Seducción: La vulnerabilidad es un símbolo de fuerza

Por Germán Muhlenberg

Durante más de cinco años me dediqué al coaching y tuve la oportunidad de asesorar a personas de distintas profesiones, niveles económicos y estilos de vida. Pero algo había en común entre todos ellos: la incapacidad para expresar sus emociones libremente. De hecho, es un problema que a mí me había ocurrido años antes. Si intentamos escondernos, y aparentar algo que no somos, nos vamos a encontrar con una gran incongruencia en nuestra persona. En cambio, si nos abrimos y mostramos tal como somos, con virtudes y debilidades, demostraremos no tener miedo de exponernos, de ser rechazados. La gente poderosa puede mostrarse sin temer a ser lastimada. Dan prioridad a sus creencias y valores sobre los demás, a menos que decidan otra cosa. Están dispuestos a correr riesgos.

Exponernos nos muestra de manera más atractiva. Alguien que puede mostrar sus debilidades es porque es fuerte, no débil. Podemos observar ejemplos claros en el lenguaje corporal: tirar levemente la cabeza para atrás mostrando la yugular es una muestra de poder, porque se exhibe una parte vulnerable, lo mismo cuando se expone la entrepierna o el pecho. Del mismo modo, hay acciones que muchas veces son interpretadas como signos de  debilidad cuando en realidad son actitudes valerosas. Por ejemplo, expresarle a alguien el impacto que nos produce o la alegría que nos genera su presencia. Vamos a estar más expuestos al rechazo pero no es nada malo, incluso diría que es bueno. Como dice la frase, lo que no nos mata, nos fortalece. Estar expuestos al rechazo fortalece nuestras creencias sobre nosotros mismos. Puede resultar muy incómodo, no digo que no sea así, pero es ese mismo sentimiento el que nos va a fortalecer. Este concepto de vulnerabilidad ha sido ampliamente estudiado y desarrollado en los estudios psicológicos referidos a la seducción.

Dibujo del artista chileno-ecuatoriano Alberto Mont **

Dibujo del artista chileno-ecuatoriano Alberto Mont **

Cuanto más honestos seamos sobre nuestras faltas, más va a ser la gente que piense que somos perfectos. Cuanto más cómodos nos sintamos sin ser perfectos, más será la gente que piense que lo somos. Hay distintas formas de exponerse, estas pueden ser de manera emocional o social. La exposición emocional puede ser compartir miedos e inseguridades, pero no significa andar contándole a todo el mundo nuestras debilidades o que se nos murió el perro, en busca de reacciones o aceptación. Tampoco vomitamos todos nuestros problemas sobre los demás. Eso es propio de alguien necesitado, que busca aceptación y además una forma débil de presentarse.

Se trata simplemente de mostrarnos como alguien que no pretende ser perfecto. Nos aceptamos como somos. La exposición social ocurre estando en una situación en la cual uno puede ser rechazado; ya sea dando una opinión diferente en un grupo, intentando besar a una chica, hablando con un grupo de desconocidos en un bar, sabiendo disculparnos públicamente ante una equivocación, etc.

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Sin embargo, debemos tener en claro cuál es la intención. Si nuestra intención es impresionar a alguien, no estamos exponiéndonos realmente. No hay una conexión real con nuestras emociones y eso es lo que realmente importa. La exposición no tiene que ver directamente con lo que decimos sino con las emociones que queremos transmitir.  Y es compartiendo las mismas emociones donde se genera la conexión con la otra persona. Entiendan esto: ¡acá no es posible hacer trampa! Podemos simular tener la misma emoción, pero no es lo que yo recomiendo, no es lo que va a funcionar a largo plazo, y mucho menos te va a hacer una mejor persona. Es necesario hablar con sentimientos. Si intentamos exponernos con una chica sólo para acostarnos con ella, lo único que vamos a terminar exponiendo son nuestros deseos por terminar en su cama. Debemos ser honestos con nuestras intenciones. Es importante ser auténtico, aun cuando tengas miedo o te genere nervios mostrarte de tal forma. Eso está perfecto.

