La Odisea de Odiseo. El origen de la expresión.

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La etimología de la palabra “Odisea” y la funesta travesía de Odiseo

La frase es articulada recurrentemente por todos, no sin cierta resignación y contrariedad. Sin embargo, y a pesar de que escapa de nuestras bocas con cierta ligereza, no es común que se sepa acerca de su origen, aun cuando la correspondencia de ella con su palabra provisora sea tan directa. En ese sentido, al decir que tal viaje al centro, tal vuelta desde la costa, tal faena en cualquier actividad “fue una odisea”, dejamos entrever que las adversidades que intercedieron en el logro del objetivo fueron muchas, fatigosas y hasta terroríficas.

La Odisea, el clásico de Homero

Necesariamente, el concepto de “odisea” viene del poema del célebre Homero, llamado, obviamente, “La Odisea”. Ahora bien, el título de la legendaria obra relata los avatares que afectaron a Odiseo, uno de los personajes más renombrados de la Mitología Griega, conocido como “Ulises” para la cultura occidental. Es decir que, antiguamente, se solía denominar a las obras transformando el nombre del protagonista o del lugar de los hechos en un nuevo sustantivo que designaba las vicisitudes de dichos intérpretes o lugares. En efecto, además de la Odisea (las vicisitudes de “Odiseo“), tenemos La Ilíada (que cuenta la guerra en la ciudadela de Ilión o Troya), La Eneida, de Virgilio (que relata los acaecimientos del héroe troyano Eneas), La Aquileida, de Estacio (obra inconclusa que describía la vida de Aquiles), etcétera. Sin embargo, a diferencia de todas estas transformaciones lingüísticas, sólo “odisea” quedó asentada en las distintas lenguas a través de los siglos. Pero más allá de la relación nominal con la obra de Homero, ¿por qué decimos odisea cuando queremos designar una peripecia traumática que nos acontece? Justamente porque Odiseo sufrió la peor de las travesías en su vuelta de la guerra de Troya

Odiseo, según la interpretación de Sean Bean en Troya (2004)

En efecto, cuando finaliza la conflagración, todos los guerreros griegos comienzan su regreso hacia sus respectivas ciudades pero el caso de Odiseo es el más prestigioso. Observado de reojo por los dioses que estaban a favor de los troyanos por haber sido el precursor del Caballo de Madera que suscitó la destrucción de la ciudadela, el trayecto del regreso no sería sencillo. Tal es así que recorrió mares e islas exóticas y siniestras, tal vez desconocidas por la humanidad hasta aquel entonces. Así, las primeras paradas en tierra firme fueron en las ciudades de los Cicones y en la de los Lotófagos, en donde saquearon y robaron mujeres y comida. Tal vez como castigo por estos actos, Odiseo y su séquito desembocaron luego en una isla ignota, donde comenzaron a ver cosas de gran tamaño y una caverna también de dimensiones estrambóticas. Curiosos y animados por el hambre se adentraron en la cueva, en la que encontraron enormes pieles de cabra en el piso, grandes quesos y leche, ante los que se lanzaron famélicos. A los pocos minutos, escucharon un temblor que los conmovió y vieron entrar a un gigante con un solo ojo debajo de su frente: el Cíclope Polifemo.

Polifemo, el temible Cíclope que devoró a dos de los compañeros de Odiseo

Paliando su espanto con su habitual ingenio, Odiseo se adelantó y pidió al monstruo que por temor a Zeus le brinde los dones de la hospitalidad, pero Polifemo le respondió que los Cíclopes no temían a los dioses, ya que eran más poderosos que ellos. No obstante, tomó a dos de sus compañeros y, luego de arrojarlos violentamente como a dos cachorros contra el piso, los devoró sin dejar vestigios de sus carnes ni de sus huesos. El pavor fue tal, que todos (menos nuestro héroe) se resignaron a una muerte espantosa; Odiseo le habló nuevamente: “¡Te enfureces de un modo insuperable, insensato! Toma y bebe este vino que traíamos en las naves para ofrecerte” (La Odisea, canto IX). Polifemo, encantado con el vino, semejante al néctar que Ganímedes sirvía a Zeus, le preguntó a Odiseo su nombre, quién, astuto, le respondió: “Mi nombre es “Nadie”. Así fue como el Cíclope bebió hasta emborracharse y dormirse, situación que Odiseo aprovechó: mirando a su alrededor, encontró un enorme tronco de árbol cuya punta afilaron y entre todos levantaron y ensartaron en el único ojo de la bestia.

