En cada fiesta empresarial de fin de año, el momento del brindis es uno de los más importantes. Es un instante de complicidad, en el que el gerente o dueño de la compañía, señalado como el que lo inicia, muestra su agradecimiento a los empleados.
La palabra “brindis” proviene del alemán bring dir’s, que significa “yo te lo ofrezco”. Cuenta la historia que en el siglo XVI las tropas de Carlos V tomaron con éxito la ciudad de Roma. Tras un importante saqueo, los mandos militares llenaron copas de vino, las levantaron al frente y pronunciaron esa frase, bring dir’s, en honor al emperador alemán.
Sin embargo, otros investigadores van más atrás en el tiempo y ubican el origen del brindis en la antigua Grecia. Aseguran que en los grandes banquetes, los anfitriones levantaban la copa y bebían un sorbo de su contenido como gesto de confianza. Es que en esa época era común eliminar a los enemigos con bebidas envenenadas.
Hoy, los encargados de iniciar este momento, que en general en el timing del evento lo colocamos entre el postre y el show central, buscan la mirada de los empleados, elevan la copa unos centímetros y beben un sorbo de champagne.
Ahora, ¿está bien visto chocar la copa con quien tenemos al lado? Si bien con realizar el gesto es suficiente, y lo correcto sería no golpearlas, hacerlo tampoco incurre en un desatino. Y esta costumbre también tiene su historia. Con el choque de copas, gotas de ambas se entremezclaban como signo de confianza y amistad. Otra vez, la cuestión del posible envenenamiento estaba presente.