Es probable que si te está yendo mal con las mujeres te esté costando expresar tus verdaderas emociones e intenciones, y conectar con tus sentimientos. Quizás cuando hablás con una mujer las conversaciones se vuelven aburridas por evitar decir algo que pueda molestarla. O por no besarla porque podría rechazarte o no hacer algo que podría incomodarla. Todos estos problemas tienen una raíz común: el no poder expresarse libremente. Hay una cultura de mostrarnos siempre bien, siempre sonriendo y no expresarnos auténticamente. Tener respuestas vacías como “todo bien”. O aparentar vidas perfectas por medio de nuestras redes sociales. Aprendimos a no expresarnos correctamente, reprimir ciertas emociones, no decir lo que nos pasa, tener que gustarle a todo el mundo y a no hacer nada “estúpido”. Quizás en nuestras casas no se podían hablar de ciertos temas y exista algo parecido a un trauma infantil. Por ahí nuestros padres no expresaban bien sus emociones.

Si querés tener relaciones de verdad, relaciones profundas, amistades verdaderas, es importante que compartas tus verdaderas emociones, es de ahí de donde nace la verdadera confianza entre las personas. Sentíte cómodo con tus emociones, sin miedo de expresarte. Es algo que va más allá de nuestra relación con las mujeres. Tiene que ver con una transformación de uno mismo. Una versión más segura, vibrante y desinhibida que se conecta con los demás de manera natural. Estos conceptos no son para ser el mejor seductor, sino la mejor persona. Hablamos de cambios de identidad a nivel de tus mentalidades y creencias. El sexo es un efecto secundario de estos cambios. El sexo no es la meta principal, simplemente sucede.

Dejar caer una interacción es también una muestra de vulnerabilidad, dejándote abierto al rechazo, mostrándote no necesitado e invirtiendo menos. Es de hecho una buena manera para medir si ella está interesada en reabrir la interacción o no. Si ella no la reabre entonces es posible que no esté interesada. La idea es sentirte completamente bien con el hecho de ser rechazado, si no es así, no te estás acercando con las intenciones correctas. Como dijimos anteriormente no estamos esperando algo de ella, no esperamos su aprobación, o terminar en su cama. Si fuera de esa forma estaríamos invirtiendo más que ellas, siendo más necesitados. No hay malos movimientos cuando nos expresamos honestamente y decimos como nos sentimos.

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* Germán Muhlenberg es escritor, coach y autor del libro “Seductor Infalible: guía para desarrollar una personalidad atractiva”. A pocos meses de su lanzamiento, Seductor Infalible se encuentra en el Ranking de los libros más vendidos en librerías Yenny/El Ateneo. Los primeros capítulos pueden descargarse gratis desde la web de la editorial Dibuks (click aquí).

Cuando las opiniones de los demás no importan

* Por Germán Muhelnberg, autor de “Seductor Infalible: guía para desarrollar una personalidad atractiva

La mayoría de la gente tiende a tomarse las cosas personales y es de ahí donde nace la reactividad y sin embargo, ¿qué significa tomarse algo personal? Es una manera de valorar como algo real todo lo que los demás nos dicen o hacen.

Si nos insultan o agreden solemos tomarlo como algo personal. Las razones que esas personas tengan para hacerlo sí pueden ser personales, pero no para nosotros. Así también cuando nos insultan, nosotros podemos decidir si lo tomamos como algo personal. Cada persona vive en su propia burbuja, en su propia película, donde cada uno es su propio protagonista y los demás son sólo actores secundarios. Cada uno vive desde su propia perspectiva, cada uno adjudica o encarna valores según los propios. Como mencionamos anteriormente, cada uno usa su propia métrica para sí mismo y la proyecta en los demás. Si te lo tomás como algo personal, es porque en cierta forma estás de acuerdo con lo que te están diciendo. Es decir, estás aplicando la métrica del otro.

