ISIS y el nuevo Califato

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El surgimiento de los extremistas del Estado Islámico y sus crueles métodos llamaron la atención del mundo entero. ¿Cuáles son las raíces de este movimiento y qué se propone el ISIS en Irak y Siria? Escribe Omar Locatelli

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El asedio y expulsión de la minoría de los yazidíes en el monte Sinjar (al norte de Irak) y la decapitación del periodista estadounidense James Foley descubrieron ante el mundo a una nueva y extendida amenaza. Este cruento accionar ha sido la mejor propaganda de la más reciente irrupción del grupo sunita Estado Islámico de Irak y de Siria (ISIS, por sus siglas en inglés) en el concierto internacional.

El hecho de que se presenten como un Estado y no como un grupo armado, y las atrocidades que han cometido han logrado atrapar la atención, no solo regional sino internacional, como también religiosa, pues hasta ahora la desafiante crueldad de las acciones provenía de grupos confesionales chiitas. Además, la profundidad y rigurosidad de sus acciones tanto militares como político-administrativas indican una gran capacidad económica de dudoso origen pero de constante flujo.

El primer interrogante que surge es, ¿podrá Occidente encontrar el catalizador necesario para tamaña amenaza, sin saber aún si el remedio deberá llegar desde la política, la economía o la religión?

SUNNITAS Y CHIÍTAS

El Islam, que significa “sumisión a Dios a través del monoteísmo, la obediencia y el abandono de la idolatría”, se inicia con el nacimiento de su profeta Mahoma (Abul Kasim ibn Abd-Allah) en el año 570. Su madre, durante el embarazo, oyó voces angelicales que le decían que su hijo nacería bañado de luz. Su padre Abdullah Ibn ‘Abd Al-Muttalib murió antes de que el niño naciera. Su madre, Áminah, murió cuando él tenía seis años. Como huérfano, fue confiado al cuidado de su abuelo, líder del clan Hashim, quien cuando falleció lo dejó con su tío Abu Tayed. Hasta los 25 años fue mantenido por Khadija, viuda rica para la que trabajaba como agente comercial, con quien luego se casó. Tenía el hábito de pasar un mes de contemplación en el monte Hira, dedicándose a alimentar a los pobres, cuando recibió las revelaciones de Dios (Alá). En el año 610, recibió la primera visita del ángel Gabriel, en la que se descubrió siguiendo sus instrucciones y recitando versos como si estuviera dormido, los que reunió por escrito en su libro sagrado: el Corán (Qur´an, entendido como lectura o recitación). Quedó aterrorizado por la experiencia, hasta que un cristiano lo tranquilizó diciéndole que sería el “profeta de su pueblo”. Sus familiares y amigos le creyeron y siguieron las instrucciones de Dios. En el 613, al iniciar su predicación en La Meca, atacó la validez del conjunto de dioses adorados y se enfrentó a la hostilidad de sus conciudadanos. Un año más tarde, buscó protección en Etiopía y luego en el oasis de Yatrib (hoy Medina, que significa “la ciudad”), donde impulsó una constitución que abogaba por la tolerancia a los judíos, que provocó discrepancias porque los judíos se declararon incapaces de homenajear al Dios islámico. En el 623 huyó de La Meca, produciendo la Hijra (o Hégira), e impuso un ayuno de 24 horas en conmemoración de su huida.

El 8 de junio de 632 muere Mahoma por problemas intestinales, deja diez esposas y dos concubinas, quienes le habían dado 24 hijas y un varón, que murió en la infancia. Su sucesor, el califa (guardián de la fe), debía ser elegido dentro de la familia. Su mentor y suegro, Abu-Bakr, hombre piadoso y generoso que se ocupó de los huérfanos y de liberar esclavos, lo sucedió, aunque lo sobrevivió solo dos años. Su yerno Ali ibn AbiTalib, marido de su hija menor Fátima, no fue considerado para la sucesión.

Dos años después, en el 634, lo sucedió Omar, fundador de la dinastía Omeya, familiar político de Mahoma, que organizó la comunidad o Ummah, y destacó el rol de los árabes. Él es quien lleva el Islam a Palestina, a Persia y al norte de África, y designa a Damasco como capital. En el 638, conquista Jerusalén, salvaguardando el Santo Sepulcro y cambiándole el nombre por El-Quds (la Santa), y la convierte en la tercera ciudad santa, después de La Meca y Medina. Omar muere a manos de un esclavo palestino en Medina en el 644, y lo sucede Uthman, miembro de la dinastía Omeya. Así comienza la primera tensión entre los tres grupos árabes victoriosos:

-Los compañeros originales de Mahoma y sus seguidores.

-Los hombres de Medina.

-Las familias líderes de La Meca.

