando a tratar de ver al Taj Mahal antes de que anocheciera. Paro a ver en el piso una carta con el 7 de corazones en el piso y veo a una pareja de españoles a los que les había sugerido un tip de viaje y me uno a ellos y sin dudarlo tomamos un camino que nos llevo a un lago donde ahí estaba el tajmahal imponente con un cielo anaranjado y rosado del atardecer y su reflejo. La belleza con la basura a su alrededor, lo bueno y lo malo unidos en comunión. Volvimos de noche esquivando vacas y charlando de la vida y del intercambio de información de la india.

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Las noches en india son para estar dentro y ellos me contaban que no dudaban en salir a la noche y ahí estaba compartiendo ese momento agradecida de habermelos encontrado y de disfrutar del silencio de la mirada al taj mahal que te conecta con la arquitectura sagrada de la construcción humana.

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El Taj Mahal es sin duda el monumento más impresionante que se ha realizado al amor, y una visita imprescindible en la India. El mismo Tagore lo definió como un poema escrito en piedra y dijo de él alguna vez que estaba destinado a brillar por siempre como “una lágrima en la mejilla del tiempo”.

Escuchar mi voz

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Si te preguntas como es el camino para vivir del arte escucha esta entrevista…

Encontrá tu pasión, identifica tu deseo, y se leal con ese deseo, para escribir tu propia historia. No es una cuestión de dinero vivir de los sueños, hay que aprender a confiar en el universo.

Vino Caroline Courel, una francesa que vive en Buenos Aires, a entrevistarme a casa, y decidió convertir la entrevista escrita en un audio de la entrevista, y me pareció maravilloso poder compartirles mi voz sobre un poco de mi vida, y consejos para ser artista.

Antes de pensar yo siento, fluyo, abrazo, mimo, y si hay algo que trato en cada cosa que hago es amar. Y veo las almas porque me permito exponer mi alma. Espero que disfruten del audio, es casi como un elije tu propia aventura de la entrevista, como rayuela , podes escuchar capítulos de la charla o todo junto. Entren al blog Authentique siguiendo este link:

http://b-authentique.com/post/82058042852/entrevista-maria-baylac-buenos-aires-2014