Muchas veces, ni siquiera las razones por las cuales una persona reacciona o hace algo tienen que ver con nosotros. Si viene un amigo a visitarnos, tal vez no sea porque somos muy importantes, sino porque quizás lo hacemos sentir importante a él, quizás se siente bien con nosotros, o se siente comprendido, pero siempre van a ser rasgos que completan su propio ser. De hecho si ese amigo decide venir a visitarnos para hacernos sentir bien, lo va a hacer por sus propios valores también. De esa manera se siente un buen amigo, o una mejor persona consigo mismo. Pero no lo juzguemos, cualquiera de nosotros hace lo mismo.

Si una persona nos dice “estás gordo”, es porque esa persona se juzgaría a sí misma gorda si estuviera en nuestro estado; pero esa es la métrica que tiene esa persona para determinar la gordura. Si uno lo toma como algo personal, realmente va a pensar que está gordo. Y en lugar de gordo, puede ser cualquier otro adjetivo: torpe, tonto, inútil, hermoso, generoso, amable o el calificativo que se nos ocurra. No tiene sentido prestarle atención a todo lo que nos dicen los demás.

Tampoco los elogios son tan personales, es sólo una valoración desde la perspectiva del otro. Para un criminal, uno puede ser una persona muy buena. Sin embargo, ¿eso nos hace una persona muy buena? Es mejor encontrar la valoración desde nuestra propia perspectiva, ¿qué pensamos que nos hace buenos, atractivos, felices?

Recuerdo que una noche conocí una chica que me fascinó. Pasé una noche increíble con ella y creo que ella sintió lo mismo conmigo. Creo no era una súper modelo profesional simplemente porque había decidido seguir otra carrera que ya ni recuerdo. No sólo tenía dibujada una sonrisa en mi rostro sino también en mi cuello. Pero la historia no tuvo un final muy feliz. Al día siguiente, le mandé una solicitud en el facebook y un mensaje diciéndole que me había gustado conocerla. Horas más tarde, sin aceptar la solicitud de amistad, respondió algo así como “ayer tomé algo de más”. Creo que lo que la mayoría decodificaría de esta respuesta es: “no estaba interesada realmente en vos pero el alcohol me llevó a hacer cosas que no quería”.

Pensé que era una forma de justificación al sentir remordimiento por hacer un gran avance prematuro, y de todas formas no me tomé como algo personal su respuesta. Por más que lo hubiese tomado como un “no estoy interesada”, hubiese estado bien. Es su perspectiva, su manera de verlo. Esa manera es completamente independiente a la mía y sigo pensando que la pasamos muy bien.

Lo mismo ocurre con cualquier tipo de rechazo: vienen bajo los estándares de la otra persona. Muchas personas toman el “no” de otro como si tuviera un significado real para sí mismos.

Muchas veces me encuentro en situaciones en las que me dicen que nunca me enojo. Una vez un amigo le preguntó a mi madre si alguna vez yo me había enojado y ella respondió: “Alguna vez, de chiquito…” Lo cuento solo como una anécdota divertida, ya que en realidad sí me enojo y, por supuesto, me encuentro en situaciones que me afectan o en las que busco validación de los demás. Y todo esto es humano, es natural, y a todos nos pasa. Enojarse, así como estar triste, querer vengarse, sentir envidia, etc. Como dije antes, son todas emociones que se toman como malas, sin embargo no lo son en sí mismas. Simplemente nos informan sobre síntomas. Ignorar los síntomas sí que hace daño, es tóxico para el cuerpo, ya que nos genera malestar y significa que algo continúa sin estar resuelto.

A veces me gusta visualizarme como un monje shaolin o un diplomático. Alguien que sabe mediar con sus propias emociones. Me gusta tener esos personajes como visión. En las empresas más importantes del mundo buscan una proyección a su ideal de ser y la llaman “visión”. Es una manera de señalar la montaña que queremos escalar. El propósito de la visión es guiar al individuo para alcanzar el estado deseable en el futuro a largo plazo. La imagen del monje shaolin o la del diplomático forman parte de mi visión.

