Pobre Independiente!!!

#ParemosLaPelota

Dos perros colgados. Un mensaje mafioso. Tres juveniles involucrados en un caso de abuso sexual. Un equipo desesperado y perdido. Un técnico dolido pero fuerte. Un presidente abrazado al sillón y hundido en un mar de cuentas que nunca le dieron. El hombre del camión con ganas de poner plata sobre la mesa para saldar deudas del pasado.

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Un jefe barrabrava protagonizando un espéctaculo olvidable en las puertas del club y anunciando que quiere sentarse en el lugar de Cantero. Una hinchada que llora por dentro y miles de voces que desparraman furia en los rincones de Avellaneda. Un presente incontrolable en un club grande que está bajo el mar.

Pobre Independiente. Lo mutilaron, lo hundieron, lo expusieron en el podio de la vergüenza y lo mandaron a la B para ver el interior del país más de cerca. Los dirigentes lo llevaron a la ruina, los jugadores no supieron sacarlo adelante y los técnicos apenas pudieron armar un equipo diseñado para respirar afuera del agua por un rato.

El “Rojo” atraviesa el peor momento de su historia. Porque desde el descenso a esta parte, la cadena de triunfos del año pasado solo tapó un agüero negro que se agrandó con el tiempo. Un lugar oscuro que absorbió las pocas acciones buenas que tuvieron los protagonistas de la vida de Independiente. Todo desapareció. Cayó al vacío.

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Cantero tiene los dos pies puestos afuera del club pero conserva sus manos atornilladas a la puerta del despacho. No se quiere ir pero la presión de la crisis institucional, económica y futbolística lo desgastó. Ya nadie se acuerda de que tuvo la buena intención de enfrentar a los barras y expulsarlos del club. Una institución del tamaño de Independiente no se maneja a base de bondad y buena predisposición. Pobre Javier, ni una foto se sacaron con él para bancarlo en la lucha contra los violentos.

El equipo no gana hace ocho fechas. No la puede meter entre los tres palos ni con la ayuda de los defensores rivales. Los jugadores están desbordados por los hinchas que los insultan, el puesto de ascenso que corre peligro inminente y la falta de reacción en las piernas de los once que salen a la cancha. El conjunto que dirige De Felippe tiene que aprender a jugar con el peso de saber que la historia los juzgará. No pasarán por la vida del club como siemples futbolistas de botines gastados.

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 “Bebote” se entretiene en la puerta de la sede juntando firmas para ser presidente. La comisión directiva no quiere pasar ni cerca del club, a ver si a alguno se le ocurre echarles la culpa de tantos errores. Desde que Cantero llegó las deudas se acrecentaron, la crisis se profundizó y algunos jugadores cobraron fortunas por acostarse en la camilla a recibir una sesión de kinesiología.

Hoy Independiente depende de una dirigencia debilitada y sin consenso. Necesita cabezas capacitadas para refundar un club devastado. Tiene que encontrar en alguna esquina la esperanza de ser lo que algún día fue. El tiempo no soluciona los problemas, y menos cuando los soberbios priorizan su ego por sobre las ruinas de un club que hoy vive su peor hora.