El aterrador Infierno de Dante (2da parte)

#GreciaAplicada

Los personajes de la Mitología Griega que sufren en el Infierno de la Divina Comedia

Segunda parte: El Bajo Infierno

Habiendo ya recorrido la primera parte de esta nota, el Alto Infierno, ahora es tiempo de hundirnos aun más en sus profundidades, hasta llegar hasta los aposentos de Satán. ¿Te animás?

“¡Vexilla vegis prodeunt Inferni!” (¡Avanzan los estándares del rey del Infierno!”) (La Divina Comedia, canto XXXIV)

Sexto Círculo: Los herejes.

En este círculo se castiga a aquellos que practicaron la herejía contra Dios, con lo cual, ningún personaje de la Mitología Griega sufre castigo aquí. Sin embargo, podemos advertir la presencia del  filósofo ateniense Epicuro, quien además de pregonar una corriente ideológica “hedonista”, negaba la existencia de las almas,  lo que lo convierte en un explícito hereje para el Cristianismo. Aquí, los condenados sufren la desdicha de vivir eternamente en sepulcros.

Infierno sexto círculo

Los herejes sufren la desdicha de vivir eternamente en sepulcros.

Séptimo Círculo: Los asesinos y los violentos.

 “¿Acaso crees que está aquí el jefe de Atenas, tu matador en el mundo de arriba? Apártate, bestia, que éste no viene amaestrado por tu hermana, sino que viene para ver vuestras penas” (La Divina Comedia, canto XII)

El séptimo círculo comienza ya a mostrar las penas, los dolores y los alaridos más espeluznantes que, incluso, pueden llevar al lector hasta las lágrimas. El círculo de los violentos es presidido por un demonio cuya celebridad en la mitología griega se debe a su cautiverio en el laberinto de Creta, donde fue asesinado por el príncipe de Atenas, Teseo. Hablamos, por supuesto, del Minotauro, a quien Virgilio le dirige las palabras arriba aludidas. Su violencia extrema (recordemos que asesinaba y devoraba a aquellos que entraban en su intrincado hogar) sirve a Dante para simbolizar la brutalidad del resto de los castigados. Pero, asimismo, vale aclarar que el poeta toscano divide al círculo en tres recintos: el exterior, el medio y el interior.

En el primero sufren castigo aquellos que ejercieron violencia contra sus prójimos, más precisamente los ladrones, los asesinos y los tiranos. A su vez, quienes tutelan el primer anillo del círculo son los Centauros, entre los que se destacan Quirón (el más sabio de todos y maestro de Aquiles, el héroe griego por excelencia) y Neso (quien raptó a Deyanira, la esposa de Heracles -o Hércules-, hecho por el cual el héroe le dio muerte). Quirón, al ver llegar a Dante y a Virgilio, observa que el primero posee cuerpo y comenta a sus compañeros en el dolor:

 “¿Habeis observado que el que viene detrás mueve lo que toca? Los pies de los muertos no suelen hacer eso”. (La Divina Comedia, canto XII)

El Minotauro se encoleriza al ver a Dante y Virgilio en sus dominios infernales

El Minotauro se encoleriza al ver a Dante y Virgilio en sus dominios infernales

Luego, comprendiendo la voluntad divina de los visitantes, le recomienda a Neso que no violente contra ellos y los guíe por el anillo. En él, los condenados soportan un terrible escarmiento, estando sumergidos en un río de sangre hirviente: el Flegetonte. Entre las almas que allí padecen, aun se discute sobre la presencia o no de Alejandro Magno. En su Comedia, Dante sólo refiere el nombre de Alejandro, por lo que algunos se inclinaron a pensar que refería al macedonio, mientras que otros aseguraron que en realidad se trataba de Alejandro de Tesalia.

Ya en el segundo eslabón, resisten aquellas almas que se violentaron a sí mismas, ya sea suicidándose y/o atentando contra su propia economía. El triste recinto se asemeja a un bosque lleno de árboles donde, precisamente, éstos son las almas de aquellos que, al quitarse la vida, “optaron” por prescindir de su cuerpo y, hete aquí, su transformación en el Infierno. De todas formas, no hay aquí griegos históricos ni mitológicos.