Entonces, ¿nada de lo que digan o hagan los demás debería influir sobre mí? Pues en realidad no, no debería influir. Y aunque es casi imposible, sí podemos crear umbrales, una tolerancia, una resistencia para que sea casi nulo el efecto del exterior. ¿Esto significa entonces que no tenemos ninguna responsabilidad sobre como afectamos a los demás?

En realidad sí, las palabras que decimos tienen un poder y una influencia sobre el resto, pueden generar un estado. Si lastimamos a alguien o lo hacemos sentir bien, tenemos parte de la responsabilidad. Sin embargo, parte de la responsabilidad es también de la otra persona. En cuánto deja afectarse por lo que decimos. Tomarnos las cosas personales es llevar un cartel que dice “permito que me lastimen”. Piensen en algo que les dicen y no les genera ningún efecto, por ejemplo si están leyendo en un lugar público y un desconocido les pregunta la hora, ustedes responden y siguen con su asunto. Al cabo de un rato ni se acuerdan que les preguntaron la hora. ¿Por qué esa situación no la tomamos como algo personal? Porque no vimos afectada nuestra persona o integridad en el asunto. Sin embargo, alguien podría llegar a tomarse personal que le pregunten la hora, y contestar  “¿Acaso me vio cara de sirviente que me pregunta la hora a mí?”. Probablemente, aquel que preguntó la hora no tenía ninguna intención de molestarlo, pero quien recibió la pregunta manifestó su propia inseguridad. Ahora, si nos insultan o elogian ¿por qué debería afectar nuestra integridad? ¿por qué debería ser tan importante lo que piensa otro sobre nosotros, incluso más importante de lo que pensamos nosotros?

Si alguien nos dice que somos increíbles, tampoco lo tomemos tan personal, pues ya tendríamos que saber que lo somos por nuestras propias validaciones y valores. Y si no lo creemos así, debemos hacer las cosas para que suceda y preguntarnos: ¿Qué nos hace pensar que una persona es increíble o maravillosa?

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* Fragmento del libro especialmente adaptado para INFOBAE.COM con autorización de la editorial DIBUKS. Los primeros capítulos del libro pueden descargarse gratis desde la web de la editorial. (click aquí)

 

Sinceridad: una herramienta poderosa para seducir

Cuando le comentamos algo inesperado a una chica, cuando le decimos a alguien que nos gusta, cuando expresamos nuestra opinión sobre un tema controversial, cuando le llamamos la atención a alguien por algo, estamos polarizando.

Polarizar es una manera honesta de expresarse y mostrar independencia emocional. Son acciones o frases que generan algo en los demás. Muchas veces polarizar genera sorpresa: una persona está esperando algo y se encuentra con otra. La polarización es una forma muy poderosa de generar atracción. Uno se expone a ser rechazado y a caerle mal a algunas personas, pero también consigue generar emociones y deseos en otras.

Como los demás conceptos de nuestro desarrollo personal, es importante no tomarlo exclusivamente como una técnica de levante, ya que dejaría de ser honesta la polarización. Polarizar, de hecho, está muy relacionado con la autenticidad, con no ser predecible, con hacerle sentir al otro una “montaña rusa” de sensaciones. Quienes no polarizan tienden a caer en conversaciones aburridas. A mucha gente no le gusta polarizar como una forma de evitar la confrontación y los temas controversiales, lo cual es una actitud pobre y poco atractiva. Intentan caerle bien a todo el mundo y lo que consiguen es no ser ni amados ni odiados por nadie. La realidad es que no se muestran como son, no se están exponiendo.

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No solo en la seducción es utilizada la polarización sino también en ventas, en las publicidades, en una película para atraparte con la trama (de hecho en los trailers de la película es donde más intentan polarizar mostrando las mejores partes de la película). El marketing intenta polarizarte y muchas de las frases de levante buscan polarizar. Una frase polarizadora podría ser: “ey, necesito una opinión… mi mejor amigo se separó ¿cuánto tiempo debería esperar para acostarme con su novia?”. Como se imaginarán, nunca me levanté una chica diciendo esto, pero ese no era verdaderamente el punto.

