6 formas de empezar flexibilizarnos si somos un poco inflexibles

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Por muchos motivos podemos comportarnos muchas veces inflexibles: por creencias, rigidez, historia personal, experiencias que nos han hecho que procedamos casi siempre de esa forma, y tantas otras.

En general las personas inflexibles suelen ser demasiado estrictas, no sólo consigo mismas sino con los demás. Todo debe resultar de una manera particular, y suelen sumirse en grandes dosis de decepción y frustración cuando las cosas cambian, como es natural que suceda en la vida.

Una distinción importante: una cosa es ser ordenados, prolijos, seguir procedimientos, planificación y estrategia para conseguir determinados resultados; y otra, la obsesión permanente (que adquiere muchos matices, llamados TOC en niveles extremos, trastornos obsesivos compulsivos. En estos casos es necesario consultar con un profesional del área médica; psicología y psiquiatría; expertos en fobias, etcétera), y que resultan un gran limitante para disfrutar de la vida, las relaciones y hasta del tiempo que pasamos con nosotros mismos.

Como la vida es un cambio permanente, para poder entender que es posible empezar a cambiar, podemos encararlo como un proceso gradual y sostenido en el tiempo.

Aquí van 6 ideas para integrar nuestro Ser flexible, si somos un tanto inflexibles en muchas ocasiones.

 

1)      Prueba algo diferente: si el orden de tu rutina en el camino al trabajo es siempre el mismo (las calles en el mismo sentido, la circulación tal cual, los saludos y diálogos cotidianos), durante 2 semanas corridas experimenta la sensación del cambio toma un camino diferente y alternativo cada día, aunque sea de pocas cuadras. Haz un trecho caminando y reconoce el nuevo lugar con tu nueva mirada más flexible.

2)      Pon a prueba tu tolerancia: ya seas el jefe o si formas parte de un equipo, o bien trabajas en forma independiente, o no estás en actividad, el desafío es integrar durante 7 días corridos no tomar posturas inmediatas sobre las cosas, conversaciones y decisiones. Generalmente, las personas inflexibles tienden a querer mantener el control todo el tiempo, y sobre-reaccionan cuando no lo logran. Por eso, simplemente, quédate en silencio; desconéctate un momento del impulso que te surgirá como una tromba; y lo más importante: obsérvate interiormente. ¿Cómo te sientes? ¿En qué piensas? ¿Cuál es tu miedo / a qué temes si no tomas el control de inmediato? ¿De qué forma se dieron las cosas siendo más flexible? Hay valiosa información esperándote.

3)      Rompe dos rutinas durante 2 semanas consecutivas: por ejemplo, si comes lo mismo ciertos días de la semana, cambia de menú. Deja la cama sin hacer durante dos días. No te bañes por un día. No laves los platos y la loza durante una noche. Cambia de lugar algunos objetos en tu casa. Y fíjate qué pasa dentro de ti. Es clave que lo sostengas durante dos semanas al menos para darte cuenta (tomar conciencia) de que posiblemente nada cambió sustancialmente; por lo que tu limitante interno controlador e inflexible pueda admitir que quizás no está tan malo salirse de la regla de vez en cuando.

4)      Haz algo completamente diferente a lo habitual: si no sales a bailar, ve a una discoteca; puedes pedir ayuda a tus amigos y afectos para que te acompañen. Si tienes el impulso de responder de inmediato todos los correos electrónicos, deja pasar unas horas antes de hacerlo. Si estás conectado con tu móvil las 24 horas, apágalo temprano y enciéndelo al día siguiente. El desafío es incorporar lo distinto como algo cotidiano, y comprobar por ti mismo, haciéndolo –no sólo pensándolo- que las cosas no cambian por esos pequeños detalles.

5)      Registra tu progreso: puedes hacer una lista de rutinas que estás modificando y cambiando. Y tacharlas una vez que hayas cumplido el plazo propuesto. Esto te dará la pauta muy gráficamente sobre la contundencia de tus cambios y la forma en que pudiste sostenerlos. ¡Bien por ti!

6)      Elige no discutir: durante 48 horas seguidas, no entables conversaciones de litigios, discusiones, diferencias de posiciones donde siempre hubieses querido hacer prevalecer la tuya. Simplemente, observa las situaciones, haz lo que debas hacer si es algo urgente, pero no discutas ni te enredes en derroches de energía innecesarios. El resultado será que tendrás más optimismo, menos carga negativa al final del día, y que los demás empezarán a ver, al igual que tú, esos pequeños pasos de gigante que estás haciendo.

