El tío negador

#EscritosDeLaVida

Francisco es tío.

Es cierto que podría no serlo, porque según entretejen en la familia su relación de parentesco es intrincada, difusa, consecuencia de una serie de explicaciones enredadas que trastabillan en su enunciación, dejan abiertas ciertas dudas y finalizan siempre con una determinación.

Están quienes afirman acérrimamente que es tío y quienes aseguran que eso no es así. Unos y otros tal vez tengan razón, sobre todo si se los mira desde sus perspectivas, que vuelven razonables sus posturas.

Yo he participado de esas conversaciones enmarañadas, donde mis padres se enredan en historias familiares, deducen comportamientos de abuelos, otros tíos, amigos cercanos y parientes, y tratan de precisar qué relación cierta tenemos con el tío.

Porque para mí, que he renunciado hace años a esas disputas que tienen como vértice al tío, Francisco es tío.

Y si así no fuera, no importaría a esta altura, porque más allá de lo biológico uno construye la relación con el otro en base a la experiencia, y es el resultado de un sinnúmero de circunstancias compartidas que sitúa a la otra persona en el lugar que le corresponde. Sea tío, padre, hermano, amigo…

Hablo de Francisco porque nadie como él tiene un espíritu negador para vivenciar siempre la realidad que se inventa. Tan es así, que en la familia nadie se atrevería a disgustarlo anoticiándolo por ejemplo sobre cosas que no quiere escuchar. Evitando de esa manera, que el tío se inquiete primero, se irrite después, y termine enojándose con el mensajero de turno o mandando a todos a la mierda.

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Por eso hay una suerte de confabulación que favorece la actitud de negación del tío. Y en esa colaboración familiar lo que se hace es facilitarle que sostenga ese rasgo para vivir a su manera.

Y su manera es, esencialmente, taparse los ojos y oídos, y vivir encerrado en un mundo de buenas noticias. Alejado de cualquier negatividad que pueda perturbarlo.

Por supuesto que yo no voy a andar hablando del tío Francisco sin antes preguntarle si vería con buenos ojos que escriba algo sobre él, y si además seguiría viendo con buenos ojos que escriba sobre su posición negadora de la realidad, que alguna vez hemos debatido amablemente.

Pero el tío, que es inteligente, no sólo se ha mostrado interesado en que escriba sobre él y ese rasgo, sino que ante la demora me ha recordado en algunas ocasiones que haga el escrito porque tiene interés de leerlo. Quizás para desmentirlo y reafirmarse, podría pensarse. Aunque tal vez para reflexionar y pensar sobre la conveniencia o inconveniencia de sostener la técnica de la negación que lo acompañó siempre en la vida.

Según me ha dicho el tío, él no considera que sea negador, sino que prefiere evitar las malas noticias y consecuentemente los disgustos que le ocasionan. Y que por esa voluntad, esquiva la gente negativa y espanta a los mensajeros que vienen con frecuencia a contarle lo que ocurre en la realidad.

Esa filosofía sin dudas le da resultados, porque nadie se despoja de una estrategia funcional para su vida. Pero últimamente, él lo sabe muy bien, esa postura le ha traído importantes problemas y cuantiosas pérdidas económicas.

De todos modos, el tío, según sospechamos en la familia, no tuvo nunca un problema económico y jamás lo tendrá, por más pérdidas que refiera. Basta ver cómo vive, qué hace con su vida y cómo viaja a los lugares más recónditos, para presagiar su futuro lejano a la pobreza y cercano siempre a admirables comodidades.

Quizás su condición de adinerado, como señalan con entusiasmo algunos miembros de mi familia, es lo que ha despertado siempre el interés sobre el tío y estimulado el empeño que ponen todos los integrantes filiales para descubrir el lazo sanguíneo que nos une.

Tal vez de ahí que les preocupa tanto Francisco. Lo que nadie sospecha es que el espíritu negador del tío, podría ser la causa que mantiene la incertidumbre y propicia una tensa calma.

¿Por qué nunca aclara con precisión cómo es el parentesco? ¿Por qué se irrita tanto cuando apenas se le insinúa que busque los papeles de nacimiento?

Cuando le preguntan a quién dejará las cosas, se limita a decir que eso no es ningún problema porque está todo definido.

Ahí siempre se produce un silencio inquietante. Y el tío me mira con cierta complicidad.

 

                                                                                                                                                                .*¡Hasta la próxima!

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