Uthman fue elegido por los miembros de la tribu Quraysh, a la que pertenecía Mahoma, provocando tanto a los hijos de los compañeros del profeta como a su tercera esposa Aisha. Con su virtuosismo reúne a estudiosos para producir una versión actualizada del Corán: 114 capítulos o suras en prosa con rima, con 6666 versos. Aparece también la tradición oral –sunna– como interpretación de las normas escritas. En el 656, muere Uthman como víctima de una revuelta, y en consecuencia  Alí se proclama líder en oposición a Aisha, la tercera mujer de Mahoma.

El 4 de diciembre del mismo año se produce la batalla del Camello, donde 30.000 soldados al mando de Aisha, que ocupaban Basora, se enfrentan a Alí, quien con 20.000 seguidores acampa en Rabbaza, cerca de Khuraiba. Alí, ante el dominio del terreno y la capacidad del comando enemigo, ordena cortarle las patas al camello de Aisha, para disminuir su capacidad de conducción en la batalla. Alí perdió solo 1000 hombres, mientras que Aisha, la mitad de sus fuerzas. No obstante su victoria, Alí es asesinado en el 661 en la Mezquita de Kufa (Mesopotamia), por los seguidores de Muawiya, que asumió como califa y regresó la capital a Damasco, extendiendo el imperio desde Marruecos en el Atlántico hasta el valle de Oxus, e hizo que volvieran a reinar los Omeyas hasta el 750.

El 10 de octubre de 680 se produce la batalla de Karbala, a raíz de que Husayn, hijo de Alí y nieto de Mahoma, pretendía el califato por derecho de sucesión, ante la abdicación de su hermano mayor Hasan a la muerte de su padre. Yazid I, califa de origen Omeya, le exige lealtad a Husayn, quien la rechaza produciendo una revuelta con 50 de sus seguidores. Husayn fue muerto en las primeras escaramuzas, y sus seguidores lo convirtieron en mártir. Nace el Shiat Alí (partido de Alí) y sus adeptos pasan a ser conocidos como los chiitas. Su gesta se recordará posteriormente como figura central en las Taziyas o Pasión Chiita, haciendo de Karbala un lugar de peregrinaje oficial. Por oposición, aparecen quienes seguían una tradición más calma y sumisa, basados en las costumbres de la Sunna: sunitas. Ellos se dan cuenta de que la era de los califas había terminado y de que sería imposible unificar a los musulmanes. La Mathloumiya había comenzado.

CALIFAS Y SULTANES

El principal reconocimiento jerárquico del Islam es el de califa, sucesor del profeta y por lo tanto guardián de la fe. Es el líder político y espiritual, equivalente al Papa dentro del Cristianismo. También se lo puede reconocer como malik, que significa rey o monarca, tal como sucede hoy en día en Bahréin, Jordania, Marruecos y Arabia Saudita.

Todo califa necesita alguien que implemente sus decisiones y hasta colabore en su gobierno. Por ello aparece la jerarquía del visir, quien ejerce la conducción en forma similar a un primer ministro actual. Es el ayudante natural del califa.

Tal cual ocurre en diferentes formas de gobierno, también se reconoce a quien ejerce el poder de facto en nombre del califa: el sultán. Este depende del califa, pero en muchos casos lo reemplaza en ausencia del anterior. Se encuentra esa figura en Omán y en Brunei.

Para las divisiones territoriales del califato, llamadas vilayatos y entendidas como una subdivisión administrativa de algunos países musulmanes, existe el cargo de emir. Dentro del califato, este término hace referencia a cada uno de los estados casi soberanos. Existen vilayatos en muchos países, como Argelia, Marruecos, Túnez, Sudán, Omán y Sahara Occidental (actualmente bajo dominio de Marruecos). El más claro ejemplo que conjuga el cargo con un territorio de un estado soberano es el de los Emiratos Árabes Unidos.

Por debajo del emir y casi como jefe localista, existe el jeque, líder religioso y/o político local. Es el equivalente al viejo sabio en una sociedad que respeta sobremanera su linaje hacia la autoridad patriarcal del clan y que mantiene la lealtad a este antes que al gobierno. Es sinónimo de la palabra sheikh. En términos generales, es una persona respetada a causa de su edad o sus conocimientos.

Al igual que el jeque o sheikh existe el jerife, que tiene casi el mismo reconocimiento social que el jeque pero sin ningún privilegio. Es sinónimo de sharif, y puede también ser denominado sayyid.

Una vez más, los califas encabezan las jerarquías islámicas y es el cargo a donde casi todos sus líderes han tratado de llegar.

MUFTIES Y AYATOLÁS

A las máximas jerarquías eclesiásticas, el Islam las denomina muftí. Dentro de la confesión sunita se lo considera como un jurisconsulto expositor de la Ley Islámica (sharia). Es el emisor de los dictámenes legales religiosos (fetuas o fatwa) que dilucidan problemas de interpretación de la Suna. Generalmente se lo titula como gran muftí. Para la confesión chiita, se llama mulláh, que implica lo mismo solo que con distinta denominación. En ambos casos, es la persona versada en el Corán, los hádices y la jurisprudencia islámica o fiqh. En un sentido más general, y siempre dentro del Islam suní, puede referirse a cualquier persona más versada en asuntos religiosos que el resto de los miembros de su comunidad. Este uso de la palabra mulláh (título honorífico equivalente a ulema) es frecuente sobre todo en Asia central.

