Lo bueno también necesita Marketing.

#DeViajeMateando

A veces las historias que leemos o escuchamos ya sea de nuestro país o del mundo mismo, muestran solo las caras feas y malas de la gente.
Con este post venimos a darle revancha a todo eso. Hoy estamos acá para contarles historias buenas de gente común. Personas que se cruzaron en nuestro camino y nos dieron una mano, en cualquiera de sus formas. Porque a veces lo bueno también necesita marketing.

Frankfurt (Alemania):
Un africano que vive en Francia nos invito un desayuno en la estación de tren y nos hizo compañía para pasar toda la noche allí.

Hamburgo (Alemania):
Conocimos parte de la familia de Caro y nos trataron como reyes. Los mejores desayunos del viaje.

Copenhague  (Dinamarca):
Una mexicana nos abrió el negocio de vender empanadas y nos permitió registrarse en su casa.
Una hermosa pareja argentina nos alojó y nos cocinó increíblemente por dos noches sin conocernos. Nació amistad.

Bornholm (Dinamarca):
Una pareja amiga de unos chicos que alojamos en Buenos Aires nos ofreció alojamiento en una casa rodante por un largo tiempo. Aprendimos mucho de la vida de campo.

Sassnitz (Alemania):
Un hombre con mezcla de alemán y ruso comunista nos levantó con una camioneta destartalada mientras hacíamos autostop y se desvió 100km para dejarnos en un buen lugar.

Berlin (Alemania):
Una conocida de Nahu nos dejó su pieza en el centro de la ciudad y nos invitó a una de las mejores fiestas del viaje.
Una autoescuela nos levantó de un mal lugar para hacer autostop y nos llevó a una estación de servicio mientras enseñaba a manejar al alumno.

Dresden (Alemania):
Luego de cuatro horas de espera, dos senegaleses nos llevaron a Praga justo antes del anochecer.

Praga (República Checa):
Un muchacho nos alojó de último minuto después de pasar una noche fría en la estación de trenes.

Viena (Austria):
Tres jóvenes nos llevaron desde un lugar inhóspito a Viena y sumado a eso nos regalaron 10 euros para tomar un taxi directo a la casa del que nos alojaba.

Budapest (Hungría):
A último minuto, un yankee nos alojó en un departamento en el centro solo para nosotros y nos invitó unas cervezas mostrándonos la ciudad.

Sofia (Bulgaria):
El mejor camionero del mundo nos levantó haciendo autostop junto con un amigo neozelandés y nos regaló todo tipo de comida y bebida. Las únicas palabras que decía eran “Mangiare” y “No Problem”

Skopje (Macedonia):
Una señora nos llevó en taxi a las 4am de la estación de bus a un hostel.

Saranda (Albania):
Trabajando en un hostel hicimos amigos de toda Europa que volvimos y volveremos a ver.
De camino a un salto natural, un francés se desvió y restrasó su día de playa en familia para llevarnos hasta allí. Pagó la entrada, nos sacó fotos y se metió al agua con nosotros. A la vuelta nos invitó una merienda con su familia.

Tirana (Albania):
En la frontera con Montenegro nos regalaron una bolsa con duraznos.

Budva (Montenegro):
Antes del atardecer, dos bosnios nos llevaron de camino a Kosovo, cuando no teníamos mas fuerzas para el Autostop.

Pristina (Kosovo):
Pareja de argentinos nos alojó por 4 noches, nos esperó con un asado y nos llevó cosas a Argentina para la familia.
Un hombre nos transportó directo a la frontera con Montenegro porque nos vio cansados con las mochilas y 40 grados de calor a la sombra.

Kotor (Montenegro):
Hombre dio vueltas con el auto hasta que encontramos el hostel.

Dubrovnik (Croacia)
Mucha gente nos ayudó con donaciones por postales artesanales que ofrecimos en la calle.
Dos españoles nos invitaron a dormir a su carpa.
Después de una lluvia torrencial que mojó toda nuestra ropa, una monjas nos la lavaron y secaron gratis.

Sarajevo (Bosnia):
Un turco que nos había llevado a dedo en Albania, nos alojó en su departamento de lujo de Sarajevo, nos invitó todo y ofició de guía.
Un egipcio nos dio un aventón y nos regaló unos burek bien calentitos con una gaseosa.

Split (Croacia):
Una australiana se enamoró de nuestro viaje y nos invitó a un restaurante lujoso. Luego nos pagó 6 días en un departamento.
Colombianos nos invitaron un par de cervezas y compartimos noche de risas con una pareja chilena.

Karlovac (Croacia):
La lluvia nos cortó el camino y un camionero además de un café y una pizza nos dio la llave de su camión para pasar la noche ahí.

Zagreb (Croacia):
Un croata que nos vio en Split con las postales nos alojó en su casa, y nos invitó de todo en la estadía.

Vidonci (Eslovenia):
Nahu conoció a su familia Eslovenia después de años sin contacto y nos trataron de maravilla, encontramos recuerdos pasados y armamos arboles genealógicos gigantes. Volveremos.

Ljubljana (Eslovenia):
Amigos couchsurfers nos alojaron dos noches y nos llevaron de recorrido por todo el noreste de Eslovenia.

Firenze (Italia):
Familiares de una conocida nos alojaron como si fuéramos su familia misma. Pasta todo el tiempo, café, recorrido por Pisa, y por sobre todo mucho mate y un italiano muy argento.

Roma (Italia):
Una pareja de españoles nos ofreció un sillón para dormir.
Un chico que conocimos en Albania que trabaja en el Vaticano, nos regaló entradas para la misa del Papa.

Éstas son solo algunas de las manifestaciones de amor que recibimos durante el viaje. Cada día se acumulan nuevas que ya iremos contando.

¡Hasta la próxima amigos!

Nuestra casita por una noche en Karlovac, Croacia.

Nuestra casita por una noche en Karlovac, Croacia.