Polifemo se interpone entre la salida y los griegos, luego de ser cegado por Odiseo

El Cíclope se despertó furioso y apabullado por el dolor. Movió la roca, comprobó que ya no percibía la luz del sol y decidió, con odio, comerse a los violentos visitantes. Al prescindir ya de su único ojo, tanteaba con sus manos para evitar su escape y aplastar a aquellos hombres con sus manos. Advirtiendo eso, Odiseo pensó en escapar debajo de las ovejas que estaban dentro de la gruta, por lo que se aferraron a sus ubres para que el monstruo tocara el pelaje de los animales y no ser descubiertos. Polifemo advirtió tarde el ardid y gritó de ira, provocando que los otros Cíclopes que habitaban la isla pronto se hicieran presentes y le preguntaran quién lo había lastimado de esa manera. “¡¡¡Nadie!!!”, gritó enfurecido Polifemo, a lo que sus compañeros respondieron: “Ciertamente, si nadie está contigo, nadie puede hacerte mal”, y se marcharon.

Hondamente apesadumbrados por los amigos muertos pero contentos de preservar sus vidas, navegaron sin destino hasta llegar a otra isla ignorada: la tierra de los Lestrigones, unas enormes moles humanas que practicaban la antropofagia. Los ignominiosos huéspedes, como ya lo había hecho Polifemo, se comieron a varios de sus soldados pero Odiseo logró escapar junto a unos pocos. Aun con la desazón a cuestas, llegaron a un nuevo arrecife en la isla de Eea, donde moraba la hechicera Circe. Odiseo mandó a algunos de sus compañeros a inspeccionar la isla y se sorprendieron al ver leones y lobos que no los atacaban, sino que se acercaban como si buscaran cierto apego. Al descubrirlos la bruja, los invitó a comer y sólo Euríloco sospechó de una emboscada y escapó hacia las naves. En efecto, la comida envenenada pronto transformó a los guerreros en cerdos, lo cual explicaba la pasividad de aquellas fieras que se les habían aparecido: no eran más que hombres convertidos en animales por Circe. Cuando Euríloco llegó hasta Odiseo, decidieron rescatar a sus amigos. Viendo esto, Hermes, dios mensajero, le otorgó al rey unas hierbas anti hechizo para que Circe no lograra metamorfosearlo. Así fue como Odiseo se enfrentó a la hechicera, exigiéndole que devolviera a sus compañeros la forma humana. Finalmente, luego de los intentos fallidos de Circe de metamorfosearlo también a él, se enamoró perdidamente de Odiseo y se dispuso a ayudarlo a seguir con su viaje.

Circe, la hechicera que transformaba a los hombres en animales

Así sucedió y Circe le refirió dos alternativas de viaje a Odiseo, quien acaso impelido por la marea, tal vez por su propia decisión, tomó la ruta que conducía al estrecho de Escila y Caribdis (actual estrecho de Mesina). En ese recorrido pasó previamente por la tierra de las Sirenas. Ya la hechicera le había advertido que el canto de estos engendros volvía loco a los hombres, por lo que Odiseo ordenó a sus compañeros taparse los oídos con cera. Sin embargo, queriendo él conocer el canto de aquellas desgraciadas nereidas, no se cubrió sus oídos pero ordenó que lo amarraran al mástil de la embarcación. Cuando pasaron junto a ellas, Odiseo se obnubiló tanto que hubiese caído al mar hipnotizado por la admirable cantilena de las Sirenas de no estar preso de las cuerdas.

