El lenguaje corporal de la seducción

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Por Martín Rieznik*

 

Me atrevo a afirmar que no hay erotismo auténtico sin el arte de la ambigüedad;
cuando la ambigüedad es poderosa, la excitación es más viva.

Milan Kundera

Todos los estudios demuestran que aproximadamente el 80% de la comunicación entre humanos es no verbal: no es el “qué” decimos, sino el “cómo” lo hacemos. Conocer las señales no verbales es fundamental en la seducción, pues la mayoría de los indicadores de interés (IDIs) de las mujeres son no verbales.

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Los elementos del lenguaje no verbal

El elemento principal a considerar es si el lenguaje corporal es abierto o cerrado. Todos los cruces, sean de brazos o de piernas, suelen transmitir un lenguaje corporal cerrado: cuando nos cruzamos de brazos, inconscientemente intentamos proteger nuestros órganos vitales (corazón, pulmones, etc.); cuando cruzamos las piernas, procuramos resguardar nuestro órgano de reproducción.

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Lenguaje corporal cerrado y abierto

Llevarse las manos a los bolsillos tampoco es una buena opción, pues da la impresión de que ocultamos algo. Por otra parte, si bebemos algo es importante cuidar de no sostener el vaso a la altura del pecho o cerca de la boca, como suele hacer la mayor parte de la gente. Simplemente, sostendremos el trago junto a la cadera y lo llevaremos a la boca sólo cuando deseemos beber.

¿Cómo pararnos? Si descansamos el peso del cuerpo sobre una pierna, estamos transmitiendo sensación de cansancio y la fatiga no resulta atractiva. Lo mejor es pararse con el peso repartido en ambas piernas y mantenerlas separadas a la distancia del ancho de hombros. Lo mismo debemos hacer al caminar. La espalda recta transmite seguridad y la altura es atractiva: desde niños la asociamos con la autoridad y la seguridad. No conviene desaprovechar ni un centímetro de talla.

El lenguaje corporal en la aproximación

 Es preciso considerar lo siguiente: la dirección de nuestro interés siempre estará señalada por la orientación de nuestro pecho y cuando iniciamos una interacción con un grupo de desconocidos, debemos calibrar nuestro interés. Si expresamos demasiado, puede ser que nuestros interlocutores se sientan invadidos. Si una mujer está sola y nos aproximamos a ella de frente e intentamos iniciar la conversación de ese modo, posiblemente sienta que invadimos muy rápidamente su espacio personal, su burbuja. Lo mismo ocurre si entramos frontalmente en un grupo.

Por eso, el mejor lenguaje corporal para iniciar una interacción con desconocidos comprende estos pasos: no caminar directamente hacia ellos; hacerlo como si fuésemos a pasar por un costado y, al llegar a su lado, iniciar la interacción girando la cabeza por encima de nuestro hombro mientras el pecho mantiene la dirección que tenía. Para comenzar el diálogo, sólo hay que girar la cabeza. De esta manera, no se invade el espacio del otro o del grupo y todos se sienten más cómodos al inicio de la interacción. Este lenguaje corporal debe mantenerse sólo durante unos segundos. La mejor forma de saber cómo cambiarlo es observar el lenguaje corporal del grupo o la persona y actuar en espejo. Si ellos giran y apuntan su torso hacia nosotros, haremos lo mismo. Si la charla no se interrumpe, esto no demorará más que unos segundos.

Un buen dominio del lenguaje corporal será siempre mucho más efectivo que cualquier expresión enunciada, aunque se trate de la frase más ingeniosa que se nos pueda ocurrir.

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Herramientas del lenguaje corporal:

Algunos consejos para poner en práctica un lenguaje corporal correcto:

1. Llevar siempre la bebida a la altura de la cintura para que no se transforme en una muralla entre nuestro pecho y el resto del universo.

2. No delatar con el cuerpo el deseo de terminar en la cama con una mujer en particular. Al estar con amigos o con un grupo de gente, la atención debe dirigirse hacia ellos.

3. Evitar cruzar los brazos, las piernas y/o mantener posturas incómodas. Demuestran aburrimiento y falta de interés por comunicarse con el entorno.

4. Al hablar, es importante mirar siempre a los ojos de los interlocutores. Lo mismo vale para cuando se los escucha. La sonrisa siempre ayuda a crear un buen clima.

5. Ganar centímetros de estatura es fácil si nos paramos bien erguidos y sacamos un poco el pecho, sin exagerar.

6. Comenzar siempre las conversaciones en grupos nuevos girando la cabeza por encima del hombro e iniciar todas las interacciones con un 10 % más de energía que la que tiene el grupo en ese momento.

7. Caminar con la mirada en el horizonte, sin buscar contacto visual con mujeres aún desconocidas.

*Martin Rieznik es director de LevantArt, escuela de seducción, y autor del libro “El juego de la seducción. Todo lo que un hombre debe saber sobre las mujeres”  Editorial Dibuks, Bs As, 2013.