Entre los chiitas, el mulláh es un miembro del llamado clero, cuyos líderes son los ayatolás. Un mulláh chiita suele llevar una capa y un turbante, negro si es jerife (descendiente de Mahoma) y blanco si no lo es. Los mulláhs ejercen el poder en Irán, y lo ejercieron en Afganistán bajo el régimen talibán (tal el caso del mulláh Omar). Por último, quien dirige el rezo dentro de las mezquitas es el imán, quien para los chiitas además es el director político de la comunidad religiosa.

La religión sigue motorizando movimientos que tratan de imponer su fe de diversas maneras.

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EVOLUCIÓN REGIONAL

La crisis en Siria dio origen a numerosos grupos insurgentes sunitas que actualmente siguen luchando contra el gobierno de confesión alawita (aristocracia dentro de los chiitas). En su origen, el presidente sirio Bashar al-Assad intentó aplacar una rebelión juvenil, que encendió un descontento poblacional general  de la misma forma en que lo hizo su padre años atrás, enviando fuerzas militares a reprimir. Numerosos miembros de las FF. AA. se negaron a tal acción, desertando de sus filas originales y formando el llamado Ejército Libre de Siria, que comenzó a oponerse a realizar tales acciones en contra de su propio pueblo. Al igual que los desertores, numerosos civiles de confesión sunita comenzaron a formar grupos de combatientes para luchar en contra del gobierno, pero sin subordinarse a una conducción militar centralizada. Entre los principales grupos insurgentes se formó el llamado frente Al-Nusra (que traducido significa Apoyos del Frente para la Victoria del Pueblo de Siria) en Aleppo, a las órdenes de Hossam Abu Mohammed al-Golani, que tenía inicialmente entre 6000 y 8000 efectivos. El conflicto sirio, a principios de 2012, comenzaba a ser un espacio ideal para la reunión de jihadistas sunitas de todas las regiones para oponerse al gobierno alawita. A su vez, los intereses occidentales buscaban apoyar a los rebeldes sunitas a través de sus fronteras turcas y jordanas, mientras que los chiitas recibían apoyo confesional y material desde Irán (a través de Irak) y desde el Líbano, gerenciado por Hezbollah.

A mediados de 2012, el frente Al-Nusra produjo un atentado en el Ministerio de Defensa sirio, en el que mató a su ministro de Defensa, a su asesor principal (cuñado del presidente) y a su hermano Nader, militar a cargo de la 4ta División Blindada. El 19 de julio comienza la denominada Madre de todas las Batallas en Aleppo –principal ciudad económica de Siria–, donde Al-Nusra da sobradas muestras de su poderío tomando la ciudad y expulsando a las tropas gubernamentales. Los insurgentes comenzaron a dominar todo el norte de Siria.

Un año después, irrumpe en la guerra civil siria un grupo de insurgentes llamado Frente Islámico de Irak y del Levante con intenciones de disputarle a Al-Nusra su predominio en el norte de Siria. Su líder Ibrahim Awwad Ibrahim Ali al-Badri al-Samarrai, iraquí nacido en Samarra en 1971, comienza a ser conocido como Abu Bakr al-Baghdadi. También empieza a esgrimir ser la continuación de Al-Qaeda en Siria, provocando una disputa epistolar con el líder de Al-Nusra que debió ser solucionada por el líder de Al-Qaeda, Ayman al-Zawahri. El 10 de junio de 2013, la cadena televisiva Al-Jazeera difundió una carta de Al-Zawahri, donde urge a los líderes de Al-Qaeda en Irak y de Al-Nusra en Siria a detener cualquier ataque verbal o formal entre ellos. La cuestión de la preponderancia estaba planteada.

INTEGRACIÓN

El líder de ISIS, Al-Baghdadi, comenzó su accionar vinculándose con Ahmud Fadil al Khalayilah, conocido como Al-Zarqawi, un famoso extremista jordano de los años 80. Ambos se constituyen como mujaidines afganos entre 1989 y 1992, para luego fundar en Afganistán el grupo árabe Jund al-Sham (Ejército de Siria). Con la irrupción de EE. UU., ambos huyen a Irak luego del 11 de septiembre de 2001 para formar el grupo sunita Estado Islámico de Irak, vinculado a Al-Qaeda. Tras la muerte de Al-Zarqawi en 2006, Al-Baghdadi queda a cargo y comienza a tratar de representar a Al-Qaeda en Siria. En agosto de 2013, cambia el nombre de su grupo por el de Estado Islámico de Irak y Siria (ISIS) para luego proclamarse califa del Estado Islámico, el 5 de julio de 2014, en la mezquita de Mosul tras la captura de la ciudad.

