La acción como salida a los problemas

#HerramientasPsicologicas

En nuestro país la psicología está por todos lados. Se presenta  en televisión, revistas, diarios, internet. Todo esto tiene un costado muy positivo: la gente ya sabe que esa herramienta existe y que está comprobada su eficacia, que ayuda, que suma y que -muy a menudo- salva vidas humanas, muchas. Pero también, la excesiva presencia de la psicología o el psicoanálisis en nuestra sociedad ha generado algo curioso. Les cuento: la vez pasada yo le decía a una persona algo así:  - vos has pasado por varios psicólogos y teorías; ya tenés una vastísima idea de los condicionamientos que te ha impuesto tu historia familiar. Ya sabes, en líneas generales, la subtrama de muchos de tus síntomas y angustias. También comprendiste a muchos de tus enemigos internos: es hora de empezar a vivir.

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Entonces, es muchísima la gente que anda deambulando por diferentes tratamientos, buscando  “al gran psicólogo prestigioso y de apellido” o “la teoría” que lo alivie o cure: y  pasa años pensando  y construyendo hipótesis, intelectualizando, racionalizando. Pero se olvida que lo que realmente cura es vivir.  Si, suena como una canción de Ricky Arjona “Lo que realmente cura es vivir”, puesto número uno en todas las FM, pero es así.  A ver: si el problema fundamental de una muchacha son los hombres, bueno,  se resuelve estando con hombres, y no sólo hablando de si su madre la anuló como mujer o de si su padre fue un gran seductor.  Si el problema es al amor; si el tema es que no puede producir dinero;   o la vocación… o la sexualidad. Lo que importa -en todos estos casos- es que el sujeto “salga al mundo a buscar experiencias” para resolver esos conflictos  o bloqueos y, con esas experiencias cosechadas, ponerse a trabajar y ahí sí: averiguar  por qué le pasa tal o cual cosa.

Es decir: la terapia es una pata del asunto, pero absolutamente estéril e improductiva si se transforma en un espacio sacro en donde se razona  y no se sale al encuentro del mundo. No hay mejorías o “cura” si no se vive, si no se toman ciertos riesgos productivos. ¡No hay “cura” sin Arjona digamos! No hay evolución si no intentamos adelantarnos a nuestros pre-juicios (los prejuicios sobre diferentes  asuntos  suelen ser el enemigo silencioso más destructivo para un proceso curativo) e ir hacia el  mundo, a vivir experiencias, incluso a veces en contra de nuestra voluntad y nuestros supuestos “gustos y elecciones válidos”; hay que hacer, como sea y con lo mucho o poco que se tenga.

Por supuesto que todo es progresivo;  a una persona totalmente inhibida no se la puede empujar a que “salga a vivir”. Pues seguramente ese sea su motivo de consulta, que no puede hacer nada o muy poco. Pero luego sí. La vida es acción, hasta ficción es acción.  Muchos analistas, muchos psicólogos y pacientes transforman un proceso terapéutico en una gran ficción de palabras. ¿Ud. quiere mejorar? Bien: en algún momento va a tener que actuar, se va a tener que trasformar en un “hacedor” de situaciones;  buenas, regulares, medio fallidas: pero si no, la cosa, queridos amigos, no camina. Mucha gente se mejora más por la actitud de salir a vivir y por acontecimientos o causas a veces azarosas, que por el tratamiento en sí.  Es que cuando uno empieza a caminar,  a circular por el mundo, “pasan cosas”. Entonces: bien encarado, un proceso terapéutico, hace que las personas encuentren ciertas respuestas, pero, para eso, hay que estar en movimiento real en esto que llamamos “el mundo”.