Seducción: ¿Qué atrae a las mujeres?

 

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Por Martín Rieznik*

La atracción no es una elección, es un hecho.

David DeAngelo

 

Existen mecanismos físico-psicológicos, conscientes o inconscientes, que explican por qué con ciertas personas se despierta en nosotros el deseo de tener una relación sexual y por qué, con otras, sentimos desagrado sólo con imaginarla.

A la hora de elegir con quien tener una relación sexual, todos los animales seleccionan a sus compañeros sexuales a partir de la capacidad de sobrevivir y reproducirse que suponen en él (1). ¿Funciona esto en los seres humanos y especialmente en las mujeres?

Cerebro primitivo

Elegir al compañero sexual no fue siempre un acto recreativo. A lo largo de los doscientos mil años que el ser humano lleva sobre la Tierra, la mayor causa de mortalidad femenina ha sido el embarazo y parto, elegir al hombre indicado fue una cuestión de vida o muerte para la mujer. Por esto sostenemos que la mujer se comporta como óvulo y el hombre como espermatozoide: el hombre se postula y la mujer selecciona.

Entonces, si para la mujer elegir es tan importante. ¿Cómo elige? ¿Qué le atrae de un hombre? A las mujeres les atrae principalmente el Valor de Supervivencia del hombre. Entendamos cómo se moldea este fenómeno evolutivamente: las mujeres que se sintieron atraídas por compañeros que no les garantizaron la supervivencia y se reprodujeron con ellos, probablemente no hayan dejado descendencia, pues ellas y sus crías deben haber perecido en el intento. En términos de selección natural, fueron más aptas (y, por lo tanto, dejaron más descendencia) las mujeres más selectivas, que detectaron mejor los valores de supervivencia en los hombres.

Las mujeres, se sienten atraídas por hombres con un alto índice de valores de supervivencia. ¿Cómo puede un hombre demostrar alto valor de supervivencia en la vida moderna? Hoy en día, que seamos musculosos no nos garantiza la supervivencia. El mayor valor de supervivencia de un hombre en el mundo de hoy, reside en sus recursos, en su comportamiento y su personalidad. Si tomamos a hombres de un mismo estrato socioeconómico y cultural, quien tiene más capacidad de sobrevivir exitosamente es quien posee una mayor inteligencia social: lo que conocemos como un líder. El liderazgo es el don social por excelencia y, el ser humano es un ser social. No hay inteligencia más valiosa para la supervivencia humana que la inteligencia social.

El liderazgo siempre ha sido atractivo porque invariablemente ha aumentado las probabilidades de sobrevivir; podemos suponer que, desde que el ser humano vive en tribus, esto es así. Por lo tanto, como hombres, para la seducción nuestro as en la manga radica principalmente en la personalidad, aunque es preciso recordar siempre que no se trata de pretender ser quien uno no es, sino de resaltar aquellos rasgos nuestros que muestren un alto valor.

Los hombres tenemos una gran ventaja. No estamos tan limitados por nuestra belleza física a la hora de seducir; nuestra personalidad puede permitirnos atraer a hermosas mujeres. Jamás debemos descartarnos de antemano porque no creemos ser suficientemente atractivos en el plano físico, tan sólo con desarrollar y exhibirlo adecuadamente podremos acceder a mujeres con alto valor de reproducción. En otras palabras: si desarrollamos una personalidad atractiva, sin duda atraeremos a hermosas mujeres.

 

Cinco elementos básicos para comenzar a comunicar valor de supervivencia de manera subliminal:

-La atracción no es una elección: no podemos elegir quién nos cautiva. El impulso sexual es tan vital como comer o respirar.

-Las mujeres se sienten atraídas principalmente por la personalidad (valor de supervivencia). Los hombres, por la belleza física (valor de reproducción).

-Las mujeres generalmente demoran más que los hombres en sentirse atraídas cuando están comenzando a conocer a alguien. Esto es porque el valor de supervivencia de un hombre sólo puede detectarse después de una interacción.