Sus integrantes, además de los muyaidines iraquíes y sirios, son combatientes extranjeros estimados en 3000 ciudadanos de países occidentales, que se cree son del Reino Unido (400 miembros), Bélgica, los Países Bajos, Alemania, Francia y los países nórdicos. Además, según el informe de la ONU de junio de 2014, elaborado por el Grupo Soufan, ISIS está integrado por personas de al menos 81 países diferentes, incluidos Australia, EE. UU., Canadá, Irlanda y España. Estos combatientes, se supone, podrían ser superados en número por los voluntarios de minorías árabes disconformes de Túnez, Marruecos y Arabia Saudita.

El comando de la organización ha sido escogido por Al-Baghdadi, entre los hombres que conoció cuando era un prisionero en custodia de EE. UU. en el centro de detención de Bucca hace una década. Él tenía una preferencia por los militares, razón por la cual su equipo de liderazgo incluye a muchos oficiales del disuelto ejército de Saddam Hussein. Cuenta además con exoficiales iraquíes como Fadel al-Hayali, el lugarteniente de Irak, que una vez sirvió a Hussein como teniente coronel, y Adnan al-Sweidawi, un exteniente coronel que ahora dirige el consejo militar del grupo.

Sus líderes aumentaron su habilidad militar tradicional con técnicas terroristas refinadas a través de años de lucha contra las tropas estadounidenses, y al mismo tiempo contando con el conocimiento local y los contactos insertos dentro de la profundidad de la población. Con ideología radical y tácticas como secuestros y decapitaciones, el grupo ha marcado su identidad sobre las comunidades en las cuales está presente.

Su necesidad de injerencia en el conflicto sirio, más allá de su eventual interés en el derrocamiento chiíta-alawita, es la significativa posición central del territorio sirio, con sus fronteras con Turquía, Israel, Irak, Jordania y Líbano, dando a Al-Qaeda un equilibrio en el corazón de Medio Oriente.

ISIS es, sin lugar a dudas, un híbrido entre los terroristas y un ejército, pero con intenciones más que regionales.

EXPANSIÓN

La prensa siria anuncia el 12 de julio de 2013 que una organización vinculada a Al-Qaeda había dado muerte al líder rebelde  Mohammed Kamal al-Hamami,  marcando la grieta entre islamistas y moderados dentro de la oposición. Días después, el 21 de julio, rebeldes vinculados con Al-Qaeda combatieron a las milicias kurdas, cuando los kurdos rodearon al líder rebelde Abu Musab dentro de una escuela que él y sus luchadores usaban como una base cerca de la ciudad fronteriza de Tel Abyad. Se mantuvieron esos enfrentamientos en la provincia de Hassakeh, iniciados en el puesto de control de Al-Nusra en Ras al-Ain, pues ningún kurdo sunita favorece la formación de un califato islámico, ya que prefieren el reconocimiento de una autonomía kurda.

En agosto, colaboraron con los rebeldes sirios en el sitio a la base aérea de Minakh, en una operación llamada la Tormenta del Norte. Tres días más tarde, el 8 de agosto, formaron parte de una ofensiva llamada “la Batalla por la liberación de la costa siria”, con 2000 combatientes  de organizaciones jihadistas, que incluyen a Jabhat al-Nusra y al entonces Estado Islámico de Irak y al-Sham, quienes viniendo del pueblo de Salma atacaron a los pueblos alawitas localizados en Al-Haffa. A partir de ese momento, la Inteligencia de EE. UU. reconoce que en Siria puede desarrollarse una de las amenazas terroristas más grandes en el mundo por el flujo creciente de combatientes extranjeros que se  asilan como militantes islamistas, que llegan a más de 6000. A su vez, el secretario de Estado de EE. UU., John Kerry, anunció que el líder de Al-Qaeda en Irak, Abu Bakr al-Baghdadi, ha comenzado a operar desde Siria.

La disputa con Al-Nusra hace que ambos grupos rebeldes acuerden un alto el fuego, en la ciudad de Azaz, vinculado a la importancia del control de los pasos fronterizos con Turquía. La prensa internacional da cuenta de que se ha incrementado el número de combatientes extranjeros en contra del gobierno de Siria, en un número que pasó de 6000 a 10.000, la mayoría provenientes de Arabia Saudita, Túnez y Libia; pero que también provenían de Chechenia, Kuwait, Jordania, Irak y de los Emiratos Árabes Unidos.

