Por: Fernanda Bolagay
Hace poco tuvimos una serie de encuentros para conversar con nuestros clientes de varias provincias del país y vimos muchos casos recurrentes en los cuales los profesionales no logran establecer honorarios que se condigan con el nivel de su profesionalismo y los hagan sentir conformes con el dinero que perciben. Por eso, se genera la queja de “trabajo muchísimo por poco dinero”. Luego de conversar con ellos, detectamos algunos factores que compartimos porque seguro te pueden servir.
No es lo mismo el valor que el precio:
Mientras que el Valor es un intangible, es la carga emotiva y el significado que le ponemos a la actividad que hacemos (que además, en general, resulta que nuestra tarea nos gratifica y sentimos que nos cuesta “valuarla”), y generalmente no va a ser lo mismo valor para una persona que para otra, porque abarca su mundo subjetivo interno y su caudal de experiencia, el Precio, por su parte, se debe definir en función de términos fríos y de datos duros. Es decir, evaluando conscientemente cuántas horas de nuestro tiempo debemos disponer a esa actividad (Ver nota anterior “Cuánto vale tu hora de trabajo”), cuál es la formación que nos hace idóneos para ejercer esa tarea, etc.
Por todo lo anterior, yo te aconsejo: si realmente sos un profesional, repasá y anotá cuánto venís invirtiendo en tu profesión, es decir, cuánto costó tu formación, cuánto costaron los cursos, formaciones adicionales y posgrados que has realizado, cuántos años de dedicación venís aportando al campo de tu disciplina, etc.
Una vez que hayas podido establecer una coherencia entre tu valor y tu precio, estarás listo para crecer y generar un capital extra a partir de tu trabajo. La clave será que, luego, aprendas a administrarlo bien. Porque no importa cuánto dinero ingresa, sino cómo lo distribuyes, en qué estás ahorrando y en qué estás gastando.
¡Te invito a hacer este ejercicio! ¡Manos a la obra!
Y ¡Buenas finanzas!