Efectivamente estaba polarizando, y  un 50% entendía que no hablaba en serio. Sin embargo, el fin estaba en exponerme al rechazo, priorizar mi perspectiva ante la situación. Hacer este tipo de ejercicio como precalentamiento me servía para desarrollar mi confianza y perder el temor al rechazo. Después todo resultaba más fácil.

Al demostrar interés o decir que algo nos gusta, estamos polarizando. Diciendo que algo nos disgusta, también. Esto no significa ponernos en posturas de capricho, decir siempre todo lo que se nos pasa por la cabeza o discutir con todo el mundo, sino en ser vulnerables y hablar honestamente; defender nuestros puntos de vista aunque eso nos exponga a un juicio negativo. Si algo no nos gusta, decirlo.

Si una chica nos da vueltas cuando la invitamos a salir, podemos ser claros y decirle: “si no estás interesada en que nos veamos, no hay drama”. Si te dice que sí, bien. Si te dice que no, también; no lleva a nada perder tiempo en alguien que no tiene verdadero interés. Es importante, sin embargo, ser comprensivo, respetuoso, ponerse en el lugar de la otra persona. No se trata de ser intolerante.

La confrontación, que a veces implica polarizar, está muy relacionada con la atracción y difícilmente podamos atraer a alguien si en algún momento no confrontamos. Alguien que no polariza, tiene miedo y es necesitado ante los demás, no será sincero por temor de molestar a una mujer. Probablemente, tampoco se animará a usar la ropa que le gusta por miedo a lo que piensen los demás.

Los hombres que no polarizan, normalmente caen en lo que se conoce como “zona de amigos”.  Puede que reciban la aprobación de las mujeres pero difícilmente generen atracción.  En cambio, quienes se exponen y expresan sus deseos honestamente sin buscar todo el tiempo validación externa, suelen despertar atracción e interés en los demás. Puede que mujeres que ni se interesaban por nosotros, de repente se vuelven altamente atraídas. Es importante entender que la polarización nos sirve para generar emociones y no podemos pretender que todo el mundo sienta atracción por nosotros. Debemos aprender a convivir con el rechazo de quienes no comparten nuestras opiniones, actitudes o puntos de vista. La recompensa será lograr relaciones más honestas con personas que realmente se interesen en nosotros.

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* Adaptado especialmente para INFOBAE.COM del libro Seductor Infalible: guía para desarrollar una personalidad atractiva, del escritor Germán Muhlenberg.  Los primeros capítulos pueden descargarse gratis en la web de la editorial.

¿La mujer moderna es más difícil o el hombre perdió valor?

En 1950, en cualquier país de occidente, tener un buen trabajo era suficiente para demostrar ser un hombre independiente y exitoso. Si te gustaba o no era irrelevante, y generalmente era suficiente para conquistar a una mujer, sobre todo si tenías un auto. Paralelamente, las mujeres solían ser más tolerantes con algunos hábitos masculinos, ya que el hombre era quien llevaba el dinero a la casa.

La lucha de las mujeres por conquistar sus derechos de estudiar, trabajar y desarrollarse profesionalmente, cambió por completo el panorama. En la actualidad, muchas mujeres son independientes económicamente y hay matrimonios en los cuales la mujer es el sostén principal.

Para un hombre, hoy en día, tener un trabajo cualquiera no es suficiente para definir su independencia e identidad. Muchos odian su trabajo y lo hacen solo por seguridad económica, rodeados de gente que desprecian. Se dirigen diariamente a un empleo que no los define como hombres. Al mismo tiempo, se relacionan con mujeres que tal vez ganan más dinero que ellos y no tienen la misma tolerancia que la que podían llegar a tener las mujeres de los ‘50.

Esto da como resultado una generación de hombres que tienen un empleo pero no terminan de encontrar su masculinidad. Con baja autoestima y problemas emocionales. Que no pueden conseguir una cita y se obsesionan con el sexo y la pornografía. Son económicamente independientes, pero emocionalmente casi como niños.