Los miembros de ISIS comienzan a reemplazar las cruces de las iglesias por sus banderas negras y enseñan en las escuelas la “importancia de la batalla contra los infieles”, representados por todo aquel que no sea un sunita musulmán. A su vez, envía a sus guerrilleros a los pueblos del norte de Siria con órdenes de volver a abrir aulas locales sunitas, repartiendo manuales religiosos con mochilas que llevan el nuevo nombre del grupo: Estado Islámico de Irak y Siria. Por primera vez, comienza a entenderse que el título formal del grupo que incluía el nombre Al-Sham como la Gran Siria, se relaciona con el antiguo califato islámico con capital en Damasco y que incluía a Siria, Líbano, Irak, Jordania e Israel.

El 25 de octubre de 2013, la TV siria emitió la noticia de que el líder del grupo rebelde Jabhat Al-Nusra, Abu Mohammad al-Golani, fue muerto en combate en las regiones montañosas de Latakia. La disputa por la hegemonía rebelde había sido salvada y el camino hacia el califato estaba en marcha.

FINANCIAMIENTO

Con el avance territorial, ISIS ha creado silenciosamente una estructura de gestión eficaz a través de iraquíes en su mayoría de mediana edad que supervisan los departamentos de finanzas, gobierno local, operaciones militares y reclutamiento. No obstante, necesita de recursos para movilizar su incipiente organización. Según el secretario de Defensa de EE. UU., Chuck Hagel, no se trataría de un grupo terrorista, sino de un proyecto de Estado con armas sofisticadas, una ideología totalitaria y abundante financiación que procede de apoyos externos y la toma de recursos para proseguir su ofensiva y sentar las bases de su califato.

El inicio de los apoyos monetarios externos comenzó cuando las petromonarquías de Arabia Saudita, Qatar y los Emiratos, empezaron a respaldar a los rebeldes sunitas que combatían a los chiitas gubernamentales sirios. ISIS, a partir de sus conquistas en territorio iraquí, descubrió una fuente incesante de dinero. Al ser Irak el segundo mayor productor de petróleo del mundo después de Arabia Saudita, las refinerías pasaron a ser objetivos militares. Tras la rápida conquista de la zona de Mosul en el norte de Irak (siete campos y dos refinerías en Shaar y Baiji), junto a las conquistadas en Siria (seis campos y dos refinerías en la zona de Omar), sus extracciones se calculan entre 30 y 80.000 barriles de petróleo diarios. Por ser más pesado que el del mar del Norte de Europa (petróleo Brent), este petróleo originalmente era un dólar más caro. Luego de las conquistas, pasó a estar dos dólares más caro y su precio subió de 98 a 108 dólares. Por lo tanto, sus ganancias diarias por las ventas en el mercado negro oscilan alrededor de los dos millones de dólares diarios. También al controlar el límite de la zona petrolera iraquí (pues la región más importante sigue en control de los kurdos), pueden cortar el suministro de crudo a Turquía, mientras intentan controlar las abundantes fuentes energéticas en el Kurdistán iraquí. Además recaudan fondos de:

-Extorsiones a minorías religiosas

-Contrabando de armas

-Cobro de peajes fronterizos y en rutas controladas

-Cobro de secuestros

-Venta de materiales desmantelados

-Ventas arqueológicas

Por si esta lista fuera exigua, en cada ciudad conquistada, ISIS irrumpe en las arcas de sus bancos centrales. Tal fue el caso cuando tomó la ciudad de Mosul, saqueando su banco central para obtener un botín de alrededor de 400 millones de dólares, lo que le permite redondear una cifra cercana a los 2000 millones.

Las arcas llenas de ISIS comenzaban a darle un poder discrecional que se hacía sentir en la evolución de sus acciones.

PROPAGANDA

Más allá de su capacidad recaudatoria, ISIS también evidencia un adecuado uso de todos los modos contemporáneos de mensajería para reclutar combatientes, intimidar a los enemigos y promover su pretendido califato. Si su fanatismo y decapitaciones parecen provenir de un siglo de distancia, el uso de los medios de comunicación está actualizado al momento.

Su prodigiosa producción impresa y en línea revela que su propaganda tiene, sorprendentemente, pocas convocatorias de ataques contra Occidente. No obstante, su video inicial más notorio mostró la decapitación del periodista estadounidense James Foley (el 19 de agosto) y la amenaza a otro rehén estadounidense, y finalizó con la advertencia de que cualquier ataque a ISIS “se traduciría en el derramamiento de sangre” de los estadounidenses. A su vez, todos los videos posteriores, del mismo estilo, han hecho referencia a que cada intento de ataque de cualquier país hacia ISIS sería respondido con el decapitamiento de uno de sus ciudadanos. Tal el caso, hasta ahora, de Steven Sotloff (2 de septiembre), David Haines (13 de septiembre) y las eventualmente futuras de Alan Henning y/o John Cantlie (ambos británicos).

