“Otello” en el Teatro Colón

#Ópera

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En una ciudad portuaria de la isla de Chipre se produce un hecho que se relaciona de manera directa con la humanidad de todo ser. Cualquiera puede ser víctima de una mentira que siente como la verdad más aterradora pero ¿un gobernador y comandante de la flota veneciana puede ver caer su gloria en medio de una tormenta de celos? Que insignificantes pueden ser los logros del ser humano cuando es abatido internamente por una furia incontrolable que le destruye el alma. De esto trata “Otello”, una historia de celos tramada por el mismísimo demonio  que no vacila en destruir de manera espiritual al hombre más poderoso y a quien arrastra a su gusto por el polvo de la desdicha. La duda es una semilla peligrosa que una vez plantada crece rápidamente en el alma de un ser que a esa altura yace ciego.

“Otello” es un drama lírico en cuatro actos con música de Giuseppe Verdi y textos de Arrigo Boito basados en el drama homónimo de Shakespeare.  “¡É finita!”, así anuncia Verdi en noviembre de 1886 la finalización de su ópera número 25. Varios años atrás, luego de presentar “Aida”, había anticipado su retiro de la composición pero animado por el editor Giulio Riccordi y su amigo Arrigo Boito, quien le entrega un libreto acabado, vuelve al campo de la música con esta obra que encuentra en su experiencia y sabiduría el más grande secreto de su éxito. “Otello” se estrenó en la Scala de Milán el 5 de febrero de 1887, el maestro volvía al ruedo tras 14 años de silencio. La velada se convirtió en un verdadero homenaje al hombre que dominó a paso firme el campo de la lírica en la segunda mitad del siglo XIX. Verdi con 74 años demostraba que nada había terminado y que con la sabiduría de la vejez  se podía crear música nueva sobre lo ya compuesto, “Otello” significó un cambio radical en su estilo y un amanecer en la ópera italiana. El veterano creador no solo demostró que aun podía sorprender, también señaló el camino por donde el género debía transitar. ¿Cuánto de Puccini hay en la “Canción del Sauce” que Desdémona canta en el acto cuatro? Esto no es casualidad.

“Otello” en el Teatro Colón representa el punto culminante del homenaje que se le rinde a Giuseppe Verdi con motivo de su bicentenario. La propuesta era más que valiosa y auspiciosa: una ópera de esencia  y estirpe dramática, en un recinto histórico, con un barítono de renombre y con la actuación de uno de los “otelos” más importantes de nuestro tiempo. El tenor José Cura en el triple papel de protagonista, escenógrafo y director de escena llevó adelante una apuesta que lo deja bien parado, el argentino se puso al hombro esta producción que a simple vista representa fielmente la historia del moro según lo trazado por Verdi. Tres escenarios dispuestos en el disco giratorio que permite montar todas las estructuras sobre él y mantener la continuidad de la acción. Dentro del disco transcurre la historia, solo un personaje sale y entra de la realidad. Brillante hallazgo el de ubicar al intrigante Yago como  un ser no terrenal que maneja la vida del resto de los personajes como si de marionetas se tratara. El alférez de Otello es un malvado personaje que en esta representación encuentra un lugar de relevancia digno de destacar, es un ángel demoníaco  con poderes sobrenaturales que a cada momento recorre la escena mientras interactúa con el público y teje una historia que solo su profundo odio puede generar. Aprobado José Cura en su rol de “régie”, un hombre experimentado que respeta la idea del compositor, sabe lo que quiere mostrar y se dirige sin chicanas a su público. Una puesta realista, fiel a la creación y sin excesos… quizá sea mucho pedir en estos tiempos donde los caprichos y las locuras ideológicas de los directores de escena dominan los teatros líricos del mundo. Sino que me desmienta el mismo Cura que en abril del año 2008 representó a Otelo en una nave espacial en una producción del Teatro Nacional de Szeged.

