¿Cómo elegir amigos en la pesca?

#Pesca

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Siempre pesqué con amigos o con familiares que, en situación de pesca, me resultaban como amigos. Muchos se han iniciado en este pasatiempo gracias al padre, tío, abuelo o vecino, pero al que recuerdan no con estos rótulos sino como un amigo pescando codo a codo. En este sentido, la pesca unifica, allana, nos coloca a la misma altura.

Si bien en última instancia es un deporte individual, pues nos coloca a cada uno frente a frente con un pez, con la habilidad particular para elegir con qué y  cómo pescarlo, se disfruta mucho más plenamente cuando se practica con amigos. Es la sensación que tengo toda vez que capturo un hermoso ejemplar y no están al lado mío esos compinches que me han acompañado en cada salida. Recuerdo mis primeras pescas en Amazonas: grababa para el programa Puerto Pesca y cuando me tomó el camarógrafo espontáneamente le dediqué uno de los grandes peces a mis amigos que estaban tan lejos en distancia pero tan cerca en el corazón y con quienes había compartido tantos años mis deseos de visitar esta selva y, al regreso, serían una enorme oreja que escucharían con pasión mis relatos. Y creo que acá está la clave para la solidez de muchas de las amistades que se forjan a la luz de las cañas: la pasión compartida.

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Cuando estoy pescando con un amigo no compito contra él: eso queda, y no tengo ninguna objeción al respecto, para los torneos. Cuando estoy pescando con un amigo trato de que él disfrute de la pesca tanto como yo. Para eso sé que tengo que ayudarlo, no solo cediendo un mejor espacio en la lancha, por ejemplo, o no tirando cuando él ha clavado un pez, sino también procurando, en concordancia con el mandato bíblico, servirlo como un gesto de afecto. Es que también debo ser justo: tantos y tantos amigos me han servido en ya casi 25 años de hacer notas de pesca y 45 de pescar, que lo menos que podría hacer por un amigo que me da el privilegio de pasar un día junto a mí es atenderlo, cuidarlo, ayudarlo a que viva una gran jornada.

Realmente, la salida de pesca con amigos es, en este aspecto, terapéutica. Cuando subo al auto de algún amigo para empezar una jornada me parece que ingreso a una pequeña sala con un diván en la que, de una u otra manera, vamos a compartir alegrías, tristezas, logros y desazones. Porque los verdaderos amigos, y muchos de ellos se consiguen en tantas salidas de pesca, son los que escuchan, comprenden, critican cuando es necesario y también creen que vos tenés estas mismas características.

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Las salidas de pesca me han ayudado muchas veces a replantearme profundas cuestiones de la vida, me han servido para confesar graves errores, me han dado elementos para corregir caminos equivocados y afirmar sendas correctas. Y también me han sido muy útiles para aportar algo a alguien que lo estaba necesitando.

Por eso, parafraseando a Alejandro Dolina y sus aseveraciones futboleras, siempre es preferible pescar con un buen amigo y mal pescador que con un buen pescador y mal amigo. Nada más insoportable que pasar un día de pesca con una persona que no aguantamos. Ni digo que sea mala gente sino que simplemente no congeniamos, no hay compatibilidad de carácter. Habiendo pescando tantos años con diferentes profesionales, como guías de pesca, organizadores de excursiones y fotógrafos, aprendí que vale la pena perder una buena nota por pescar con una buena persona que hacer un artículo espectacular pescando con mala gente.

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Y la persona que puede hacernos pasar un mal día se detecta no bien empieza una salida de pesca:

1) Baja desesperadamente del auto y lleva solo sus cosas a la lancha.

2) Se ubica en el mejor lugar posible, extendiendo todos sus bolsos como si estuviera solo.

3) No bien llegamos al lugar de pesca, lanza antes que todos.

4) Si alguien erró un pique, tira lo más cerca posible.

5) Si alguien clavó un pez, tira lo más cerca posible.

6) Si vio un lugar de pesca lejano que le apetece, tira cruzando a todos.

7) Si saca un pez pide urgente que le saquen unas veinte fotos.

8) Si alguien saca un pez y le pide que le saque una foto, tira primero varias veces y luego le toma ¡una y movida!

9) Si necesita ayuda para sacar un pez o un enganche, cree que todos estamos a su entera disposición.

10) Si alguien precisa de su ayuda, justo no escuchó o “hago dos o tres tiros más y ya te doy una mano”.

Con gente así la pesca es una tortura; con amigos, un placer que debemos vivir a fondo, sin demorar más, haciendo todo lo posible para armar un viaje. Feliz días, amigos de Infobae.

 

Néstor Saavedra
para TurAireLibre

 

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