Entrená donde quieras y cuando quieras

#TangonaFitness

Lanzo algunas preguntas… ¿Necesitas un montón de material para entrenar? ¿Pesas, gomas, máquinas, poleas, etc.? ¿No  entrenas a no ser que sea en el gimnasio? Y la pregunta del millón: ¿cómo lo hicieron nuestros ancestros para mantenerse en una forma física envidiable durante más de dos millones de años sin todo ese material?

Respondo rápidamente. No necesitas todo ese material para entrenar. Ni poleas, ni gomas, ni pesas, ni máquinas. Tampoco necesitas ir al gimnasio. Y todo porque ya contamos con ese material, con esa resistencia contra la que trabajar y esforzarnos o a la que transportar. Es nuestro propio cuerpo.

 

Echando la vista atrás

El hombre del Paleolítico prácticamente no “hacía pesas” y sin embargo gozaba de una musculatura semejante a la de cualquier atleta de la actualidad. Es cierto que probablemente, de manera muy puntual, debiera cargar con pesos importantes como podía ser una presa o transportar algunos objetos pesados como piedras o troncos. Pero fuera de eso, poco más. El resto de esfuerzo físico que realizaba era sólo uno: moverse.

Puntualizo: moverse a sí mismo. Es decir, transportarse.

Algunos pensarán que ese transporte sólo consistía en los desplazamientos más largos que tenía que hacer todos los días, repartidos básicamente en caminar y correr, y ocasionalmente nadando. Pero transportarse no es únicamente eso. Trepar, saltar, reptar, escalar, gatear,… todas esas acciones también implican un transporte, un movimiento, y un esfuerzo muscular notable.

Al final del día, la variedad de acciones y movimientos que realizaba el cavernícola era tal que su equilibrio físico y desarrollo muscular estaban asegurados, sin necesidad de rutinas, repeticiones, ejercicios analíticos o trabajo contra resistencias como máquinas, barras, mancuernas, etc.

El plus de entrenar con tu propio cuerpo

Iba a repasar unas cuantas ventajas del entrenamiento con el peso del propio cuerpo, pero todas giran en torno a un único concepto, la naturalidad, al que podríamos acompañar de otro concepto que siempre va de la mano de la coherencia natural, la globalidad.

Entrenar con tu propio cuerpo te asegura un movimiento natural y global; todo lo demás son consecuencias.

La globalidad y naturalidad del entrenamiento con el propio peso corporal no sólo garantiza el desarrollo muscular de cualquier otro tipo de entrenamiento, sino que además incrementa el trabajo neurológico y motriz que tenemos que realizar. Todos nuestros sentidos deben estar permanentemente atentos a las sensaciones que emite nuestro cuerpo, especialmente desde un punto de vista espacial, por lo que además del esfuerzo muscular también se requiere del trabajo de nuestro sistema nervioso a nivel coordinativo, sinérgico, propioceptivo y de equlibrio. Así que podríamos decir que entrenamos a la vez cuerpo y mente.

A algunos les gusta denominar este tipo de entrenamiento como funcional, aunque yo no estoy muy de acuerdo -cuestión de matices y opiniones-. El entrenamiento analítico y con material, como podría ser una extensión de rodilla en una máquina de cuadriceps, también es funcional. De hecho, uno de los pocos campos donde comprendo como útil el ejercicio muscular analítico es la rehabilitación, la cual trata entre otras cosas de recuperar la funcionalidad de un músculo, articulación, etc.

Sin embargo, lo que sí es cierto es que el entrenamiento con tu propio peso corporal suele invitar a realizar movimientos más globales y variados que el típico entrenamiento con pesas, máquinas, etc., y por lo tanto también previene de sufrir lesiones más comunes en prácticas físicas basadas en el análisis y la repetición. Hablando claro, dentro de una adaptación adecuada a este tipo de entrenamiento, mi experiencia me dice que entrenar de manera global, natural, disminuye en gran medida la posibilidad de padecer contracturas, sobrecargas y otras lesiones acumulativas.

Por otro lado, entrenar con tu propio cuerpo te brinda la posibilidad de hacerlo en cualquier momento, lugar y condición. Ya no tendrás la excusa de no tener tiempo para ir al gimnasio o de que éste esté cerrado; siempre podrás hacer unas cuantas sentadillas y flexiones en el comedor de casa. Además, entrenando sin material podrás gozar del ejercicio al aire libre, tu entorno natural, y no enclaustrado entre cuatro paredes. ¿Y qué me dices del ahorro económico que representa? ;-)

Las posibilidades son infinitas. Puedes caminar 40 minutos intercalando series de carrera a distinta intensidad y duración, desde un simple trote hasta algún sprint. Puedes saltar por encima de los bancos, colgarte de una barra para hacer algunas dominadas, caminar de espaldas por encima de un bordillo para trabajar tu equilibrio, rebozarte por la arena de la playa mientras gateas en todas las direcciones, agarrar unas paralelas para hacer unos cuantos fondos y acabar jugando un rato a desplazarte sin tocar el suelo por cualquier parque infantil.

Fuente: VITONICA, página web especializada en fitness