River: pasado, pisado y enterrado

#ParemosLaPelota

“Me parece que la gente no tiene memoria”, se escapó de su boca tensa que demostraba fastidio y enojo. La expresión de una roca en su cara, la nostalgia del que se sabe fuera de juego, la necedad del que se supo mejor que el resto, y supuso que podía manejar un club con la historia de sus pies firmes y sus cabezazos certeros. Daniel Passarella es pasado. #ParemosLaPelota y abramos el juego como el ex presidente nunca supo hacer.

El hincha de River no puede limpiarse esa mancha que quedó tatuada en su piel. Esa B negra y dolorosa que nunca quiso tener en el cuerpo pero que una seguidilla de malas decisiones y resultados negativos se la dejaron pegada de por vida. Y en eso, claro, tuvo que ver el “Kaiser”, hombre al que el fanático de la banda siente como gran responsable de la caída a la segunda categoría.

passarella anteojos

Los cuatro años de gestión del ex campeón del mundo dejaron un club con reformas institucionales pero con un enorme pasivo económico y deportivo. Ídolos que evitaban caminar cerca del Monumental, estrategias políticas ausentes, jugadores que no rindieron, balances negativos, auditorias que nunca llegaron, apariciones públicas controvertidas y esporádicas.

Passarella fue claro en su última conferencia de prensa como presidente. Se mostró molestó con los hinchas que lo criticaron y hasta los acusó de olvidarse de todo lo bueno que le hizo al club. El problema de Daniel fue que perdió el foco de los objetivos. A los simpatizantes de River, y del fútbol, le interesan primero los resultados positivos y después que la pileta de natación sea grande y tenga el agua fresquita para afrontar el verano. River vive y respira fútbol.

La acusación del “Káiser” a la gente es, cuanto menos, injusta. El hincha soportó la caída al Nacional B, el desastre de las cuentas que nunca dieron y la ausencia de triunfos deportivos que le devolvieran el alma al cuerpo. Pero Passarella prefirió terminar su mandato mostrando su desaprobación a las críticas y poniéndole el nombre exclusivo de Julio Grondona al descenso. La culpa siempre es del otro porque la autocrítica es un mal en el que no hay que caer.

La llegada de D’Onofrio parece haber sido el descubrimiento de un oasis en el medio del desierto. Así lo sintió el hincha “millonario” que se amontonó en los pasillos del Monumental para hacer escuchar su voz a través de los votos. El nuevo presidente tiene el aval de los socios y la presión de las ilusiones.

Amadeo, DOnofrio, Beto, Enzo, Santilli

Francescoli ya puso un pie en el club, Cavenaghi tiene arreglado su desembarco en Núñez, Ortega será el ayudante de campo de la Reserva, el Beto Alonso pondrá su cuota de experiencia para asesorar en materia de fútbol, y D’Onofrio será el capitán de un equipo que el hincha de River ve con buenos ojos y que necesita que sea efectivo. La necesidad, sin lugar a dudas, excede al deseo.

El ciclo de Daniel Alberto se terminó para que las caras nuevas renueven las esperanzas y funden un nuevo estilo de conducción política y administrativa. Para que hagan de River un equipo con imagen mundial, resultados positivos y logros deportivos. Ese sigue siendo el objetivo de los hinchas, pese a que están contentos porque Passarella dejó muy linda la confitería del club.