-El atractivo de un hombre reside en su personalidad. Si proyecta correctamente su VSR, las mujeres se sentirán fácilmente cautivadas.

-Es una ilusión pensar que mintiendo acerca de quiénes somos o de lo que hacemos podremos sacar ventaja. Es mucho más inteligente dedicar nuestro tiempo a desarrollar realmente aquellas cualidades que queramos tener y concentrarnos, al mismo tiempo, en resaltar nuestras virtudes al realizar una interacción.

(1) Darwin, El origen de las epecies.

EL juego de la Seduccion WEB

*Martin Rieznik es director de LevantArt, escuela de seducción, y autor del libro “El juego de la seducción. Todo lo que un hombre debe saber sobre las mujeres”  Editorial Dibuks, Bs As, 2013.

Cuando las opiniones de los demás no importan

* Por Germán Muhelnberg, autor de “Seductor Infalible: guía para desarrollar una personalidad atractiva

La mayoría de la gente tiende a tomarse las cosas personales y es de ahí donde nace la reactividad y sin embargo, ¿qué significa tomarse algo personal? Es una manera de valorar como algo real todo lo que los demás nos dicen o hacen.

Si nos insultan o agreden solemos tomarlo como algo personal. Las razones que esas personas tengan para hacerlo sí pueden ser personales, pero no para nosotros. Así también cuando nos insultan, nosotros podemos decidir si lo tomamos como algo personal. Cada persona vive en su propia burbuja, en su propia película, donde cada uno es su propio protagonista y los demás son sólo actores secundarios. Cada uno vive desde su propia perspectiva, cada uno adjudica o encarna valores según los propios. Como mencionamos anteriormente, cada uno usa su propia métrica para sí mismo y la proyecta en los demás. Si te lo tomás como algo personal, es porque en cierta forma estás de acuerdo con lo que te están diciendo. Es decir, estás aplicando la métrica del otro.

Muchas veces, ni siquiera las razones por las cuales una persona reacciona o hace algo tienen que ver con nosotros. Si viene un amigo a visitarnos, tal vez no sea porque somos muy importantes, sino porque quizás lo hacemos sentir importante a él, quizás se siente bien con nosotros, o se siente comprendido, pero siempre van a ser rasgos que completan su propio ser. De hecho si ese amigo decide venir a visitarnos para hacernos sentir bien, lo va a hacer por sus propios valores también. De esa manera se siente un buen amigo, o una mejor persona consigo mismo. Pero no lo juzguemos, cualquiera de nosotros hace lo mismo.

Si una persona nos dice “estás gordo”, es porque esa persona se juzgaría a sí misma gorda si estuviera en nuestro estado; pero esa es la métrica que tiene esa persona para determinar la gordura. Si uno lo toma como algo personal, realmente va a pensar que está gordo. Y en lugar de gordo, puede ser cualquier otro adjetivo: torpe, tonto, inútil, hermoso, generoso, amable o el calificativo que se nos ocurra. No tiene sentido prestarle atención a todo lo que nos dicen los demás.

Tampoco los elogios son tan personales, es sólo una valoración desde la perspectiva del otro. Para un criminal, uno puede ser una persona muy buena. Sin embargo, ¿eso nos hace una persona muy buena? Es mejor encontrar la valoración desde nuestra propia perspectiva, ¿qué pensamos que nos hace buenos, atractivos, felices?

Recuerdo que una noche conocí una chica que me fascinó. Pasé una noche increíble con ella y creo que ella sintió lo mismo conmigo. Creo no era una súper modelo profesional simplemente porque había decidido seguir otra carrera que ya ni recuerdo. No sólo tenía dibujada una sonrisa en mi rostro sino también en mi cuello. Pero la historia no tuvo un final muy feliz. Al día siguiente, le mandé una solicitud en el facebook y un mensaje diciéndole que me había gustado conocerla. Horas más tarde, sin aceptar la solicitud de amistad, respondió algo así como “ayer tomé algo de más”. Creo que lo que la mayoría decodificaría de esta respuesta es: “no estaba interesada realmente en vos pero el alcohol me llevó a hacer cosas que no quería”.

