Venezuela impulsa una nueva doctrina militar

#DEF

El cambio en las hipótesis de conflicto y de la doctrina de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, en Venezuela, enmarca un proceso de reequipamiento orientado a nuevos objetivos. El análisis de Andrei Serbin Pont / Especial para DEF e INFOBAE

VENEZUELA-COUP-ANNIVERSARY-PARADE

La transformación de las Fuerzas Armadas Venezolanas, denominadas actualmente Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), se ha destacado por el cambio de las hipótesis de conflicto que se ha producido y su efecto sobre doctrina militar de esta fuerza, poniendo en primer plano una hipótesis de conflicto basada en una intervención de EE. UU. que buscaría imponer su voluntad en Venezuela por medio de acciones militares, con el objetivo de llevar adelante cambios políticos y/o establecer el control sobre sus recursos energéticos y naturales. En este marco, se llevó a adelante una profunda reestructuración y proceso de reequipamiento de la FANB, que a su vez fueron acompañados de la creación de la Milicia Bolivariana, bajo una estructura paralela que no responde al Ministerio Popular de la Defensa sino directamente al Ejecutivo Nacional, justificada por la necesidad de disponer de cuadros de reservistas para realizar operaciones de guerra asimétrica ante una eventual ocupación de los EE. UU.

Esto confluyó en el desarrollo de lo que se propone como una nueva doctrina nacional para la Defensa, que entiende que Venezuela está bajo constante ataque de elementos opositores al proceso revolucionario nucleados y/o dirigidos desde EE. UU., por lo cual se nubla la división entre el estado de paz y el estado de guerra. No solo EE. UU. amenaza a Venezuela en un sentido tradicional del conflicto convencional entre Estados, sino que en conjunto con otros países, así como con actores internos venezolanos, conspira para desestabilizar y destruir el proceso revolucionario, por lo cual el enemigo en este conflicto no solo es externo, sino  también interno.

En el orden interno, se señalaron como prioritarias las hipótesis vinculadas con las funciones policiales, el desarrollo económico y la seguridad pública, entre otras. En el orden externo, se priorizó la hipótesis de conflicto basada en una intervención militar de EE. UU. en Venezuela, que incluiría el involucramiento de Colombia, donde también podrían participar agentes desestabilizadores no estatales vinculados al conflicto interno colombiano, organizaciones delictivas transnacionales y el narcotráfico.

En 2004, el entonces secretario del Consejo de Defensa Nacional de Venezuela, el general de División Melvin López Hidalgo, señaló la necesidad de una: “Respuesta asimétrica a fuerzas invasoras estadounidenses superiores, mediante la combinación de personal militar venezolano, reservistas civiles y una red interna de grupos civiles de base. Estos componentes estarán encargados de ataques guerrilleros de baja intensidad, coordinados contra las fuerzas estadounidenses”. Dichos procedimientos se apoyarían, a su vez, en una “red civil de ‘inteligencia social’ que funcione como sistema clandestino de espionaje, cuyos miembros informarán al gobierno de todo aquello que consideren sospechoso”.

UN REEQUIPAMIENTO ENFOCADO

Las nuevas hipótesis de conflicto, unificadas en un solo escenario, implicaron un cambio radical en la concepción doctrinal de la FANB, que pasó de tener un enfoque sobre una hipótesis de conflicto convencional con un Estado vecino y funciones subsidiarias de seguridad interior, a tener que disponer de una estructura, doctrina, capacitación y equipamiento adecuados para tratar con amenazas convencionales, elementos subversivos internos y un escenario de ocupación por parte de una potencia extranjera en el cual se debía ejecutar una campaña de guerra asimétrica de baja intensidad. Por estas razones, el proceso de reequipamiento y reestructuración se condujo bajo la premisa de disponer de medios suficientemente flexibles para tratar con los diversos escenarios propuestos.