Los suicidas atentaron contra su propio cuerpo, con lo cual en el Infierno carecen de él

Por último, en el anillo interno permanecen los que violentaron contra Dios y otras divinidades. En dicho recinto, los condenados sufren de las adversidades de una arena hirviente y una copiosa lluvia de fuego, por lo que son abrasados por las llamas de manera imperecedera. Y, entre los personajes que nos competen, soporta su condena Capaneo. Luego del destierro de Edipo por haber matado a su padre y haber desposado con su madre, sus hijos deciden reemplazarlo en el trono, alternándose la regencia de Tebas, pero cuando se cumple el mandato de Eteocles, éste no quiere cederle su lugar a Polinices. En consecuencia, el engañado hermano se alía al rey de Argos y su ejército, para destronar por la fuerza a su pariente. Y en efecto, dentro de esta tropa de mercenarios se encontraba el forzudo y soberbio Capaneo, quien mató a muchos tebanos y al estar ante las murallas de Tebas, escaló en ellas creyéndose invencible. Pero su alarde no tuvo reparos y blasfemó contra Zeus, diciendo que ni siquiera él podía detenerlo. Como castigo, el dios lo partió con un rayo. No escarmentando ni en el Infierno, su arrogancia persiste y se rehúsa a suplicarle a Dios por su alma que es embestida por las llamas, creyéndose superior a Él.

Octavo Círculo: Los fraudulentos

 “Y aquella repugnante imagen del fraude llegó (…) Su cara era la de un hombre justo y el resto del cuerpo, el de una serpiente que tenía dos garras velludas hasta las axilas…” (La Divina Comedia, canto XVII)

Tanto el penúltimo como el último círculo del Infierno se hallan en un abismo dentro del abismo, pues los mismos se sitúan en las profundidades de un acantilado. Por ello, para descender a lo más bajo del Infierno, Virgilio y Dante utilizan las espaldas del gigante Gerión, cuya descripción aparece en la frase antes aludida. En ese sentido, la bestia personaliza al pecado del “fraude”, poseyendo una apariencia de hombre ecuánime pero con una cola venenosa de serpiente oculta. Obviamente, estamos ingresando al octavo círculo, que encierra a los fraudulentos y que tiene por nombre “Malebolge” (malas bolsas). Lo cierto es que el abismo consta de diez bolgias que dividen a los pecadores en: seductores, aduladores, simoníacos, brujos, políticos corruptos, hipócritas, ladrones, consejeros fraudulentos, los que causaron cismas y peleas y, en la última fosa, los falsificadores. Sin embargo, sólo transitaremos aquellas en las que son atormentados los personajes griegos.

“Aquí y allá, sobre la oscura roca vi demonios cornudos con grandes látigos que golpeaban cruelmente las espaldas de los condenados” (La Divina Comedia, canto XVIII)

Dante y Virgilio intentan ser atormentado por diablos cornudos, caracterización  que llega aun hasta nuestros días

Dante y Virgilio intentan ser atormentado por diablos cornudos, caracterización que llega aun hasta nuestros días

En el primer foso del círculo del Malebolge se castiga, como mencionamos, a los seductores. En efecto, así como los infligidos esgrimieron la seducción para “avanzar” en sus objetivos  (a costa obviamente de quienes se enamoraron de ellos) en el Infierno también son “ayudados” a marchar sin detenerse con latigazos que los verdugos infernales les asestan, tal como refiere la frase de arriba. En dicho foso, Dante y Virgilio descubren a Jasón, el héroe de los griego de los “Argonautas” que sustrajo el Vellocinio de Oro. Para lograr el robo, Jasón tuvo que pasar varios obstáculos: domar dos toros formidables, derrotar a un ejército de guerreros y vencer a la gigante serpiente que custodiaba el Vellocinio. Su éxito en dichas dificultades se debió en gran parte a la ayuda de la hechicera Medea, quien, habiéndose enamorado del héroe, prometió ayudarlo siempre y cuando él aceptara ser su marido. Sin embargo, al lograr su cometido, Jasón abandonó a Medea para casarse con Creusa, a quien Medea asesinó. En una situación similar, el héroe hizo lo propio con Hipsípila completando una serie de pecados que le valieron tal castigo en el Infierno. Llegando a la cuarta “bolgia” nos topamos con las almas de los magos y los astrólogos. Si durante su vida terrenal quisieron ver al futuro, es decir, pretendieron mirar hacia adelante, ahora en el Infierno su pena se basa en tener la cabeza hacia atrás, teniendo por pecho su espalda.

