El autoboicot

Por estos días estuvo en la escena pública el episodio de los dos pilotos y una reconocida vedette del medio. La escena ocurrida en la cabina puso a la sociedad en alarma, pues son situaciones que visibilizan el estado de anomia general que impera en nuestra sociedad. Ahora bien: este legítimo malestar social frente a ese “todo es posible”…se mezcla, esta vez, con profundas cuestiones que hacen a mi práctica cotidiana.

Los seres humanos atentamos contra nosotros mismos. Hay una tendencia destructiva que apunta a la aniquilación de  nuestra especie. Las guerras, el poco cuidado del planeta, la violencia en cualquiera de sus formas, es hacia nosotros, siempre: en el fondo no hay enemigos, sólo fuerzas  que se va anclando en diferentes odios o argumentos para desplegarse, pero el resultado final es siempre el mismo… “el hombre es el lobo del hombre”.descarga

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Ludopatía: cuando “jugar” no construye

-“No lo puedo parar Gervasio, he llegado  -y lo digo con vergüenza- a hacer mis necesidades parado al lado de la máquina para no cortar la racha, estoy loco, lo sé”

-“Es más fuerte que yo, pienso todo el día en el juego; ya en el taxi,  se me pone la boca seca, tengo palpitaciones; me agarra como un estado de desesperación, de abstinencia”

-“Cruzo  la puerta del  bingo o las maquinitas y me pierdo, es una suerte de estado narcótico;  he llegado a estar veintidós horas jugando sin parar, casi sin hidratarme ni ir al baño, mi marido ya no sabe qué hacer”

-“Entro en un estado en que el mundo desaparece, nada importa, sólo las cartas o esa ruleta…me pierdo, no me importan mis hijos, mi mujer, mi trabajo… no me importa nada. Es, y se lo digo de verdad, como cuando uno tiene sexo, que se pierde la cabeza y se olvida de todo, pero haciendo algo que uno sospecha que le hace mal”

-“Mi padre era jugador, mi infancia fue de lo más rara: llegábamos a Mar del Plata a una casa increíble,  llenos de lujos, y a los tres días  teníamos que volvernos porque papá se había quedado sin nada, los vecinos nos daban para la nafta, si es que todavía había auto…yo no entendía, era chica”

-“ Ya no sé qué hacer con mi vieja, está todo el día en las maquinitas, casi ya no ve a sus nietos, mis hijos, no acepta que le diga nada, es negadora, se pone irascible, me ataca o me trata como enferma a mí, que estoy delirando, me dice. Ahora entiendo el por qué era y fue siempre una madre ausente, ahora sé donde estaba”

Queridos lectores de “Herramientas Psicológicas”… ¿duro verdad? Estos relatos, sacados de mi trabajo diario, son sólo algunas imágenes elegidas para que ustedes puedan comprender, imaginar, “la fuerza impulsiva e imparable” que suele gobernar al jugador, son casos ya muy avanzados, es cierto: la ludopatía, como enfermedad, es algo que se va instalando de manera progresiva, siempre de menos a más; y digo esto para que podamos entender que se puede identificar cuando se está gestando, y detenerla, antes de que la catástrofe ya esté instalada, y los fondos que se toquen sean irreversibles.

La ludopatía, o adicción al juego, como quieran llamarlo, es una enfermedad,  acaso de las más salvajes: es un tipo de trastorno de la conducta y de los pensamientos que puede empujar a la persona, y a su entorno, a una vida llena de angustia y sobresaltos. Y digo salvaje como expresión de algo “indomable”; porque ese impulso que “toma” al sujeto y lo lleva a jugar una y otra vez, es así, imparable. La persona está literalmente “arrasada” por esa fuerza interna (impulso) y no puede parar  de hacer aquello que le hace daño. Pero no es solo jugar; el juego está todo el tiempo en la mente del jugador, de manara obsesiva e intrusiva, digo: piensa todo el día en el juego, y no puede frenar esos pensamientos, y luego pongo “en acto” esos pensamientos”.images (2) Continuar leyendo

Las vacaciones: reflexiones.

Irse de vacaciones es hacer una ruptura con las responsabilidades y las rutinas de la vida cotidiana. Es alejarse un poco de todas esas zonas de tensión que implican ciertos mundos a los cuales no nos queda otra que pertenecer.  Todos tenemos rutinas, y no tiene por qué ser  algo displacentero tenerlas; pero  romper con ellas, es algo imprescindible para renovarse. Entregarse al ocio,  poder  funcionar con tiempos propios, y no con los  que nos imponen las instituciones (trabajo, escuelas, clubes…lo que sea) es algo central. Lo más interesante del asunto, es que uno puede manejar el tiempo; pero bueno, no muchas personas logran ese acto de libertad. Simplemente  no saben qué hacer con el ocio cuando “no tienen nada que hacer en él”. La falta de obligaciones angustia. Y esto es independiente de que uno use el ocio de manera más activa que otros.abierto-por-vacaciones1 Continuar leyendo