El Ejército ha visto un real crecimiento, tanto en lo cualitativo como en lo cuantitativo. En años recientes, las unidades blindadas se han duplicado con la recepción de nuevos tanques, vehículos de combate de infantería, artillería autopropulsada, helicópteros, fusiles y RPG, entre otros. Todos los sistemas y equipamientos incorporados, con la excepción de los fusiles AK-103 y RPG-7, están netamente enfocados en operaciones bélicas convencionales, con vistas de mantener la ya existente superioridad en medios blindados sobre Colombia que sirve como compensación por la amplia superioridad numérica de la infantería colombiana y su empleo de medios avanzados antitanque, complementados en años recientes con la modernización de su parque de aeronaves de ala rotatoria.

Previamente, el proceso de selección de sustituto del FAL había definido que su sucesor debía ser un fusil en calibre 5,56×45, calibre estándar de EE. UU. y la OTAN (que ya se producía y usaba en Venezuela). Pero dicho plan se canceló, y repentinamente se firmó un contrato con Rusia para suministrar 100.000 AK-103 de calibre 7,62×39 e instalar una fábrica de estos fusiles y sus municiones en Venezuela. Es importante señalar que este calibre es el mismo utilizado por las Fuerzas Armadas Cubanas, y por buena parte de los grupos irregulares colombianos como el ELN y las FARC, lo que da a entender un interés en facilitar la interoperabilidad entre estas fuerzas, o por lo menos ofrecer facilidades logísticas. A su vez, la posibilidad de producir el rifle en Venezuela permitirá no solo equipar de nuevos rifles a la FANB, sino también a la Milicia Bolivariana, así como otros elementos que compongan la resistencia en caso de ocupación.

En el mismo período, se adquirieron, también a Rusia, 53 helicópteros Mi-17, Mi-35 y Mi-26, que fueron entregados a diversos componentes de la Fuerza Armada, incrementando significativamente su capacidad de transporte táctico, transporte pesado y operaciones de apoyo aéreo cercano, permitiendo cerrar la brecha con las claramente superiores capacidades helitransportadas de Colombia.

EN EL CIELO

Venezuela procuró complementar sus capacidades aéreas en todos los ámbitos, empezando por la incorporación de cazas pesados multifunción de fabricación rusa, los Su-30MK2 Flanker G. El Su-30 implicó la incorporación de capacidades completamente nuevas para la Aviación Militar. Sus poderosos sistemas electrónicos y armamento habilitan a sus tripulaciones a detectar, identificar y atacar objetivos aéreos más allá del alcance visual, así como emplear medios avanzados contra objetivos terrestres y sistemas antiaéreos enemigos, sin dejar de lado excelentes capacidades de combate aéreo de corto alcance, funciones antibuque y guerra electrónica. La Aviación Militar también incorporó aviones de entrenamiento K-8 de procedencia China y se espera la entrega de entrenadores avanzados L-15, así como un contrato para la adquisición nuevos cazas pesados (Su-30 o quizás Su-35). En los últimos años, también se ha dado de baja material occidental que operaba la AMBV, como fue el caso de los aviones F-5 que cumplían funciones de caza ligero y entrenamiento, y los Mirage 50 EV/DV –de los cuales un lote fue donado a Ecuador en conjunto con sus misiles antibuque–, mientras que los F-16 de fabricación norteamericana siguen en servicio y cumpliendo funciones de primera línea a la espera de un reemplazo digno.

Con la incorporación de una serie de radares de alerta temprana de fabricación, China ha logrado la radarización de buena parte del espacio aéreo. Esta red de radares ha sido complementada por el mayor sistema integral de defensa aérea en la región, basado en más de 2000 lanzadores Igla-S, 300 Zu-23/ZOM-1-4, 11 grupos antiaéreos compuestos por sistemas Pechora S-125 M2, tres grupos antiaéreos de BUK-2M y un grupo antiaéreo de S-300VM Antey 2500, sumados a los sistemas de defensa aérea preexistentes. La creación de este sistema integral otorga a Venezuela una capacidad única de defensa de su espacio aéreo contra incursiones aéreas enemigas, dándole clara superioridad frente a amenazas regionales, y proveyendo junto a los Su-30 de un primer anillo de defensa ante intervenciones militares de los EE. UU. A su vez, la portabilidad y facilidad de uso de los misiles antiaéreos Igla-S otorgan un elemento clave para la defensa antiaérea de grupos irregulares en el contexto de una guerra asimétrica.