Marruecos – Diario de viajes

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14 de agosto de 2001
Nos levantamos a las 6 de la mañana con Sera y salimos caminando hacia la estación de trenes para conseguir un pasaje, todavía no habíamos decidido cual era nuestro próximo destino. Las calles estaban desiertas a la mañana. La ciudad permanecía aun dormida. Yo estaba hambrienta ya que no habíamos cenado el día anterior dada la precariedad de los lugares que habíamos encontrado. A su vez el relato de la chica canadiense del hostal que había estado ocho días en un hotel de maraquesh sin poder moverse dada la enfermedad que le había causado la comida, produjo que las ganas de conocer Marruecos fueran mas grandes que la falta de alimentos. No pensaba en mi estomago que clamaba por comida, pero primero teníamos que sacar el pasaje. A lo lejos divisamos un Mc Donald cerca de la estación, nunca fui tan feliz con ver uno. Significaba tantas cosas una sola palabra en estos momentos: Occidente, limpieza, comida potable. Entramos a la estación y los trenes a Maraquesh o a Fez tenían el mismo horario por lo tanto era una cuestión de elección. Sugerí que decidiéramos por el medio del “Alquimista” dado que las dos lo habíamos leído y creíamos. Puse dos papeles, cada uno con el nombre de una de las dos ciudades que serian nuestro destino. Y preguntamos cual seria el mejor destino a seguir. Yo mantenía las manos cerradas con los dos papelitos al interior y Será se encargaba se sacar el papelito que nos indicaría el destino. Tres veces salió el mismo papelito con el nombre de la ciudad de Fez, sin dudarlo ni por un segundo sacamos el pasaje hacia allí. Teníamos una hora de espera, así que decidimos dirigirmos al Mc Donald, a mi me ponía nerviosa que Será no tuviera hambre, que no me acompañara con esta desesperación de falta de alimento. En el camino pasamos por una panadería marroquíes, el olorcito de los bizcochos recién hechos, las vidrieras me hacían agua la boca, pero no quería enfermarme. No teníamos muchos días no podíamos perderlos en un baño o cuarto de un hotel, por fiebre vómitos o diarreas. Llegamos al Mc Donald, todavía estaban limpiando el piso a baldazos pero ya se podía comprar. En realidad llegue allí y me di cuenta que la situación no cambiaba en nada, dado que utilizaban el mismo agua para lavar los vegetales, el mismo agua para hacer el pan de las hamburguesas, la carne era local. En mi fantasía inicial al dirigirme con gran felicidad hacia Mc Donald, creí que se exportaría el Big Mac, o las cookies se harían en USA y llegarían por avión a Rabat. Pero al ser los únicos clientes a la mañana, vislumbre sin el movimiento usual y viendo como los chicos que trabajaban lavaban las lechugas en los fregaderos de la cocina, que el nombre americano del negocio no implicaba que estuviera fuera de la misma realidad i condiciones de vida del país. Me puse a pensar mientras miraba el cartel para elegir lo que pedía, que entre comer hamburguesas donde cabria las posibilidad de enfermarme, prefería hacerlo con comida local, con especialidades del país. Por lo tanto con la cara cabizbaja dado que la realidad me mostraba lo que todavía no quería aceptar que estaba realmente en otro lugar donde las condiciones no eran las europeas, salí del Mc Donald con dirección a la panadería que habíamos dejado atrás, no me importaba ya enfermarme, necesitaba comer. El lugar era bien típico, adornado con azulejos, tenia unas mesitas y sillas para sentarse a desayunar o tomar el te. Nos sentamos mientras las dos tomábamos un te de menta (único elixir tomado con placer y seguridad de que no nos enfermara) y yo elegí unas cuantas masitas de granos, de forma pequeña pero de gran atractivo por su forma y color. Y comí, saboree las seis pequeñas masas que comí hasta que Será comenzó a hablar que tuviera cuidado dado que eran granos que podrían provocar que fuera al baño con mas facilidad. Dado que las masas son hechas con el agua contaminada, Este comentario provoco que dejara las otras dos masitas restantes, y que no pudiera volver a comerlas más. Pero las había disfrutado mi estomago no estaba lleno, pero se había satisfecho dado que el día de ayer solo helado había comido. Nada sólido había pasado por mi boca desde el domingo. Salimos de esta panadería con dirección a tomar el tren. Esperamos unos minutos más hasta que el tren arribara. Nos dispusimos a subir, habíamos hecho una cola civilizadamente, un grupo de mujeres tapadas, se abalanzaron hacia nosotras, impidiéndonos el paso, terminamos ultimas. La brutalidad era una constante que cada vez se nos hacia mas visible. El viaje se nos hizo placentero al compartir el camarote con dos franceses. Su aspecto no era de tal país, dado que el hombre era negro de gran estatura, y ella llevaba un turbante azul en la cabeza con unos ojos que te hacían recordar a una hindú y un rostro totalmente encantador, que mis lápices tuvieron que inmortalizarlo en la contratapa del libro que estaba leyendo. Eran estudiantes de filosofía que venían de paseo por un tiempo indeterminado. Hacia un mes que se encontraban y todavía no se habían enfermado y comían gran variedad de alimentos teniendo sola la precaución del agua. Si tan solo no hubiéramos sabido de la posibilidad de enfermarte hubiéramos comido sin preocuparnos. Mi preocupación sobre la comida era latente. Los paisajes que se observaban hacia que mi lectura se frenara. Terracotas y ocres por doquier. Viviendas con las mínimas condiciones se observaban. Nómades, carpas, desplegadas por zonas áridas, desérticas. En el camarote se encontraba también un marroquí con cultura que no dejo pasar ocasión para deslumbrarnos con sus comentarios. Percibí que me miraba con ojos de interés, que hizo que mis ojos se focalizaran más y más en mi lectura. Al llegar a Fez, una corriente de calor sofocante, nos inundo al parar en la estación. La pareja seguía camino hacia Casablanca, nos despedimos y al bajar sentimos que alguien nos seguía con paso apresurado. Era el marroquí del camarote que nos invitaba a almorzar dado la cantidad de veces que había repetido que me estaba muriendo de hambre. Nos miramos con Será y le agradecimos su gentileza pero teníamos que buscar hotel y la verdad queríamos aprovechar el día. Nos insistió varias veces y luego como todo marroquí salió en defensa propia, que no nos iba a hacer nada, que no tuviéramos miedo, etc. Salen a la defensiva ante la negativa, cuando en realidad era por realmente por una cuestión de tiempo. El calor realmente se sentía. Decidimos con mapa en mano, empezar. A caminar desde la estación a la avenida en busca de hotel y de comida. En el camino compre un helado para engañar al estomago. Pelea mediante con el comerciante ya que cambio los precios como tres veces del helado. En sus ojos podes observas que te están engañando. Seguimos caminando, las miradas libidosas nos seguían en nuestro caminar. Los bares eran centros masculinos, no había ni una mujer sentada afuera. Otro de los tantos privilegios de los hombres en este país. Empezamos a ver el mapa de los hoteles y nos faltaba una hoja pensamos que se nos había caído así que volvimos atrás nuevamente, estábamos cansadas con hambre. Al rato desistimos de la búsqueda por el piso de las calles que habíamos transitado. Y empezamos a caminar, preguntamos en varios hostals y estaban llenos. Eso si perdimos mas de media hora dentro de un baño como la gente de uno de los hoteles, éramos felices, tenía papel higiénico, limpio. La cosa es que al salir del hotel Sera encuentra la hoja que creímos perdida, la había puesto en el bolsillo del bolso. Seguimos caminando y conseguimos un hotel relindo cerca de la gran avenida, pagamos la habitación dejamos las cosas y salimos a caminar. Estábamos en la ciudad nueva y teníamos que ir para la Medina. Caminamos y caminamos, en realidad podíamos así observar más la realidad. Llegamos a un gran portón de bellas decoraciones con oro y azulejos de colores, donde nos sacamos algunas fotos, era el Palacio Real de atrás. Nos internamos por unas callejuelas donde luego de dos cuadras retrocedimos dado que nos dio miedo, era realmente precario el mercado dispuesto en la calle, todo tirado, con canastos y gente que llevaba carretillas con vegetales, No había turistas y todos nos observaban, Volvimos al camino, queríamos comer. Seguimos caminando nuevamente por una calle hasta llegar a un gran portón en forma de cerradura donde el encanto se vislumbro ante nuestros ojos, mujeres con pañuelos danzaban a nuestro alrededor (hipotéticamente) con bolsas de algodón para vender alrededor. Nos internamos en los mercados que había por doquier, almohadones, ropa típica, utensilios de metales, zapatos. Eran todas tiendas en su mayoría juntadas por rubros. En realidad a diferencia de Rabat, las tiendas eran de un gran colorido. Pero a su vez estas tiendas pasaban de las muy elaboradas a las muy precarias, hasta llegar a la gente que vende la mercadería en el piso sobre una colcha. Los precios también oscilan constantemente y te siguen, y te cambian el precio constantemente. Eso realmente me saturaba. Seguimos caminando y a nuestro paso no dejaban de preguntarnos si queríamos un guía. Pasamos por la entrada del Palacio Real y seguimos caminando, estábamos cansadas y con hambre, en realidad tuvimos que preguntar ya que eran todos caminos y uno no sabia cual elegir. En realidad yo me había hecho cargo del mapa, y se hacia mas difícil de lo que pensaba, ya que a Fez se la llamaba “Laberinto”, por la distribución de las calles y callejuelas. Llegamos a la entrada de la Medina y comenzó el encanto. La puerta era de un gran esplendor toda trabajada con mosaicos de colores, y los edificios que se observaban a lo lejos, con la mezquita predominando las alturas, era un espectáculo. Seguimos caminando y los turistas aparecieron ante nuestros ojos provocándonos cierta tranquilidad. Nos sentamos a comer dada la gran cantidad de gente que se encontraba en todos estos restaurantes con mesas en la calle. Comimos tajina, plato tipo de vegetales cocidos en un plato de barro, con te de menta. Descansamos, observamos a la gente pasar, ese es uno de los mayores placeres de Marruecos, sentarse a contemplar el ambiente. Uno comienza a observar las diferencias entre las mujeres, las diferentes alturas de los velos, los atuendos de los hombres, las mulas y burros que se mezclan entre la gente, transportando las mercancías. El bullicio de la multitud. Luego de una hora de disfrute nos internamos en la Medina. La Medina esta caracterizada por tener una gran amplitud y una gran probabilidad de perderse. Por lo tanto la mayoría de los turistas contrata a uno de los miles de guías que se te ofrecen al pasar. Hay de todas las edades, y los precios oscilan constantemente. Pero a nosotras Beth, una chica que habíamos conocido en Málaga, nos había dicho que no era necesaria contratar uno, que era fácil encontrar los lugares con un mapa, así que decidimos tomar el riesgo de la aventura. Luego de caminar varias cuadras, en realidad las calles son como túneles, largas cuadras donde no se puede dar la vuelta, y luego una cantidad de pasadillos y callejones. De repente observo tres alemanes que estaban con un marroquí guía, que doblaban por una callejuela, yo sabia que lo conveniente era seguir el recorrido del mapa para no perdernos -hay que tener en cuenta que las calles no están señalizadas no tienen nombre-, pero me pareció divertido comenzar a seguir a los alemanes que nos llevarían por un camino mas típico. Pensaba que luego podríamos volver siguiendo el recorrido del mapa y así veríamos otra parte del gran laberinto que es Fez. Así fue como empezamos a seguirlos con cierta timidez y dándoles cierta distancia, para que no nos descubrieran. Para esto Sera no entendía nada, cuando le dije “Dobla, tenemos que seguir a aquellos”. Luego entendió, al comenzar a ver el verdadero Marruecos. Las calles eran un verdadero laberinto, en su mayoría blancas, con puertas de distintos colores, los niños en las puertas de las casas jugando, los burros atados en las esquinas como si fueran autos estacionados. Subías y bajabas escaleras, pasadizos cubiertos, túneles sin luz, callejones sin salida. Era como un sueño en el cual no encontras la salida, dado los círculos que continuamente dábamos siguiendo a los alemanes. En realidad nunca no hubiéramos animado a internarnos en el corazón de la medina. Las mujeres tapadas sentadas en las puertas de las casas. El suelo era de tierra en su mayoría o a veces de piedra. Los alemanes a veces se paraban a comprar algo y nosotras nos frenábamos atrás. En realidad resaltábamos dada la falta de turistas que había en esas calles. Todo parecía que iba bien, hasta que apareció un viejo poniéndole la herradura a su burro, de fondo blancas casas con portones azules y verdes que se intercalaban, al fondo la calle doblaba hacia un túnel de madera. Era una foto viviente. Con Sera no pudimos resistir la tentación de sacar una foto, yo lo hice son suma rapidez, con mi mirada a lo lejos para no perder el rastro a los alemanes, ya que no sabíamos adonde estábamos. En cambio Sera se tomo el tiempo que una buena foto necesitaba. Se puso a hablar con el viejito dueño del burro, mientras yo atrás le decía que se apurara que los alemanes se iban. Pero ella no me hizo caso, mientras los alemanes desaparecieron en el túnel de madera, yo tenía la esperanza de que tuviera solo una salida y que luego los alcanzaríamos. Estaba realmente enojada con Sera porque no se apuraba y ella decía que ella también disfrutaba de eso, y que no podía imponerle los tiempos. La cosa es que no quise perder tiempo discutiendo y nos internamos en el túnel de madera, a cada diez metros había una puerta con un nuevo callejón. No lo podía creer, estábamos completamente perdidas en el interior de la Medina de Fez, por el solo hecho de querer sacar una foto de un viejo poniéndole las herraduras a un burro. No creí que corríamos riesgos siguiendo a los alemanes dado que no me había ocurrido pensar que cabía la posibilidad de perdernos. Pero así fue, mi instinto de preservación, nos salvo, seguimos doblando, metiéndonos por puertas que parecían que no tenían salida, ni perdimos tiempo preguntando a los que pasaban por ahí, con la seguridad de quien sabe logre encontrar la salida. Luego de un rato, nos dimos cuenta que estábamos a salvo, pero eso nos hizo darnos cuenta que necesitábamos ayuda si no queríamos perdernos nada. Vimos a un chiquillo que se nos acerco de buen modo y sin dudarlo decidimos contratarlo para que nos lleve a ver lo que nos faltaba. Así terminamos en las piletas de tintes, el olor fuerte de estas nos marcaron la salida, y seguimos recorriendo bazares y mezquitas. El niño era un encanto y el mapa termino guardado en mi bolsillo. Luego de una hora de recorrido nos despedimos del encanto de niño y terminamos comiendo tarta de paloma, por mas que hasta por un momento me convencieron de que era de pollo. Sera estaba feliz por sus fotos al burro sacadas, como si fuera a ganar un premio guardaba el rollo con recelo. Después de seguir de paseo terminamos en un lugar de Internet donde conocimos a tres atractivos chicos, uno se puso a hablarme a mí y terminamos conversando los cinco. Eran australianos, a Sera ni les intereso el contacto, pero a mi me parecían divertidos y lindos, y ellos nos convencieron de que nos fuéramos a Maraquesh esa noche.
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Decidimos luego del encuentro, ir a sacar el pasaje para irnos en el tren nocturno, así no perderíamos otro día en Fez, agradecíamos haber encontrado al niño que nos recorrió toda la ciudad. Sacamos los pasajes y volvimos al hotel, descansamos un rato, y a las dos de la mañana del día 15 de agosto decidimos caminar hacia la estación ya que no vimos ningún taxi al salir del hotel. Empezamos a caminar y el silencio de la noche te asustaba, comenzabas a ver sombras que te espantaban, las dos caminábamos con prisa por las callejuelas que a pesar de la cercanía de la estación se hacían interminables. Eran solo 7 cuadras a lo sumo, pero autos perdidos aparecían con hombres que te apuntalaban con sus miradas. Comenzaban a desacelerar los autos y nos seguían a la par. Yo ponía mi mochila en mi cabeza para tapar mi rostro. Sentía que era una inconsciencia lo que estábamos haciendo pero los taxis que pasaban eran de a dos hombres y eso nos daba mas inseguridad que el ir caminando. De pronto nuestros pasos comenzaron a tener eco nuestra respiración se aceleraba dado que apareció un auto con unos cinco o seis hombres en su interior y prendieron las luces altas como atrapándonos entre tanta oscuridad. Apareció otro auto, y yo ya estaba aterrada, empezamos a correr hasta ver un taxi que nos encerró en nuestro camino y nos dimos vuelta otro auto nos iluminaba también lleno de hombres, agarramos y vemos un taxi que venia a lo lejos comenzamos a hacerle señas y no subimos a él, solo dos cuadras hasta la estación era la distancia que nos separaba pero nuestro corazón ya no aguantaba a otro auto mas. Le pague de mas al conductor ya no me importaba. Estaba completamente desfasada, había sentido el miedo a flor de piel, en una milésima de segundos se me paso todo lo que nos podrían hacer. Eran hombres, bestias que no respetaban a las mujeres, los había visto con navajas peleando en el día, me costaba no pensar en lo que eran capaces de hacer. Sentí terror al imaginarme que se bajaran del auto y nos agarraran como defendernos, cinco contra dos mujeres occidentales que jamás serian defendidas por la población, que jamás serian reclamadas. Jamás se haría luz lo sucedido, como la noche nuestra existencia se oscurecería, desapareceríamos de nuestro mundo para entrar en otro con reglas y tradiciones que aun no comprendía y que todavía no podía aceptar sin juzgarla dada mi “normalidad”. Llegue a la estación y más hombres, mirándonos con esa mirada lasciva, de deseo prohibido, de mente censurada. Esas miradas que encontraban a cada paso me estaban ahogando, me estaban haciendo presa. Empecé a llorar, no podía dejar de hacerlo, quería irme, no aguantaba más tanta presión, tanta inseguridad. Llore sin poder parar, se había rebalsado el vaso, muchos sobresaltos. No entendía sus miradas, no podía ver porque miraban a las mujeres como objetos de su propiedad, como pájaros que deben estar enjaulados. No podía entender sus malos tratos, su brutalidad, su cambio de precios cotidiano a los turistas que comprábamos. La lucha por conseguir precios aceptables, sin que movieran los ojitos varias veces y pensaran por unos segundos que precio ponerle a la mercancía.
Tomamos un te de menta mientras mis lagrimas se agotaban, Será se mantenía firme y me decía que exageraba, pero mis piernas nunca habían temblado con tanta persistencia ni nunca había sentido tan cerca que podría ser raptada. Era un país donde sentías que no tenías derecho a nada. Las miradas persistían en el bar de la estación, las agujas del reloj que colgaba en la pared no dejaban de correr, yo no dejaba de rezar para que aparecieran los australianos. No quería ni pensar en el viaje que nos esperaba. Necesitaba descargar todo el miedo contenido, toda la inseguridad pasada. Había estado mostrando una fortaleza que en este país te la perforaban de adentro sin ni siquiera notarlo. El hecho de no poder casi comer sin sentir que vas a terminar contaminado, que vas a terminar enfermo dado las faltas de anticuerpos para los alimentos que se consumen a diario La suciedad, los olores se impregnan por doquier sin poder escaparte. Hacia solo tres días que estábamos y casi no habíamos comido, solo lo mínimo para seguir caminando.
Así fue como luego de terminar le té, y consejos mediante que les dimos a dos chicas australianas que llegaron a la estación solas, nos fuimos al anden a esperarlos. En su mayoría hombres esperaban el tren al igual que nosotras. Las cabezas rubias no se asomaban, vimos solo dos chicos con mochilas a los que nos acercamos, Eran dos franceses a los que les pedimos estar en el mismo camarote. Cuando llega la hora de partida, los australianos no se divisaban y ellos nos comentan que habían sacado pasajes de primera clase. A nuestro alrededor solo marroquíes encontrabas, las dos nos miramos con Será y agarradas de las manos subimos al tren entre medios de empujones dada la brutalidad con las que estas personas se han caracterizado desde que comenzamos el viaje. Empezamos a caminar por los vagones buscando un lugar, todo ocupado, eran todos hombres. Los camarotes a su vez cerraban las puerta a nuestro paso y nos decía que no. De repente encontrábamos un vagón con dos mujeres y niños donde quedaba espacio pero ellas no nos daban lugar, cerraban la puerta y decían no. Y encontrar un vagón de mujeres era un promedio de uno sobre 200. En todo el tren debía haber solo 15 mujeres sin exagerar. Vagones con gente loca, que hablaba sola, con caras lascivas. Estábamos cansadas. Creímos al llegar a la estación que se había terminado la pesadilla cuando no nos dimos cuenta que recién comenzaba. Marruecos no esta preparado para mujeres nos consolábamos con repetir entre nosotras. Ya nos reíamos de nuestra situación. Caminamos hasta el final del tren sin encontrar un lugar, decidimos volver, probar en primera clase pagaríamos lo que fuera necesario. No sacamos pasaje de primera clase dado que se habían agotado, y en realidad la diferencia era nula, la gente estaba en los pasillos de pies igual , no había mas lugar tampoco allí. Ya habíamos pensado en pagarle lo que fuera necesario con tan solo podernos sentar.
Decidimos intentar nuevamente conseguir un lugar sin resultado positivo. Éramos las extranjeras, por primera vez sentimos que no éramos bienvenidas. Buscamos algún mochilero en los camarotes sin encontrar a ninguno; ni a los franceses volvimos a ver. Hacia una hora desde que había partido el tren y ya lo habíamos recorrido varias veces, las miradas no solo provenían de los hombres, sino las que más nos intimidaba eran las de las pocas mujeres que había en el tren. Tenían odio, esos cuerpos sin vida que transitaban cubiertos de mantos oscuros ocupaban asientos completos del tren sin molestarse en hacer un poco de lugar ni a sus propios hombres. Así que decidimos desistir de la búsqueda. Volvimos al lugar por el cual entramos. Vimos una cabina de teléfonos decidimos instalarnos allí, cuando un hombre se apresura y se avalancha sobre nosotras y entra a dormitar allí. Solo nos miramos, yo ya no tenia lagrimas. Será mantenía una calma que me daba fuerza para no desplomarme y a ella la mantenía fuerte mi debilidad que cada vez se hacia mas evidente. Me acorde de Bolivia, el mismo tipo de olores, el mismo tipo de miradas. Yo esperaba que fuera como Turquía pero Marruecos no tenia comparación, realmente sentía que estaba en un país musulmán. Decidimos turnarnos para dormir sobre la mochila en el piso de la intersección del tren dado que los pasillos también estaban atestados de gente. El piso estaba sucio, realmente sucio, engrasado, mojado, lleno de papeles, bolsas y restos de comida. Por lo tanto la idea de dormitar en el suelo se dilucido al instante. Solo agradecíamos no tener las pesadas mochilas sobre nosotras, dejarlas en Algeciras fue la mejor decisión.
Al rato de intentar dormir parada, mientras Será me controlaba. Dios nos ayudo. Un hombre apareció entre las penumbras del tren ya que la luz se apagaba de repente de vez en cuando. Y nos dijo que lo acompañemos que no podíamos estar allí de esa forma. El hombre nos llevo por el pasillo a un camarote de 3 hombres dos mujeres y dos niños. Una de ellas se desplegaba en la mitad del asiento, ya que sus hijos se encontraban en el piso. Haciendo que el hombre que nos había rescatado comenzara a hablarle con tranquilidad. Pero dado que la mujer no reaccionaba. El hombre comenzó a moverla con cierta brutalidad dada la reticencia de la mujer, para que nos diera espacio. No lográbamos entender lo que decían dado el árabe que utilizaban, pero podíamos comprender perfectamente que la mujer no nos quería a su lado. No lo dudamos, necesitábamos sentarnos así que no dimos vuelta atrás. Para esto llego el guardia del tren que legitimo nuestra situación allí. No dejábamos de agradecerle al hombre en francés, y Será ya había aprendido a decirlo en árabe. Y yo que recordaba el tren de Milano a Venecia en Carnaval años atrás, como caótico, no sabia lo que me faltaba vivir. Lo mismo tomamos precauciones con Será y nos turnamos para dormir mientras era de noche. Yo no dejaba de rezar, había sido un milagro que el hombre nos respaldara, nunca lo hubiéramos logrado solas. Descansamos, estábamos realmente cansadas.
A la madrugada observamos una situación que nunca olvidare. Los hombres que habían estado durmiendo en nuestro camarote se bajaron en una estación y la llegada de otra mujer musulmana tapada con tres niños, provoco una pelea de la cual no creí poder presenciar. La mujer que nos había cedido lugar no la dejaba entrar al camarote, provocando que la otra mujer llamara al guardia; él cual se puso a discutir con la mujer en árabe. Para esto Será dormía mientras los gritos retumbaban en árabe, hasta que la mujer acepto a la fuerza a la otra mujer. La situación se volvió tensa. La nueva se sentó en un rincón casi sin moverse, como si consumir el aire del camarote fuera un pecado.
Al rato la nueva integrante del camarote saco unos bizcochos caseros y agua en un termo y luego de darle a cada uno de sus hijos les compartió a los hijos de la mujer que le había impedido la entrada, provocando un acto de bondad inimaginado, Dada la condición más precaria de la segunda. Los hijos de la primera mujer no aceptaron los bizcochos provocando que la mujer se los comiera. La niña mas pequeña de la segunda mujer comenzó a jugar con la hija de la segunda demostrando la igualdad de los seres humanos. La primera mujer al rato saco su termo con sus galletas mas elaboradas y también les compartió a los hijos de la otra mujer mostrando cierto arrepentimiento y solidaridad. Era como si se sintiera en falta. No sabia si había reglas de convivencia pero parecía como si todo lo que se da de alguna forma se devuelve. Mientras esto sucedía, el bebe de la segunda recibía toda la atención del hijo de la primera. La segunda mujer se bajo primero, mostrándole tanto amor a la primera que me sentía conmovida ante la situación. Eran mujeres rudas, el corazón se le había helado luego de tantos maltratos luego de tanto encierro. Sus velos escondían partes o totalidad de sus rostros pero sus ojos clavaban lanzas invisibles al que osara mirarlas. Las veía de lejos como almas en penas, grises, ni te miraban a los ojos si estaban acompañadas de hombres, desaparecían del ambiente, se transformaban en un objeto más, una valija, una silla, sin vida, sin alma. Eran mujeres sin sueños, sin esperanza, todo estaba predeterminado. Su destino ya no les pertenecía.
A las ocho de la mañana llegamos a Casablanca donde cambiaríamos de tren. Salimos del camarote, Será había dormitado la mayor del viaje. Nos encontramos en una estación de tren atestada de gente, sin cartel que indicara cual era el andén para Maraquesh, decidimos seguir a la multitud. Al rato volvimos al mismo lugar al cual habíamos llegado, gracias a un marroquí que nos observo perdidas y nos indico que volviéramos. Esperamos en una estación que no tenia vida a pesar de la cantidad de gente que estaba esperando, era un silencio que se mantenía en el aire. Al frente observo nuevamente una mujer que se encontraba tapada de pies a cabeza, sus manos cubiertas con guantes negros, ni sus ojos se observaba, pero denotaba que era joven, su contextura delgada, su altura. Su situación me atraía sin poder sacar la mirada. La observaba, su marido se encontraba adelante, con una señora que podría ser la madre de ella. Poseían gran cantidad de valijas mostrando su condición. Se peleaban, por el movimiento del cuerpo estaban discutiendo. Pero sentía que el siempre tendría la ultima palabra. Ella estaba apresada. El tren llego al andén y yo observo a lo lejos que los australianos que habíamos conocido en Fez estaban subiendo al mismo tren. Sin decirle nada a Será la dirigí hacia los camarotes de adelante, para que pareciera casual nuestro encuentro. Estábamos salvadas, no paraba de repetir en mi interior. Así fue como terminamos con los tres australianos, Brad, Gav and Guy, compartimos el mismo camarote y continuamos el viaje protegidas y divertidas. Las horas que faltaban a Marraquesh se tiñeron de relatos de viajes, y de cuentos de que como llegamos a donde estábamos.