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Evitar la ansiedad al seducir

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Por Martín Rieznik*

El que nunca tuvo miedo, no tiene esperanza
David Cowder

Está en los genes

Es un hecho que todos los hombres sienten ansiedad frente a una mujer que les gusta mucho y pienso que esto tiene un origen biológico muy claro: acercarse a una mujer deseada durante siglos ha constituido cierta clase de peligro. En los animales es muy fácil de ver cómo funciona: lo observo en mi gato cada vez que sale en celo a buscar una gata, siempre vuelve lastimado. Hay competencia allí afuera y los hombres lo sabemos. Casi todos vivimos situaciones incómodas por acercarnos a una mujer o porque alguno se acercó de mala manera a la nuestra.

Las emociones primarias como el miedo y la ansiedad existen justamente para avisarnos que estamos ante una situación de peligro. Sin embargo en la actualidad, la mayoría de las veces no existe un riesgo verdadero en acercarse a una mujer linda, menos aún si lo hacemos con una buena estrategia. Ya no vivimos en la época de las cavernas y la mayoría de las mujeres – al menos en nuestras latitudes – ellas suelen ser libres de elegir con quiénes quieren estar sin que un macho alfa ande cuidándolas celosamente.

Pareja de las cavernas

Entonces, si hoy en día no constituye un peligro acercarse a una mujer que nos gusta ¿qué podemos hacer con esa ansiedad, con ese miedo que nos invade cada vez que pensamos en hablarle? Nada. Con ese miedo y esa ansiedad no podemos hacer nada. Esas emociones primarias son una carga genética que llevamos desde que nacemos. Se trata de algo que, en su momento, constituyó una ventaja evolutiva.  Si no hubiese existido ese miedo en nuestra especie, es posible que no estuviésemos hoy acá. No podemos evitarlo, como tampoco podemos impedir otras emociones primarias como el amor, el miedo, la ira, el deseo, etc. Lo que sí podemos hacer es aprender a convivir con estas emociones, mantenerlas bajo cierto control y no dejar que nos gobiernen.

Actuar para ganar, la regla de los tres segundos

No podemos evitar que el miedo o la ansiedad estén, pero sí podemos evitar que crezca si sabemos reconocerlo a tiempo. Supongamos que vemos a una mujer linda hablando con dos amigas. Pensamos en una frase para acercarnos pero… nos arrepentimos. Creemos que es mejor pensar otra frase, la primera que se nos ocurrió no era adecuada. Ella ya sabe que la vimos, sigue tranquila con sus amigas y nosotros cada vez más ansiosos. Muchos hombres pasan toda la noche así: mirando a la mujer linda o a varias de ellas y pensando en qué le dirían pero no lo hacen. Muchos otros se emborrachan para perder el miedo y lanzarse en estado etílico a la conquista. El resultado casi nunca es bueno.

La verdad es que no existe una frase mágica para levantarse a una mujer, así que pensar en qué decirle no tiene mucho sentido. Parece mucho mejor concentrarse en cómo decimos las cosas. No sirve esperar que el miedo se vaya, pues no se va a ir sino que, por el contrario, seguirá creciendo exponencialmente. La única forma de obtener un resultado, es actuar apenas comienza a aparecer el miedo e impedir, de ese modo, que se desarrolle. Es lo que en la ciencia de la seducción llamamos la “regla de los tres segundos”:

 

tres segundos

Si querés lograr algo y no dejar que la ansiedad te paralice, cuando veas a una mujer linda, comenzá en menos de tres segundos la interacción con ella o con sus amigas. Este primer paso es fundamental. Actuar en menos de tres segundos impide que la ansiedad domine nuestro comportamiento.

 

En definitiva, se trata de no cavarse la tumba uno mismo. Salir a mirar mujeres y esperar que suceda un milagro como que ella nos hable o que desaparezca la ansiedad para hablarle, no sirve de nada. Emborracharse para tomar coraje, no es recomendable. Lo más eficaz es actuar siempre en menos de tres segundos apenas vemos a una mujer que nos interese. Sin embargo, sabemos que ese es solo el principio y es probable es que ahora mismo estés pensando: “Ok, perfecto: en menos de tres segundos tengo que decirle algo, pero… ¿y cómo empiezo la interacción?” Ese será el tema de nuestra próxima columna.

 

*Martin Rieznik es director de LevantArt, escuela de seducción, y autor del libro “El juego de la seducción. Todo lo que un hombre debe saber sobre las mujeres”  Editorial Dibuks, Bs As, 2013.

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Los hombres somos simples

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Por Martín Rieznik*

Hombres y mujeres somos diferentes a la hora de seducir y ser seducidos. Las mujeres son objeto de propuestas románticas y sexuales día a día, los hombres no. Ellas reciben cotidianamente miradas insinuantes, piropos y proposiciones de todo tipo. Los hombres no. Si una mujer decidiese dar una oportunidad a cada hombre que pretende seducirla, no le alcanzarían los días. No sucede lo mismo con la mayor parte de los hombres, más bien lo contrario. Un hombre sin una personalidad activa puede llegar a pasar dias o años sin recibir siquiera una indirecta de una mujer.

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