Al no poder definir su identidad, son manejados por sus emociones y caprichos sin saber realmente lo que quieren. Individuos a quienes siempre les dijeron lo que tenían que hacer y qué era lo más seguro. Hombres con una gran inestabilidad emocional, que culpan a los demás por sus acciones y emociones. Hombres que llenan su vacío con comida o con bienes materiales como un auto de lujo que sólo es un juguete para impresionar a los demás. Personalidades moldeadas por una crianza caracterizada por la abundancia de cosas materiales (juguetes, regalos, televisión, etc.) pero poca presencia afectiva. Nos encontramos con hombres y mujeres intelectualmente muy desarrollados, pero emocionalmente muy inseguros.

Así como evolucionó la sociedad y el mundo, los hombres – tal como eran antes – parecerían ya no ser necesarios. Por eso se ven enfrentados a definir un nuevo concepto de masculinidad. ¿Es Justin Bieber el mejor ejemplo para las próximas generaciones?

De ahí que es importante entender que en nuestra época se está definiendo un nuevo concepto de independencia emocional. A lo largo de la historia humana, los hombres han tenido siempre más claro su función y su camino. Hoy en día ya no se necesitan tantos cazadores, ni guerreros, ni siquiera en muchos casos la figura clásica de aquél que genera riquezas, entonces ¿qué nos va a definir como hombres? ¿Cómo conseguimos nuestra independencia emocional?

Nuestra generación tiene que desarrollar un nuevo camino. Debemos crear y encontrar nuestras propias pasiones. Redescubrir los valores, la fuerza y la sexualidad. Definir nuestro propio plan de vida y enfrentar los obstáculos que se presenten. No hay una receta que sirva para todos sino un abanico de posibilidades dependiendo de nuestras inclinaciones personales: viajar por el mundo, crear una empresa, ayudar a niños pobres o rescatar ballenas en el Océano Pacífico. Eso va a depender de cada uno. Con esto no quiero decir que cualquiera puede ser presidente de la nación si hace lo que desea, pero sí que en la lucha por entender y conquistar nuestros deseos está la clave para definir una masculinidad propia.

De ese modo, nos establecemos como seres emocionalmente independientes a través de nuestras acciones. Tomando decisiones como hombres adultos. Psicológicamente, es de estas acciones de donde deriva nuestro valor de masculinidad.

Y puede que esto no sea fácil, y que no tengamos las herramientas para definirnos por completo. Construir nuestro propio sendero requiere trabajo, coraje, habilidad, ambición y mucha voluntad de lucha para superar todos los obstáculos que se presenten. Una actitud que no es muy difundida en la actualidad, pero que todo hombre superó en el pasado para definir su identidad.

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* Fragmento del libro “Seductor Infalible” de Germán Muhlenberg. Adaptado especialmente para INFOBAE.COM con autorización de Dibuks Ediciones.  Descarga gratis los primeros capítulos del libro desde la web de la editorial.

 

Técnicas de seducción: críticas y polémicas

A partir de la publicación de los primeros libros sobre seducción, la utilización de técnicas para conquistar mujeres, y su aprendizaje, han despertado muchas críticas y polémicas. Uno de los cuestionamientos más frecuente sostiene que el hecho de utilizar un método implicaría afirmar que todas las mujeres son iguales. La respuesta a este tipo de observación es simple: cualquier estudio social se basa en la observación de patrones de comportamiento que se repiten en diferentes personas. En definitiva, que exista la psicología no significa que todos tengamos los mismos pensamientos y emociones. Lo mismo ocurre con la seducción. Independientemente del sexo, no existen dos personas iguales, sino ciertas características comportamentales que se manifiestan en la mayoría de las personas.