En el proceso de ser flexibles, hace falta des-aprender todos los condicionamientos que nos han limitado por tantos años; y reemplazarlos por una nueva modalidad y sub-modalidades para que puedan tomar su lugar. Al mismo tiempo, al hacer el cambio, percibirás el beneficio inmediato: estarás con el cuerpo más relajado, más despierto y consciente de ti y del entorno; evitarás enfrentamientos innecesarios; tu organismo fisiológico funcionará mucho mejor –hasta es posible que dejes de padecer algún dolor o contracturas corporales-, y tu mente se irá abriendo un poco más.

Recuerda: los cambios son graduales. La clave es hacerlos sostenidos en el tiempo. En menos de un mes de probar lo nuevo, tendrás resuelta toda una historia de tantos años de limitaciones impuestas por tu propia rigidez e inflexibilidad; y te abrirás a descubrir nuevas formas de actuar y proceder, de acuerdo a lo que necesites que sea hecho, sin tanta carga energética de tu parte, y con una mejora notable en el diálogo contigo y con los demás.

 

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#COACHING – Las 10 claves para entender qué es y cómo puede crecer tu empresa y profesión

images3Desde su origen en el mundo deportivo, un “coach” es un entrenador de aquellas habilidades que pueden descubrirse o potenciarse. Así, aplicado a las empresas pequeñas, medianas y grandes, y a profesionales de todas las disciplinas, el coaching se convierte en una disciplina esencial para el desarrollo del talento humano.

La motivación y el liderazgo son sólo algunos de los aspectos que se abordan; también se elaboran en conjunto entre el coach y el “coache” (cliente que se beneficia con los servicios de un coach profesional) o los grupos de personas de una organización, los planes, estrategias y metodologías para alcanzar las metas que se buscan en lo individual y de conjunto.

Desde el trabajo que realizo, basado en la experiencia como ejecutivo de empresas nacionales y multinacionales, y entrenador de miles de personas en más de 18 países, sé que muchas veces se presentan algunos aspectos confusos respecto a los alcances del coaching.

Algunas personas piensan que es la solución mágica a todos los problemas que puede atravesar un profesional u organización. Sin embargo, la tarea –al menos desde la metodología que llevo adelante y que propongo a los clientes- es ir a la raíz de los temas a mejorar, y, desde allí, “modular” juntos un camino por lo general acotado, acompañando el proceso de descubrir + reconocer + madurar + ajustar + cambiar y, finalmente, medir los resultados en forma tangible y concreta.

El coaching es una disciplina que puede aplicarse a todos los ámbitos de la existencia; en mi caso, el enfoque –sin dejar de lado los aspectos personales-, me he especializado en promover el desarrollo de habilidades para empresas y profesionales de todos los ámbitos.

Aquí van 10 claves para conocer más sobre cómo puede ayudarte el coaching para afianzar y hacer crecer tu empresa y tu carrera profesional.

1. Contexto: muy rápidamente, comprenderás de manera ágil, entretenida y profunda, el contexto en el que te estás desenvolviendo, y podrás reconocer de qué forma participas en él.

2. Descubrir: los seres humanos tenemos muchos “velos” que suelen cubrir nuestras cualidades y también nuestras falencias. La historia personal, experiencias de vida, recuerdos de la infancia, episodios que nos marcaron en lo profesional y las relaciones humanas cotidianas, determinan en muchos casos cómo vemos el mundl. Hay un principio interesante que gusto compartir: “Nosotros no vemos el mundo como es, sino como somos nosotros”; por lo que un paso importante es empezar a salir de la caja cotidiana, expandirnos paso a paso y comenzar a observar el mundo de una manera más amplia, y más neutral.

3. Progreso constante: desde el primer encuentro obtienes una serie de herramientas prácticas de aplicación inmediata, para que vivas desde el primer minuto cómo podrías ir modificando la realidad que te llevó a la consulta.

4. Definición de metas y objetivos: muchas veces, los encuentros necesitan formalizar un orden, dar prioridades, establecer guía y orientación sobre aspectos formales –como la constitución de una sociedad o su disolución; reflexionar sobre una expansión; inversiones; manejo de recursos humanos y liderazgo personal y profesional-. Se descubren, abordan y se establece un plan concreto para ir midiendo el resultado.