Pensé que era una forma de justificación al sentir remordimiento por hacer un gran avance prematuro, y de todas formas no me tomé como algo personal su respuesta. Por más que lo hubiese tomado como un “no estoy interesada”, hubiese estado bien. Es su perspectiva, su manera de verlo. Esa manera es completamente independiente a la mía y sigo pensando que la pasamos muy bien.

Lo mismo ocurre con cualquier tipo de rechazo: vienen bajo los estándares de la otra persona. Muchas personas toman el “no” de otro como si tuviera un significado real para sí mismos.

Muchas veces me encuentro en situaciones en las que me dicen que nunca me enojo. Una vez un amigo le preguntó a mi madre si alguna vez yo me había enojado y ella respondió: “Alguna vez, de chiquito…” Lo cuento solo como una anécdota divertida, ya que en realidad sí me enojo y, por supuesto, me encuentro en situaciones que me afectan o en las que busco validación de los demás. Y todo esto es humano, es natural, y a todos nos pasa. Enojarse, así como estar triste, querer vengarse, sentir envidia, etc. Como dije antes, son todas emociones que se toman como malas, sin embargo no lo son en sí mismas. Simplemente nos informan sobre síntomas. Ignorar los síntomas sí que hace daño, es tóxico para el cuerpo, ya que nos genera malestar y significa que algo continúa sin estar resuelto.

A veces me gusta visualizarme como un monje shaolin o un diplomático. Alguien que sabe mediar con sus propias emociones. Me gusta tener esos personajes como visión. En las empresas más importantes del mundo buscan una proyección a su ideal de ser y la llaman “visión”. Es una manera de señalar la montaña que queremos escalar. El propósito de la visión es guiar al individuo para alcanzar el estado deseable en el futuro a largo plazo. La imagen del monje shaolin o la del diplomático forman parte de mi visión.

Entonces, ¿nada de lo que digan o hagan los demás debería influir sobre mí? Pues en realidad no, no debería influir. Y aunque es casi imposible, sí podemos crear umbrales, una tolerancia, una resistencia para que sea casi nulo el efecto del exterior. ¿Esto significa entonces que no tenemos ninguna responsabilidad sobre como afectamos a los demás?

En realidad sí, las palabras que decimos tienen un poder y una influencia sobre el resto, pueden generar un estado. Si lastimamos a alguien o lo hacemos sentir bien, tenemos parte de la responsabilidad. Sin embargo, parte de la responsabilidad es también de la otra persona. En cuánto deja afectarse por lo que decimos. Tomarnos las cosas personales es llevar un cartel que dice “permito que me lastimen”. Piensen en algo que les dicen y no les genera ningún efecto, por ejemplo si están leyendo en un lugar público y un desconocido les pregunta la hora, ustedes responden y siguen con su asunto. Al cabo de un rato ni se acuerdan que les preguntaron la hora. ¿Por qué esa situación no la tomamos como algo personal? Porque no vimos afectada nuestra persona o integridad en el asunto. Sin embargo, alguien podría llegar a tomarse personal que le pregunten la hora, y contestar  “¿Acaso me vio cara de sirviente que me pregunta la hora a mí?”. Probablemente, aquel que preguntó la hora no tenía ninguna intención de molestarlo, pero quien recibió la pregunta manifestó su propia inseguridad. Ahora, si nos insultan o elogian ¿por qué debería afectar nuestra integridad? ¿por qué debería ser tan importante lo que piensa otro sobre nosotros, incluso más importante de lo que pensamos nosotros?

Si alguien nos dice que somos increíbles, tampoco lo tomemos tan personal, pues ya tendríamos que saber que lo somos por nuestras propias validaciones y valores. Y si no lo creemos así, debemos hacer las cosas para que suceda y preguntarnos: ¿Qué nos hace pensar que una persona es increíble o maravillosa?

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* Fragmento del libro especialmente adaptado para INFOBAE.COM con autorización de la editorial DIBUKS. Los primeros capítulos del libro pueden descargarse gratis desde la web de la editorial. (click aquí)