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A partir del encuentro nuestro viaje a Marruecos dio un giro de 180 grados, los hombres marroquíes ya ni nos miraban, nos respetaban y al mismo tiempo lidiaban los precios con los chicos que claramente hacían mejores negocios que nosotras. Desde la estación hasta la plaza de la ciudad, todo había cambiado. Entendimos que nos respetaban porque estábamos acompañadas por nuestros hombres, ellos nos veían iguales, morochas de pies trigueñas y eso hacia que fuéramos infieles ante sus ojos por nuestra vestimenta y actitud de viajar solas. Los australianos tenían reservados una habitación en un hotel llamado Essaouira y nosotras decidimos acompañarlos. A pesar de no correr con la misma suerte, dado que no había más habitaciones, nos dieron unas frazadas para que durmiéramos en la terraza, sin dudarlo decidimos tomar la opción. No éramos las únicas que compartiríamos la terraza por 3 dólares la frazada, verdaderamente era una aventura. Luego de una ducha fría salimos a recorrer Maraquesh, mi sonrisa ya no se despegaba de mi rostro, y al ver que los chicos comían cuanta comida se les presentaba empecé a relajarme con todas las ideas que habían contaminado mis días y pensé que porque tendría que compartir la misma suerte. Nos perdimos en los mercados de especies y datiles, de lámparas de las mil y una noches, de cajitas de colores, de velos de fantasía. Terminamos en una farmacia de pócimas secretos y de polvos de colores que curaban todos los males, Brad se sentía mal del estomago, finalmente su no cuidado en la comida hacia su efecto. Así que después de una hora de escuchar todos los remedios que tendríamos que comprar para distintos malestares, salimos con unos polvos que frenarían la diarrea y el dolor de estomago y maquillaje para los ojos que nos convertirían en mujeres del desierto. Después de dar vueltas terminamos en una agencia de viajes cerrando nuestro viaje al desierto en 4 x 4, los chicos lograron un fantástico precio para los 6 integrantes, un nuevo australiano llegaría la mañana siguiente para unirnos en nuestro plan. La camioneta estaría a nuestra disposición por tres días. Mejor imposible pensábamos con Sera. Volvimos al hotel y nos cambiamos para salir a comer en la famosa plaza Djemma el Fna, el verdadero corazón de la ciudad, todo acontece ahí. Los chicos se pusieron a bailar con unos músicos marroquíes y terminaron haciendo un show poniéndose los sombreritos típicos, eso si al final trataron de hacerles pagar por el baile pero los australianos no dieron nada porque tendrían que ellos haberles pagado por la destreza mostrada. Comimos, charlamos y nos perdimos de nuevo en el mercado. Vimos serpientes encantadas, tomamos te de ginseng y terminamos en el hotel conversando de la vida en la terraza hasta que llego la hora de acostarnos. Fue una noche inolvidable, dormí en una frazada en la intemperie bajo el abrigo de miles de estrellas que brillaban encantadas. A las cinco de la mañana, los gallos y los rezos de la ciudad que ya no dormía me levantaron, la vibración energética de las plegarias hacia vibrar a la terraza, la sensación de unión que sentía era difícil de explicar, los rezos y la sirena de las mezquitas hacían que mis ojos se mantuvieran despiertos pese al cansancio. Ya no pude dormir, me quede meditando en todo lo acontecido. En pocas horas me encontraría por primera vez en el desierto, finalmente andaría en camello como en mis aventuras de niña, un nuevo sueño que cumpliría.

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El síndrome del eterno viajero

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Para todos los viajeros de alma!

El síndrome del eterno viajero es una enfermedad que te salva la vida. El síndrome del eterno viajero es la necesidad de querer estar constantemente en otros lugares. Es sentir que no puedes ser feliz viviendo en un solo sitio. Es la ansiedad de pensar que te estás perdiendo cosas… otras costumbres, otros olores, otros sabores. Es no limitarte a lo que conoces.

