¿Estamos del Tomate?

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Desde hace 45 días Jorge Milton Capitan es el nuevo Jefe de Gabinete de Ministros. Sin embargo, los traspiés del funcionario nacional no dejan de sucederse uno tras otro sin solución de continuidad.

En pleno conflicto por los saqueos en Córdoba quiso enviar fuerzas federales a esa Provincia, pero desde Presidencia se lo impidieron. Durante la crisis energética iniciada en diciembre, y que al día de hoy aún aqueja a muchos argentinos, Capitanich informó que el gobierno estudiaría cambios en las tarifas eléctricas y que aplicaría cortes programados; empero, a los pocos días el Ministro De Vido, descartó de plano cualquiera de las dos ideas, así como también la posibilidad de quitar las concesiones a las distribuidoras de energía Edenor y Edesur. Negó que el Gobierno fuese a incrementar el impuesto a los Bienes Personales pero, luego, hubo de desdecirse; empresa en la cual no tuvo mucho éxito en ello ya que, acto seguido, el Ministro Kicillof anunció que dicho aumento no se encontraba autorizado. Finalmente, logró convertir al tomate en una cuestión de Estado, al anunciar la importación de ese alimento desde Brasil para garantizar que esté dentro del Plan Precios Cuidados -un compromiso asumido por el Gobierno Nacional con los supermercados, distribuidores y sus principales proveedores para una “administración de precios flexible durante todo el 2014“.

Todas estas idas y vueltas del Jefe de Gabinete producen un profundo desgaste a la Institución incorporada con la reforma de 1994 a nuestra Constitución Nacional que, en su Art. 100 establece que: “Al jefe de gabinete de ministros, con responsabilidad política ante el Congreso de la Nación, le corresponde: Ejercer la administración general del país; Expedir los actos y reglamentos que sean necesarios para ejercer las facultades que le atribuye este artículo y aquellas que le delegue el presidente de la Nación, con el refrendo del ministro secretario del ramo al cual el acto o reglamento se refiera; Ejercer las funciones y atribuciones que le delegue el presidente de la Nación y, en acuerdo de gabinete resolver sobre las materias que le indique el Poder Ejecutivo, o por su propia decisión, en aquellas que por su importancia estime necesario, en el ámbito de su competencia; Coordinar, preparar y convocar las reuniones de gabinete de ministros, presidiéndolas en caso de ausencia del presidente (…)”.

Claramente, desde la creación de esta figura con el objetivo de atenuar el hiperpresidencialismo existente hasta aquel momento, quienes desempeñaron el cargo de Jefe de Gabinete de Ministros nunca pudieron cumplir plenamente sus funciones. Incluso hoy, se llega al extremo de que el funcionario ya no sólo es desautorizado por el Presidente de la República, sino que otros Ministros lo hacen pública y constantemente.

En tal sentido, las internas palaciegas producen un grave detrimento institucional. Ya no se trata solamente del estado de anomia profunda en el que vivimos los argentinos, sino que, además, el permanente menoscabo a las institucionales instauradas por nuestra Carta Fundamental ocasiona un grave retroceso al desarrollo de la Nación. Es por ello que la situación nos lleva a preguntarnos si como sociedad ¿estamos del tomate?.

Esta pregunta, aunque casi vulgar, nos debe hacer reflexionar seriamente qué es lo que nos sucede como sociedad y pensar ¿hacia dónde vamos?, ¿cuál es el rumbo que hemos de tomar?, y si realmente estos 30 años de democracia fueron un retroceso más un avance, puesto que nos estamos acostumbrando a vivir en un Estado fuera de la ley. Ya es hora de que nuestra clase dirigente asuma la responsabilidad de cumplir con lo establecido en el mandato constitucional y permita el pleno desarrollo del Estado Constitucional de Derecho. Y, en este cometido, nosotros como ciudadanos tenemos también una responsabilidad a cumplir en lo que al control de la gestión gubernamental respecta.