El Hijo de la Revolución

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Hoy, 29 de agosto, se festeja el día del Abogado con motivo de celebrar el nacimiento de Juan Bautista Alberdi, uno de los hombres más brillantes del derecho argentino y cuyo aporte a la formación histórico-constitucional de la Argentina es indiscutible.

La lucidez de Alberdi no sólo se circunscribió al ámbito del derecho, sino que fue uno de más grandes los pensadores de nuestro país. Integró esa gloriosa Generación del ’37, en la que compartió discusiones e ideas con hombres de la talla de Domingo Faustino Sarmiento, Juan María Gutiérrez, Estaban Echeverría y Bartolomé Mitre, entre otros.

Es dable destacar que esa Generación pensó el país como ninguna otra lo haría en el futuro: a largo plazo, como una Nación en formación. Entendió que la Ilustración, las ciencias, la Ley y el progreso eran fundamentales para la construcción de cimientos fuertes para la República.

El Gran Jurista Tucumano nos dio las “bases” para esa Nación en ciernes: un documento fundamental para poder redactar, de una vez por todas, una Constitución. Nos explicó la importancia del derecho público y el plan económico de la Constitución Argentina, estableciendo las más importantes pautas que sostienen, aún con sus avances y retrocesos, ese modelo.

Él no fue “populista”, sino un “demócrata” y así lo expresaba: “el fondo de la democracia reside en el principio de la soberanía del pueblo; y como únicamente el pueblo es legítimo gobernante de si mismo, la democracia es el sólo gobierno del pueblo”.

Alberdi hizo hincapié en un elemento crucial para el funcionamiento de toda República democrática: la separación de poderes; por cuanto “la constitución de un país reside en la organización de los poderes que forman su gobierno y en la demarcación de sus facultades”. Y, por sobre todas las cosas, supo comprender que la omnipotencia del Estado afecta la “Libertad” de las personas y atenta contra el progreso de la Nación en su conjunto: “la omnipotencia del Gobierno en que ella se personaliza, es no solamente la negación de la libertad, sino también la negación del progreso social, porque ella suprime la iniciativa privada en la obra de ese progreso”.

Hijo de la Revolución de Mayo, Alberdi sostenía que “La gran palabra revolución, ennoblecida por el grito de 1810, tiene un sentido opuesto y abominable cuando por ella se designan esa revuelta insensatas, que más bien merecen el nombre de realistas reacciones, desde que sólo tienen por resultado pervertir y degradar el nuevo régimen exagerándolo hasta la insensatez y la burla”.

Las palabras de Alberdi no han perdido valor al día de hoy; por el contrario, su legado tiene más actualidad y vigencia que nunca. Hoy resulta fundamental retornar a esos ideales de Mayo, entender la ideas del ’37 y comprender que es hora de volver a la Constitución. Juan Bautista Alberdi nos invita a vivir en un Estado Constitucional y Convencional de Derecho para lograr el “progreso” con desarrollo y crecimiento.