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Otra crítica muy común alega que la habilidad de seducir es innata y no puede enseñarse. Quienes sostienen este tipo de argumento parecieran ignorar que cada hombre y mujer, a lo largo de su vida, aprende y desarrolla una forma de seducir. Algunos lo hacen inconscientemente, otros estudian y muchos desarrollan sus propios métodos. Creo que nadie puede juzgar tajantemente si un método es correcto o incorrecto, pero quizás sí lo podemos medir por su eficiencia. Como afirma la especialista estadounidense Leil Lowndes, el amor verdadero es un lujo, no se trata de un derecho de nacimiento predeterminado. Como ocurre para conquistar cualquier lujo, precisamos examinar los métodos más eficaces para conseguirlo.”

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 Tu método puede ser comprando tragos, bailando o piropeando, mintiendo o siendo extremadamente sincero…Hace unos cuantos años, en mis primeras salidas nocturnas, mi “método” consistía simplemente en sentarme y esperar a que una chica se acercara…y funcionaba, ¡pero con muy pocas!. Digamos que era un “método” muy limitado. El deseo de superar esa limitación fue lo que me llevó a estudiar las maneras más eficientes para atraer a las mujeres. No obstante, en este libro mi intención principal no es extenderme sobre las técnicas y métodos de seducción más eficientes, sino en cómo podemos lograr transformarnos en individuos más atractivos a través del desarrollo personal y del conocimiento de nuestras propias potencialidades.

Fragmento del libro “Seductor Infalible: guía para desarrollar una personalidad atractiva” de Germán Muhlenbreg. Los primeros capítulos del libro están disponibles para descargar gratuitamente en la web de la editorial.

¿Seducción científica?

En 1985, el biólogo norteamericano Timothy Perper sorprendió al mundo académico con la publicación de su tesis Sex Signals, The Biology of LoveSu obra proponía analizar el comportamiento humano en la seducción y se basó en más de 900 horas de estudios de campo observando la interacción de cientos de parejas en bares, restaurants y otros lugares públicos. Con su tesis, Perper puso en duda la concepción puramente “romántica” del cortejo: según sus observaciones, el desarrollo de la intimidad entre hombres y mujeres poco tiene que ver con la magia o las “buenas vibraciones”. Por el contrario, observó que consiste en una secuencia de eventos que involucra a dos personas en una serie de etapas: la aproximación, el diálogo, los primeros contactos físicos, el lenguaje corporal, la sincronización de los movimientos, etc.

La obra de Perper fue muy comentada en el ambiente universitario pero fue la etóloga Helen Fischer – con una aproximación más ligada a las neurociencias – quien logró llevar los estudios de la seducción al público general. Su exposición en TED Why we love, why cheat (Por qué amamos, por qué engañamos) es uno de los videos más vistos en dicha plataforma y resume en 15 minutos los aspecto fundamentales de su investigación.

Los estudios y las observaciones de estos científicos, sumados al intercambio de información que permitió Internet, dieron lugar al desarrollo de diferentes técnicas y métodos de seducción. Un canadiense llamado Erik von Markovic publicaría a fines de los años 90 su libro The Mystery Method. Su obra alcanzaría un reconocimiento masivo cuando Neil Strauss, un periodista de la Rolling Stone, relatara en una novela autobiográfica su experiencia en los seminarios de Markovic. En la introducción del libro El Juego de la Seducción (2013) leemos que “Strauss aseguraba que él mismo era uno de los mayores loosers que uno podría encontrar. Entusiasmado por la idea (de aprender a seducir) se anotó en uno de los seminarios de Markovic. Los años siguientes de su vida lo erigirían en uno de los principales referentes de las escuelas de seducción.  Él relato esta transformación total en su novela El Método (2005), que describe sus vivencias y aprendizajes.

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A medida que crecía el interés del público por las técnicas de seducción, empezaron también a surgir las críticas. Como cuenta el escritor Germán Muhlenberg en su libro Seductor Infalible (2014), ”una de los cuestionamientos más frecuente sostiene que el hecho de que los hombres aprendan un método implicaría afirmar que  todas las mujeres son iguales. La respuesta a este tipo de afirmación es simple: cualquier estudio social se basa en la observación de patrones de comportamiento. En definitiva, que exista la psicología no significa que todos tengamos los mimos pensamientos y emociones. Lo mismo ocurre con las técnicas de seducción.”