Las Sirenas hipnotizaban a los hombres con sus cantos y los hacían naufragar para después comérselos.

Posteriormente llegan al estrecho de Escila y Caribdis. Escila era un monstruo con torso de mujer y partes inferiores con cabezas de perro o serpientes (según la versión), mientras que Caribdis era un engendro femenino que tragaba grandes cantidades de agua y las devolvía, generando un remolino infernal, por lo que el actual estrecho de Mesina es asociado a ella dados sus violentos torbellinos. Lo concreto es que si evitaban la proximidad con Escila, se acercaban demasiado a Caribdis, y viceversa. Sin poder evitar este escollo, Odiseo perdió casi todos sus compañeros. De esta manera, el dicho “estar entre Escila y Caribdis” conserva la misma connotación que el “estar entre la espada y la pared”.

Escila y Caribdis, los monstruos marinos a los que se les adjudica aun hoy los remolinos del Estrecho de Mesina

Prontamente, después de sufrir otras calamidades en la Isla de Helios, Odiseo llega a la Isla de la ninfa Calipso, la cual también se enamora perdidamente del héroe y lo retiene por años. La diosa Atenea y Hermes persuaden a Calipso de que el destino de Odiseo no es morir junto a ella y lo libera. Después de pasar por la tierra de los Feacios, el rey de Ítaca emprende su último viaje hacia su tierra, a donde finalemtne llega solo, pues todos sus amigos perecieron y la diosa Atenea lo transforma en un mendigo para planificar la venganza contra los pretendientes de Penélope, su esposa. Vale la aclaración: era tradición que cuando un hombre moría, su esposa debía recibir en su casa a todos sus pretendientes hasta que eligiese un nuevo marido. Penélope les había prometido tomar su decisión cuando finalizara un sudario en su telar. Lo cierto es que la fiel esposa deshacía por la noche lo que elaboraba de día, alargando su tarea a la espera de su esposo, a quien todos creían muerto menos ella.

La ninfa Calipso retuvo a Odiseo durante algunos años en su Isla, enamorándose profundamente de él

Consumiendo todo, destrozando y robando sus riquezas, los osados pretendientes se adueñaron de las pertenencias de Odiseo. Mientras tanto, él se reunió con Telémaco y Eumeo, su sirviente, para planificar el ataque. A su vez, los candidatos descubren la trampa de Penélope y le exigen una definición, por lo que ella les propone que se casará con aquel que logre hacer pasar una flecha por los ojos de doce hachas alineadas, con el descomunal arco de Odiseo. Los pretendientes aceptan pero ni siquiera logran tensar la flecha en el arco. Cuando llega el “mendigo”, pide participar pero todos se le ríen. Odiseo logra con facilidad la prueba y sin darse a conocer aún, atraviesa la garganta de uno, lo que desata una feroz lucha, que termina con todos los pretendientes muertos. Penélope finalmente descubre que aquel mendigo es su marido y rompe en llanto. Por su leyenda, aun hoy, Penélope es el símbolo de la fidelidad.

Leyendas posteriores dicen que Odiseo fundó la ciudad de Olissipo, que más tarde pasará a llamarse Lisboa, razón por la cual los portugueses de esta ciudad veneran tanto al héroe. Pero más allá de esto, así es como la travesía de Odiseo dio lugar a la palabra Odisea para significar periplos estresantes e interminables, aunque nada pueda compararse con lo sufrido por el inventor del Caballo de Troya. Asimismo, a pesar de estar diez años en la Guerra y otros diez como naufrago, Odiseo nunca perdió la calma y el ingenio, componentes fundamentales de la PRUDENCIA, la mayor enseñanza que nos deja nuestro héroe.

Como corolario y como dirían algunos, la Odisea no deja de ser una excelsa instrucción de filosofía.