Me estaba yendo a dormir y no pude dejar de mirar este video, que hizo que las lagrimas corrieran de la emoción, de compartir ese sentimiento que no se puede explicar, solo se siente. No pude parar de recordar al escuchar estas imágenes, son años de viajar sin rumbo o al contrario sabiendo que me estaba encontrando, años de no entender porque seguir en carreteras, mirando amaneceres, atardeceres, perdiéndome en horizontes y en destinos, conociendo nuevas personas que en general terminaban convirtiéndose en amigos eternos y para siempre sin importar la distancia del globo en el que vivían. Hambre de saber, hambre de conocer, hambre de vivir. Viajar te enseña a extender tu cotidiano, a entender que un día puede ser solo 24 horas o un año en un día por todas las emociones que se pueden vivir en esas 24 horas si así lo quieres. Viajar te hace entender que todo es posible, y que hay muchas maneras de hacerlo y de elegir vivir tu propia vida. Viajar me ha enseñado a entender las cosas desde muchos ángulos y también a entender que todo es parte de una o de muchas historias y que todo es perfecto así tal cual acontece. Viajar me ha hecho poder vivir una misma situación desde distintos lugares, a veces siendo la protagonista, otras la victima, otras la victimaria, pero siempre aprendiendo que a veces se puede y otras solamente hay que aceptar las cosas como suceden y que nada ni nadie sacara la sonrisa de mi rostro. Viajar me ha enseñado a ser valiente para mi misma y a entender lo importante que es tener valores y defenderlos independientemente de donde uno este y con quien, uno siempre tiene una identidad lograda. Viajar ha sido mi mejor universidad y me ha dado más riquezas de las que puedo explicar. Viajar es siempre posible si uno solo decide embarcarse.

LA VIDA SOLO SE VIVE UNA VEZ…

Míralo, sentimientos de una viajera: http://www.youtube.com/watch?v=7dKGcg_jBhw#t=753

LA CURIOSIDAD PROVOCA EL ENCUENTRO

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La historia que voy a contar es una mas de las que se suman sin final. Una historia donde la magia cumple su papel y te envuelve como si un hechizo te hiciera hacer sin poder controlar el sentir, el desear y por sobretodo el vivir.

La mañana había comenzado temprano para Mara y para mi, decidimos nuevamente que cada una seguiría su camino, veníamos de dos noches sin dormir, de fiesta en fiesta sin ningún ingrediente extra. Disfrutaba observar la masa humana en movimiento. Yo decidí ir para una playa alejada. El camino hacia allí se hizo largo, mi mirada estaba perdida agregando nuevos paisajes a mi haber. Llegue a las playa Salina en Ibiza, era un gran hueco en el mar, donde este se convertía en una gran pileta de natación. Me senté a descansar sobre la arena, no había llevado toalla ni bronceador, solo mi presencia. Disfrute de la soledad, del mar, y los colores que se fusionaban en el ambiente. Luego de descansar y disfrutar de la tranquilidad de la playa, me fui para la playa Bora Bora. No sabia si era el colectivo correcto dado que solo uno te llevaba a la ciudad y comencé a preguntar si iba para allá. Así fue como  conocí a un argentino que tenia la misma dirección. Nos bajamos en la ruta, y continuamos juntos conversando. Me contó que lo habían echado de la otra playa por vender artesanías y que por eso se venia a esta. También  que hacia 24 años que andaba recorriendo el mundo con sus artesanías y que era feliz teniendo la libertad de hacer lo que le gustaba. “Cada uno elige su forma de vivir” pensé.

Llegue a la playa y me quede allí un rato mas, disfrutaba del mar. Me dirigí a la parada de autobuses pero el autobús no llegaba, dado que Mara, que no había querido ir a la playa,  me estaba esperando en el puerto de la ciudad decido hacer dedo. Luego de un rato con intentos fallidos, en realidad no estaba muy convencida de hacer dedo sola, un chico me dice que me llevaba pero que teníamos que esperar a un amigo. El amigo se convirtió en tres chicos. Comencé a tener miedo ya que el auto iba a gran velocidad y eran extraños estas personas. Uno era italiano, el otro marroquí, y los otros dos hablaban en un idioma que no podía descifrar. Me decían que eran egipcios, luego israelíes, al final no pude sacar en conclusión de que nacionalidad eran. Yo casi no pronuncie palabra, estaba retraída en la ventana de atrás del auto, pero luego de sobresaltos producidos por la velocidad con la que manejaba el tano el auto me dejaron en destino. Me encontré con Mara, estaba sentada en un banco abajo de unos árboles al frente del puerto. Charlamos un rato y le comento mis pretensiones de subir al castillo o fortaleza que se encontraba en la cima de Ibiza. Ella decide que no quería subir conmigo ya que tenía una ampolla en el pie que le molestaba y que se quedaba esperándome en el puerto. Me había acostumbrado a estar sola, así que no me molesto su decisión. Por primera vez sentía que viajaba sola acompañada, una nueva forma de viajar. La cosa es que me dispuse a caminar para arriba. Hacia mucho calor. Las callejuelas hasta la cima te encantaban, la ciudad a pesar de la hora estaba dormida, desierta.

Subí primero hasta un mirador a contemplar la vista. Desde arriba podía observarse patios traseros de casas que dejaban de tener el glamour de lo que se observaba por doquier. La pobreza convive con la riqueza también en todos lados. Hombres y mujeres compartían una ducha a la intemperie con gran bullicio haciéndote recordar  por primera vez que estaba en España. En realidad la Isla te hace olvidar que te encontrabas en un punto del planeta, dada la diversidad de nacionalidades que encontrabas a tu paso. Luego me encontré con dos posibilidades de caminos a seguir pero recordé la primera noche donde me había internado por las callejuelas, y decido volver al camino que había dejado por la mitad. Por lo tanto camine hasta el otro lado, en realidad disfrutaba de conocer estas callejuelas ya que eran como estampas vivientes de Ibiza. Todo se disponía de una forma que parecía que fuera una producción de una película de época, no se podía creer la disposición de las macetas en las ventanas, los detalles de las puertas y ventanas, los faroles que enmarcaban el pasado.

Al doblar por una esquina, veo a lo lejos a una señora sentada con una amplia pollera azul y camisa blanca, rodeada de palomas en un callejón de ensueños, blanco con ventanas azules, era sublime la posición de los elementos, que decidí tomar una fotografía para recordar que la realidad supera la ficción. Pase a su lado y ni siquiera percibió mi presencia, su mirada se encontraba perdida en su acción. No dejaba ni por un segundo de alimentar a las palomas, parecía como si se comunicara con ellas. Seguí caminando por una calle que parecía interminable, el camino parecía una escalera caracol dado que no se podía doblar para ningún lado, solo subir o bajar, y a medida que caminabas hacia arriba las callejuelas se iban angostando. De repente observo que entre dos casas había un pequeño corredor. Un espacio que se transformaba en una intriga para mí, dado que solo se podía divisar el cielo azul de fondo. En principio no le di importancia al callejón y seguí caminando unos metros hacia arriba, cuando no pude seguir haciéndolo mi mente me frenaba mis movimientos. Necesitaba descubrir que había al final del callejón, así que decido volver. En realidad estaba cansada, hacia un buen rato que me había sacado los zapatos, porque eran altos. Quería solo llegar a la cima ver lo que había que ver y bajar, no le daba mas importancia que la de sumar una vista mas. Era un trámite que tenia que hacer para mí, para completar la visita. Pero no podía con mi naturaleza aventurera de ver mas allá de lo que hay que ver en cada lugar. Así que decido bajar por el callejón. A la mitad del camino cuando aun solo podía divisar el puerto, me digo a mi misma que era ridículo lo que estaba haciendo dado que después tenía que subir hacia el mismo lugar. Pero realmente no podía darme cuenta que había al final, así que me digo que ya había decidido volver unos metros mas no me costaban nada para descubrir el misterio que me había echo yo misma en mi imaginación. Yo misma no me permito dejar pasar cosas que me llaman la atención. Es como si mi olfato me fuera detectando lugares a los que tengo que asistir, ver, aunque para otros no tengan significado.

Bajo hasta el final y un gran farol de antaño aparece con todo su esplendor en esa esquina de color durazno que surgía de repente con un camino que continuaba bajando con dirección al centro de la ciudad. Con toda satisfacción por descubrir este callejón me doy vuelta y de una puerta sale un chico hermoso que atrae mi atención. Me quedo pasmada ante su rostro. El encuentro era imposible de impedir dado que justo al pasar por la puerta él sale y me sorprende dado que yo solo había bajado por el callejón sin observar las puertas que se encontraban en él. Al verlo no pude impedir a mis ojos que se encontraran con los suyos. Pasaba sorprendida a su lado, dado que mi mente no dejaba de pensar en que yo solo había bajado por ese callejón y veo a alguien que me atrajo sin conocer. Fueron milésimas de segundos en que todo esto transcurría. Su salida de la casa fue instantánea a mi encuentro y al mirarnos, un “Hola” de la profundidad de mis entrañas se me escapo sin poder reprimirlo. La atracción fue más fuerte. A lo que él me respondió sonriente, mirándome directamente a los ojos y seguí caminando, como si estuviera en una película romántica en blanco y negro donde para ponerle más énfasis a la situación se desarrollaran las imágenes en cámara lenta. Retome el camino maravillada ante lo sucedido, encantada por su rostro de hombre. Haciéndome la disimulada miró para atrás, con el fin de ver donde se había metido el caballero del callejón misterioso de color durazno.  Con la sorpresa de que él se encontraba atrás mío. Era como si me estuviera siguiendo. En realidad quería que fuera así, pero me costaba imaginar que él sintiera lo mismo. Una energía invisible pero poderosa llega a atraparte cuando sucede  la atracción, no tiene lógica.

Sigo caminando en subida, exaltada por saber que se encontraba atrás mío. La escalera caracol de las callejuelas no se terminaba por lo tanto no sabia adonde me dirigía, pero ya eso no tenia importancia. Quería volver a ver su rostro otra vez, pero la vergüenza de que se diera cuenta de que lo quería me impedía darme vuelta. Estaba nerviosa, sobresaltada. Luego de caminar unos metros más observo que se abría un mirador, así que decido ponerme los zapatos. En realidad buscaba de esta forma hacer tiempo para ver si aun se encontraba atrás mío, si seguía en mi misma dirección. Con la alegría de que allí estaba, caminaba despacio pero con firmeza daba cada paso. El vacío de esas callejuelas no se sentía con su caminar espaciado. Su presencia era notable. Al llegar al mirador hecho con rocas, me siento, y al rato veo que se acercaba lentamente y se sienta en frente mío sin mirar ni por un segundo la maravillosa vista que teníamos ante nuestros ojos. Yo miraba hacia el puerto, buscando la forma de controlar la pasión que comenzaba a florecer por dentro al sentir su cercanía, al sentir su aroma de hombre. Aunque el viento no dejaba de soplar dada la altura a la que ya nos encontrábamos, no podía llevarse su aroma. Luego de unos segundos, ya que una pareja que se encontraba sacándose fotos se va, nos quedamos solos. Solo la intemperie nos hacia de testigos. Me doy vuelta a su encuentro y sus ojos me penetraban y nos miramos: No necesitábamos explicar nada, solo nos observábamos como si un hechizo nos hubiera embrujado y nos había llevado a este paraje de ensueño. Sin querer perder la oportunidad que surgía dada las sonrisas que tímidamente ya nos intercambiábamos, le digo si me podía sacar una foto. La foto propicio un continuo de palabras que no podíamos frenar. Como si los minutos anteriores hubieran contenido más palabras de las que se puede guardar. Fue el inicio de un comienzo, que por suerte, no termino ahí.