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Desde el punto de vista musical José Cura sorprendió con un canto sereno, sin sobresaltos ni personalismos. El tenor nacido en la ciudad de Rosario es conocido por sus intensas y poco convencionales interpretaciones, cualidades que no pudieron comprobarse en esta oportunidad. Su experiencia en un rol que lo identifica a nivel mundial fue suficiente para llevar adelante una performance austera y sencilla, su voz de “tenor dramático” no brilló pero tampoco tuvo altibajos a lo largo de la obra. Un artista de oficio que en este caso cantó pensando en el todo de la puesta. ¿Se puede estar en todos lados mientras se es el principal actor de la obra que se dirige? Por su parte el reconocido barítono español Carlos Álvarez en el papel de Yago llevó adelante una interpretación digna de destacar. Álvarez, quien debutó en el Teatro Colón con esta producción, es un avezado artista con 25 años de carrera y su voz flexible e intensa es un aire fresco dentro de su línea vocal. Su Yago representa un cuidado trabajo en donde confluyen grandes dosis psicológicas con vertientes vocales que sirven de herramientas fundamentales para representar al personaje en toda su dimensión. Interesante oportunidad para disfrutar en vivo de uno de los barítonos españoles más importantes de las últimas dos décadas y que no decepcionó con su creación de un Yago más inteligente que certero y es por esto que su célebre credo no produjo gran impacto. El tercer papel importante de “Otello” es para Desdémona que en la voz de Carmen Giannattasio merece un párrafo único.

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Una voz que encierra naturalidad y expresión musical, un canto que conmueve y exalta según la exigencia. Se alinea de manera certera en la estructura tonal y nunca carece de sentimiento. Carmen Giannattasio no en vano se llevó del Teatro Colón el mayor reconocimiento del público, su interpretación de la esposa de Otello dejó a más de uno con la boca abierta y no fue para menos, la soprano italiana cantó como para ocupar el primer puesto de un imaginario “Campeonato Mundial de Desdémonas 2013”. El dúo “Giá nella notte densa” del primer acto con José Cura fue su carta de presentación,  su interpretación vocal y actoral creció en el comienzo del tercer acto pero su canto se elevó al cielo con la “Canción del Sauce”. Su voz impregnada en una profunda tristeza es acompañada de un puñado de instrumentos solistas en lo que fue un cuadro digno de registrar en las actas del teatro. Acto seguido reza el “Ave María” con una pureza angelical en su voz que ni el mismísimo Dios dejaría de escuchar. Excelente trabajo de Carmen Giannattasio, una soprano joven con un futuro inminente y virtuoso en sus cuerdas vocales.

Hay que decir que Dios no puede permanecer indiferente ante dos fragmentos de esta ópera, aunque se trate de ficción el llamado es tan elevado que cada vez que se representa “Otello” el supremo debe recibir nota de esto. Uno es el ya mencionado y el otro es el conjunto de voces al unísono cantando al principio de la obra “¡Dios, rayo de la tempestad!… ¡Salva el arca y la bandera de la véneta fortuna!… Haz que en el fondo del mar aplacado se pose el ancla fiel”. ¡Qué momento operístico por excelencia! El coro siempre presente en las creaciones de Verdi, como canalizador de la acción y como relator de primera mano del sentimiento que rodea a los personajes principales. El Coro Estable del Teatro Colón representó con la solvencia suficiente los pasajes de masas. En tanto que la Orquesta Estable bajo la dirección de Massimo Zanetti se hizo escuchar fiel a su denominación “estable”, muy aletargada en los tiempos y sin los arrebatos musicales que la obra merece según los pasajes. El reparto se completó con el tenor Enrique Folger como Cassio y la soprano Guadalupe Barrientos como Emilia quienes llevaron adelante sus labores de manera correcta.

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“Otello” de Giuseppe Verdi se sigue presentando en el Teatro Colón los días 24, 27 y 30 de julio, una excelente oportunidad  para disfrutar de una ópera de esencia  y estirpe dramática, en un recinto histórico como lo es el Colón, conocer a un barítono de renombre como Carlos Álvarez,  reencontrarse con el tenor argentino José Cura y por sobretodo sorprenderse con la soprano italiana Carmen Giannattasio.

Alejandro César Villarreal