Hermafrodito, el paradójico hijo de Hermes y Afrodita

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El origen del concepto de Hermafrodito y el fatal destino del hijo de Hermes y Afrodita

El hermafroditismo es un término para designar a aquellos seres vivos que poseen los dos sexos, más precisamente, órganos que producen tanto gametos masculinos (espermatozoides) como femeninos (óvulos). El hermafrodito rara vez se aparea consigo mismo sino con otro hermafrodito (hermafroditismo simultáneo) o con un ser de un determinado sexo (hermafroditismo secuencial), depende de lo cuál adoptará sus capacidades reproductoras opuestas a las de su pareja de turno. En este caso, en el trascurso de su vida, un mismo ser puede adoptar primero un sexo y luego el otro.

El Hermafroditismo es una patología que implica la presencia simultánea de órganos masculinos y femeninos

Sin embargo, nuestra misión será develar la etimología de la palabra que distingue a este fenómeno y, como ya sabemos, proviene de la mitología griega. En efecto, Hermafrodito adopta su nombre de la miscelánea de los de sus progenitores: Herm de Hermes, dios mensajero, y afrodito de Afrodita, diosa del amor y la sexualidad. El joven era el fiel reflejo de su hermosa madre, y poseía la admirable forma física de su padre. A la edad de quince años, Hermafrodito se escapó del Olimpo con el fin de conocer a las más bellas ninfas que habitaban los distintos montes. Así fue como, luego de pasar por la ciudad de Licia, llegó al pueblo de Caria. Abrumado por el calor, decidió buscar saciar su sed y darse un baño, caminando largo tiempo hasta encontrar una fuente de aguas transparentes y tranquilas. Luego de beber por largos minutos de la dulce agua, se despojó de sus ropas y se introdujo en la fuente cristalina para sacarse el calor. Hermofrodito se quedó largo tiempo, creyendo que nadie pasaba por esos terrenos, sin saber que, oculta entre los pastizales, lo observaba una náyade (ninfa de los arroyos y fuentes) llamada Salmacis. Aunque enloquecida por el cuerpo desnudo del joven, aun no se animaba a descubrirse ante él,  hasta que el travieso Eros le apuntó con su flecha impregnada de lujuria y se la clavó por la espalda, con el único objetivo de molestar a su medio hermano, que aun se bañaba en la fuente. En ese instante, como la serpiente se enrosca al águila para cazarla, de esta misma forma Salmacis se abrazó a Hermafrodito para abusar sexualmente de él. La náyade insistía con vehemencia para que el apuesto dios la besara y la violara, pero Hermafrodito se resistía con todas sus juveniles fuerzas para escapar de la ardiente violencia femenina. Salmacis, viendo que su presa pronto estaba por escurrírsele de entre los brazos,  rogó a los dioses:

“- ¡Oh, dioses! – prorrumpió la hembra ardiente- ¡Haced que jamás nada ni nadie me pueda separar de él.”

(Las Metamorfosis, de Publio Ovidio, libro IV)

La ninfa Salmacis observa bañarse a Hermafrodito. Prontamente, Eros la herirá con su libidinosa flecha y ella se lanzará a las aguas para poseer a su víctima.

Oyendo el reclamo de la ninfa, los dioses dictaminaron cumplir con su deseo, entendiendo que tanto respeto mostrado para con los Olímpicos merecía tal favor; obviamente, sólo Hermes y Afrodita, padres del joven, opusieron vana resistencia. En efecto, paulatinamente los cuerpos se fueron confundiendo en uno solo: una única cara con rasgos masculinos y femeninos, senos que se anticipaban a los pronunciados abdominales y la peculiar coexistencia de los aparatos reproductores masculinos y femeninos. Hermafrodito, llorando por su cruel destino, suplicó a sus padres que provocaran su misma desgracia a quienes se higienizaran en esa fuente, por supuesto llamada Salmacis, que actualmente hace afeminados a los hombres y masculinas a las mujeres que se bañan en ella…

Salmacis ya fue alcanzada por la flecha de Eros (Cupido) y se abalanza sobre Hermafrodito. En en cielo, Eros detiene la marcha de su hermano Anteros para que el amor no sea correspondido.

Si visitas estos parajes y andás por la antigua ciudad griega de Caria (actual Bodrum, en Turquía), en la que Hermafrodito se bañó despreocupado creyéndose solo, tené cuidado… no te refresques en una fuente de aguas límpidas y cristalinas…