Coetzee y el libro maldito de su Biblioteca Personal

#LíneaMaginot

Doce fue el número que decidió J. M. Coetzee para su Biblioteca Personal, ideada y editada por Soledad Costantini para el sello El hilo de Ariadna, un producto de alta calidad literaria cien por ciento argentino.

Pero son y no son doce. Porque en esa biblioteca personal hay un libro maldito o, mejor dicho, un número maldito, o más bien, un foco de resistencia del que nadie ha tenido noticias excepto Línea Maginot. Para eso estamos, para preguntarnos por lo que no está además de por lo que está. Y para contarlo. Pero no por la burda compulsión de revelar un secreto sino porque todo conflicto además de un obstáculo puede ser una oportunidad, una oportunidad para, en este caso, el caso del “libro maldito”, tener virtualmente la posibilidad de convertir esta imprescindible Biblioteca Personal de J. M. Coetzee en una de quince volúmenes, en lugar de doce.

De esto hablamos con Coetzee. Vía e-mail. Para Línea Maginot.

Pero empecemos por el principio…

La colección fue concebida en 2011 cuando Coetzee vino al Filba (Festival Internacional de Literatura de Buenos Aires). El Filba es organizado por Pablo Braun, de Eterna Cadencia, con la colaboración del Malba donde encontramos a Soledad Costantini. Fue Soledad quien tuvo la idea de proponerle a Coetzee publicar su Biblioteca Personal. Al Nobel le gustó la idea y, según me relató Soledad, no sólo aceptó sino que lanzó el número: DOCE.

"La letra escarlata", de la Biblioteca Personal J. M. Coetzee, publicada por El Hilo de Ariadna.

“La letra escarlata”, de la Biblioteca Personal J. M. Coetzee, publicada por El Hilo de Ariadna.

A partir de allí comenzó el trabajo en conjunto entre Soledad y Coetzee. Los títulos nacen, por supuesto, del escritor, y Soledad aporta el trabajo de edición que incluye varios aspectos: conseguir derechos en el caso de que las obras no sean de dominio público, evaluar las traducciones existentes, encargar nuevas traducciones en el caso de que fuese necesario, coordinar el look & feel de la colección, y todo aquello que hace que cada uno de los volúmenes de la Biblioteca Personal Coetzee valga lo que cuesta. No son libros baratos (rondan los 300 pesos) pero le aseguran al lector cuestiones fundamentales como una buena traducción, un buen libro objeto y un prólogo de excepción: el de Coetzee.

En 2013 fueron presentados los cuatro primeros libros y el plan es editar los restantes ocho en los próximos dos años.

Los doce títulos, luego de ser seleccionados por Coetzee, rápidamente entraron en la línea de producción de El hilo de Ariadna. Todos menos uno.

-Robert Musil (1880-1942, austríaco). “Tres mujeres”, “Uniones”. Traducción: Mariana Dimopulos. Publicado. A la espera de que vayan a comprarlo.

-Heinrich Von Kleist (1777-1811, alemán) “La marquesa de O” y “Michael Kohlhaas”. Traducción: Ariel Magnus. Publicado. Listo para ser parte de tu biblioteca personal.

-Nathaniel Hawthorne (1804-1864, estadounidense). “La letra escarlata”. Traducción: José Donoso y Pilar Serrano. Publicado. No hay excusas para no tenerlo.

-Gustave Flaubert (1821-1880, francés). “Madame Bovary”. Traducción: Graciela Isnardi. Publicado. ¿Lo tenés? No es cierto. No tenés el maravilloso prólogo de Coetzee ni esta traducción.

-Samuel Becket (1906-1989, británico, irlandés. Premio Nobel de Literatura 1969). “Watt”. 

-Robert Walser (1878-1956, suizo). “El ayudante”.

-Daniel Defoe (1660-1731, británico, inglés). “Roxana”.

-Ford Madox Ford (1873-1939, británico, inglés). “El buen soldado”.

-Franz Kafka (1883-1924, checoleslovaco). Cuentos.

-Patrick White (1912-1990, australiano. Premio Nobel 1973). “Las esferas del Mandala”.

-Lev Tolstoi (1829-1910, ruso). “La muerte de Ivan Ilych”, “Amo y criado” y “Hadji Murat”.

-Antología de poesía. Será una importantísima edición bilingüe e incluirá 50 poetas de todos los tiempos. Gran cierre de la colección.