5. Evolución: el paso a paso, con cambios microscópicos que en pocos meses producirán un gran impacto, es la forma que he encontrado como más eficaz para el éxito del coaching empresarial, corporativo y profesional.

6. Equilibrio: entre la vida profesional y personal. Este es otro de los aspectos fundamentales, en épocas donde muchos suelen vivir apurados y ansiosos, pendientes del afuera, y exigidos por metas y resultados todo el tiempo. En forma amena, paulatina y sensible, desde la metodología del coaching focalizado en la persona (ante todo) y el profesional que se es, es totalmente posible recobrar confianza, alegría, placer en el trabajo, negociar mejor, encontrar soluciones alternativas, mayor innovación e impulso para seguir.

7. Motivación: es uno de los pilares de la forma en que trabajo. A diferencia de otras corrientes de desarrollo personal, incluso las más ancestrales, cada persona o grupo sale altamente motivado, y lo que es más importante: logra sostener ese estado del Ser casi permanentemente. Las caídas desde los primeros encuentros son menos bruscas, y se sale más rápido, y más creativamente.

8. Expansión desde adentro hacia fuera: es sorprendente y maravilloso cómo con el correr de los encuentros, los que acuden a tomar el programa de coaching reconocen que van abriendo sus fronteras. Los límites se atraviesan con naturalidad y casi sin esfuerzo (y mucho menos sacrificio), y se conquista ese nuevo espacio con alegría, visión amplia y sumamente despejada de nubarrones oscuros.

9. Confianza: una cualidad que se va construyendo entre el coach y el coache, y con los grupos. Es un contrato de acompañamiento, donde las principales respuestas las va descubriendo la persona. El coach es como el guía en el viaje, y abre cada puerta, ayudando a limpiar el camino para que se transite con mayor fortaleza, motivación, entusiasmo y claridad. El resultado siempre es altamente enriquecedor.

10. Resultados concretos: a diferencia de otras disciplinas, desde el primer día se internaliza la forma de hacer mejor las cosas. El cambio, desde adentro hacia fuera, es paulatino y en un corto plazo. Se vencen obstáculos –reales o subyacentes en el inconsciente-, y se prueban las vías más apropiadas de acuerdo a la personalidad de quien consulta y se abre al aprendizaje. El resultado implica una evaluación permanente de la evolución, que se realiza en conjunto sobre la base de criterios objetivos.

Finalmente, el coaching es ideal para:

- Mejorar el desarrollo profesional en cualquier campo.

- Incorporar nuevas disciplinas a mi carrera.

- Mejorar notablemente el desempeño de cualquier persona.

- Negociar todo tipo de acuerdos, incluyendo mejores condiciones, contratos, etc.

- Abrir tu propia empresa.

- Poner en marcha un proyecto que resulta desafiante a simple vista.

- Expandir tu negocio.

- Atravesar limitaciones, dudas, temores y decepciones en aspectos profesionales y empresariales.

- Lograr mayor unidad de grupos, e integración individual en las organizaciones.

- Liderar en forma más efectiva.

- Mantener un alto nivel de auto-feedback para reconocer los aspectos que se pueden mejorar.

- Establecer un umbral de motivación constante, donde prácticamente no habrá obstáculo que no pueda sortearse.

- Definir con mayor certeza el rumbo profesional, o de un proyecto o equipo de trabajo.

 

Y lo único que se necesita es:

 

- Trabajar con un coach profesional, con años de experiencia en el mundo corporativo y con mucho desarrollo personal dentro de su formación como entrenador.

- Establecer de común acuerdo las bases claras del trabajo.

- Compromiso de ambas partes para la constancia en alcanzar los objetivos fijados.

- Focalizarse en los resultados.

- Entregarse al camino de seguir aprendiendo, creciendo y avanzando, con la ayuda de un guía experto.

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¿Cómo adaptarnos a la velocidad en que cambian las cosas?

Aprender a cambiar es el desafío de este tiempo

La flexibilidad y poder cambiar nuestros mapas negativos son dos claves muy útiles.

Estamos en una era donde el desarrollo trae aparejados cambios de paradigmas (entendidos como creencias a las que le damos el valor de la razón absoluta) y los cambios son constantes. Tan cotidianos que exceden todo marco lógico muchas veces.