Pese a que su imagen inicial se construyó sobre el derramamiento de sangre, sus publicaciones posteriores parecen empeñadas en demostrar la perspicacia burocrática del Estado que pretende construir. Sus dos informes anuales hasta ahora están repletos de una especie de contabilidad de estilo jihadista, donde se hace un seguimiento de las estadísticas de todas sus acciones desde ciudades ocupadas y asesinatos a cuchillo a puntos de control establecidos y hasta apóstatas arrepentidos. La repercusión de sus informes hace que su convocatoria le permita recibir hasta casi 1000 solicitudes diarias desde remotos lugares del mundo.

Sus principales logros periodísticos radican en el montaje de un asalto frontal contra las divisiones y de las fronteras nacionales en el Medio Oriente, evidenciando que han sido dibujadas por las potencias occidentales después de la Primera Guerra Mundial. En su revista en idioma inglés puntualiza, en referencia a las fronteras,  que “estos tabiques cruzados” y sus líderes árabes modernos fueron una estrategia de “divide y vencerás” destinada a impedir la unificación de los musulmanes “bajo un mismo imán que lleva el estandarte de la verdad”. Ese sentimiento de agravio histórico es un viejo tema de Al-Qaeda y los grupos islamistas más moderados. No obstante, la diferencia se manifiesta en que al capturar territorio y armamento pesado, además de la riqueza proporcionada por los secuestros, la piratería del petróleo, el asalto a los bancos y la extorsión, ISIS afirma haber dado un importante primer paso para corregir lo que considera un antiguo mal, en pro de la creación de un estado islámico unificado que reúna a las actuales naciones existentes.

Toda esta variada producción propagandística de ISIS promueve su primordial objetivo: asegurar y ampliar el estado islámico. Los expertos dicen que podría cambiar; pero por ahora se distingue marcadamente de Al-Qaeda, que había hecho de los ataques a Occidente su principal prioridad.

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ÚLTIMOS ACONTECIMIENTOS

A partir de haber asegurado los pasos fronterizos de Bukamal en Siria (y la ciudad) y el de Qaim en Irak (además del control municipal), en junio de 2013 tuvo intervenida la ruta principal que une Aleppo (Siria) y Bagdad (Irak). Continuó su afianzamiento administrativo cuando en octubre del año pasado declaró que Raqqa (antigua capital del califato en Siria) sería su capital. Formalizó su acto administrativo estableciendo un impuesto de hasta 20 dólares cada dos meses, esgrimiendo que cobraba la mitad que el gobierno de Assad y restituía el doble de beneficios. La ruta sobre la cuenca del río Éufrates estaba asegurada.

Una vez controlados los pasos que conectan el centro de Siria e Irak, intentó hacer lo mismo con los pasos del norte (Yarubia y Rabia), controlados por los kurdos, quienes a partir de octubre reforzaron su control, impidiendo su toma por parte de ISIS. A pesar de esto, ISIS irrumpió por el norte, tratando de afianzarse sobre la cuenca del río Tigris en el norte de Irak a partir de principios de 2014, en dirección a la ciudad de Mosul. Su intento de avance sobre Erbil (antigua Arbela, de la época de Alejandro Magno), capital de la zona kurda, fue detenido por los combatientes pesh merga kurdos, quienes fueron reconocidos por los equipos de evaluación de EE. UU. como los únicos capaces de hacer retroceder a los militantes sunitas si se les da ayuda.

En su avance inicial sobre territorio iraquí, ISIS irrumpió sobre el monte Sinjar desplazando a una minoría chiita yazidí. Ese lugar fue la primera acción aérea de EE. UU., que tuvo que abastecer a la comunidad que debió aislarse en las alturas del monte antes de caer prisionera de los combatientes sunitas.

En esa misma línea de avance en dirección a Mosul, ISIS fue desarmando a cuatro de las principales divisiones del ejército iraquí: en Tal Afar, a mediados de junio la 2da División (Br (s) 6, 9, 10 y 11); en cercanías de Mosul, entre el  9 y el 11 de junio a la 3ra División (Br (s) 5, 7, 12 y 26); en Salah al-Din, el 12 de junio la 4ta División (Br (s) 14, 15, 16 y 17); y en Al-Ambar, desde diciembre de  2013 hasta julio de 2014 a la 1ra División (Br 1, 2, 3 y 4). Si se considera que cada división cuenta con 10.000 efectivos aproximadamente, ISIS desarmó a más de 40.000 tropas en su avance hacia Bagdad, en menos de un mes.

Los primeros combates de magnitud comenzaron el 18 de agosto, cuando tropas terrestres iraquíes y kurdas se enfrentaron con ISIS y liberaron la represa más grande de Irak en Mosul, con el apoyo de aviones de EE. UU., en una ampliación de los objetivos limitados establecidos por su presidente. La autorización formó parte de la Segunda Directiva (denominada de protección de los estadounidenses), que justifica la intensa campaña aérea destinada a romper el cerco de yazidíes varados en el monte Sinjar y proteger a personal estadounidense, los ciudadanos y las instalaciones en Irak. Además, autoriza el despliegue de 1100 efectivos para defender la embajada y el aeropuerto en Bagdad, y el consulado en Erbil, además del adiestramiento de tropas kurdas e ISF (Fuerzas de Seguridad de Irak siglas en inglés).