Paul, era su nombre, de Italia del norte. En realidad no necesitaba que me dijera que era del Norte, su forma de actuar lo delataba. Era hermoso, tenía marcadas mandíbulas que lo hacían completamente masculino a su rostro, rodeada de una barba de solo dos días sin afeitar. Llevaba lentes negros que escondían unos hermosos ojos azules. Tenia 26 años, cumplía el 3 de julio, trabajaba en un banco  internacional en el área comercial. Hacia mas de un mes que estaba en Ibiza con sus amigos. Entendía castellano aunque no lo hablara con tanta facilidad como le hubiera gustado, por lo cual nuestra conversación se iba dando en una mezcla de palabras. Un popurrí de ingles y castellano con algún toque de italiano para completar.

Luego de charlar un rato frente a frente, me dice de subir hacia la muralla. Para esto yo ya me había olvidado el propósito de estar ahí, me había encantado.  Caminamos hacia arriba, hablando más de nuestras vidas. Me comenta que justamente para el verano, diciembre-enero, se iba para Buenos Aires y Punta del Este.  Luego de un rato de caminar, llegamos a la cima, donde nos encontramos con una gran plataforma de rocas que cumplía la función de mirador. Estaba lleno de turistas a nuestro alrededor. Le comente que en una horas mi barco partía hacia Mallorca, él se quedaría solo un día más y luego volvería a Italia. Nuevamente nos encontrábamos los dos juntos charlando, frente a frente. La atracción era totalmente transparente entre los dos, yo no podía creer estar con este hombre en ese lugar y de esa forma. No era real. Se saca los anteojos y me mira profundamente con sus ojos color del mar del Caribe, y me besa tímidamente pero con un sabor en sus labios que no me pude resistir. En el camino ya me había dicho que era muy “bella” como dicen ellos. Tal vez el beso no pudiera ser explicado por los seres humanos, al necesitar de tiempos que para mi no existen, que son arbitrarios. Era como si nuestras almas se juntaran luego de largo tiempo de estar separadas, en esa colina de murallas antiguas, de historias de caballeros y de piratas rescatando doncellas.

Su beso fue el comienzo de un largo beso que no terminaba. Nos abrazábamos, nos mirábamos, nos gustábamos. Me contó que me había seguido por el caracol interminable de callejuelas hasta el mirador, ya que había salido a hacer unas compras y que se sintió profundamente atraído por mi, de la misma forma que yo de él y decidió cambiar su camino sin saber el porque se encontró siguiéndome. Su instinto fue más fuerte que su deber. Comentábamos lo inimaginable que era esta situación. Como si existiera la magia nos habíamos encontrado. Le decía lo  oportuna que había sido su salida a comprar algo y que justo Mara se arrepintiera de subir, era más que casualidad. Nos desparramábamos caricias y nos besábamos con una profundidad de años compartidos, no había explicación racional. Era todo cuestión de dejarse llevar, de encuentro y pasión, de permitirse expresar.  Nos agarramos de la mano y caminamos un rato más alrededor. Divisamos una  playita entre las rocas, y me contó que él iba a bañarse allí con los amigos de noche. Nos besábamos sin percibir lo que pasaba a nuestro alrededor. La gente nos rodeaba, grupos de turistas aparecían. Nos divertíamos juntos, porque los dos estábamos “out (fuera)” del mundo. Sus labios encajaban con los míos, como si fueran dos piezas de rompecabezas que se habían juntado Eran unos besos en los que entregábamos nuestra alma, yo le decía “me encantas” mientras mis labios se juntaban con los de él, dejándole un suspiro para que me contestara “Y vos a mi, cuando te vi me gustaste, por eso te seguí”. A lo que yo no podía dejar de contestarle “Donde estuviste estos tres días”. Me sentía una princesa rescatada por los brazos de un caballero que había vuelto de una larga batalla, y a la cual tenía que volver, teniendo solo minutos de placer que no podíamos perder.

Todavía no podía creer que lo encontrara a solo dos horas de irme, era como magia. Y se lo dije: “esto es magia”, y me mira tomando mi mano, “es verdad”. Me pidió mi teléfono y él me dio el suyo. Me dice “mis amigos me van a matar, no van a entender nada, me están esperando” y yo me acorde que Mara también me estaba esperando en el puerto. Los dos agarrados fuertemente de la mano, riéndonos por la aventura que estábamos viviendo, empezamos a buscar una salida para que yo pudiera volver al centro de la ciudad, a esa altura ya estaba perdida de en donde me encontraba. Entramos a un túnel viejo, angosto y oscuro, donde celdas antiguas aun permanecían sin uso ya, y a pesar de la falta de tiempo empezamos a besarnos profundamente, mi cartera cayo de mis manos sin percibirla, y sus lentes se cayeron a su lado. Era como que nos atravesábamos al estar juntos, mientras turistas pasaban a nuestro alrededor. Luego seguimos por otro camino. Terminamos conociendo toda la montaña juntos, ya que íbamos de derecha a izquierda y al revés. Los rincones y pasadillos nos encontraban y nos daban resguardo. No podíamos separarnos, nos costaba. Amagamos con el adiós varias veces, sin poder soltarnos de la mano, provocando que nuestros cuerpos como imanes se atrajeran nuevamente. El último beso forzado surgió para poder desprendernos del encanto cada uno tenia que seguir su camino. Él se fue corriendo ya que no llegaba, más de dos horas habían transcurrido desde nuestro encuentro totalmente inesperado. Yo seguí bajando escalones por otro túnel, tratando de encontrar la salida. Estaba también apurada ya que el barco y Mara me esperaban, pero con una felicidad inexplicable.  Había sido como un sueño, no podía creer lo que había pasado. Un encuentro de energía muy peculiar, y a su vez que fuera a buenos Aires en diciembre era muy extraño, más que obra del destino. Lo mismo no quería hacerme expectativas de nada, ya estoy cansada de ellas, ya que después uno se queda esperando y no sucede lo planeado.

Logre encontrar la salida luego de bajar en las sombras de ese túnel que aunque oscuro mis ojos lo veían iluminado, Mis visión se encontraba encandilada aun por el rostro de Paúl que me había encantado. Su pasión, su piel, sus ojos azules que me penetraban. ¿Como hubiera imaginado que me sucedería algo semejante? ¿Quien me hubiera dicho que en el callejón encontraría dicha aventura? Como si el misterio que escondía el callejón que tanto me había atraído sabia lo que sucedería y me había llamado a su encuentro. Era tan fantasioso pero siempre tan real. La curiosidad provoco el encuentro, me hizo encontrar el tesoro. A veces simplemente hay que darle tiempo al universo que haga su trabajo. Esos segundos imperceptibles hacen al todo de la historia. Esos puntos suspensivos que hacen que la historia cambie, gire, encuentre nuevos caminos.

Me inmerse en las callejuelas de Ibiza con una sonrisa de oreja a oreja. Yo estaba llena, feliz, a pleno. Una aventura más en mi vida, pensaba, sin final pero vivida. Necesito de estas inyecciones de pasión y de vida para ser feliz. Agradecí a Dios el encuentro. Fue como un sueño, caminar esas murallas de la mano de alguien, besándome como si fuera mi enamorado de años. Fue algo que no podía desear en mi más profundo sueño. Pase por el mercado de frutas,  en frente del portón de entrada de la ciudad antigua, a comprarme unas ciruelas. En una fuente en el camino las lave y empecé a comer ese jugo rojo, dulzón que encerraban su corteza. Las iba comiendo con pasión. Mi caminar era apresurado, pero mi alma volaba mas rápido por las cavidades de mi cuerpo recordando sus manos elocuentes por mi piel que se  desnudaba con su mirada. Flotaba por los aires al recordarlo.  Me hacia sentir un arpa tocando las mas bellas melodías con sus palmas, sus dedos me envolvían mágicamente en su aura, volviéndonos uno solo. Llegue al puerto y Mara seguía en el mismo banco abajo de una arboleda esperándome. Su cara denotaba preocupación, y la mía felicidad. No le conté con detalle lo acontecido solo que había conocido a un italiano. Además de esta forma lo saboreaba en mi interior todavía, quería desmenuzar el encuentro en cámara lenta, como explicarlo a otro cuando todavía no podía explicarlo a mi misma.

Llego la hora de embarcar. Me despedí de la isla con gran felicidad porque siempre había querido estar ahí.  Me puse a pensar en un segundo todo lo vivido. Durante tres días las noches fueron parte del día y dormir fue una palabra que no estuvo en nuestro diccionario, playas y discos, amaneceres y atardeceres soñados, barcos y encuentros variados, una aventura con cierre inesperado. Fui a la popa a ver la isla en toda su extensión por última vez. Al sentarme en el barco rumbo a Mallorca ni espere que el barco partiera  para dormirme. Recién me desperté al llegar. . Dormí profundamente 4 horas seguidas, las necesitaba, continuando un sueño que había empezado en un callejón sin imaginarlo. A veces la vida son esos segundos de locura de hacer lo que deseamos para que todo cambie. Al salir del barco, comenzamos a dialogar con Mara de nuestras discusiones y encontronazos en Ibiza, sacamos conclusiones que las dos estábamos muy cansadas, y nos la agarramos entre nosotras. Había sido una disparate decidir ir sin hotel el último fin de semana de agosto de Ibiza, claramente nunca encontramos alojamiento, pero solo con 23 años se toman a veces decisiones que se recuerdan toda la vida y lo fundamental es hacerse cargo de lo que uno decide. Al salir del Gate, en la estación Marítima de Mallorca, la familia de Mara nos estaba esperando, una nueva aventura comenzaba.

Viajar… por México

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Mi viaje se armo casi mágicamente, millas y un pasaje en promoción hicieron que por 450 dólares me encontrara en el DF en mayo del 2007. Me fui “enganchada” de un americano que por unas semanas todo había fluido. Mi plan eran 20 días pero termine viajando por dos meses y medio y claramente todo cambio. Los días se extendían y el viaje parecía planeado de antemano. Mi llegada al DF mexicano fue tarde, pero muy bien recibida, ya que un amigo de la infancia, me esperaba en su casa con los brazos abiertos y un chofer que me paso a buscar en el aeropuerto (el avión se retraso mas de lo debido pero realmente disfrute de tres maravillosas películas en el trayecto que se las recomiendo: La búsqueda de la felicidad, El ultimo rey de escocia y Ms Potter!!! y de la compañía de una mexicana enamorada de un argentino que trabajo en la oficina de turismo mexicana en baires y me recomendó varios lugares que no tenia pensado pero por lo que veo tendré que transitar, nada es por casualidad).