La frase de mis abuelos, “hoy estamos, mañana no sabemos…” cobra fuerza de generación en generación, ya que el instante presente es lo único que tenemos. Y aun así muchas personas no hemos aprendido a disfrutarlo y saborearlo a fondo.

El vértigo actual, la sobreabundancia de información y mensajes, la casi imposibilidad de hacer un filtro para discernir qué es lo importante y qué lo urgente, nos lleva frecuentemente a perder el sentido. Es como una brújula que se volvió loca. Así nos vemos y sentimos muchas veces irremediablemente solos, perdidos entre la multitud de una gran ciudad, o la soledad de un paisaje maravilloso. El entorno no cambia la sensación interna: a veces sólo la agudiza.

“¿Dónde quedó la felicidad?”  es la pregunta más recurrente entre aquellos que se animan a explorarse mediante el coaching y dinámicas de reflexión. ¿Debo postergarme aún más? ¿Qué es lo verdaderamente importante para mí en esta etapa de la vida? ¿Para qué vine al mundo?

Lo cierto es que si lo único permanente es el cambio, podemos estar bastante tranquilos: parece ser que esta célebre cita fue acuñada por Heráclito, un filósofo nacido hacia el 544 antes de Cristo, aproximadamente, y vivió en Éfeso, ciudad enclavada en la costa Jonia, al norte de Mileto, hasta su muerte, en el 484 antes de Cristo.  Otros filósofos como Aristóteles y Platón, parece que aseveraron que la frase pertenece a Heráclito, en un sentido amplio: el concepto del cambio permanente.

O sea que la idea del cambio no es algo nuevo, sino que viene de siglos y siglos.

Lo que es muy probable es que la vertiginosidad del momento presente hace que tengamos que tener muchísimas condiciones para adaptarnos muy frecuentemente a los entornos con giros tan bruscos, hasta de 180 grados, en muy poco tiempo. En el mundo del trabajo, todo tipo de organización vive esta tormenta permanentemente. En los negocios, las finanzas y la política, también. Prácticamente no hay actividad que pueda ser definida ni liderada de una manera estanca –como hace apenas 15 años-.

Vemos con sorpresa en las descripciones de búsquedas laborales todo tipo de descripciones que cada vez más, amplían el espectro de personalidad y habilidades que se buscan. Y se menciona, con mucho énfasis, “habilidad para tolerar la frustración y para el trabajo en entornos cambiantes.”

En este contexto, y así las cosas, la clave es movernos dentro de nuestro marco ético, y desarrollar condiciones que nos permitan ir transitando las complejidades del presente sin tanta frustración ni enojo: si desde el vamos sabemos que habrá cambios, entonces, ¡bienvenidos sean! Escribirlo es bastante más sencillo que ponerlo en la práctica; de hecho, uno de los mayores motivos de insatisfacción en relaciones, trabajos, sociedades comerciales, dinámicas grupales de bien público, estudios y cualquier actividad que uno realice, es, precisamente, el cambio intempestivo que llega para prácticamente arrancar de cuajo el método y el proceso que seguíamos, para volver a empezar una y otra vez.

Estas cinco claves parecen tener la llave para movernos más efectivamente ante los cambios, ya sea que estemos en medio de una situación que mutará en cualquier momento, o que nos resistimos a probar algo distinto.

1. Flexibilidad: estar preparados y predispuestos. Es como cuando irrumpen hechos irremediables en la vida; no hay muchas chances, y sólo nos queda ver qué podemos seguir haciendo con lo que tenemos a nuestro alcance. Esto puede adquirir gran significancia para el desarrollo personal, ya que permitirá que fructifique la resiliencia.

2. Comprensión: nutrirme de todas las fuentes posibles para ver cuál puede ser el aporte de valor desde mí para este cambio que se está produciendo.

3. Visión del entorno global: es decir, no mirar sólo mi pequeña quinta. Levantar la mirada, observar alrededor, pedir ayuda y cooperar entre pares, para sobrellevar mejor los nuevos tiempos.

4. Pensamiento lateral: mirar las situaciones desde diferentes perspectivas y establecer alternativas, para llegar a pensar distinto. Esto nos traerá la apertura de una pequeña hendija por dónde iremos dejando entrar lo nuevo. Si no estoy conforme con cómo se van dando las cosas, puedo planificar mis siguientes metas para hallar el espacio donde pueda expresarme y participar mejor.