“…porque tenían el rostro vuelto hacia las espaldas y tenían por fuerza que mirar hacia atrás, sin poder mirar hacia adelante.” (La Divina Comedia, canto XX)

Estructura del Infierno de Dante

Estructura del Infierno de Dante

Así, allí sufren penitencia, entre otros, Anfiarao y Tiresias. El primero era un célebre vidente de Argos que participó de la expedición de Polinicies contra Tebas (Los siete contra Tebas), a pesar de que en un principio se negó a participar, debido a que había augurado su propia muerte en la batalla. Sin embargo, el héroe no sólo acudió a ella, sino que murió cuando Zeus abrió la tierra con un rayo y él cayó por la grieta. Según el propio Virgilio, al advertirlo en el Inframundo, comenta que en esa caída fue directamente a parar hasta Minos, el juez del Infierno. En cuanto a Tiresias, podemos referir que quizás sea el adivino griego más renombrado. Según su leyenda, Zeus y su esposa Hera lo llamaron para que fuese jurado en una discusión marital: mientras la diosa decía que eran los hombres quienes más disfrutaban del sexo, el dios afirmaba que eran las mujeres. Tiresias, indudablemente contestó que Zeus estaba en lo cierto y Hera, despechada, dejó ciego al circunstancial juez. El dios, para compensarlo, le dio el don de la predicción. Resulta cuanto menos curioso que su cualidad es reflexionada como un don para Zeus y como un pecado, que le merece su padecimiento en el Infierno, para Dios.

Continuando nuestro viaje descendente, en la fosa octava se castiga a los aconsejadores perniciosos, en donde las almas están envueltas en una llama que los abraza y abrasa eternamente. Odiseo y Diomedes, dos de los guerreros más importantes de la Guerra de Troya, lloran su tormento en un mismo fuego y esta particularidad se explica puesto que ambos llevaron a cabo sus mayores hazañas luchando uno al lado de otro: juntos mataron al troyano Dolon, juntos robaron el Paladio sin el cual Troya sería inexpugnable y juntos saquearon la ciudadela. A pesar de su fusión en la misma zarza, quien más sufre las peores quemaduras es Odiseo, por ser él quien ideó el mayor fraude de las leyendas griegas: El Caballo de Madera.

Es importante remarcar que los ecos de la estafa del Caballo de Troya retumban asimismo en la décima “bolgia”, donde Sinón, primo de Odiseo, es atormentado. Según el mito, cuando los aqueos simulan abandonar Troya, Sinón se entierra en la arena con la cabeza al aire, al lado del artilugio de madera, justificando con patrañas su permanencia en la patria ajena. Y es así que logra convencer a Príamo, el rey de Troya, de que entre el “obsequio a Poseidón” a la ciudadela, al mismo tiempo en el que implora ser admitido como un nuevo troyano. Dadas sus mañas para la mentira, los ilusos le creen e ingresan el artilugio en el que se ocultan los guerreros griegos, quienes proporcionarán la destrucción e incendio de la ciudad.

Noveno Círculo: Los traidores. 

“Tenían todas estas sombras las caras vueltas hacia abajo y con el batir de sus dientes de sus bocas manifestaban el frío que sentían, como sus ojos la tristeza de sus corazones” (La Divina Comedia, canto XXXII)

Los traidores padecen "enterrados" en el hielo del Cocito. Los peores pecadores, están completamente sumergidos.