Como hecho referencial de los primeros días de septiembre, Moscú solicitó en una sesión especial del Consejo de Derechos Humanos de la ONU la adopción de una resolución de condena a los crímenes de ISIS, marcando una diferencia referida a su actitud para con los rebeldes sirios. A su vez, el 5 de septiembre las tropas terrestres iraquíes y kurdas, con el apoyo de aviones de EE. UU., recuperaron el control de Ameril, localidad de turcos chiitas tras luego de cuatro meses de bloqueo de ISIS. El mismo día, en una reunión de los países integrantes de la OTAN en Gales, formaron una coalición para “destruir y derrotar” a ISIS. Los primeros firmantes del acuerdo fueron EE. UU., Gran Bretaña, Alemania, Francia, Italia, Australia, Dinamarca, Polonia, Canadá y Turquía, con el apoyo de países árabes. En esa reunión se determinó que dicha fuerza, llamada “Punta de Lanza” (spearhead en inglés), contaría con un batallón de 800 efectivos en calidad de ser desplegados en dos días. Luego tendría a disposición una brigada de entre cinco y siete mil efectivos a desplegarse en siete días, junto a un estado mayor integrado en Gran Bretaña, Francia y/o Polonia. Su apoyo logístico se reuniría en Rumania y Polonia, de lo que se desprende su eventual uso en regiones fuera de Medio Oriente.

También la OTAN acordó instruir a las tropas iraquíes y brindar información sobre ciudadanos reclutados por ISIS.

El 7 de septiembre, con apoyo aéreo de EE. UU., las Fuerzas Especiales de Irak, tribus aliadas y policías locales los combatientes de ISIS fueron desalojadas de la zona de Haditha, donde buscaban tomar el control de su represa hidroeléctrica, sobre el río Éufrates, y de la localidad de Barwana. La importancia de esa acción radica en que, más allá de asegurar un paso obligado desde Siria, como principal ruta de suministros de explosivos y personas desde Siria, es la reivindicación por una masacre de 24 personas ejecutadas en el lugar por marines de EE. UU. en 2003.

Barack Obama, en su alocución a la nación en la víspera del 11 de septiembre, anunció las fases del ataque aliado a ISIS, consistente en una campaña aérea para proteger a las minorías étnicas y religiosas y a personal diplomático y militar de EE. UU. Luego, una campaña de adiestramiento para capacitar, asesorar o equipar a las FF. AA. de Irak, combatientes kurdos y tribus sunitas. Como tercer paso, se planeó una campaña militar de destrucción final para aniquilar a los combatientes dentro de Siria (por lo menos de 36 meses de duración), y como fin, una campaña humanitaria de estabilización de la región.

Por último, el 15 de septiembre, en París, cerca de 40 países se han inscrito para incorporarse a la coalición, incluyendo a diez estados árabes: Egipto, Irak, Jordania, Líbano, Bahréin, Kuwait, Omán, Qatar, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos.

Los primeros rechazos de las acciones militares de ISIS evidencian falencias en su poderío y eventuales grietas en su fama.

INTERROGANTES

La Liga Árabe, preocupada por el avance de un grupo sunita, diferente por su extremo fanatismo jihadista, ha comenzado a buscar, al menos, una solución de compromiso que evidencie su interés en controlar a los combatientes rebeldes. El 7 de septiembre se reunieron los ministros de Relaciones Exteriores de la Liga Árabe para conformar un sistema de alerta temprana que organice una coalición de fuerzas árabes (tipo Mantenimiento de Paz de OTAN) para ayudar a los regímenes árabes en la lucha contra militantes de grupos islamistas.

No obstante la manifiesta intención de solventar eventuales alzamientos rebeldes, el primer interrogante es la firmeza de los países árabes en establecer un sistema de seguridad colectiva duradero. También surge la pregunta de si ese sistema permitirá, a largo plazo, que los Estados no árabes de la región (Israel y Turquía) lo integren. De su eventual empleo regional, la duda es si será posible su desplazamiento a otros países como Libia, Somalia o Yemen. También es necesario saber si se podrá integrar a Siria, actual teatro de operaciones para el contingente árabe contra los jihadistas. Por último, la Liga deberá analizar la posibilidad de ingreso de Rusia a efectos de analizar su empleo ante eventuales rebeliones islámicas en su territorio.

Más allá de la preocupación árabe, ISIS ha incrementado las alianzas sunitas al evidenciar un creciente poder religioso creando nuevamente el califato (vieja idea de Ben Laden para realizar en Afganistán). También es una realidad su disputa del liderazgo global de Al-Qaeda, sin haber previsto que materializaría la unificación de los criterios para accionar en su contra entre EE. UU., Rusia y la Unión Europea.