La tiranía del “estar bien”

Hay que estar bien, “pum para arriba”, para adelante ¿hay dolor? hay que extirparlo ¿hay angustia?  ¡Fuera! ¡Es tóxica! ¡Metete psicofármacos! Salí a aturdirte a algún bar, intoxícate. Ponete a hablar sin parar, mirate 400 series, hasta la ceguera.  A ver: “tenes que estar bien” ¡La vida es para disfrutar hermanito!… ¡No- te- ha- gas-dra-ma! ¿Problemas sexuales? No te plantees nada, tomate un Viagra y fue.  ¿Esas mal con tu cuerpo? Operate, inyectate algo: rápido, todo al toque. Nada de tomarte en trabajo un  año en el gimnasio o modificando tu dieta. La vida pasa ¡HAY QUE VIVIR A FULL!.. Stop, pongámonos a pensar un poco en el sentido de todo.

El nuevo imperativo social, el nuevo mandato: la nueva tiranía social es tener que sentirte bien, a cualquier costo. Por supuesto no  todo el mundo compra o entra en esto; pero sí vemos que es una tendencia que aumenta. No hay tiempo para trabajar con uno, estamos enfermos de tiempo, de ansiedad (la ansiedad es una patología del tiempo, es querer ir más rápido que él). Cada vez veo más intolerancia al sufrimiento, a las frustraciones lógicas de la vida: frente a los primeros conflictos de pareja, o laborales, o lo que sea…se rompen los vínculos, no se tolera nada, o  “estamos bien o no estemos” como si habría que sacarse de encima lo antes posible aquello que es fuente de conflictos.

Donde hay seres humanos hay problemas. Donde hay amor y pasión, hay líos…tensiones, desamparo, fragilidades de los dos lados. En el mundo del trabajo hay combates y objetivos, y estrés; con los hijos hay angustias y grandes satisfacciones…es decir: creo que hay de bajar los ideales de lo que “es la vida” porque si no, o “es eso ideal”… o “todo es poco”, todo es nada, y ante las primeras frustraciones o diferencias… rompemos  vínculos y relaciones. No olvidemos que en las búsquedas desenfrenadas de los ideales, se gestan grandes patologías: ideal de cuerpo, de querer hijos perfectos, novios perfectos, de  estatus social, de libertad, de lo que te da el dinero…etc. La vida es el arte de lo posible; no propongo que aceptemos el sufrimiento y nos entreguemos: solo digo que en nuestra existencia no  todo es pasarla bien y  hacer lo que se quiere en cada momento y ya. Por ejemplo: ser padres responsables es entender que ciertas  responsabilidades como padres están por sobre nuestros intereses narcisisticos. Por supuesto que hay que  buscar  un equilibrio, pero siempre, en definitiva, y en determinadas situaciones, es la responsabilidad lo que ordena  la cosa, luego sí: todo lo demás. En el trabajo, en el amor ¿por qué no? el amor es  -también – trabajo, creatividad, construcción, proyectos.

Lo que quiero decir es que hay que bajar un poco las exigencias para con nosotros y para con “los otros” que nos rodean. Somos humanos, estamos transitando una experiencia que es vivir  y  – vivir-  tiene cosas buenas y malas. Yo creo que, naturalmente y más allá de estas ideas que comparto con ustedes, vivir es una experiencia predominantemente muy buena.  Cada vez me encuentro más diciéndole a mis pacientes cosas como estas: “tranquilo, no te exijas tanto, la vida es compleja, no le exijas tanto a los otros, ni a la realidad, pues ella es lo que es, tenés  que adaptarte a algunas cosas e intentar modificar otras,   tranquilo, casi nada es tan grave”.

Las personas tenemos naturalmente un enorme abanico de estados de ánimo, buenos y malos, los trabajamos, buscamos el bienestar, un equilibrio pero,  ojo: esa búsqueda puede volverse algo muy tiránico e interminable…y puede derivar en una búsqueda delirante y angustiosa de algo inexistente… ideal. Propongo que a los ideales, que a veces los tocamos de  cerca ¿por qué no? los llamemos IRREALES. Los ideales nos dan fuerza, son  motivadores: aspiramos a ellos y, bien tomados, nos hacen mejores personas o mejores en lo que hacemos.  Por supuesto que muchas veces en la vida sentimos tocarlos, nos sentimos plenos con muchas situaciones, pero pretender más que eso…mal camino para la vida mundana. Todo esto que he escrito, quizá, son  obviedades: pero ustedes no saben la cantidad de gente que está atrapada en este nuevo mandato de aturdirse y buscar más…y más, dejando  incluso a veces…la vida misma en el camino.