 

El caso de “El buen soldado”, de Ford Madox Ford

No es secreta en el mundo de la literatura la pasión de J. M. Coetzee por William Faulkner. Sin embargo, el autor norteamericano no integra esta Biblioteca Personal. Más allá de las cuestiones concernientes a los pormenores lógicos de la edición, lo interesante aquí es reconstruir los reemplazos necesarios para cubrir ese puesto.

Coetzee había elegido “El villorio” (The Hamlet), de William Faulkner, que es la primera novela de la trilogía que sigue con “La ciudad” y “La mansión”. Ante la imposibilidad, apareció “El primer hombre” (de Albert Camus), que luego dio paso a dos opciones: “Padres e hijos”, de Turgueniev, y “El buen soldado”, de Ford Madox Ford. Ahora ustedes saben quién quedó pero, ¡quién nos quita la alegría de conocer los otros tres títulos!

Entonces, nos preguntamos cómo fue que esa transición tuvo lugar en la mente de Coetzee. Así se lo planteamos (afortunadamente por e-mail ya que no hay manera de que pronuncie yo bien su apellido) y él no nos contestó de manera puntual pero esbozó sus razones generales sin negar los títulos de referencia.

-Encuentro particularmente asombroso que por diferentes motivos la Colección tenga una especie de punto “maldito”: el volumen que debería haber sido para William Faulkner (The Hamlet). ¿Cómo decidió usted la transición de Faulkner a Camus (The First Man), a Turgueniev (Fathers and Sons), a Ford Madox Ford (The Good Soldier)?

J. M. Coetzee

J. M. Coetzee

 

Coetzee: -Cuando el proyecto fue planeado, mi editora Soledad Costantini y yo acordamos que la Biblioteca consistiría en no más de doce volúmenes,cada uno con una introducción sustancial, a ser publicados en un período de tres años. En ese sentido no sería como la Biblioteca Personal de Jorge Luis Borges que era, por así de decirlo, sin plazo definido (N. de la R: Coetzee se refiere a la colección editada por Hyspamérica en 1985 y 1986). Hubo un número de factores que influyeron en la selección de textos. Por ejemplo, la tradición novelística con la que estoy más familiarizado es la anglo-americana (fui profesor de Literatura Inglesa la mayor parte de mi vida laboral), pero quería tener cuidado de no dar demasiada prominencia a esa tradición. También pensé que no sería una buena idea volver a publicar grandes monumentos de la literatura como “Don Quijote” o “Guerra y paz”, aunque esos dos libros hayan tenido una enorme influencia en mi propia escritura. Finalmente, estaba la cuestión práctica de obtener los derechos de las novelas que están todavía bajo copyright. Por lo tanto, como usted puede ver, terminar la lista de textos fue un tema de barajar posibilidades.

Coetzee, en busca del lector rebelde

“Madame Bovary es la historia de una francesita sin importancia -esposa de un inepto médico rural-, quien tras un par de relaciones extramatrimoniales, ninguna de las cuales funciona bien, y después de hundirse en deudas para pagar artículos de lujo, desesperada toma veneno para ratas y se suicida”. Así comienza el prefacio de Coetzee para la novela de Flaubert. Esto desde el vamos da el tono de las introducciones atravesadas por la mirada aguda y original del escritor sudafricano quien no sólamente se ocupa de esquivar la tradición de la crítica literaria sino que con gran generosidad en un solo prefacio puede abrirle las puertas hacia varios mundos literarios e históricos al lector avispado. Desde ya, no se dirige a lectores en pañales sino a aquellos más curtidos en el placer de la lectura.

-Acerca de sus prefacios, ¿cómo es su lector imaginario?

Coetzee: -Tengo la esperanza de que los libros serán leídos (o re-leídos) por lectores concienzudos (“serious”) e inteligentes que no estén satisfechos con la forma en que la crítica académica se aproxima a la literatura y quieran ver estos grandes libros, algunos de los cuales les pueden ser familiares mientras otros pueden resultarles nuevos territorios, a través de los ojos de un escritor en actividad.

¿Son ustedes los lectores que Coetzee busca?

Para esos lectores, este es el regalo de Navidad de Línea Maginot: la Biblioteca Personal de J. M. Coetzee… ¡extendida!

¡Felices Fiestas y a leer que no se acaba el mundo!