Por: Mariano Marquevich
Revelación. Inspiración….
“Clarividencia” se llama esta obra de René Magritte. ¿No es genial?
Quienes vislumbraron el destino del alma humana pensaron que un sólo momento alcanza. Que sólo con uno.
La epifanía consagrada. La clásica imagen de la luz al final del túnel, que tantos -al igual que Victor Sueiro- experimentaron al atravesar un momento rayano al deceso.
No son pocos, quienes piensan que aquel preciado momento -necesario para entenderlo todo- es sinónimo de morir.
Los sabios también aseguran que se trata de una muerte: la muerte del instante. Incluye la muerte física, claro. Pero también de esto. La muerte de esto: lo que sea te este pasando por la cabeza. CEREZA. La muerte de cereza. Un rabioso mareo de las formas. En lugar de destrucción, una suerte de dispersión, de expansión. En el transito del desvanecimiento, en lugar de congoja una chispa de felicidad se dispara.
Habrán dudas que nunca llegarás a saldar.
Infinidad de cuerpos que no alcanzarás a besar.
Otros que por haberlo hecho te dolerán.
Algunas palabras importantes que te privarás de decir.
Envuelto por un envase, un tiempo, un entorno, un idioma que no te dejaron decidir.
Atrapado en un flujo imparable de vejez hasta morir.
Y vas a estar bien igual.
Terminar con todo no es pesimismo, sino anticipación. Si la nota te parece hasta ahora medio rara y no termina de convencerte, es a propósito… estoy haciendo pases en media cancha para que Alanis te meta el gol. Cliqueá acá. Relaja y disfrutá.
Es un gran comienzo.
Más data: Solamente si viste el link, podés seguir leyendo en sintonía por acá.
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