El viernes me fui a recorrer la ciudad aunque un poco tarde dado que primero fui a ver la clase abierta de Olivia, la hermosa hija de dos años de mis amigos, una dulzura bien determinante. Llegue al auditorio nacional decidida a perderme en la ciudad, sin la lonely planet que bien prestada me ha sido, solo con las indicaciones de mi amigo que no podía entender como con solos horas de encontrarme en la ciudad al mencionar el auditorio nacional le conteste “EL QUE ESTA AL FRENTE DEL HARD ROCK” mi memoria visual es así de maravillosa. El día era hermoso, el sol brillaba sin cesar así que decidí dejar el bus Tour por la ciudad ya que preferí perderme en el gran parque de la ciudad donde hay lagos y un bosquecito que me sorprendió con una ardillita comiendo una nuez. Después decidí subir al castillo Coatlicuet, o algo por el estilo, realmente los nombres son imposibles de retener por más esfuerzo que haga, pero el castillo me deslumbro por su magnificencia y su parecido a un castillo europeo, los jardines te mostraban toda la ciudad. Los objetos y murales que se encontraban allí te encantaban. Después de sentirme una princesa europea por una hora baje a continuar mi recorrido por el parque aunque en vez de continuar entrando a museos, el día era tan lindo, decidí tomarme un bus en el cual se me adjunto un mexicano que trabajaba en turismo y me fue explicando un poco de la ciudad, la verdad fueron bien recibidos sus comentarios ya que hay tanto para ver.

 

La ciudad me sorprendió, ante las pocas efusivas palabras que me la habían descrito, mis expectativas eran nulas por no decir ninguna y eso creo que ha hecho que me encantara más, primero la avenida Reforma tiene en sus dos márgenes asientos intervenidos por artistas de los más diversos y divertidos que me gustaron por su originalidad y además por el espacio de encuentro que crea, después empecé a caminar en dirección al Zócalo, la parte antigua de la ciudad, y como no comentar el Palacio de Bellas Artes o El Edificio de los mineros una arquitectura que te deslumbra, continúe caminando y pase por el edificio de los zócalos, una belleza de las tierras andaluzas en México, esquinas intervenidas, trafico desordenado, gente por doquier, la verdad que me sentía cómoda en una nueva ciudad pero que tenia algo de conocido, una mezcla de España que te llegaba por todos lados. Llegue finalmente al zócalo donde me despedí del guía, y me encontré con una gran bandera, realmente la bandera mexicana es enorme, de alguna forma te abraza como si quisiera decirte somos grandes, somos y nos mostramos, no pasaremos desapercibidos. Entre a la catedral a prender mi velita de la suerte, siempre al empezar un viaje prendo mi velita en una iglesia, y así fue como me encontré con esta catedral barroca que me hizo recordar a la catedral de Sevilla, un poco mas chica pero la misma distribución y ese dorado que se despliega por doquier mezclado con su madera oscura que plantea un contraste. Luego del largo paseo me di cuenta que mi estomago necesitaba comida, me senté en un típico bar a comer una quesadilla típica, que rico, la verdad los sabores son tan diferentes a lo acostumbrado. Luego dado que era viernes decidí que era hora de regresar para que el tráfico no me agarrara en camino, ya que mi amigo vive en el barrio de santa fe, un poco lejos del centro. Me tome un bus que me dejo a dos cuadritas de la casa y retorne con una hermosa impresión de mi primer día de paseo por el DF, ya que la arquitectura es más que diversa y compleja pero de alguna forma no te choca sino que se integra. A la noche salimos a comer a un típico restaurante mexicano.

 

El sábado fue un típico día de Shopping, nos encontramos con unas amigas de donde estaba parando y charlamos sin parar. A la tarde nos encontramos con otros amigos en la casa donde paraba que se iban intercambiando sin cesar hasta finalmente cenar en compañía de un mexicano y de un argentino recién llegado a vivir a estas tierras. El domingo nos levantamos y fuimos a Coyacan visitando la casa de Frida, la azul, que me encanto ya que tuve la posibilidad de ver sus objetos y lugares que hasta este momento solo se habían mantenido en mi imaginario a partir de libros. Luego fuimos a la feria de la plaza y dimos unas vueltas para retornar a la casa que nos esperaban amigos argentinos que viven en San Francisco. Los días pasan muy reales en esta ciudad y la verdad que el plan de mi viaje se organizo de una forma que me encanta. Sincrodestino o no, las cosas resultan más fáciles de lo pensado. La verdad que estoy disfrutando enormemente el encuentro con mi amigo de la infancia y su familia, ya que hacia años que no veía, mas que colores lo que han fluido son las palabras.

 

Al otro día, me fui a las famosas pirámides del sol y de la luna, antes pasando por la basílica de la Guadalupe, que realmente es impresionante la devoción que tienen los mexicanos a esta virgen. Es algo increíble, en el complejo hay más de 6 iglesias diferentes que se unen por cascadas, jardines, fuentes, estatuas, relojes que muestran escenas del encuentro de la virgen con el indio Juan, cosas así. Muy loco. Después me tome un bus y me fui para las pirámides, la verdad me muevo bastante bien por la ciudad, y eso que es un lío, tengo que reconocer que los mexicanos te ayudan bastante, son muy simpáticos. Las pirámides están buenas te dan mucha paz, pero realmente la gente vendiendo artesanías no deja de molestar, y bueno termine agotada dado que  es un amplio espacio el cual hay que caminar y subir escaleras, etc.

Al otro día salí con destino a un lugar pero termine en otro, así nomás, en realidad me fui a San Miguel Allende, un pueblito súper colonial, de todos los colores que me hizo pensar en lo que realmente venia a buscar de México, colores, murales, estrechas callejuelas de adoquines. Después de San miguel decidí irme a Guanajuato, la verdad es un placer viajar solo con tu cartera, así nomás decidí no volver a dormir al DF y conseguir un hotel en Guanajuato, ciudad donde se realiza el festival del Cervantino, realmente es una ciudad llena de música y estudiantes, por doquier, es fantástica, la ciudad es muy linda y ordenada, y hay mariachis y gente bailando, riendo por doquier. Hay un callejón muy famoso llamado el del beso porque tiene una dulce historia de amor ( se quedó una tradición, en que todas las parejas de enamorados, amigos o matrimonios que pasen por el Callejón del Beso, si no se dan un beso en el tercer escalón contándolos de abajo hacia arriba, se llevarán siete años de mala suerte, pero si se lo dan llevarán quince años de buena suerte. Si no traen pareja no les pasará nada.”), me empape de la ciudad, camine y me perdí por sus callejuelas hasta encontrar un hotel frente al teatro Cervantes donde dormí mirando a la gente bailar hasta tarde. A la mañana siguiente, muy temprano seguí de caminata por la ciudad, fui al teatro Juárez, emblema de la ciudad por sus mosaicas y hermoso decorado, y después al museo de Don Quijote de la Mancha, como no entrar y refrescar la memoria con las líneas de ese hermoso libro que habla de pelear contra molinos de viento, si en la vida solo peleáramos contra ellos.

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Después de sentir que la ciudad había sido absorbida por mis ojos, me tome un bus para llegar a la central de autobuses (tengo serios problemas con las palabras, no puedo memorizar ciertas como los autobuses se dicen carros o algo así pero nunca puedo recordarlo). La cosa es que son unas 5 horitas a DF que con trafico y lluvia (a la tarde siempre llueve un ratito) se hace mas largo. Lo bueno de esto es que conocí un vasco que ya me invito a una fiesta en la playa dentro de unos días, ¿cosas del destino?, quien sabe, pero lo bueno es que hay una mezcla de internacionales que se van para Chiapas que es mi próximo destino. La cosa es que después de llegar tarde al DF, pedí un poco de placer y de lujo, porque les juro que los autobuses, el metro se vuelven un poco insoportables con la lluvia en el DF, y termine llegando muy tarde a lo de mis amigos y bueno la vida me lo dio sin saberlo. Porque a la mañana siguiente nos fuimos con mis amigos a ACAPULCO de sorpresa, a un complejo con piletas, jacuzzi y playa que realmente disfrute a pesar de que claro mi estomago es delicado, y termine en la sala medica por problemas de estomago que no definiré pero que se imaginaran así que me pase unos cuantos días sin comer pero mal no me vino y la verdad que disfrute del lugar. Después de tres días de descansar y disfrutar me fui para PUERTO ESCONDIDO, una playita divina donde se practica surf, la gente que anda viajando es muy chill out, fiestitas a la noche. Disfrutando realmente de no hacer nada, ni pintar todavía he hecho, solo mirar, pensar, recordar y sentir y me dejo llevar. Lo bueno de puerto escondido es que conocí a otra argentina viajera, Analía y a un alemán que nos unimos para viajar juntos, así que estoy con ellos dos de paseo y realmente un disfrute, cada uno haciendo la suya pero compartiendo y eso esta bueno, además este lugar es muy lindo para no compartirlo con otros. La gente viene por un día y no se puede ir, es una risa escuchar los cuentos.

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Si alguna vez andan por México no dejen de pasar por ZIPOLITE; es una playita con una energía arrolladora de buena onda, estoy como en otro mundo, dos rocas enmarcan la playa de arena color dorada y unos hotelitos a lo lejos con techos de paja que lo hacen a uno pensar que esta en oriente se ven a lo lejos. Y bueno yo me encuentro aquí en un hotel con habitación mirando el mar, me acuesto escuchando los sonidos tan claros que es como si estuviera sumergida en el océano. Mi imaginación buscaba un lugar tal cual como este, no podía creer que existiera y que lo encontrara en el camino. Solo eso estoy disfrutando de no hacer nada, solo acariciar la arena y sentir al mar en todas sus formas. Zipolite fue mas que un sueño. Una de las noches era full moon, luna llena, y hubo fiesta con fuego, danzas, música y tambores en la playa, para esto todos los días cenábamos en “El alquimista”, el mejor resto del pueblito, divino, con velas, música argentina (ya que el dueño es argentino) y claro en la playa. La cosa es que conocimos un grupo de tres israelitas surfers, el cual uno pintaba y eran muy divertidos. Desde que empecé a viajar no paro de encontrar pintores en todos lados, es como un exchange cultural, un flash. La cosa es que al otro día de la luna llena, nos fuimos al mirador a ver el mar en todo su esplendor, desde arriba de Shambala uno de los hoteles asiáticos del lugar. El lugar es imperdible, realmente hermoso, me la pase en el mar y en la hamaca paraguaya mirando la nada, porque la verdad lo necesitaba. Siento que el mar me acaricia al dormir, en algún punto te transporta a su interior. También fuimos a pasar el día a Mazunte para ver las tortugas marinas, pero Zipolite me encantaba como si tuviera un hechizo. Tomamos café israelí y aunque no podía creerlo, el alemán se sentía incomodo en compartir la mesa con los tres israelitas que yo me había hecho amiga, y por suerte ellos le demostraron que no había problema. No podía creer que actualmente afectara una historia que ya es pasado, pero el sentía que ellos no iban a integrarlo, por suerte no sucedió así y terminamos compartiendo todos juntos.