Finalmente, y luego de muchas controversias, el investigador alemán Andreas M. Baranowski decidió realizar un estudio para comprobar la efectividad de los método de seducción. Para eso, convocó a un grupo de voluntarios y les impartió algunas lecciones básicas para interactuar con mujeres. Los resultados sorprendieron al propio investigador quien pudo comprobar que luego de aprender técnicas, los hombres duplicaron al doble la cantidad de citas. Si bien su estudio se concentró en una población, sus resultados concluyeron que aún cuando ciertos individuos cuentan con algunas ventajas previas, la mayoría puede desarrollar su habilidad para seducir.

Trabajo completo de Andreas Baranowski sobre la ciencia de la seducción (en inglés).

* “El Juego de la Seducción. Todo lo que un hombre debe saber sobre las mujeres” de Martín Rieznik y Mike Tabaschek. Los primeros capítulos de este manual pueden descargarse gratis en la web de la editorial.

* Por qué amamos, por qué engañamos. Video de Helen Fischer en TED.

“Seductor Infalible: guía para desarrollar una personalidad atractiva”. de Germán Muhlenberg.

 

 

Personalidad: la clave para atraer mujeres

Uno de los errores principales que cometen los hombres al seducir, es creer que en las mujeres los mecanismos de atracción funcionan de la misma forma que en los hombres. Como afirman Rieznik y Tabaschek en su libro El Juego de la Seducciónla dinámica evolutiva de nuestra especie provocó que los hombres experimentemos la atracción por una mujer casi de forma instantánea y observando principalmente las cualidades físicas. En cambio, las mujeres suelen demorar un poco más en su elección y tienden a darle más importancia a la personalidad y al comportamiento de un hombre.

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Esto no quiere decir que los hombres observen solo el físico de una mujer ni que las mujeres no consideren el atractivo físico de un hombre, sino que estos valores juegan papeles diferentes en la seducción. Germán Muhlenberg, autor de Seductor Infalible, guía para desarrollar una personalidad atractiva,  concuerda con esta visión y afirma que buena parte de la confusión de los hombres a la hora del levante es fomentada por los modelos de masculinidad difundidos por la publicidad y las películas comerciales: “se idealiza que los hombres (atractivos) tienen autos de lujo, teléfonos ultra-modernos, ropa cara y perfumes”. En su experiencia como coach comprobó que muchos hombres “exitosos” en esos aspectos encuentran grandes dificultades para relacionarse con las mujeres.

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Muhlenberg explica que los más atractivo en un hombre es su comportamiento e identidad personal. Ante la pregunta de muchos hombres que buscan la frase mágica para la conquista responde que “dedicarse a aprender qué decir y qué hacer para verse más atractivo y sólo con la intención de levantar más, no tiene mucho sentido. Puede funcionar a veces, pero es más un parche que una solución verdadera. Definir y desarrollar nuestra identidad va a determinar finalmente con qué mujeres vamos a estar y qué tipo de relaciones vamos a tener”.

 

Rieznik y Tabaschek, en su manual de seducción – best-seller en países como Argentina, Uruguay y Chile – señalan que “el liderazgo, la protección de los seres queridos y la pre-selección son los elementos más importantes en el atractivo de la personalidad masculina” y aportan también diversas técnicas para utilizar en situaciones de levante. Para Muhlenberg, el estilo de vida, el coraje y las habilidades sociales, son los tres principios de un buen seductor y concluye: “hay hombres que tienen un buen estilo de vida y una habilidad social pasable pero carecen de coraje o valor para relacionarse con las mujeres. En otros casos, vemos hombres con mucho coraje pero poca habilidad social. Los tres elementos están relacionados y deben funcionar en equipo”.

* La editorial Dibuks ofrece en su web la posibiidad de descargar los primeros capítulos de Seductor Infalible de Germán Muhlenberg.