Su inserción en la política regional, hasta el momento, le ha permitido provocar el cambio del primer ministro Maliki por  Haider al-Abadi (chiita más moderado apoyado por EE. UU.). También le ha permitido al partido Baath volver a imponerse en Bagdad. En el nivel regional, ha quebrado las fronteras de Siria e Irak, imponiendo un nuevo territorio con una capital en Raqqa, llegando hasta el desbande y eventual derrota de las FF. AA. por EE. UU. en Irak. En contrapartida, ha favorecido la búsqueda de posibles facciones armadas en calidad de ser fortalecidas, tal como las tropas kurdas. A su favor se debe considerar el reclutamiento de numerosos combatientes extremistas de distintas nacionalidades y confesiones.

Y a no dudar de que una de las variables más preocupantes a nivel mundial es la consecuencia que tiene su accionar en el precio del petróleo, pues desde su irrupción la diferencia existente entre el fluido de la región que habitualmente estaba en un dólar pasó a duplicarse, y hasta el precio del barril Brent pasó de 98 a 108 dólares, sin saber si se mantendrá en esos precios.

ISIS, al momento de escribir este artículo, no es solo un problema para sunitas, chiitas y kurdos, sino especialmente para Occidente. No obstante ello, puede lograr que las diferentes confesiones y etnias se unan ante un enemigo común. También ha demostrado la imperiosa necesidad de que Occidente busque pacificar a Siria e Irak. Un paso importante está dado a partir de la unificación de criterios sobre el problema que representa y sobre la trascendencia de accionar en forma coordinada entre EE. UU., Rusia y UE.

EPÍLOGO

Occidente se enfrenta  a un nuevo conflicto de baja intensidad, eventualmente de indefinida duración. En su análisis inicial, debe hacerle frente a la amenaza de ISIS, combatir en un país anfitrión (Irak) de incierta hospitalidad y preparase para seguir las acciones militares en la inestabilidad de Siria. En forma paralela, tiene que asegurar una eventual alianza con Irán para que no interfiera en las acciones.

Por su parte, la nueva alianza deberá asegurar un poderío aéreo con aviones, vehículos aéreos no tripulados y misiles crucero que le permitan seleccionar quirúrgicamente los blancos necesarios (95 por ciento de medios adecuados para los ataques estratégicos son de EE. UU.). Además, debe procurar la cantidad de fuerzas terrestres necesarias para cubrir extensos espacios en Irak y continuar las acciones en Siria, con la peligrosidad de insertar fuerzas no árabes en el medio de una guerra sectaria civil.

También es necesario considerar que, si bien las fuerzas terrestres iraquíes pueden desempeñar un papel importante para complementar el poder aéreo, para la victoria táctica se debe lograr una forma de unidad política entre árabes chiitas, sunitas, kurdos y los restos de las minorías de Irak y el gobierno. Para esto, se necesita ganar el apoyo árabe suní en las zonas bajo  influencia de ISIS, reducir las brechas entre árabes y kurdos, conseguir el apoyo de los vecinos árabes y crear relaciones nuevas y más estables con Turquía.

La situación actual (septiembre/octubre de 2014) hace necesario que cobre vigencia el viejo proverbio sobre quelos amigos de mis enemigos pasen a ser mis amigos” al tratar de responder a los siguientes interrogantes:

¿Se necesita una alianza con Bashar al-Assad para derrotar a ISIS?

¿La eventual derrota de ISIS elimina la amenaza de otros movimientos “jihadistas”?

¿La derrota de ISIS facilita el fin de las guerras civiles en Siria y en Irak?

¿Para derrotar a ISIS es necesaria la integración cívico-militar de las operaciones en Siria e Irak?

¿Los rebeldes podrán imponer su califato y ser reconocidos como un protoestado?

¿Occidente permitirá que los rebeldes sean la base de un nuevo Al-Qaeda?

¿Cuál será el rol de las potencias hegemónicas islámicas?

¿En que situación quedarán Israel, Líbano, Siria, Jordania e Irán? ¿Y cuál será la relación entre ellos?

¿Los kurdos seguirán su lucha por independizarse y formar su tan ansiado Kurdistán?

¿Siria e Irak se “balcanizarán” en partes?

¿Cómo influirá el precio del petróleo en la resolución del conflicto?

Ningun éxito militar será suficiente si el Yihadismo y el extremismo islamista violento no pueden ser totalmente derrotados en el plano religioso e ideológico. Las consideraciones fundacionales del acuerdo Skyes-Picot, ¿deberán ser revisadas para volver a integrar los territorios anteriores al imperio otomano?

¡Inshallah que no sea el inicio de otra guerra en nombre de Dios!

 

El autor de esta columna es coronel (R) del Ejército Argentino. Máster en Historia de la Guerra. Especialista en Geopolítica de Medio Oriente