El punk como experiencia ética

#MadreFreelancer

El otro día los chicos de #LeerYEscribirBA me hicieron una nota acerca de mi juventud punk y su influencia en mi escritura. Me dejaron pensando en eso de “ir en contra del sistema”: me parecía lo mejor que podía hacer en aquella época ya que consideraba que el mundo era un lugar injusto. Con los años, el sentimiento de querer cambiarlo todo se transformó en tratar de ser una persona justa.

La pregunta por la ética siempre ronda mis pensamientos. Uno es un cacho de carne y  partir de la cierta elección en el decir/actuar se convierte en persona. No creo que nadie piense demasiado en su calidad ética al llevar a cabo actos simples de la vida como comprar el diario, pero es interesante mirarse inclusos en esos eventos al parecer vacíos de sentido: ¿cómo pedí el diario? ¿saludé amigablemente al diariero?¿fui con el cambio preparado o pagué con cien pesos?¿arrebaté el diario de una pila o esperé que me lo entregaran en mano?

La persona ignorante del valor ético de sus actos es peligrosa porque al no preguntarse acerca de las consecuencias de su presencia en el mundo puede provocar disgusto o hasta sufrimiento en quienes lo rodean. Uno actúa en primer lugar por la necesidad de satisfacer un deseo propio, pero  siempre deberíamos preguntarnos qué consecuencias en el entorno puede traer mi acto, incluso para uno mismo.

Es obvio que todos alguna vez nos equivocamos, pero si somos persistentes en generar situaciones adecuadas a partir del raciocinio en torno al decir/actuar, nosotros y quienes nos rodean seremos un poco más felices. El punk quedará en mi historia como mi primera experiencia ética y su música como una poderosa herramienta de persuasión juvenil. 

La Polla Records – El séptimo de Michigan