El lugar del medio (I/II)

#EntrePlazaYPlatea

En el último post argumentaba que la revolución no sería twitteada porque las redes sociales nos ofrecen a diario una plataforma a partir de las cual se puede adherir a causas, declarar buenas intenciones, sin realmente hacer nada sustantivo por ellas. Un juego de distancias entre el decir y el hacer a partir del cual muchos pueden sentirse comprometidos con causas u opciones políticas por las que no estarían dispuestos a hacer algo en la “vida real”.

De hecho, encontré, casi por casualidad, una publicidad de UNICEF que condensa de forma extraordinaria este tema.

En el anuncio puede leerse en inglés: “Síguenos en Facebook y vacunaremos a cero niños contra la polio… No tenemos nada en contra de los ‘Me gusta’ pero las vacunas cuestan dinero. Por favor, compra una vacuna en unicef.se. Solo te costará 4 euros pero salvará la vida de 12 niños”. Un mensaje que el capítulo local de UNICEF podría difundir con sun simple: “Con los “Me gusta” no se come, no se educa, ni se cura”.

Sea como fuere, se trata de una imagen que condensa gran parte del drama de muchas organizaciones de la sociedad civil en busca de voluntarios y donación y –por qué no- de la oposición al Gobierno nacional de cara a las próximas elecciones. Sobre todo si consideramos que se trata en su mayoría de segmentos medios y altos frecuentemente proclives a manifestar de forma online (en comentarios, re-envíos o adhiriendo a causas) su disconformidad con la gestión kirchnerista.

Todo un desafío que puede resumirse en la siguiente serie de preguntas: ¿Cómo llevar a la acción a un segmento de la población que cómodamente “milita” en contra de la política en la comodidad de su living? ¿Cómo hacer que voten por ellos?

La primera parte de la pregunta es fácil. Después de todo, nuestro derecho al voto se basa en la paradoja por la cual la Ley nos obliga a votar. En este sentido, el voto obligatorio resuelve por la fuerza de la Ley el hecho de que los ciudadanos renuncien por unos minutos a la comodidad de su hogar y voten, con la excepción –claro- de los jóvenes entre 16 y 18 años que pueden optar si desean o no hacerlo.

La segunda parte de la pregunta, en cambio, sí genera dos problemas que la oposición se resiste a plantear de manera directa: (a) en primer lugar, el papel clave que los medios de comunicación juegan en la definición de sus candidatos, de sus temas y del territorio mismo en donde despliegan su estrategia (sobre todo cuando se han resignado ideologías, símbolos, agendas propias y la calle misma); y (b) la dificultad de todo el arco opositor de diferenciarse entre sí. De hecho, en su búsqueda por capitalizar el voto no-k (un 45% del caudal de votos según la última encuesta de IPSOS-Mora y Araujo que puede verse abajo) la oposición se repitió así misma, en sus temas y en sus formas al borde de la indistinción total. Renunció al poder de todo partido de producir diferencias no sólo con el partido de gobierno sino con todo el universo político. Toda la oposición nos parece los mismo.

El Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) firmado por Macri, y discutido hoy por la Legislatura, debe leerse como síntoma del primer problema: de la necesidad de proteger el único lugar que la Oposición ha sabido como propio mientras el oficialismo ganaba la calle: “el lugar del medio”. Después de todo, se trata menos de una medida que busque la protección de un grupo mediático que la necesidad de salvar todo un sistema que en la actualidad funciona como la única fuente de legitimidad del arco opositor, en el marco de una crisis que arrastra a ambos…

 

(Continuará…)