La tormenta nos sorprendió en nuestras ultimas horas de Zipolite y nos fuimos en camionetita los tres para tomar el bus para san Cristóbal de casa en Chiapas, con Ana no puedo parar de reírme porque lo volvemos loco a Philippe el alemán que es muy estructurado y termina aceptando que le cambiamos los planes todo el tiempo. El viaje duro toda la noche y llegamos a san Cristóbal, una ciudad colonial, donde la comunidad aborigen esta en todo su esplendor. Llegamos a un hostal muy lindo pero que la dueña tenía una energía terrible, les juro que era una bruja. Lo bueno fue que llegamos y una holandesa estaba desayunando que se iba a un Tour al Cañón del desfiladero y así como estábamos nos metimos en el Tour. La verdad que yo hice toda la movida y los otros dos ni sabían a donde se metían pero estuvo buenísimo, anduvimos en una lancha mirando cocodrilos, garzas, murciélagos, pájaros, ardillas y una vegetación increíble en el medio de un cañón que vale totalmente la pena ver. Regresamos, el día había sido increíble en el cañón pero no así en san Cristóbal, la lluvia no paraba. Así que mi decisión apresurada había sido más que acertada. La cosa es que a pesar de la lluvia nos fuimos a caminar por el centro. Encontré una pintora increíble, Kiki Suarez, alemana que se enamoro de un mexicano, que pinta increíblemente bien y tiene una tienda como algún día yo tendré. Hermoso!. Luego se armo la despedida con mis  dos compañeros de viaje ya que yo seguía y ellos se quedarían unos días más en esta ciudad colonial que para mi visión no es más que otra ciudad de las tantas de nuestra querida Latinoamérica, mi sed de ver buscaba más.

Así fue como a las 7 de la mañana me levante y me fui a la terminal, había perdido el bus eso hizo que buscara alternativas, siempre las hay en estos países, así que combi hasta una ciudad justo un taxi compartido salía y ahí estaba yo, la verdad súper relajada porque el paisaje en Chiapas es hermoso, la carretera es linda, es bosque, es selva, es un mix todo junto. Muy pintoresco. Además es esos momentos de ver una nueva carretera uno no puede parar de pensar en uno mismo y bueno disfruto de esa soledad en donde mis recuerdos y mi vida pasan como en cámara lenta. Me baje en Agua Azul, unas cataratas al estilo el Iguazú pero tres cuartas partes, la verdad que no me gusto tanto, pero bueno las recorrí con mochila a cuestas, ya que estaba de aventura. Después me tome uno de los taxis que me dejo en la carretera de nuevo para tomar otra combi que me dejaba en Misolha, y eso si que valió la pena, la verdad es una catarata increíble, de mil metros de altura, hermosa, les juro que me quede sin aire al verla y me tire a nadar en sus aguas verdes. Maravilloso. Después entre a una cueva donde había unas cataratas con estalagmitas, todo oscuro con una linterna que te metía un tipito, la verdad increíble. Se firmo una película allí que yo no vi, pero lo mismo vale la pena, porque es todo verde con un manantial natural que fluye con tal intensidad que te envuelve. Nade hasta casi debajo del chorro pero bueno por mas película que me quise hacer la verdad el manantial de la catarata era más que fuerte. Después de mi natación tenia que volver caminando. Me obvie la parte que me dejaron en la ruta y no había taxis lo cual me tuve que caminar casi dos kilómetros con la mochila, la verdad quería recordar o pensar porque no sabia cuantas cuadras entraban en un kilómetro para calcular, pero bueno empecé a caminar, y cuando pensé que la vuelta iba a ser igual, bajo el intenso sol, un auto divino con una pareja del DF súper cool me levanto, así que me llevaron a la ruta de nuevo donde paso una combi que me llevo a Palenque. Estaba solo yo mirando el paisaje, disfrutando del día, cuando a mitad del camino nos paro la policía que parecen militares, con sus ametralladoras y me revisaron el bolso, porque parece que hubo guerra entre narcotraficantes y la policía y revisan todo. Y bueno después de la situación que no me gusto porque te tratan mal, me hablaban en nativo para que no los entendiera y el mexicano de esa parte es bastante machista y no le gusta ver que una chica ande sola. Seguí a Palenque.

Palenque, es una ciudad que dista mucho de lo lindura de San Cristóbal de las Casas en el mismo Chiapas, y por más que uno le busque la vuelta no la encuentro, feo. Quiero huir lo antes posible pero todavía no se bien si me quedo a ver las ruinas o parto para Tikal. Feliz con la decisión de ir a Guatemala, siempre quise ir a ver esas ruinas pero nunca creí que quedaban tan cerca de Chiapas. Momento de pensar de nuevo en el viaje. Al encontrarme a la holandesa en el hostal, mis planes cambiaron, Bridgit tenia toda la onda y nos quedamos horas charlando de la vida y del amor, por lo cual decidí darle una oportunidad a las ruinas. El lunes fuimos a las ruinas de Palenque con Bridgit y se nos adjuntaron 3 típicos mexicanos del DF, que la verdad me hicieron matar de risa, porque además de ser graciosos, nos contaron todas las peripecias de los mayas, o sea no teníamos guía pero era como si los tuviéramos ya que teníamos auténticos mexicanos que habían estudiado bien en la secundaria la historia de México. Las ruinas me encantaron, realmente son mágicas y están muy bien preservadas y te hacen sentir que te cuentan secretos a tu paso de sus rituales. Estuvimos todo el día dando vueltas por ahí y después volvimos a palenque para cenar y charlar aun más.

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CONTINUARA

Simplemente me ama

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En pocas horas me tomaba un avión para regresar a buenos aires después de dos meses y días de estar de nuevo en viaje, esta vez nuevamente en Australia. Un viaje que se dio tan fácil que parecía que tenía que ser, estaba predestinado. Porque cada vez que dude en hacerlo algo aparecía para que continuara con la aventura y realmente la trama solita se tejía con un diseño imaginado por el mejor arquitecto porque solo podría ver ahora a punto de regresar. Hasta yo misma me sorprendía de como se daban las cosas todo estaba cronometrado. Para resumirlo, me sentí que viví allí, no fui turista, sino desde el primer momento sentí que era mi casa, todo fluía y todo lo que pensaba simplemente aparecía o acontecía pero al momento que la vida creía conveniente, hasta retrasar cosas porque otras tenían que acontecer. No había pensado en nada y todos los que me preguntaban les decía que no sabia todavía y ahora hice todas las cosas que quería (pensé que no iba a ser factible) y hasta hice cosas que había querido hacer en el primer viaje a Australia. Si me hubieras preguntado en noviembre no tenia ni la energía ni las ganas de irme de nuevo tan lejos y por tanto tiempo que pensé que en 15 días me volvía, pero el pasaje estaba sacado por primera vez desde mayo y la fecha de regreso aleatoria y casi fantástica por las limitaciones de sacar dólares y de gastar mis ahorros en un país que conocía, pero algo me tiraba a estar presente en la boda de mis amigos y en volver a ese país que me había regalado la libertad de ser completamente yo misma. Ocho años habían pasado desde que había ido a ese país en busca del amor y lo que encontré fue aun mejor: a mi misma. Ocho años de crecimiento y de confianza en tomar un camino. Volver implicaba muchas cosas para mi y hasta la esperanza de que tal vez el amor me encontrara allí donde fui a buscarlo la otra vez.

Pero no fue así, no encontré el amor pero si cerré muchas historias que habían quedado inconclusas o con puntos suspensivos. Entendí que todo tiene un porque y esta bueno que así sea. Cerré capítulos, limpie mi cabeza y mi corazón y puse en orden las prioridades de lo que estaba necesitando en este momento. Tomarse dos meses de vacaciones es bueno para el espíritu porque llega un momento que uno no sabe que hacer o que pensar, no tiene mas responsabilidad que la de disfrutar y disfrutarse y ahí uno empieza a ver las contaminaciones que tiene guardadas porque empiezan a aparecer una a una y como un cirujano uno las puede empezar a extirpar hasta quedar limpio y nuevo para volver a empezar. Como una película empieza uno a ver una y otra vez la misma historia hasta darse cuenta que no era. Y a pocas horas de volver me termine juntando con una australiana que conocí en Berlín, hacia mas de 12 años, de casualidad terminamos cenando juntas porque no había mas mesas en el restaurante y nunca mas nos habíamos visto, hasta esta mañana donde comenzamos a charlar como si nos hubiéramos visto hace pocas semanas (era una locura hasta que permitiera el encuentro cuando la valija no estaba terminada) y después de varias conversaciones sobre nuestro presente me empezó a contar su historia de amor a lo cual escuche con atención (me encanta que las personas me cuenten sus historias de amor). Hasta que de pronto las lagrimas comenzaron a correr por mis mejillas al mencionar esta frase tan simple pero tan verdadera:”he just love me how i am without need to do any work or do anything special. He loves me since the first moment that we cross each other on the way and however we didnt be together at that moment life makes us together at the end. If i see now it looks so simple and it was not like this at beggining. (Simplemente me ama, sin tener que hacer nada en especial o trabajar para ello. Me ama desde el primer momento que me vio pero aunque no estuvimos juntos en ese momento la vida nos puso nuevamente frente a frente para que en 8 meses termináramos en el altar. Si lo miro ahora parece tan simple pero no lo veía así al principio)”. Sus palabras eran tan bellas y tan simples que me emocione al recordar que el amor es así de simple y tan único y no explicable como la magia de existir y de vivir cotidiana. No hay que hacer nada para que alguien se enamore de ti. Te ama simplemente porque tenía que ser así desde que ese par de ojos se cruzaron.

Mi amiga tenía dos hijos ahora y estaba felizmente casada con el hombre de su vida como lo menciono varias veces y yo pensaba en voz alta: GRACIAS por darme esperanzas, gracias por hacerme recordar lo que a veces se me olvida. Gracias universo por darme siempre mensajes a mi corazón que confía y que una y otra vez se abre cuando piensa que vale la pena probar a pesar de que no hay explicaciones ni indicios pero algo en los ojos de la otra persona me hacen sentir cerca y con ganas de mirarlos. Porque así de simple es, sin estrategias, sin vueltas, sin razones, cuando te tenes que encontrar la vida lo hace posible. Casi como viajar por el mundo como lo sonaba de chica. Yo nunca soñé con el vestido blanco ni la boda sino en ser aventurera y viajar y conocer todos los países posibles, ir poniendo banderitas a mi paso, y de alguna forma agradezco todos los días la vida que tengo porque es lo que siempre soñé y aunque mi compañero todavía no llego se que en algún lugar de este mundo al mirar el cielo estará mirando la misma estrella a la que le hablo y le cuento mis secretos y cuando nos encontremos no necesitare decirle nada porque ya sabrá todo lo necesario para que simplemente me ame.

Australia y Nueva Zelanda fueron un viaje para mi misma casi como Japón lo fue. Fue reafirmar lo que si quiero y lo que no me interesa mas y darme cuenta que tomar decisiones es lo mas difícil a la hora de vivir porque siempre perdemos y ganamos algo al hacerlo, pero que vale siempre la pena intentarlo y animarse a hacer cosas no planeadas ni calculadas porque si tiene que ser la vida se encarga de arreglarlo. Así que, ¿porque no voy a confiar en que con el amor sea lo mismo?