5. Innovación: muchas veces, los cambios vienen de la mano de procedimientos, negocios y desarrollos inéditos. Por eso si los asumimos con verdadera voluntad creativa, y más aún, innovadora –es decir, un paso más adelante que el puro acto de crear-, adquiriremos pronto nuevas destrezas que serán un plus y que se sumarán a las que traíamos y que debemos ir ajustando paulatinamente para el nuevo panorama.

Siempre se dice que los cambios son buenos y que debemos darle la bienvenida… claro que muchas veces el consejero es alguien que se para en su seguridad o en su visión, y no está en nuestro pellejo. Aun así, de no tener alternativas de corrernos al costado, asumirlos como desafíos para crecer puede ser una excelente alternativa.

“De todos modos tendrás que atravesar esta situación desafiante. Puedes hacerlo llorando o riendo, y eso es exclusivamente tu propia elección”, ha dicho el educador John Roger.

¿Acaso el cambio viene a enseñarnos muchas de estas cosas? ¿Nos vamos convirtiendo en pequeños maestros ilustrados en el arte del cambio y de reinventarnos? Tal vez no sea una mala idea estar abiertos y más flexibles, para fluir con lo que se va presentando, sin tanta elaboración de “corrales mentales” y más acción hacia adelante, pensando que hay algo nuevo que puede sorprendernos, para bien.

 

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5 formas concretas de saber si estás cumpliendo tu Misión de vida

¿Qué harías con tu vida si no tuvieras miedo?

¿Qué harías con tu vida si no tuvieras miedo?

En tiempos donde por lo general la mayoría de las personas viven corriendo tras metas y objetivos, a veces es bueno preguntarse si estamos alineados con nuestra misión de vida. La misión, un concepto que muchas corrientes del pensamiento y autoconocimiento han tendido a definir de formas diversas y hasta abstractas, también adquiere en lo práctico una forma de atravesar nuestra existencia, dotándola de sentido.

Es así que, al menos en lo que se refiere a estas líneas (y, una vez más, puede haber múltiples interpretaciones), un enfoque es entender la misión como la herencia espiritual  -no en el sentido religioso, sino del Ser-, y el legado que dejaremos cuando debamos partir físicamente. Es decir, aquello que nos trascenderá.

Por eso la misión personal puede ser entendida en este contexto, como aquellos dones y habilidades que nos fueron conferidos al momento de nacer en este tiempo, para ejercitarlos y ponerlos en movimiento. En un sentido superador y más elevado, vienen a darnos un sentido a la existencia, que, por lo general, está ligado con el dar y servir a otros, para cosechar lo que nos queda de experiencia y  “re-capitalizarnos” como en un generador de energía que no tiene fin.

Como en muchas empresas y organizaciones hay vistosas frases de “Misión y Visión” como si fuesen una brújula que marca su horizonte, los seres humanos también tenemos nuestra propia construcción de este destino personal, que vamos haciendo día a día. Aunque no lo tengamos presente ni consciente, el propósito de vida se manifiesta en formas sutiles desde las capas más profundas del Ser, hasta adquirir, en muchos casos, dimensiones extraordinarias que atraviesan generaciones y producen grandes impactos. Y eso sólo lo generó muchas veces, este legado puesto en acción por una sola persona. Te invito a observarte en estos cinco aspectos:

1. Sentido: cuando estamos conectados con la esencia, lo más profundo y sagrado dentro nuestro, la vida parece tener un propósito que, aunque no necesariamente se manifieste en los resultados exactos que deseamos obtener, nos van llevando, como en un viaje un tanto errático, hacia lo que está destinado a nosotros. Por eso los pequeños momentos como el nacimiento de un hijo; la concepción de una guagua muy deseada y esperada; una oportunidad profesional significativa; un cambio rotundo en nuestras creencias y paradigmas; un click de conocimiento y despertar dentro nuestro, son formas en que se hace tangible este principio de sentido.

