Guebel o cuando el arte no cura

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Para Daniel Guebel, la obra de un artista es, antes que nada, literatura. En Genios destrozados. Vida de artistas, Guebel hace literatura a través de literatura. El resultado es un libro donde finalmente no importa qué hay de falso o de real en lo que se nos presenta, sino la huella que esto deja.

Tapa Genios-FEl libro es un desprendimiento de su novela inédita El absoluto, una biografía familiar que transcurre entre 1700 y 1950, que trata sobre los destinos literarios, políticos, musicales, y científicos de la humanidad. Según palabras de Guebel, este libro funcionaría como un satélite de la obra hasta el momento inédita.

¿Qué lleva a un artista a hacer una cosa y no otra? ¿Cuál es el precio de la obsesión? ¿Es, finalmente, la locura una virtud? El escritor y periodista responderá a estas preguntas a través de las breves biografías de algunos de los más reconocidos pintores: Picasso, Rembrandt, Hals, Duchamp y Van Gogh, entre otros. El autor indaga en el subconsciente de los artistas y expone lo peor de éstos, los desnuda para pintarlos más verdaderos.

En El griterío de los inocentes se indaga cómo una experiencia traumática puede definir un determinado estilo.  En Caballería roja, El resentido feliz y en Zen y el agujero del arte, cómo las pulsiones sexuales influyen en la obra. En Usos de la falsificación se pone de manifiesto la extinción de lo auténtico. En El émulo de Kafka, cómo las desdichas, los traumas o las enfermedades de un artista están intrínsicamente relacionadas con su trabajo. Por mencionar tan sólo algunos de los tantos tópicos que expone Guebel en su libro, cuya tesis se prolongará hasta el final: el arte no sana al artista, sino que lo consume.

“Incapaz de realizar una acuarela como Dios manda, sin talento ni voluntad para convertir su falla en un estilo (como bien prueban a diario miles de artistas) (…) al pobre infeliz no le quedó otra posibilidad que reformar el mundo a imagen y semejanza de sus deseos (…)”, escribe Guebel sobre Hitler en Ir por todo, donde se retrata la frustración del dictador en relación a la pintura.

El libro, también, se toma el tiempo para reflexionar sobre las condiciones de una obra en relación a su contexto histórico: “Puede que un gesto resulte la obra más acabada de un artista, pero en definitiva el valor de una obra no depende de la opinión del productor sino de la recepción que hace de ella la época o la historia; y el valor no es sino una construcción compleja, más política y económica que estética. Por lo demás, un artista no produce obras escogidas, se limita a hacer sus obras completas”, escribe Guebel.  Para una página después poner en boca de Isidre Nonell: “El secreto de mi fracaso es que las pinté negras, y a los franceses les gustan las blanquitas”.

Vida de artistas. Genios destrozados es un erudito y agudo muestrario sobre la creación humana y religiosa, sobre el deseo, la competencia y las segundas intenciones. Pero también es una ventana cruel, una advertencia seria para quienes sueñen con dedicarse al quehacer del arte.