Inseguridad: el exceso de garantismo y la crueldad

#HerramientasPsicologicas

 

Nadie en su sano juicio puede cuestionar al garantismo como corriente  del pensamiento jurídico. Es una  línea teórica que  aporta herramientas fundamentales para que puedan cumplirse  derechos inalienables de los individuos. Gracias a estas ideas, estamos defendidos de posibles arbitrariedades y tenemos garantías de  un buen proceso en el territorio de las instituciones judiciales. Ahora bien: hasta acá, todo correcto. El asunto es que existen los fundamentalistas y los que caen  en el exceso…y suprimen la realidad.

Pero entremos en el tema de la enorme crispación social que hay por la inseguridad. Ante todo, queridos lectores,  es fundamental que legitimemos la enorme  angustia general que flota en el aire en estos tiempos. La gente está con miedo, por sí misma, por sus seres queridos; siente que todo es posible…y, sistemáticamente, vivencia estados de desamparo e impotencia.  Hay un estado de anomia general en este país; no es ser pesimista decirlo. Reconocer el problema es empezar a resolverlo. Por otro lado, no es central si los medios  de comunicación fogonean o no el asunto;  lo importante es que el malestar de la población es real, es “un sentir físico”.  Poco importa si los que “salen a gritar” sobre ese miedo son “los salvajes de la palabra”, o gente un poco  exaltada o fuera de control. Lo ideal sería que los que gritan  “nos están matando”, fuesen  personas coherentes y precisas en su modalidad de expresarse. Pero bueno, los aullidos sociales se abren camino como pueden. Nada es ideal. Y, en el estado actual de cosas, me parece un tema menor también.

inseguridad

Pero volviendo a los “talibanes del garantismo”, a los dogmáticos: lo primero que noto es el enorme desconocimiento que tienen en  asuntos de psicología básica. Primer punto: los psicópatas y sociópatas que están en las calles produciendo  actos aberrantes no son enfermos. Las personas que matan, violan, que abusan,  maltratan y golpean gente indefensa y débil, son psicópatas  y,  la psicopatía, es un “modo de ser”, un “tipo de personalidad”, no una enfermedad a curar o recuperar. El psicópata no tiene contradicción interna en sus actos, no experimenta culpa o arrepentimiento, pues no puede entrar en resonancia con la angustia o dolor de su víctima. Actúa sólo por satisfacción personal y, simplemente, no siente nada. Hace lo que quiere hacer, disfruta de hacerlo… y se va al cine, o a tomar una  cerveza. Por lo tanto, la insistencia de los fundamentalistas del garantismo en rehabilitarlos, etc, etc, es un error de criterio desde el vamos. Ahora bien, como psicólogo, les puedo hablar diez horas  seguidas sobre el por qué un sujeto puede tener esas conductas destructivas;  les puedo decir que de chico  no recibió amor, que fue maltratado, golpeado, violado, excluido. ¿Y?, nada, pues millones de personas viven hechos  de ese calibre  en su infancia, o han atravesado por grandes carencias  (yo atiendo pacientes que han sufrido experiencias  tremendas)  pero son incapaces de producirle daño a alguien. Entonces, la maldad,  los “Hijos de pu…”  existen, que vamos a hacer, son “el más allá” de la psicología. Son pura pulsión de muerte, destruyen. Por cinco segundos de placer narcisista…le destruyen la vida a una familia entera,  por años.  Es muy peligroso que sigamos haciendo sociología con estas personas.  Después está el tema de la exclusión y sus efectos en la gente: eso es real, y hay mucho por hacer; pero son cosas a largo plazo, por el lado de inclusión y de la educación está la solución, eso es así.  También es cierto que hay una porción grande de delincuentes que son recuperables, pero no son los que recién describíamos. Yo les puedo decir que, por ejemplo, yo atiendo a una persona que fue 15 años pirata del asfalto; cuando lo conocí, aún robaba: hoy ya hace más de tres años que no lo hace, labura y está dispuesto a ser libre, por él, por sus hijos. Este hombre producía daño social, por supuesto, pero no era psicópata. Esos sí se recuperan.  Entonces, ¿qué hacemos? Lo sensato es que las  personas con ese grado de crueldad, de sadismo y perversión, no salgan más, vía juicio justo, por supuesto, el mundo funciona con leyes, pero no salen más. Porque no estamos hablando de una enfermedad psiquiátrica o de una persona que en emoción violenta hizo tal o cual cosa.

Pero voy a lo central: un sujeto que pide la eliminación de la reincidencia como agravante. O personas que en medio de tanta angustia social salen a hablar de reducción de penas. O un comisario,  juez o fiscal, que – vía corrupción-  suelta a estos personajes; o las instituciones penitenciarias que, también  vía corrupción, hacen informes para que los depredadores salgan…bueno, esas personas…son tan psicópatas y crueles como los detenidos que devuelven  a la sociedad. ¿Se entiende? Son tan responsables  por la vida  que se va, o que queda destrozada, como  el que comete el hecho. La relación es directa. Son casi lo mismo. El tipo que en el 76 estaba en el escritorio escuchando radio  y a tres metros de él había un psicópata torturando, es, también, el torturador, es indisociable. Participa  de esa escena aún escuchando un partido. Por eso, la corrupción y la complicidad psicopática son los primeros responsables de que estos individuos sigan en la calle. También es cierto que muchos jueces no tienen opción, que les llega una carpeta llena de elementos jurídicos que avalan una excarcelación y no hay opción: digo, lejos estoy de hacer generalidades con los que ponen en práctica las leyes.

Por último el tema drogas. Quien escribe ha trabajado con poblaciones muy marginales y mucho en adicción, allá, por mis comienzos. He tratado a adictos muy rabiosos, al paco y a otras drogas. A mi  criterio, no sacan nada que no esté en la personalidad de base del sujeto. Digo: miles de pibes que están atrapados en la adicción más destructiva no matan, no violan, no golpean a un niño o anciano. En los casos que yo tuve, que fueron muchos, casi todos terminaban haciendo actos ilegales, o robando. Robaban a familiares desde las sombras, autos, comercios, de noche, venta de drogas. Pocos eran los que salían armados a matar o que cometían  actos aberrantes con niños o mujeres…. o lo que sea. ¿Comprenden? No es un justificativo, tampoco, que un tipo esté dado vuelta. No es un atenuante. Hay excepciones, claro.  Pero son las excepciones.

Señores garantistas extremos, dogmaticos: agarren los libros de psicología, no muerden, dejen de estar solamente en el  “del mundo de las ciencias del  derecho”. Traten de empatizar con la angustia de los ciudadanos, sientan (traten de sentir queridos reptiles) el dolor de una persona a la cual le matan, violan o le desaparecen un ser querido. Sientan el sufrimiento de los otros de manera sana, dejen de defender la crueldad, pues, si lo hacen, son crueles y criminales también (sí, también). Lo son de hecho y desde, seguramente, sus fantasías inconscientes. Porque quizá se trata de eso: en algún punto ustedes, soltando, defendiendo y justificando con teorías impecables a estas personas, realizan sus fantasías  sádicas y  perversas y de maltrato y  de desprecio hace la vida humana. Tal vez disfrutan un poco del dolor y de la angustia de la gente. Quizá disfrutan eróticamente de todo este asunto de la crueldad. Tal vez  ustedes tienen, dentro de sí la misma “sustancia” destructiva y perversa, pero ustedes  están más camuflados, más  adornados de títulos y honores universitarios.