Los traidores padecen “enterrados” en el hielo del Cocito. Los peores pecadores, están completamente sumergidos.

El noveno círculo del Infierno es, lisa y llanamente, aterrador. Inmerso en un pozo dentro del lúgubre abismo, está custodiado por Gigantes encadenados, tanto aquellos que aparecen en la Biblia (Nemrod, el inventor de la Torre de Babel) como los de la Mitología Griega (entre otros, Anteo, muerto a manos de Heracles). Ahora bien, si atendemos a la cita que da inicio al círculo por el que transitamos, comprenderemos que en esta instancia el fuego no incinera ni alumbra los sombríos muros, con lo cual todo el recinto queda sumido en una profunda y doliente penumbra. Los condenados en este disco del Infierno están “sepultados” en el hielo del río Cocito y sus cuerpos están gradualmente postrados en él de acuerdo a la gravedad de sus pecados. Asimismo, el círculo está subdividido en cuatro secciones: la primera es llamada “Caina” en “honor” a Caín, quien traicionó a su hermano Abel y lo asesinó. La segunda se denomina “Antenora”, haciendo alusión a un “habitante” del lugar, Antenor, quien siendo un soldado troyano pactó con los griegos invasores, por lo que éstos no asaltaron su casa. El tercer recinto recibe el nombre de “Ptolomea” y el cuarto “Judeca”, en función del traidor de traidores, Judas Iscariote.

Lucifer, según la concepción del surrealista Salvador Dalí

Lucifer, según la concepción del surrealista Salvador Dalí

Concretamente, en el último círculo infernal no hay personajes de la Mitología Griega, excepto por la presencia del mismísimo Satán, cuyas características siempre coincidieron con las de Hades, el dios griego del Inframundo. Pero más allá de esta discusión, es ineludible describir el último círculo, ya que en él, Dante y Virgilio se enfrentan a Dite, el rey del Infierno, que no es otro que Lucifer o Satanás. Éste aparece enterrado en el hielo hasta su cintura, situación en la que quedó luego de ser arrojado por Dios al querer usurparle su reinado. Cuando Dante lo ve, queda estupefacto por el espeluznante monstruo.

“Si él fue tan bello como es deforme hoy, y se atrevió a mirar a su Creador altivamente, de él, sin duda, procede todo mal” (La Divina Comedia, canto XXXV)

Satanás es descripto por Dante como un engendro de tres caras en la misma cabeza, que posee dos alas como de murciélago (cuyos aleteos hielan todo el Cocito), que gime y se babea sanguinolentamente. Las tres caras de Satán de alguna manera confrontan con la Santa Trinidad de Dios. En efecto, con sus fauces laterales, Lucifer engulle con furia tanto a Bruto como a Casio (los traidores y asesinos de Julio César), mientras que con su boca central mastica la cabeza de Judas, con una brutalidad aun mayor. Esta especie de emparejamiento que Dante realiza entre los traidores del emperador romano y Jesús tiene que ver con que, en su época, el César era visto como la representación del poder divino en la Tierra.

El espeluznante espectáculo que Satán expone a los ojos de Dante hacen que el poeta sienta que está muerto en vida.

El espeluznante espectáculo que Satán expone a los ojos de Dante hacen que el poeta sienta que está muerto en vida.

“No te preguntes, lector, cómo quedé helado y mudo por el horror; no lo escribiré, porque todo lo que dijera sería poco. No morí, pero tampoco quedé vivo; piensa ahora, si tienes algún ingenio, cuál sería mi estado al sentirme muerto, sin dejar de estar vivo” (La Divina Comedia, canto XXXIV)

Habiendo recorrido el terrorífico Infierno de Dante, vale la pena destacar que La Divina Comedia cambió la visión del orbe sobre el mundo de los muertos, el cuál, hasta el momento, sólo amedrentaba a medias. Pero la excelsa obra del poeta florentino produjo una revolución cultural que llevó a muchas personas a transformarse al Cristianismo y, necesariamente, a una revolución en la literatura universal.