¿Qué nos enseña la derrota?

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 Es cierto que lo natural es buscar el triunfo, aspirar a la gloria. Salvo una inclinación masoquista todos queremos ganar y evitar la derrota.

Sin embargo el triunfo muchas veces no es lo más adecuado para influenciarnos en forma positiva. No son pocas las veces que al ganar la persona se enceguece con el éxito, se cree más de lo que es, asume una actitud altanera y al mismo tiempo construye las condiciones propicias para el fracaso.

Por supuesto no voy a ensalzar la derrota y decir que es lo mejor que nos puede pasar en la vida. Nada más lejos de eso.

Sólo voy a proponer que la derrota sea incorporada en nuestra existencia como una instancia de reflexión y madurez. Un espacio que permita detenernos frente a lo sucedido para preguntarnos por qué ocurrió lo que ocurrió. Y respondernos con la mayor sinceridad del mundo, para poder tomar el aprendizaje de las circunstancias y salir fortalecidos del resultado adverso.

Muchas veces ante el traspié el espíritu exitista nubla la reflexión justa y caemos inmersos en una emocionalidad que lleva a obrar con malicia, y hasta buscar chivos expiatorios para poder explicar cuanto antes los motivos del fracaso.

Quizás es una instancia necesaria para poder sobrellevar el dolor de la derrota ante la genuina y lícita exceptiva del triunfo. Pero si nos quedamos buscando a quien culpar estamos siendo injustos con todo lo construido y negándonos a la posibilidad de incorporar la enseñanza.

Si ayer los argentinos perdimos la Copa América y descubrimos en los hechos que no somos los mejores, que sirva la lección para educar los rasgos soberbios y engreídos que despliegan algunos compatriotas impulsados por la viveza criolla, cuando cantan contra los oponentes y generan así la enemistad con países hermanos.

Si sirve para eso, es mejor haber perdido.

 

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tapa2 para faceEscritos de la Vida - Juan Valentini