El libro electrónico tiene olor a dolar

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OloraDolar

La desaparición del libro en papel está cerca.

Pero no hay que asustarse. Nadie se va a llevar de la mesa de luz ese ejemplar de Memorias de una Princesa Rusa. Tampoco van a desaparecer las bibliotecas ni las librerías. De hecho ni van a desaparecer los libros. La expresión “desaparición del libro en papel” refiere apenas al momento en que los libros digitales reemplazan a los libros en papel como forma dominante.

Yo entiendo la tenacidad de un imprentero por retrasar el momento de cambio. Entiendo al librero, al distribuidor. Entiendo al tipo que vende papel a comisión. Entiendo al fletero. Hasta entiendo al editor viejo y cansado. Todos ellos están entongados en el statu quo con montos nada despreciables.

Lo que me cuesta más entender es al escritor que se la pasa varios años escribiendo y corrigiendo su libro para quedar afuera de la cadena de favores. Porque el 10% que le ofrecen ni siquiera es una propina. La propina del mozo se cobra al instante, en efectivo y el mozo puede controlar el total de la cuenta. Y de más está decir que el mozo no preparó la comida.

Con respecto al libro electrónico, el escritor debería ser el principal interesado en apurar los plazos. Me basta con un argumento: Google le paga al autor 52% de royalties y Amazon hasta el 70%.

Desde luego que 52% de nada y 70% de nada es nada, pero un escritor con ciertos niveles de ventas va a pasar de una limosna a la posibilidad de vivir de sus libros. Eso mismo: vivir de los libros en lugar de   hacer las gracias del mono en un auditorio o dictar talleres abúlicos a señoras tan interesadas en la literatura como en Pilates.

En definitiva, el olor a papel podrá ser rico, pero para el escritor, el libro electrónico tiene el olor del dolar decente y justo, que es más rico todavía.

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