¿Divide y reinarás?

Pocas síntesis deben producir más daño que las que se instalan en algunas subjetividades y permanecen como verdades inquebrantables. Como si fueran realidades que no se pueden cuestionar.

Todos estamos presos de esas verdades que de algún modo nos tienen y delimitan nuestra forma de ser y obrar en el mundo. Por eso es conveniente tratar de percatarse de las ideas directrices que asumimos para resolver la conveniencia de sostenerlas, abandonarlas o reformularlas.

Debe ser por eso que cuando uno pierde el sentido crítico o lo rechaza por propia convicción, corre el riesgo de quedar preso de creencias o perspectivas que guían su accionar.

De ahí que hay que estar atento a las ideas propias y a las que prevalecen en la sociedad porque todos somos luego quienes vivimos con sus consecuencias.

¿Divide y reinarás?

¿Quién dijo esa suerte de verdad irrevocable?

El debate está abierto y se dice que la frase original es de Julio César, que en realidad afirmaba “divide y vencerás”. Pero luego Maquiavelo en el libro “El Príncipe” adopta el concepto “divide y reinarás”, por eso se le suele atribuir la frase.

Es decir, es una interpretación de una persona. Una conceptualización personal sustentada por un individuo que interpreta, que bien puede ser contraria a otras interpretaciones de otros individuos que interpretan.

¿Se conoce algún estudio científico que sustente esa aseveración?

Dudemos, porque en la duda reside la posibilidad de reflexionar y en esa actividad emerge la inteligencia. La actitud de cuestionar lo cierto para poder superarlo.

juntos

Quizás el problema mayor con esta perspectiva es que la creencia incide en la realidad. Y concebir la idea de división como virtuosa o conveniente para lograr ciertos fines, supone enfrentar unos con otros y precarizar así al ser humano y la calidad de vida en la sociedad. Continuar leyendo

¿Cómo avanzamos en la vida?

Debo decir, sin riesgo de equivocarme, que hay gente que avanza sin miramientos, gente que no avanza casi nunca y gente que avanza de manera reticente.

Es cierto que las clasificaciones son odiosas. O las comparaciones son odiosas.

Pero puede que esto sea así, que podamos arribar a esas percepciones y descubrir en cuál de ellas estamos alineados. Aunque es muy razonable pensar, que no estamos siempre alineados en una única perspectiva, sino que tal vez deambulamos de una a otra, lo cual impide o dificulta llegar a una definición cierta e irrebatible sobre el tema.

¿Y qué hacemos con esto?

avanzar

El tema es que pensarnos a nosotros mismos nos ayuda a comprendernos y consecuentemente a decidir si queremos ser como somos. O preferimos tomar cartas en el asunto y cambiar, según podamos y por supuesto estemos dispuestos a hacerlo. Porque todos queremos los cambios positivos, lo que no solemos aceptar con igual ímpetu son los precios, el esfuerzo, la incertidumbre y el empeño que hay que poner en el aprendizaje, para renunciar a ciertos rasgos que tenemos y asumir los que consideramos convenientes.

Convirtiéndonos de esa manera en un hombre nuevo, que renace de sí mismo. Continuar leyendo

El accionar malicioso

Estoy sorprendido por el accionar ajeno. Cuando un hombre obra con maldad y lo hace en forma determinada, no puede más que sorprenderme. Que inquietarme y provocarme la pregunta consecuente, ¿por qué cree en la maldad?

En el fondo, en el trasfondo del accionar humano, está la decisión, que es quizás una de las más importantes que debemos tomar todos. Y que, sepamos o no, todos tomamos.

bondad

Creer en la bondad o en la maldad.

Inmiscuirse en cuestiones subjetivas y poder elucidar por qué alguien elige un camino y no otro, sería una tarea tan inabarcable como imprecisa. La complejidad del ser humano es un obstáculo infranqueable para arribar a ciertas certezas sobre su comportamiento.

Podemos bucearlas, indagarlas y cobrar el ímpetu que nos impulsa al entendimiento, pero aspirar a verdades incuestionables es una intención en exceso pretenciosa y en esencia fallida.

Quizás solo podríamos preguntarnos qué elección tomamos cada día. Qué incidencia tiene esa elección en nosotros y en los demás.

Y si estamos dispuestos a sostenerla o creemos conveniente cambiarla. Continuar leyendo

¡Basta de ruidos molestos!

Si es cierto lo que se suele decir, que quien escribe, escribe siempre de lo mismo, en este tema doy la razón. Toda la razón. La razón infinita, la individual, social. La razón del mundo.

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Porque a mí, y supongo que a muchos también, me tienen absolutamente podrido los ruidos molestos que hay en Buenos Aires. Y creo que me tienen podrido porque entiendo que podrían resolverse muchos de ellos con absoluta facilidad, pero estamos condenados a convivir quejosamente con estos perturbadores molestos que erosionan la calidad de vida. Y la gente, que anda por supuesto enfrascada en cosas muy relevantes, ni siquiera tiene tiempo para ofrecer batalla, rebelarse y hacer una verdadera revolución que permita enfrentar el problema y resolverlo de una vez para siempre.

Se dispone así a aceptar la molestia que procura reducir en su importancia y convive con el daño que le ocasionan ruidos molestos que perfectamente podrían silenciarse. Pero no, no se silencian, no se enmudecen y acá andamos, cada tanto, escribiendo lo mismo para ver si alguien escucha.