2.      Hacer lo que nos gusta:  que no es lo mismo que hacer lo que mejor nos sale, aunque pueden ir de la mano. Frecuentemente en coaching encuentro casos de personas que anhelan un cambio profundo y superador. Sin embargo, paralizados por el miedo y la incertidumbre, eligen quedarse aferrados a lo conocido –y hasta cómodo, la famosa zona de confort- y seguir así hasta agotarse. Poner en acción los dones que nos fueron entregados es parte esencial de la misión, porque es dinámica, activa, aventurera y entretenida. Un amigo workaholic  (moderna significancia de ‘adicto al trabajo’) me decía que su trabajo actual es muy desafiante, que presenta muchas dificultades… pero que es tremendamente entretenido, y que allí encuentra la satisfacción a extensas jornadas y recarga así su energía. Es asi que te invito a hacer lo que te gusta, desde el nivel y lugar donde estés hoy mismo. Siempre puedes introducir pequeños toques personales, ajustes microscópicos, para transformar cada situación en otra, más alineada con el sentido de tu vida. La sorpresa se manifestará muy pronto, porque es altamente probable que vivencies cosas que nunca antes, y que las cosas más disfuncionales de las tareas se vayan acomodando a favor. Es un paso a paso, progresivo y sin pausa. La clave es persistir y completar; y una vez cerrado cada ‘círculo de progreso’, una vez más: persistir y completar.

 3.      Sincronicidad: ¿has observado que por momentos la vida entra a jugar todas sus piezas y se acomoda casi mágicamente? Esto sucede en los momentos donde estamos alineados y sintonizados con el todo, que es ni más ni menos que una mirada más abarcativa de quienes somos, qué queremos, dónde estamos y dónde queremos llegar. A la inversa de lo que sucede en ocasiones cuando todo se desmorona en segundos, esos instantes que solemos identificar como de felicidad y plenitud, también nos abren la oportunidad de entenderlos como un signo certero de nuestra misión de vida. La sugerencia es que puedas entrenarte en fluir, vivir más tiempo en el exacto presente, y sin tantas proyecciones hacia el pasado o futuro, “…Porque este momento de vida es un regalo; y por eso se llama presente”, dice un conocido texto motivacional.

 4.      Permanece atento: las oportunidades y señales se van cruzando en la vida. Conocemos millones de anécdotas acerca de cómo un hecho aparentemente fortuito ha cambiado para siempre el curso de una vida, y pensamos que esos instantes suceden a otros. En tanto permanezcas en ese estado de conciencia (de vivencia), es posible que te pierdas de muchas ocasiones que están a la mano para transformar tu realidad inmediata. La clave es observar, no confrontar; afrontar las situaciones pensando en el objetivo para el bien mayor de esa situación y las personas involucradas; y tener la paciencia –entendida como la ciencia de la paz- para evolucionar paso a paso.

5.      Impulso: tal vez hayas percibido que las personas con su misión de vida clara y con propósito, sienten un cosquilleo interior permanente, que los mueve hacia nuevas experiencias. Así, la mayoría de las veces sin proponérselo, encararan cada día agradeciendo por todo lo que está dispuesto para vivir,  y lo capitalizan como experiencias de valor. Buscan trascender las etiquetas de negativo o positivo de cada situación, y las dejan de lado, para identificarlas sólo como vivencias en esta escuela. No son amigos de los chismes y saben filtrar bastante bien lo que no es conveniente para el bien mayor. El fin último del impulso es transformar todo en una experiencia inagotable de vivencias que se convierten en una enorme caja de herramientas que te prepara mejor para cualquier momento: los buenos, las tempestades, los amores, los desamores, los cambios; y siempre con una buena dosis de autoconfianza en acción. Por eso quizás percibas en estos seres humanos –tan extraordinarios como tú-  mucha claridad al expresarse, entusiasmo al participar, vitalidad en la mirada y las acciones que emprenden, y visiones por lo general que salen bastante de lo común.

Llegar a descubrir tu Misión y propósito y vivirlo, depende exclusivamente de ti. No ha nacido nadie que pueda arrebatártelo por difíciles que se presenten las circunstancias; por eso hay miles de personas que convierten los problemas en grandes obras de arte: sus propias vidas… y si tan sólo un ser humano lo hizo, nosotros también podemos.

Finalmente, te invito a dejar de lado los ejemplos de la historia y del presente donde grandes personajes transforman de raíz realidades del mundo. Empieza por tu casa, por ti,  y luego, como un círculo virtuoso que se va expandiendo por sí mismo, muy pronto verás como el resultado se multiplica.

 

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¿Cómo saber cuál es mi Misión en la vida?

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Con mucha frecuencia un alto porcentaje de los seres humanos nos planteamos cuál es nuestra misión en  la vida. Entendemos la Misión como aquello que venimos a cumplir en este plano físico de la existencia, mientras hacemos lo de todos los días, y vamos observando –y participando- en este juego que llamamos vivir.

