Heredera del chocolate

#Emprendedores

Junto a su hija Federica, Dadi Marinucci es la dueña y creadora de Vasalissa Chocolatier. Para ella, el chocolate no es cosa reciente, sino que nació con olor a cacao y vainilla, rodeada de ollas de cobre y cucharones de madera. Es que su padre, Abrascha Benski, tenía una fábrica de chocolates al lado de su casa, donde creó el famoso bocadito Cabsha, en 1950.

Dedicada de lleno al arte y a la fotografía, Dadi nunca pensó que todo lo aprendido a lo largo de los años mientras degustaba las creaciones de su padre iba a marcarle su destino como emprendedora y empresaria. Tanto fue así que, cuando Benski les propuso a ella y a su hermana continuar con la fábrica antes de venderla en 1985, las dos se negaron porque buscaban desarrollarse profesionalmente en otros ámbitos. “No continué con el negocio porque para mí Cabsha era él. En casa siempre seguimos haciendo chocolates, chupetines para los chicos, caramelos de dulce de leche. Era algo que quedó en la tradición de la familia. Pero, un día mi hija me propuso comenzar juntas con una pequeña chocolatería. Y la verdad es que me invadió una nostalgia increíble, de volver a algo que yo había mamado en mi infancia. Y así empezamos”, cuenta emocionada Dadi.

 

Con el fuerte deseo volver a lo artesanal, en 2006 madre e hija abrieron su primer local en Martínez donde ellas mismas hacían los chocolates para vender. Para ello actualizaron las viejas recetas y seleccionaron detalladamente cada uno de los ingredientes que iban usar, tratando de darle al chocolate un sabor único y con personalidad. Y de alguna manera cumplieron con el deseo del dueño de Cabsha al vender su fábrica: “empezar de nuevo con algo más chico, así como es Vasalissa ahora”.

Rápidamente el negocio empezó a crecer y con ello la necesidad de abrir nuevos locales. A propósito, Dadi explica: “a medida que necesitábamos incorporar gente para que trabaje con nosotras, les íbamos enseñando sobre los distintos tipos de chocolates y por qué usábamos unos y no otros. Para nosotras eso era muy importante. Y además, queríamos que nuestra gente también pueda transmitir esas enseñanzas a los clientes porque, a pesar de que el chocolate gusta mucho, se sabe muy poco acerca de él”.

Con una inversión inicial de u$s 100.000 durante su primer año de vida, Vasalissa ya tiene cinco boutiques en Martínez, San Isidro, Tortuguitas, Recoleta y Belgrano y cuenta con un plantel de 25 empleados. Además, en 2007 Marinucci compró una fábrica en los Polvorines desde donde abastece a sus locales con tabletas de chocolates, bombones, trufas, helados, dulce de leche y crema de castañas.  

Una historia de chocolateros europeos   

Vasalissa Chocolatier es el resultado de una historia familiar de chocolateros europeos que hicieron de esta pasión sus vidas.

Escapando de la Primera Guerra Mundial, Abrascha Benski dejó Rusia junto a su familia para instalarse en Rumania, donde abrió una fábrica de caramelos y chocolates. Luego de algunos años y de cambiar varias veces de lugar de residencia, llegó a la Argentina en el año 1948. “Decidió volver a las fuentes. Como le encantó el dulce de leche, que no conocía hasta entonces, comenzó a fabricar una nueva golosina y alquiló un garaje en el barrio de Belgrano donde trabajaba junto con mi mamá. Y ahí crearon el famoso bocadito Cabsha: al principio compraban las cápsulas, las rellenaban con dulce de leche y después las bañaban con chocolate. Cuando nosotras volvíamos del colegio ayudábamos a pegar las etiquetas, ya que en ese momento no venían impresas, relata la emprendedora.

 

El negocio fue próspero desde el comienzo, lo que permitió que comprara una fábrica ubicada en Belgrano R, pegada a la casa en donde vivía la familia. Losbocaditos fueron sólo el comienzo… Luego de muchos años, Cabsha se convirtió en un gigante de la golosina.

Pero durante la década de los 80, la situación económica del país y algunos problemas de salud hicieron que el chocolatero decidiera dar un paso a un costado al frente de su negocio. Fue por eso que ofreció a sus herederas la posibilidad de conducir Cabsha. “Él tenía una filosofía muy especial. Muchos padres quieren que sus hijos continúen con su legado. Pero él no era así. El amó Cabsha y siempre nos enseñó a hacer las cosas con amor. Y cuando nosotras le dijimos que no íbamos a continuar, lo entendió. Él sólo quería que la fábrica siguiera adelante y por eso se decidió a venderla para que otro, que conociera del negocio, la continuara. Y eso nos sacó un peso de encima”, recuerda.

Casi 20 años después, de la pasión heredada por el chocolate nació Vasalissa Chocolatier y de allí la razón del nombre: Vasalissa es un personaje de un cuento de hadas ruso que habla sobre el legado que los padres dejan a sus hijos. La mamá de la niña del cuento está muy enferma y le regala una muñeca a su hija, a quien llama Vasalissa, a la que tiene que cuidar y alimentar con amor. Vasalissa será quien la guíe en su vida y a quién podrá recurrir para orientarla en momentos difíciles.