Si alguien hace algo. Continuar leyendo

Los libros de mi tía

Mi tía preferida no ha parado desde hace años de regalarme libros para Navidad.

Cada 24 de diciembre es la fecha indicada para dejarme ese regalo en manos de mi madre, que luego me entrega con una sonrisa.

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-Este es de Alicia –me dice.

Y el paquete es, como no puede ser de otra manera, con forma de libro.

Desenvuelvo, y ahí está. Otro libro de mi tía preferida, que piensa que ha acertado una vez más y supone con confiada certeza que es el regalo más indicado que podría hacerme.

No se equivoca.

Abro el paquete con preocupación, temo que otra vez sea un libro desmedido, repleto de páginas interminables. De hojas y hojas que exceden la voluntad de ofrecerle mi tiempo. Y que pondrían en riesgo la posibilidad de leerlo con la atención que merece.

Mi tía preferida, que es además la más culta de la familia, piensa que soy un escritor y que no podría hacer menos que aportarme libros desmedidos, para saciar mi sed insaciable de leer desde primera hora del día hasta última hora de la noche.

Y de escribir en gran parte de mi tiempo. Continuar leyendo

Que en 2015…

Quiero agradecerles a quienes me acompañaron con el blog de Infobae. Y fueron en esa acción valiosos compañeros en la búsqueda de reflexiones que puedan ayudarnos a pensar.

Cada uno de los escritos que compartí lo hice con la ilusión de que tal vez pueda generar una humilde incidencia, que sea sana y positiva. Quizás por eso me pareció oportuno recordar algunos de ellos con los enlaces correspondientes, para enviarles mis mejores deseos.

Que en 2015…

Construyamos la realidad que queremos.

Dejemos atrás el clima agresivo.

Creamos en quienes somos.

Cumplamos nuestros objetivos.

Practiquemos yoga.

No construyamos enemigos.

Estemos atentos al riesgo de generalizar.

Generemos la posibilidad de vivir eternamente.

Respetemos a quien piensa diferente.

Valoremos a nuestros adversarios.

Creamos en la bondad.

2015

*Infobae no se responsabiliza por las opiniones vertidas por los columnistas, como así tampoco por el contenido de las publicaciones.
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¡Nunca un precio pleno!

descuentos

Yo tomo todos los descuentos, todas las promociones y beneficios vigentes que están disponibles en el local o restaurante de turno.

No podría hacer otra cosa.

Una suerte de predisposición innegociable me lleva a cargar con todas las tarjetas habidas y por haber, sacarlas de la billetera, y hacerlas jugar como si fueran cartas en los momentos oportunos.

Tarjetas de beneficios por doquier, son un buen arsenal para vérselas con la realidad en momentos claves de consumo.

Algunas permiten descuentos todos los días. Otras, sólo algunos. Y es ahí donde hay que estar atento, porque olvidarse o pagar en efectivo, puede ser un perjuicio económico digno de cualquier torpe que olvidó mostrar la credencial para acceder al beneficio.

Y con esa torpeza, pagó varios pesos más la misma cuenta. Continuar leyendo

¿Año nuevo, vida nueva?

Este es un momento de reflexión, de análisis.

De introspección.

Deberíamos preguntarnos quiénes fuimos, quiénes somos y quiénes queremos ser. Y luego deberíamos orquestar, articular, diseñar o hacer algo desde la dimensión estratégica para construir el puente, cruzarlo sin mayores problemas y llegar a destino.

A la nueva realidad, que sería la próxima parada.

Aunque el “deberíamos” está por supuesto de más. Cada uno que haga lo que quiera, lo que considere, lo que se le dé la gana.

Así que no deberíamos nada. Es sólo una posibilidad. Una alternativa entre hacer un análisis o mirar para otro lado. Lo que ocurre es que, como sucede en la fecha del cumpleaños, fin de año suele ser propicio para reflexionar y hacernos consecuentemente algunas preguntas, que luego nos impulsen a tomar decisiones.

Salvo que queramos quedarnos en el plano de la abstracción, dar vueltas entre ideas y permanecer en el mismo lugar. Rehusándonos al riesgo y la valentía que supone mirar el puente para dar los pasos que nos exige atravesarlo.

Deseo que tengamos la determinación para hacer lo que sabemos que tenemos que hacer. Que nos hagamos cargo de construir la vida que queremos vivir.

Y que tengamos las fuerzas para caminar sin detenernos hasta llegar a destino.

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¿Por qué leemos?

Decir por qué leemos y arrogarse una respuesta última y definitiva, además de ser una intención improcedente, sería una acción de riesgo, que alentaría al espíritu dañino y malicioso a propinar unos buenos golpes, diciendo que la propuesta sugerida por más razonable que fuera, es lisa y llanamente una pavada atómica, que no merece la más mínima de las consideraciones, y que… Continuar leyendo

El hijo del medio

Mi madre siempre tuvo ideas inquebrantables que construyó en las más disímiles de las circunstancias. Podía ser mirando Mirtha Legrand, leyendo una revista, escuchando a un doctor o alguien que se erguía como referente en alguna materia y era ensalzado por el conductor de turno, mientras se desempeñaba con naturalidad y maestría en alguna de las tantas notas pagas que los televidentes vemos por la televisión.

También podía ser que las ideas de mi madre provinieran de charlas difusas y tiempos ancestrales. Quizás la convicción de una tía o la afirmación determinante de una amiga eran motivos suficientes para tomar una síntesis que simplifique la realidad y decidir sostenerla para toda la vida. Continuar leyendo