5 formas concretas de saber si estás cumpliendo tu Misión de vida

¿Qué harías con tu vida si no tuvieras miedo?

¿Qué harías con tu vida si no tuvieras miedo?

En tiempos donde por lo general la mayoría de las personas viven corriendo tras metas y objetivos, a veces es bueno preguntarse si estamos alineados con nuestra misión de vida. La misión, un concepto que muchas corrientes del pensamiento y autoconocimiento han tendido a definir de formas diversas y hasta abstractas, también adquiere en lo práctico una forma de atravesar nuestra existencia, dotándola de sentido.

Es así que, al menos en lo que se refiere a estas líneas (y, una vez más, puede haber múltiples interpretaciones), un enfoque es entender la misión como la herencia espiritual  -no en el sentido religioso, sino del Ser-, y el legado que dejaremos cuando debamos partir físicamente. Es decir, aquello que nos trascenderá.

Por eso la misión personal puede ser entendida en este contexto, como aquellos dones y habilidades que nos fueron conferidos al momento de nacer en este tiempo, para ejercitarlos y ponerlos en movimiento. En un sentido superador y más elevado, vienen a darnos un sentido a la existencia, que, por lo general, está ligado con el dar y servir a otros, para cosechar lo que nos queda de experiencia y  “re-capitalizarnos” como en un generador de energía que no tiene fin.

Como en muchas empresas y organizaciones hay vistosas frases de “Misión y Visión” como si fuesen una brújula que marca su horizonte, los seres humanos también tenemos nuestra propia construcción de este destino personal, que vamos haciendo día a día. Aunque no lo tengamos presente ni consciente, el propósito de vida se manifiesta en formas sutiles desde las capas más profundas del Ser, hasta adquirir, en muchos casos, dimensiones extraordinarias que atraviesan generaciones y producen grandes impactos. Y eso sólo lo generó muchas veces, este legado puesto en acción por una sola persona. Te invito a observarte en estos cinco aspectos:

1. Sentido: cuando estamos conectados con la esencia, lo más profundo y sagrado dentro nuestro, la vida parece tener un propósito que, aunque no necesariamente se manifieste en los resultados exactos que deseamos obtener, nos van llevando, como en un viaje un tanto errático, hacia lo que está destinado a nosotros. Por eso los pequeños momentos como el nacimiento de un hijo; la concepción de una guagua muy deseada y esperada; una oportunidad profesional significativa; un cambio rotundo en nuestras creencias y paradigmas; un click de conocimiento y despertar dentro nuestro, son formas en que se hace tangible este principio de sentido.

2.      Hacer lo que nos gusta:  que no es lo mismo que hacer lo que mejor nos sale, aunque pueden ir de la mano. Frecuentemente en coaching encuentro casos de personas que anhelan un cambio profundo y superador. Sin embargo, paralizados por el miedo y la incertidumbre, eligen quedarse aferrados a lo conocido –y hasta cómodo, la famosa zona de confort- y seguir así hasta agotarse. Poner en acción los dones que nos fueron entregados es parte esencial de la misión, porque es dinámica, activa, aventurera y entretenida. Un amigo workaholic  (moderna significancia de ‘adicto al trabajo’) me decía que su trabajo actual es muy desafiante, que presenta muchas dificultades… pero que es tremendamente entretenido, y que allí encuentra la satisfacción a extensas jornadas y recarga así su energía. Es asi que te invito a hacer lo que te gusta, desde el nivel y lugar donde estés hoy mismo. Siempre puedes introducir pequeños toques personales, ajustes microscópicos, para transformar cada situación en otra, más alineada con el sentido de tu vida. La sorpresa se manifestará muy pronto, porque es altamente probable que vivencies cosas que nunca antes, y que las cosas más disfuncionales de las tareas se vayan acomodando a favor. Es un paso a paso, progresivo y sin pausa. La clave es persistir y completar; y una vez cerrado cada ‘círculo de progreso’, una vez más: persistir y completar.

 3.      Sincronicidad: ¿has observado que por momentos la vida entra a jugar todas sus piezas y se acomoda casi mágicamente? Esto sucede en los momentos donde estamos alineados y sintonizados con el todo, que es ni más ni menos que una mirada más abarcativa de quienes somos, qué queremos, dónde estamos y dónde queremos llegar. A la inversa de lo que sucede en ocasiones cuando todo se desmorona en segundos, esos instantes que solemos identificar como de felicidad y plenitud, también nos abren la oportunidad de entenderlos como un signo certero de nuestra misión de vida. La sugerencia es que puedas entrenarte en fluir, vivir más tiempo en el exacto presente, y sin tantas proyecciones hacia el pasado o futuro, “…Porque este momento de vida es un regalo; y por eso se llama presente”, dice un conocido texto motivacional.

 4.      Permanece atento: las oportunidades y señales se van cruzando en la vida. Conocemos millones de anécdotas acerca de cómo un hecho aparentemente fortuito ha cambiado para siempre el curso de una vida, y pensamos que esos instantes suceden a otros. En tanto permanezcas en ese estado de conciencia (de vivencia), es posible que te pierdas de muchas ocasiones que están a la mano para transformar tu realidad inmediata. La clave es observar, no confrontar; afrontar las situaciones pensando en el objetivo para el bien mayor de esa situación y las personas involucradas; y tener la paciencia –entendida como la ciencia de la paz- para evolucionar paso a paso.

5.      Impulso: tal vez hayas percibido que las personas con su misión de vida clara y con propósito, sienten un cosquilleo interior permanente, que los mueve hacia nuevas experiencias. Así, la mayoría de las veces sin proponérselo, encararan cada día agradeciendo por todo lo que está dispuesto para vivir,  y lo capitalizan como experiencias de valor. Buscan trascender las etiquetas de negativo o positivo de cada situación, y las dejan de lado, para identificarlas sólo como vivencias en esta escuela. No son amigos de los chismes y saben filtrar bastante bien lo que no es conveniente para el bien mayor. El fin último del impulso es transformar todo en una experiencia inagotable de vivencias que se convierten en una enorme caja de herramientas que te prepara mejor para cualquier momento: los buenos, las tempestades, los amores, los desamores, los cambios; y siempre con una buena dosis de autoconfianza en acción. Por eso quizás percibas en estos seres humanos –tan extraordinarios como tú-  mucha claridad al expresarse, entusiasmo al participar, vitalidad en la mirada y las acciones que emprenden, y visiones por lo general que salen bastante de lo común.

Llegar a descubrir tu Misión y propósito y vivirlo, depende exclusivamente de ti. No ha nacido nadie que pueda arrebatártelo por difíciles que se presenten las circunstancias; por eso hay miles de personas que convierten los problemas en grandes obras de arte: sus propias vidas… y si tan sólo un ser humano lo hizo, nosotros también podemos.

Finalmente, te invito a dejar de lado los ejemplos de la historia y del presente donde grandes personajes transforman de raíz realidades del mundo. Empieza por tu casa, por ti,  y luego, como un círculo virtuoso que se va expandiendo por sí mismo, muy pronto verás como el resultado se multiplica.

 

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