Boudou: La justicia y la ética

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El viernes 16 de mayo la Sala IV de la Cámara de Casación Penal dejó a Boudou más cerca de la indagatoria al declarar inadmisible el recurso interpuesto por la defensa del Vicepresidente contra la decisión del tribunal de la instancia anterior, que no había hecho lugar al planteo de la defensa la cual solicitaba la excepción de falta de acción y el consecuente sobreseimiento.

Ante estos nuevos acontecimientos en el plano judicial, muchos se interrogan  sobre si su situación y permanencia en el cargo podría verse complicada, y qué sucedería si lo llamaran a indagatoria o en caso de ser procesado.

Así las cosas, la situación de Boudou debe analizarse a la luz de tres cuestiones que hacen el rol que desempeña quien está siendo llevado a juicio: el régimen de inmunidades del cual goza el Vicepresidente de la Nación, el respeto al principio de inocencia y la ética que debe acompañar el ejercicio del cargo.

En primer lugar, es preciso tener en cuenta que quien está sentado en el banquillo es nada más y nada menos que el Vicepresidente de la Nación, uno de los cargos más elevados, dignos y honrosos para un ciudadano argentino. En este sentido, posee una gran importancia en el diseño institucional de nuestro país y debe contar con las mismas condiciones que el Presidente, en tanto constituye su posible reemplazo. Como nos enseña el jurista norteamericano Joseph Story “el vicepresidente es un Presidente latente. Está sentado en la presidencia del Senado, en un estado de preservación para el uso cuando se presente la ocasión. Está embalsamado políticamente, en la presidencia del Senado (…)”.

En tanto Vicepresidente de la Nación, Boudou goza de las mismas inmunidades que legisladores, funcionarios y magistrados según los establece el artículo 1º de la Ley 25.320: “Cuando, por parte de juez nacional, provincial o de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, se abra una causa penal en la que se impute la comisión de un delito a un legislador, funcionario o magistrado sujeto a desafuero, remoción o juicio político, el tribunal competente seguirá adelante con el procedimiento judicial hasta su total conclusión. El llamado a indagatoria no se considera medida restrictiva de la libertad pero en el caso de que el legislador, funcionario o magistrado no concurriera a prestarla el tribunal deberá solicitar su desafuero, remoción o juicio político (…)”.

Asimismo, el artículo 18º de la Constitución Nacional le asiste al Vicepresidente, en tanto ordena que: “Ningún habitante de la Nación puede ser penado sin juicio previo fundado en ley anterior al hecho del proceso, ni juzgado por comisiones especiales, o sacado de los jueces designados por la ley antes del hecho de la causa (…)”. En otras palabras, hasta tanto no se expida un tribunal sobre la culpabilidad o no de la comisión del delito que que le imputa, goza de la “presunción de inocencia“, en otras palabras la Constitución es la garantía de que todos estamos sometidos al imperio de la Ley.

Independientemente  del plano judicial, un aspecto que no se debe dejar de lado es el que hace a las cuestiones éticas que deben rodear a la figura y el ejercicio de la función de Vicepresidente. Como dijimos anteriormente, el cargo es uno de los más “dignos y honrosos” que puede ejercer un ciudadano; por lo tanto, frente una situación como la que se plantea hoy día, quien ocupa ese cargo debería afrontar ese proceso con una actitud responsable y de ética republicana, transitando la causa sin comprometer la institución del Vicepresidente, sin deslegitimar su espíritu ni vaciándola del sentido que nuestra Constitución Nacional le asignó.

Estos acontecimientos, más allá de sus lamentables efectos y consecuencias, nos abren las posibilidades de renovar nuestras reflexiones sobre la ética y la política, y releer a Max Weber, cuando afirma que aunque la razón del ser político sea la lucha por el poder, “el pecado contra el Espíritu Santo de su profesión comienza cuando esta ambición de poder se convierte en objeto de una pura embriaguez personal, en vez de ponerse al servicio exclusivo de la ‘causa’… el mero ‘político de poder’, tal como se le intenta glorificar entre nosotros con fervoroso culto, puede actuar con fuerza, pero actúa en realidad en el vacío y sin sentido”.