RETRASOS EN EL MAR

A pesar de avances en los otros componentes de la FANB, la última década no ha sido fácil para la Armada Bolivariana de Venezuela. Solo dos de las fragatas Lupo pudieron ser modernizadas, mientras que otras tres llevan años en dique seco sin fecha clara sobre su reincorporación. La adquisición de las POVZEE (Patrullero Oceánico de Vigilancia de la Zona Económica Exclusiva) y los BVL (Buque de Vigilancia Litoral) fue un alivio para facilitar las tareas de control en aguas territoriales, pero la falta de armamento avanzado en las POVZEE no permite que estas puedan cubrir la ausencia de las Lupo, que continúan en dique seco. A su vez, los aviones de patrullaje marítimo y guerra antisubmarina S-2 Tracker dados de baja en los 90 nunca fueron reemplazados, y la Armada sufre la falta de aeronaves de ala fija de patrullaje marítimo que complementen al puñado de C-212 configurados para estas funciones. Por ende, buena parte de las capacidades de patrullaje marítimo aéreo recaen sobre helicópteros como los AB-212 y los Z-9 de producción china a incorporarse en un futuro cercano. Pero uno de los mayores ausentes ha sido el submarino S-32 Caribe, que desde el año 2004 se encuentra en dique seco para una modernización y mantenimiento mayor. Ese mismo año, también ingresó al dique seco el gemelo del S-32, el S-31 Sábalo (ambos Type U209A-1300 de fabricación Alemana), que fue reincorporado al servicio siete años después, en enero de 2011.

Esto se relaciona con un cambio profundo en la concepción de la Armada ante las nuevas hipótesis de conflicto, donde EE. UU. es la principal amenaza y se emplean principios de la doctrina cubana de defensa costera según la cual los medios navales de superficie son reducidos a tareas de vigilancia de la zona económica exclusiva, los submarinos no ocupan un rol primordial en el orden de batalla y se prioriza la disponibilidad de medios basados en tierra para repeler ataques navales. Estos medios son principalmente artillería costera, tanto artillería de tubo como de  cohetes, así como misiles guiados antibuque emplazados en diferentes puntos claves de la costa a ser defendida. En concordancia con esta lógica, ha salido a la luz información del interés de la Armada de Venezuela por la incorporación de lanzadores móviles de misiles BAL-E, que emplean los misiles Kh-35U Uran (AS-20 Kayak/SS-N-25 Switchblade) de 120 km de alcance para abatir blancos navales. A su vez, entre los equipos a ser entregados por China a la Infantería de Marina Venezolana, se encontraría un vehículo de artillería de cohetes capaz de disparar misiles antibuque.

A diferencia del resto de la Armada, la Infantería de Marina ha visto un crecimiento exponencial, con la creación de nuevas unidades y la próxima incorporación de gran cantidad de material de fabricación china, en especial vehículos blindados, helicópteros y artillería. El crecimiento de la Infantería de Marina responde a tres necesidades por parte de la FANB. La primera es el fortalecimiento de la capacidad de defensa costera y control fluvial; la segunda, la capacidad de proveer apoyo al Ejército por medio de la “maniobra desde el mar”; y la tercera es disponer de una fuerza de despliegue rápido que permita defender/retomar posiciones o instalaciones cercanas a la línea costera. En resumen, convertirse en una fuerza flexible capaz de cumplir con funciones tanto en el contexto de un conflicto con Colombia, así como en etapas iniciales de un conflicto con los EE. UU.

En términos generales, este proceso de reestructuración y reequipamiento ha implicado la sustitución de material obsoleto, la complementación de capacidades preexistentes, la creación y puesta en servicio de sistemas con características técnicas completamente nuevas, y la reducción de ciertas capacidades consideradas de menor valor en el nuevo contexto estratégico y operacional de la FANB. Todo en concordancia con un nuevo paradigma de defensa y seguridad en Venezuela, que percibe que las amenazas al proceso revolucionario son tanto externas (EE. UU. y Colombia), como no convencionales en el marco de la seguridad interna venezolana.

El autor es analista internacional, especializado en política exterior, defensa, seguridad y derechos humanos.