BARCELONA: RECORD, SONRISAS Y ALIVIO

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Se resistió pero llegó. No fue contra el Real Madrid, para tranquilidad de los fanáticos merengues que no querían saber nada con un posible homenaje al crack blaugrana en el mismísimo Santiago Bernabéu. Tampoco fue contra el Celta de Vigo, a la semana siguiente. Messi, un poco por falta de puntería y otro tanto por mala suerte, se quedó sin marcar en estos dos encuentros.  Y como cuando Leo no convierte al Barça le cuesta horrores doblegar a sus rivales, ambos partidos terminaron en derrotas catalanas. En España comenzó a hablarse del mal momento del equipo y, sobre todo,  de la sequia goleadora del 10, de la “maldición” de Telmo Zarra. El record estaba ahí, a solo un gol, pero el rosarino seguía sin convertir y la fiesta se postergaba.

Luego vino el duelo contra el Almeria, donde el Barcelona empezó perdiendo pero pudo darlo vuelta gracias a la entrada de Luis Suárez, quien aportó dos asistencias para el 2 a 1 final. Una victoria más que valorable por la necesidad de sumar nuevamente de a tres, pero con poco para rescatar desde el juego. Encima Messi seguía apático, poco participativo y llegaba a la tercera jornada consecutiva sin anotar.

La fecha FIFA obligó a interrumpir los torneos europeos y el 10 viajó a Inglaterra para disputar dos amistosos con el seleccionado nacional (contra Croacia y Portugal). Daba la sensación de que el parate liguero llegaba en el momento justo. Hubo un tiempo en que La Pulga marcaba de a dos o tres goles por partido con el Barça, pero viajaba a Argentina para jugar con la selección y no le salía nada. Después regresaba a España triste por las malas producciones y bajoneado por las críticas que recibía tanto de la prensa como de los hinchas argentinos. Ahora, sin embargo, la historia era diferente. Esta vez parecía que Lionel necesitaba alejarse un poco de Cataluña, de los rumores alrededor del equipo, de los murmullos que provocaba su falta de gol y de las noticias vinculadas a su problema con Hacienda.

Lejos de su casa pero cerca de sus afectos, Messi habló y vaya si se hizo escuchar. Sus declaraciones al diario Olé, dejando abierta la puerta a una futura transferencia, sacudieron los cimientos del Camp Nou. Por un momento, en la ciudad condal no se hablaba de otra cosa. “Leo, no te vayas”, fue la plegaria unánime que se escuchó en cada rincón de Barcelona. Jorge Messi, padre y representante del mejor jugador del mundo, salió a calmar los ánimos y aseguró que tanto Lio como su familia estaban muy cómodos y negó que estuvieran evaluando la posibilidad de hacer las valijas.

Así, en medio de un clima raro, tenso y lleno de incertidumbre, llegaba el encuentro contra el siempre complicado Sevilla. Un Camp Nou repleto se vistió de fiesta para arropar a su máximo ídolo como nunca antes. Carteles, banderas y canciones en apoyo al zurdo delantero inundaron las gradas del estadio. Y Leo, conmovido ante tanta demostración de afecto, devolvió el cariño recibido con un hat-trick y una exhibición digna de sus mejores tardes. Un golazo de tiro libre sirvió para abrir el partido y alcanzar a Zarra con 251 goles. Su segundo tanto, cortesía de Neymar, terminó de liquidar el encuentro y le bastó para convertirse, con sólo 27 años, en el máximo goleador en la historia de la liga española. Con el tercer tanto, Messi coronó una noche perfecta para él y para todo el Barça. Los dirigidos por Luis Enrique despachaban a los sevillanos con un contundente 5-1 y recuperaban la mejor versión de su máxima estrella.

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Todo Barcelona celebró el record de Messi.

Algo fundamental ya que este Barça de andar irregular depende, como nunca antes, de la magia y de los goles de su número 10. Lo positivo es que hace tiempo que no se veía a Messi tan contento como ayer. El capitán argentino abandonó la cancha sonriendo, feliz, recibiendo el reconocimiento del público y los mimos de sus propios compañeros. Esa imagen, que tranquiliza a toda una ciudad, definitivamente vale mucho más que los tres puntos conseguidos.