Por: Fernanda Bolagay
Los cupones, las oportunidades de descuentos, las promociones, las tarjetas que acumulan puntos y tantos otros recursos rondan nuestras billeteras, aparecen en nuestras casillas de correo y las vemos a cada paso.
Hay quienes con una entrenada habilidad saben elegir y hacer las combinaciones más oportunidad. Pero hay otros para los que éstas alternativas terminan siendo una tentación algo peligrosa.
Analicemos por separado:
- Tarjetas de beneficios: son aquellas que suman puntos o nos brindan descuento en determinados rubros o marcas. En este caso, es lo que solemos hacer es tenerlas en la billetera y, llegado el caso, consultar si la podemos usar a la hora del pago. Desde esta perspectiva y con este tipo de uso, no representan un gran riesgo para los “tentados” de siempre.
- Promociones de los cines: para muchos es la única forma de ir al cine, otros ni siquiera recuerdan cuánto salían las entradas sin descuento. Esta es otra de las grandes promociones que, lejos de atentar contra nuestra billetera, son un aliado siempre presente. Se consiguen en algunos bancos y en los “Pago Fácil”, están al alcance de los clientes que por allí pasen.
- Promociones que se imprimen desde internet para adquirir descuentos en caja (Ejem. Supermercado Coto): Desde las restricciones a las propagandas de las grandes cadenas de supermercados, las empresas han ideado una nueva modalidad; ofrecer cupones desde sus respectivos sitios web. Esto es altamente recomendables porque pueden acumularse a otras formas de ahorro en supermercados (como por ejemplo las devoluciones de IVA al abonar con débito). Sólo es cuestión de hacer una visita semanal a la web, antes de ir al súper, e imprimir lo que más nos convenga. Lógicamente hay otros rubros que utilizan el mismo sistema (gimnasios, centros de estética, etc.).
- Groupon y otros del mismo estilo: lo dejamos para el final porque suele ser los casos más peligrosos. La tentación y la “presión” que este sistema imprime sobre sus afiliados hace que muchas veces el gasto se disfrace de oportunidad y terminemos consumiendo algo innecesario… o, lo que es peor, pagando por un producto o servicio que finalmente no utilizaremos. La recomendación, claro, es no dejarse llevar por “el tiempo en el que caducará” la oferta, y analizar con cautela el dónde, cuándo, cómo y para qué daremos uso a lo que estamos por adquirir.
Así, habiendo analizado cada una, espero haberles dado un panorama de lo que resulta más apropiado para cada bolsillo.
¡Muy buenas finanzas!