Me ha sucedido varias veces que clientes que se acercan a mi empresa con la intención de organizar un evento me pidan, explícitamente, excluir el número 13 de todo lo relacionado a la planificación. Se trata de una tendencia a nivel mundial: los aviones lo obvian –en sus asientos utilizan el 12, 12 bis y luego pasan al 14-, las grandes multinacionales escapan al piso 13 –se sube del 12 al 14- … Pero desde Yanela Biancardi Creación de Eventos creemos que, justamente, se trata de un recurso que no sólo no hay que desestimar sino que hay que resaltar. ¡El 13 puede ser de buena suerte!
El 13, es cierto, tiene muy mala fama. Sin embargo, culturas ancestrales lo colocaron como centro y símbolo de transformación, renacimiento y reinvención. Los mayas, por ejemplo, lo utilizaron ampliamente en sus calendarios porque lo consideraban sagrado. En tanto, los antiguos egipcios creían que llegar a la fase 13 del ciclo de la vida, que significaba la muerte, era en realidad un buen augurio: lo que venía era una existencia ideal y mejor. También sus ritos de iniciación incluían el 13: había que dar 6 pasos hacia delante –que representaban la audacia, certeza, voluntad, los objetivos, el deseo y coraje-, 6 hacia atrás –como meditación de lo realizado-, y un último que simbolizaba el cruce hacia el nuevo ser.
El ideal negativo de esta cifra tiene su origen, según estudiosos cristianos, en la Última Cena. Allí había 13 comensales: Jesús y los 12 apóstoles, uno de los cuales lo traicionó. Pero si se analiza este mensaje desde una perspectiva positiva, el decimotercer participante en la cena era el mismísimo hijo de Dios, el iluminado, aquel que pasó de lo mundano a lo divino. Así, hoy puede verse al propio Sumo Pontífice rodeado por este número: tanto “Papa Francisco” como “Papa argentino” tienen 13 letras; fue elegido el 13/03/2013 –si sumamos todos estos números también da como resultado 13-; fue dado a conocer al mundo a las 19:06 -7+6=13-; tiene 76 años… En fin, una vuelta de tuerca para el 13 “fatídico”. Continuar leyendo