En numerosos seminarios y consultas personalizadas, muchas personas declaran no saber cuál es su misión en la vida. También postulan que se sienten perdidos, desorientados y muy desconformes con la forma en que llevan adelante sus asuntos.

Y allí aparecen los primeros signos que nos pueden llevar a la respuesta:  en la confusión entra a jugar un papel muy importante el pensamiento analítico, el sentir y el Ser. Es decir, todo aquello que, más allá de lo que presuponemos y que en muchos casos, nos “pre-ocupa” (es decir, lo que nos mantiene ocupados antes de que las cosas sucedan).

Si bien hay que convenir en que no existe una regla exacta que determine cuál es nuestra Misión, puesto que es algo que se siente muy profundamente, hay intuiciones que aparecen de vez en cuando y que nos marcan, como señaladores o banderas, si vamos en el camino acertado.

En otros momentos, el camino se desvía tanto por la fuerza de los acontecimientos, que nos sentimos en medio de una tormenta que, por más que sepamos que es pasajera, en ese instante la pensamos eterna.

Una de las primeras claves para saber cuál es nuestra Misión es la de observar. Si nos detenemos el tiempo suficiente, en calma y tranquilidad dentro del ajetreo diario, y miramos con atención todos los pasos que fuimos dando desde que tenemos conciencia –siendo muy pequeños- hasta el presente, hay un rumbo, un sendero que, instintivamente, fuimos trazando.

Tal vez no aparezca con la claridad que quisiéramos, aunque por lo que he podido trabajar con miles de personas, y conmigo, las señales siempre estuvieron, sólo que no supe verlas o darles sentido a tiempo.

¿Por qué aparece aquí lo de “darle sentido”? Esa es la forma en que se produce la toma de conciencia, el aprendizaje y la certeza interior de que estamos en la senda apropiada. El sentido es lo que ratifica, le pone el sello de validez a ese tramo de experiencia que nos llevará a otras nuevas, siempre tras eso que denominamos Misión.

Otra clave relevante es registrar. Como si fuésemos científicos de nuestra propia vida, necesitamos estar en el presente, y registrar en nuestra memoria interna todos aquellos signos, acontecimientos, personas que se cruzan en nuestra vida y que nos apoyan, y las oportunidades que se abren y se cierran, para conducirnos por nuevos caminos.

Por lo general el cambio no tiene muy buena prensa. Se dice, casi condescendientemente, que todos los cambios son buenos. Lo que por lo general no se nos explica es cómo transitarlos sin ansiedad y sin cierta cuota de incertidumbre, inherente a ese proceso. Sin embargo, los cambios –planificados, repentinos o los que parecen un retroceso en cierto momento- son los grandes impulsores hacia la Misión de vida.

¿Cuánto tiempo hemos de permanecer en nuestra zona de confort, ese espacio conocido y muchas veces, doloroso y sin sentido? Sólo expandiéndola, podemos conocer lo que hay más allá, y, si nos animamos, encarar lo nuevo con un espíritu renovado.

¿Cuándo haremos el cambio en nuestra vida? “Cuando estemos cansados y enfermos de estar cansados y enfermos…”, dice el maestro espiritual John Roger. Es decir, cuanto verdaderamente estamos hartos de una situación, es que tomamos fuerza y, como podemos, nos zabullimos en las aguas tormentosas del cambio; conteniendo el aliento hasta salir de nuevo a la superficie.

Por último, la Misión se manifiesta con un propósito de vida, no menos importante que la misión misma. ¿Estoy haciendo lo que quiero? ¿Hay algo que me gustaría encarar y lo vengo postergando hace años? ¿Hay decisiones que no me animo a tomar? ¿Es mi vida tal y como la quiero vivir? ¿Estoy rodeado de las personas adecuadas que apoyan mi Misión? ¿Siento que lo que hago suena fuerte dentro mío?  Si hoy mismo dejara de hacer las cosas que hago, ¿sentiría que pierdo una parte importante de mi Ser?

Estas son preguntas claves que, respondidas con precisión y sin dudar, te darán la certeza de que estás en el sendero de tu Misión de vida en este mundo. De lo contrario, quizás haya algunos ajustes que quieras empezar a hacer aquí y ahora, y desde hoy en adelante.

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