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Meditar

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Ayer me preguntaron que me producía meditar y sin dudarlo conteste: “Meditar me ha dado claridad, me ha hecho conectarme con mi propia voz interior que me dice que hacer y al hacerlo aunque a veces resulte descabellado el resultado siempre es bueno. Meditar me ha centrado y puesto en mi propio eje, me ha dado poder para poder separar que es mío y que es del otro. Me ha hecho entender que todo es lo mismo y que al conectarme con mi interior entiendo mi exterior. Meditar me ha dado prosperidad y apertura a mi propio entendimiento y he podido abrazarme y aceptarme”. Pero me olvide de mencionar una simple palabra: PLACER. De hecho me demuestra mi constancia y mi capacidad de hacer cosas impensadas: he meditado en un barco en movimiento en el medio del océano tratando de recrear una canción con solo 30 días en mi cabeza pero no queriendo desistir a mi cuarentena, convencí a un colectivero en Mendoza que pusiera el CD y se quedo en marcha de guardián de meditación porque sino no andaba la música y al terminar me dice: “esa música te hace pensar”, he meditado en momentos y en lugares inesperados y he logrado cuarentenas de horas y en sanscrito inimaginados, pero tal vez lo que mas me divierte es contar como llegue a ello. En el 2011 me fui por primera vez a la Asia tradicional -dado que ya conocía Japón y Corea, pero realmente tienen otra esencia y otra energía)–, por un mes convencida de que iba a entrar a un ashram o terminar en India (lugar que hace años que deseo llegar pero como estoy convencida de que cada lugar tiene su exacto momento no fuerzo las energías para hacerlo. El que me conoce un poco sabe que salgo de viaje sin plan, ni agenda, y a veces ni datos del país al cual voy y que muchas veces termino en lugares impensados y por eso dejo que las cosas fluyan a su manera convencida de que todo es por algo). Finalmente el viaje termino siendo de cuatro meses, pero al haberme robado todo mi dinero, la idea de entrar a un ashram se desvaneció, de hecho había mandando un mail a uno en Chang Mai, Tailandia, y ni bien me robaron todo pensé que tal vez tendría que internarme en uno entonces escribí contando lo sucedido y que podía pagar en especies, o sea trabajando o haciendo trueque pero el mail fue contundente: te esperamos la próxima vez que puedas pagar el curso. Me pareció tan graciosa la respuesta que entendí que ese lugar no era para mi. Pero justamente en Pai, luego de una serie de acontecimientos en los que me encontraba con una gran desolación: llegue y el pueblito estaba la mitad inundado por que el río se había desbordado y no se podía cruzar al otro lado, llovía sin parar, me prestaron una moto para recorrer y a mitad de camino se quedo sin gasolina y no podía encontrar una gasolinera en donde estaba así que tuve que volver con el miedo de que tuviera tan mala suerte y me resbalara en el camino, cuando quise sacar plata del cajero (mi única posibilidad de subsistir después del robo) no podía hacerlo, porque el banco argentino no tenia correspondencia con los cajeros que había, y un sin fin de situaciones que eran tan graciosas como trágicas viéndolas desde la distancia. Llore pero al mismo tiempo pintaba y los colores no podían ser tan preciosos y tan luminosos que encontraba esperanza en mis propios trazos. Una mujer que me ayuda de vez en cuando, una vez me dijo: cuando te quedas sin dinero o estas preocupada en el, gástalo, que vas a ver que vuelve. Así que sin dudarlo y agotada de pensar en que recién empezaba mi aventura sin dinero y me restaban casi dos meses en lugares completamente inesperados y muy lejos de casa, me senté en un lindo bar a tomar un milkshake de frutos de la pasión, estaba disfrutando de mi bebida y una mujer de amplia sonrisa se sentó al lado, con una paz que exhalaba a su alrededor y que de pronto se me puso a conversar, termino en mi mesa y en pocos segundos le conté de mi desgracia, mi corazón se abrió de par en par. Ella me dijo que tenia el libro para mi, justo lo había vendido en la librería de enfrente del bar para comprar otro que seguramente estaba. Se llamaba ILLUMINATIONS FOR IDIOTS, sin dudarlo y sin importarme el valor que costaba (la reventa era cara para mi presupuesto del día de ese momento) lo compre. Pensé que era una señal ese encuentro y que en el momento que me encontraba necesitaba creer, no pensar más. Lo compre y seguimos caminando con esta mujer americana de casi mi misma edad, me llevo de paseo por el mismo pueblo pero esta vez lo vi mágico, la inundación se había empezado a desvanecer y la charla me había dado mimo al alma para poder abrir los ojos de nuevo y volver a ver las cosas desde otro lugar. No desde mi tristeza y desaliento sino desde mi esperanza y mi neutralidad. Terminamos cenando y hablando del amor, de sus historias de amor, esta vez tenia un poco de poder para devolverle lo que me había dado, sin creérmela mi corazón tiene una apertura para entender y sanar que le hice ver para que pudiera cerrar un capitulo que no quería hacerlo. Me invito la cena y me acompaño a tomar la combi que me llevaría en un barco navegando por tres días hasta llegar a Laos. No necesitamos decir mucho mas, me dio su tarjeta y decía: Healer, era sanadora y tenía un montón de palabras espirituales alrededor de ella. La señal que necesitaba me había llegado, estaba protegida y tenia que seguir en ese viaje. Viaje que nunca olvidare y que me dio mas herramientas para descubrirme y conocer mi espíritu, mi fuerza, mi fortalecía sobretodo mi perseverancia. Solo al aceptar el viaje en condiciones no previstas ni imaginadas, después del robo de todo mi dinero, me di cuenta que había estado en el mejor ashram que había podido estar, me había bancado la aventura, de vivir, de dejarme llevar, de tomar decisiones constantes, de crear caminos en mi propia mente para que se conectaran con mi corazón, que yo era la actriz de mi propia realidad y tenia el poder de mejorarlo y no me iba a convertir en la victima de mis circunstancias. El libro que me recomendó-me lo devore en pocos días- hablaba de una mujer que iba a India a averiguar como llegar a la iluminación y probaba todas las yogas posibles hasta que encontraba la suya. Habla de un camino que la conduce hacia si mismo. Volví a buenos aires y el día de mi cumpleaños llego la hermana de una amiga a visitarme y contarme que había empezado Yoga Kundalini y que tenia que probar, sin dudarlo pensé que bueno empezar mi nuevo año haciendo algo nuevo. Probé y ya nunca más pude dejarla. No desistan en buscar cosas que les hagan bien, hay que probar las veces que sean necesarias para encontrar lo que nos gusta y nunca es tarde para empezar, aunque este terminando el año, uno puede seguir haciendo cosas buenas para uno!! A veces solo hay que volver a casa para encontrar lo que uno sale al buscar viajando y si uno se abre al universo y se conecta con su interior encuentra todas las respuestas para seguir navegando en el existir de la vida cotidiana.

Musica para el alma: http://www.youtube.com/watch?v=VbCBJ05gdwc&list=RD02xfJKKxnSJvQ

tailandia

Viajamos… Auckland- NZ

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Llegue a Auckland con la sensación de que me encontraba en Irlanda. Era una sensación de un lugar conocido y a diferencia de lo que pensaba que iba a parecerse a Sídney me encontré con una ciudad completamente diferente, con otras raíces. Raíces milenarias reflejadas en sus árboles y en la presencia constante de su cultura maorí que con orgullo se muestra por todos partes. The sky tower te sigue, como si todos los puntos confluyeran a su encuentro. No importa cuán lejos te escapes en algún vértice la veras como si pudiera divisar tu encuentro con ella: el ojo que todo lo mira. Es como la brújula que te indica siempre a donde estas. Los veleros navegan a lo lejos entre islas y volcanes que se intercalan y el puente de auckland permanece firme sin estruendos. Las flores de colores se desparraman por la ciudad entre arboles gigantes y casas de arquitectura inglesa, blancas con techos azules. The queen street será tu paso continuo entre tiendas comerciales y de suvenires donde la hoja plateada la veras una y otra vez. Auckland es una ciudad tranquila en donde la modernidad convive con su pasado las playas cercanas a la ciudad divisan el volcán de tierra negra. El mt Eden te sorprende a su encuentro por la maravillosa vista de la ciudad con el sky tower incluido, ya que desde la misma por más visibilidad que te permite le hace falta algo: su figura presente que la convierte en símbolo. El museo de auckland es un imperdible no solo por encontrarse dentro de un parque con árboles milenarios casi sacados de un libro de cuentos de hadas y de sus maravillosos jardines cuidados y de sus laberinticos pasillos que te llevan al encuentro de otros caminos o de fuentes o estatuas, sino por la cultura maorí que alberga. Mascaras que te miran como si fueran reales. Los ojos brillan al ser hechos de nácar. Mascaras de detalles y de expresiones reales te cautivan haciéndote viajar a rituales donde el ser humano es el centro del universo rodeado de animales, donde el amor y el encuentro es parte de lo cotidiano, reduciendo lo simple a lo complejo. En la ciudad no hay que dejar de visitar el Albert park, el civic teatro y la marina en donde lo nuevo y reciclado te sorprende en todo su recorrido. Auckland no te fascina pero te da la bienvenida a una ciudad en donde definitivamente podes vivir muy bien a pesar de su clima cambiante.

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LOS ARBOLES

Los arboles en NZ esconden secretos, los miras y te envuelven con sus ramas y su gran presencia. Los arboles en NZ guardan historias milenarias casi como si hubiera tesoros escondidos en sus raíces por cómo se paran. Los arboles en NZ te sacan suspiros al verlos porque podes sentir tu insignificancia en la madre naturaleza. Los arboles en NZ parecen de cuentos de hadas, hay chicos grandes rebuscados y altos, hay con flores y hay perennes casi como los seres humanos. Los arboles en NZ te resguardan, te alientan, te abrazan silenciosamente sin darte cuenta. Los arboles te hablan si quieres escucharlos, siéntelos.

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PODRIA…

Podría crear miles de historias en Nueva Zelanda porque los arboles cambian a cada paso abriendo puertas de tu imaginación a lo desconocido de tu alma. La variedad es tanta que es una biblioteca andante. Parece que todo estuviera virgen todavía para ser contado, dispuesto a florecer, a descubrirse, como si hilos invisibles fueran abriendo velos y las arañas fueran tejiendo las historias como telarañas. Podría crear miles de historias de fantasía como de terror de amor y de perdón porque cada piedra me susurra al oído y el agua tintinea, la tierra se abre, las flores crecen salvajemente y los volcanes y cataratas te sorprenden a tu paso. Mientras los personajes de fantasía te parecen reales y la magia es una palabra común para describir lo que pasa. Podría crear miles de historias porque nada parece lo que es y porque todo es posible tan solo basta descubrirlo para entenderlo entonces mi creatividad encuentra en los detalles material para armar y jugar. La naturaleza avanza todavía sin que el humano pueda frenarla y las ciudades molestan sin querer encontrarlas. Hay vacios que encuentran caminos y puntos que se convierten en comas. Podría crear miles de historias tal vez porque la que tenía que suceder todavía no aconteció entonces todavía es suspiro, es vuelo, es recuerdo de una mirada que todavía no encontró la rama para apoyarse pero que ha florecido en el tiempo como las hojas de un libro que se ha empezado a escribir sin saberlo.

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MILFORD SOUNDS

Y a veces tiene que llover y uno piensa porque tengo tan mala suerte, justo en Milford Sounds, pero de pronto lo que pensaste que era malo se convierte en maravilloso. Miles de cataratas como notas musicales comienzan a correr por las montanas entre montes de espesa vegetación de verdes variados y dejos de nieves eternas de glaciares de la antigüedad formando una melodía inolvidable. Y el paisaje se convierte en una reliquia en un pasadizo mágico a otro tiempo. El agua corre, fluye, tintinea por las montanas provocando surcos plateados. La niebla se cuela entre las montanas como si fuera algodón de azúcar y las decorara y tus ojos se abren para atrapar tanta belleza. Solo suspiros hay en el aire porque el sonido está completamente captado por la magnificencia de las montañas que te hacen creer que existe un cielo y seria de tal forma. Hay lugares que tienen que llover para ser más bellos.

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